martes, 14 de marzo de 2023

 Del Suicidio

(Extracto de Cartas a Lucilio)

Séneca 

"El Mundo vegetal que Jones creó" del Homenaje a Philp Dick. 
Redes Sociales Vegetales. DDLR2023


«Hemos navegado, Lucilio, durante la vida, y como en el mar, al igual que dice nuestro Virgilio, «tierras y ciudades se retiran», así en esta carrera de un tiempo que vuela, primeramente, desaparece la infancia, luego la adolescencia, después cuanto es aquello que media entre la juventud y la vejez, puesto entre los confines de las dos; a continuación, los mejores años de nuestra vejez; por último empieza a mostrarse el fin común a todo el género humano. Creemos en el mayor grado de locura que él es un escollo: es un puerto, que algún día debemos alcanzar, que nunca se ha de rehusar y al que, si alguno llegó en sus primeros años, no debe quejarse más que el que hizo su travesía en seguida. Pues, como sabes, con uno juegan brisas suaves, lo entretienen y lo cansan con el tedio de una tranquilidad lentísima; a otro lo arrastra con mucha rapidez un viento pertinaz.

Piensa que a nosotros nos pasa lo mismo: a unos, la vida los llevó velozmente a donde se había de llegar aunque se retrasaran; a otros los agotó y los atormentó. Y, como sabes; ella no se ha de retener siempre; pues no es cosa buena el vivir, sino el vivir bien. Así, pues, el sabio vivirá cuanto debe, no cuanto puede: verá dónde ha de vivir, con quiénes, cómo, qué ha de hacer. Piensa siempre en la cualidad, no en la cantidad de la vida; si se presentan muchas cosas molestas y perturban la tranquilidad, se sale él mismo de la vida. Y no hace esto solamente en la fase última de la vida, sino tan pronto como empieza a vislumbrar la fortuna, examina con diligencia si se ha de acabar de vivir. Cree que no le importa darse el fin o recibirlo, que se haga más tarde o más pronto; no lo teme como [si se tratara] de un gran desastre. Nadie puede perder mucho por lo que se va gota a gota. No tiene importancia morir más pronto o más tarde; tiene importancia el morir bien o mal, mas el morir bien es huir del peligro de vivir mal. (…)

Si una muerte es con tormento y otra es simple y fácil, ¿por qué no has de poner tu mano sobre ésta? Del mismo modo que puedo elegir una nave para navegar y una casa para habitar, así una muerte para salir de la vida. Además, a la manera de que no es mejor una vida más larga, así es peor una muerte más larga. En ninguna cosa más que en la muerte debemos satisfacer nuestros deseos. Salga por donde tomó su decisión: ya escoja el hierro, ya el nudo corredizo o alguna bebida que penetre en las venas, adelante y rompa las cadenas de la esclavitud. Cualquiera debe aprobar la vida para los demás, la muerte para uno mismo; la mejor muerte es la que agrada.

Son necios estos pensamientos: «Alguno dirá que he obrado con poco valor; alguno, con temeridad excesiva; alguno, que había otra clase de muerte más valerosa». Debes pensar que en tus manos está esa decisión en la que la opinión pública nada tiene que ver. Mira una sola cosa, el sustraerte lo más rápidamente posible de la fortuna; de lo contrario habrá quienes opinen mal de tu acción. Encontrarás también a quienes profesen la sabiduría que digan que no debe atentarse contra la vida y que juzguen contra derecho divino hacerse el matador de sí mismo; que debe esperarse la salida que la naturaleza decretó. El que dice esto, no ve que él cierra el camino de la libertad. Nada mejor ha hecho la ley eterna que el habernos dado una sola entrada para la vida y muchas salidas. ¿Tengo yo que esperar la crueldad de una enfermedad o de un hombre, cuando puedo evadirme por entre los tormentos y disipar las adversidades? La única por que no podemos quejarnos de la vida es esto: no retiene a nadie [por la fuerza]. Las cosas humanas están en un punto bueno porque nadie es desgraciado sino por sus vicios; si te agrada, vive; [si] no te gusta, puedes volver allí de donde viniste.

Muchas veces, para quitarte el dolor de cabeza, te sangraste; no es necesario el desgarrarse las entrañas con una gran herida; con la lanceta se abre el camino a aquella gran libertad, y la seguridad consta de un pinchazo. ¿Qué es, por lo tanto, lo que nos hace perezosos e incapaces? Ninguna vez uno mismo tiene que salir de este domicilio; así, la complacencia del lugar y la costumbre, incluso ante las incomodidades, retiene a los antiguos inquilinos. (…)

Llegará el día que nos exija la aplicación de esta única cosa [la de morir]. No tienes que pensar que tan sólo los grandes hombres tuvieron esta fortaleza con la que rompieron las cadenas de la esclavitud humana; no tienes que pensar que esto no podía realizarlo sino Catón, el cual con su manó arrancó el alma que no había sacado con el hierro. Hombres de la más humilde condición salieron hacia la seguridad con un esfuerzo inmenso, y, no habiendo podido morir convenientemente ni elegir a su arbitrio los instrumentos de muerte, tomaron cualesquiera que les presentaron y con su fuerza convirtieron en tiros mortíferos cosas que no eran mortales por naturaleza».

(«Es una ventaja no vivir, sino vivir bien. Del suicidio», Cartas a Lucilio, Séneca,  Editorial Juventud)

 

jueves, 2 de febrero de 2023

 

Arte, Migración, Exilio e Insilio

David De los Reyes*





 I

Migraciones y Arte 

Migración y arte son dos condiciones del ser humano y han estado reunidas a lo largo de todos los tiempos. En todo momento ha habido desplazamientos habitados de creación imaginaria, de culturas en procesos de cambios y adaptación. Los hombres a lo largo de su evolución, como especie, siempre se han desplazado buscando nuevos horizontes donde la vida pueda ser menos riesgosa en función de vivir y mejorar; emigrar no está exento de crecer y construir una utopía personal o familiar. Y el arte, su tecné¸ forma parte del equipaje de salvación y permanencia: el arte reúne a las capacidades y las prácticas creadoras que el hombre desarrolla en su imaginación junto con sus habilidades corporales, para dotar y traducir sobre el estambre del mundo un manto de simbolismo y memoria. Una acción que dota de sentido y significado metafísico a su existir. En los momentos de desarraigo, de apertura, de huida y de condiciones deplorables por guerra, xenofobia, racismo, criminalidad, estados tiránicos fallidos, ausencia de bienes de subsistencia elementales, o todas estas circunstancias juntas, se nos presentan un ambiente inexorable para comprender que la única opción para apostar al derecho de vivir, es salir  del lugar que habitamos e intentar, si no la tierra prometida, si una tierra compartida para construir una vida más humana y menos acosada por  carencias de seguridad, sociabilidad, alimentos y cobijo.  


Las migraciones, comprendidas también como éxodos, destierros, exilios, cuando son por motivos imperativos y de fuerza, - políticos y amenazas de muerte -, hacen que se presente la violencia de la forma más directa y cruel sobre la persona por el ejercicio del poder omnímodo. Se nos arranca de nuestros territorios y de nuestros antepasados. Emigrar es un acto de violencia cuando no se puede hacer frente a dos cosas: ni a las condiciones primarias de vida, ni al poder del Estado o del grupo al que todos están sometidos. Si migrar es, por un lado, violencia llevada a cabo por una fuerza desmedida, por otro, también puede ser vista como una esperanza de libertad, de tener la capacidad de emprender y reencausar lo perdido y abandonado por el acoso existencial del lugar de donde se partió. Situación que también puede consustanciarse con una esperanza de regreso nunca abandonada por completo. La posibilidad de un retorno es, la mayor de las veces, lo anhelado. Quizás esos sean los pensamientos más recurrentes del que toman un camino prácticamente a un destino desconocido. 

*Ponencia presentada en el 2do Encuentro de Arte y Migración en la Universidad de las Artes, febrero 7 y 8 de febrero del 2023

 

Todos hemos sido, somos o seremos migrantes. Mis abuelos fueron emigrantes, mis padres siguieron esa ruta y en mi caso también me ha vuelto a tocar rodar con esa rueda de la fortuna sin fortuna; mis hijos también están tocando esa tabla de salvación temporal; esa elección se ha vuelto parte de una tradición familiar, de un patrimonio común en nosotros. Estoy seguro de que tú, lector, también habrás pasado por esa experiencia, si no directa sí indirectamente: familiares, amigos cercanos, vecinos, conocidos, compañeros de trabajo o estudio, que han salido de su país hacia otro. Una condición adjunta a la modernidad, que pareciera saltar en ella los tiempos y los espacios, donde los humanos nos hemos visto casi o totalmente desesperados por salir del atolladero sin solución que pesa sobre los estados fallidos en el que nacimos, vivimos, producimos, nos realizamos y nos echaron por incomodos y no sumisos a unas reglas en que deja sólo la vida como nuda vida (Agamben). Optar no ser parte de esa instauración de un biopoder que controla hasta los más mínimos requerimientos de la existencia a cambio del sometimiento y extorción infrahumana al Estado acosador.  Donde escapar a tal cacería de bárbaros y del permanente canto de muerte escuchado alrededor nuestro, es el pulso vital que se hace insoslayable ante la cúpula cerrada de los sistemas totalitarios modernos, las guerras de conquista, los genocidios de pueblos enteros o, los ya nombrados, estados fallidos.  


El artista es, en principio, un ser que surge en territorios donde se tiene un margen civil de libertad garantizada jurídicamente y de facto. Se requiere saborear la libertad para crear; no hay creación auténtica sin la posibilidad de elegir por sí mismo. Esta sería una primera condición. La segunda circunstancia es la estabilidad, y la de conseguir formas de vivir más o menos sensatas para llevar el día a día y tener tiempo para la creación.  La tercera situación es la existencia de la libertad de expresión y comunicación real, y no sólo jurídica. Diferente es la situación del artista cuando las creaciones son impuestas.  Requeridas realizaciones artísticas a cambio de colocarse gríngolas ante lo que realmente estalla como acontecer y realidad circundante cerrada. Serán obras que reflejan sólo el interés del grupo o de la ideología de un partido o Estado. Ante ello, se yerguen humanos que no aceptan tal acorralamiento y mudez mental y física. Entonces escapamos, se busca la senda del exilio. El artista emigra llevando a cuestas una memoria, un imaginario, unas habilidades, unos saberes que le dan identidad cultural-geográfica y sentido de vida, o menor dicho, esa formación es lo que lo ha convertido en un ser humano particular, diferente y por lo cual tiene un mundo propio a crear. Al emigrar su impulso creador puede que se vea coartado como también todo lo contrario, crecer y evolucionar; deposita todo un acervo cultural en el nuevo suelo que le acobija. De la rabia pueden surgir fuertes energías creadoras, que de otro modo no las viviríamos, no las sentiríamos. Se trata de hacer de nuestras pulsiones negadoras la afirmación de una creación significativa de libertad. Nuestra era, que puede llamarse la era de los refugiados, se pudiera proponer un género de arte (donde se asientan todas, desde la literatura, música, plástica, etc.), como creaciones de la extraterritorialidad, obras que surgen del fenómeno del desplazado, de la disrupción de la vida, realizadas por exilados, refugiados y emigrantes, que tratan sobre el exilio y sus expresiones existenciales. Versa pues sobre la emigración que encontramos en el siglo pasado y que en este siglo XXI ronda acuciosamente indetenible por canales sorprendentes en territorios afectados y condenados por la guerra, la muerte, el hambre, la inseguridad, la miseria, la pobreza y la neo-esclavitud. Hoy lo encontramos en la situación vivida en muchos lugares debido a los controles surgidos tras sufrir la pandemia china, que asoló y doblegó sin excepción, globalmente a todos en el 2020, por ejemplo.   


Bien podemos decir que la llamada cultura moderna ha sido obra de exiliados, emigrados y refugiados y nuestro tiempo, quizás más que los siglos anteriores, es la escala con que se ha medido la vida.  E igualmente podemos hacer eco de las palabras de Jean Luc Nancy al afirmar que pareciera haber un exilio constitutivo de existencia moderna que se traduce por un permanente estar fuera de o de un haber salido de.  Sin que por ello sea un ser arrancado de su suelo, ex solum1 


 

II 

Diferencia entre exilio y migración  

Etimológicamente exilio procede del verbo latino excilire-exilum, que vendría a significar saltar fuera. Saltar fuera del lugar donde se vive, pero de forma obligatoria de la tierra donde se nació o vivió. Es la condición que sufre un individuo al separarse del lugar de vida por motivos políticos; es un salto irrevocable de la historia y geografía vital particular del afectado por esa decisión externa y condenatoria.  


Migrar tendrá otras características y significaciones, aunque quizás en un comienzo se emigra y luego se termina exilado por las condiciones a que se ha llegado la situación de la nación de la que se parte. Emigrar o emigración viene del latín e-migrare el cual vendría ser cambiar de casa o del lugar de residencia. A diferencia del exilio, que es una salida obligatoria por razones políticas o simplemente por defensa de la vida, la emigración es una decisión que parte del fuero interno del emigrante. Decidí partir a otro lugar es una afirmación voluntaria, en busca de mejores condiciones de vida del territorio del que dejamos. En principio, emigrar pareciera ser de orden económico, pero puede haber otras causas incorporadas, como las de sobrevivir a situaciones extremas en el entorno general.  Búsqueda de mejoras materiales, pero también se pudieran añadir de orden familiar y cultural, de reconocimiento de libertades y ambientes de trabajo apto para el desarrollo personal y profesional.   


La distinción entre emigración e inmigración se puede decir que comprende dos momentos del viaje del salir fuera de casa. Emigración siempre estará relacionado con salir fuera del lugar en que se nació o ha vivido desde su nacimiento. Inmigración es el fin y reposo del salir fuera, en tanto llegada a un nuevo lugar de vida, la elección de límite para el viaje emprendido. Ambos son desplazamiento que involucra al cuerpo y al imaginario espiritual personal y colectivo, pero propicia la necesidad humana de una construcción de la memoria que no sólo se genera a partir de sí misma, sino que está intrínsecamente ligada a la geografía y cultura de los nuevos espacios donde se permanece, generando ese doble sentido de permanencia. La memoria del pasado, de dónde viví y partí, y la memoria del presente, a dónde llegué y que construí de cara a un futuro. 


Surge el individuo nómada que integra en su desplazamiento un tratamiento complejo entre la memoria, la identidad arraigada y restructurada, junto al lugar y territorio. Es lo que nos refiere Jacques Attali en su historia de la vida nómada del hombre2. En un principio habría que comprender que no hay un desplazamiento continuo, pero, como refiere este autor, el hombre nace del viaje; tanto su cuerpo como su espíritu son moldeados por el nomadismo3


Esto lleva a construir un molde y estilo de vida que va incorporándose en la existencia del hombre, condicionando lo que lo convierte en humano, es decir, en su memoria, pero de múltiples formas que va adquiriendo dentro de la experiencia vivida como una pseudo formación móvil identitaria del ser, del lugar y del territorio habitado.  Recurso que la creación artística incluirá para expresarse en tanto idea simbólica y significado de esa misma identidad en movimiento y, a la vez, en busca de anclaje, de reconocimiento en el otro a través de la diferencia vinculante y la absorción cultural. 


El elemento diferenciador está en la voluntad del exilado respecto a la voluntad del emigrante. Esto independiente del desarraigo, separación, ruptura, alienación, peligro que conlleva dejar la tierra madre. La voluntad se ve determinada bien por el imperativo de dictamen de fuerza de expulsión y huida a la otra voluntad en cuanto a búsqueda de un horizonte para mejoras materiales y espirituales motivado por razones extremas soportadas. Lo común, es que tendrán que ser marchas forzadas, no tomadas de manera espontánea o en absoluta libertad.  El exilado no tiene elección, está obligado a partir; se somete a una salida irreversible. El emigrante pueda aceptarse como tomado por una voluntad independiente ante las condiciones sufridas. 


Notamos que el exilado, en la exigencia de expulsión y huida, soportará el peso, en principio, de una derrota, de una situación límite que lleva a un enfrentamiento que lo conduce al escape para no experimentar males que se traducen en una expatriación insoslayable. Porta consigo un fracaso político ideológico frente al poder establecido que determinará su partida inminente; ideas y actos políticos determinan su suerte, tomada por un gobierno que lo rechaza y destierra; salta fuera por temor a ser encarcelado o perder la vida o distintas amenazas a familiares. Y dónde se traslade, siempre estará acompañado del efecto inevitable del desarraigo y del dolor por la amputación social sufrida y forzada.  


En cambio, la emigración es partida de una tierra o lugar donde ya nada le es propicio y que lo niega como individuo, pudiendo llegar a ser su desaparición, (el exilio como crisis de conciencia no contra la nación a que pertenece sino contra el gobierno que lo habita). También la emigración se puede comprender con una suerte de fracaso, pero por la realidad social a la que se enfrenta. Su partida, a diferencia del exilado, está alimentada por el deseo que le otorga confianza en alcanzar una solución a sus padecimientos materiales, culturales y espirituales al distanciarse del entorno económico y físico desfavorable. El emigrante parte con la ilusión de encontrarse con una tierra de promisión. Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Y menos en las olas de emigraciones de las últimas décadas en los casos del norte de África, las olas migratorias de Venezuela y Ucrania hacia los países limítrofes. El peso de la historia y derrota cimbran el alma del exilado; el exilado al insertarse en el horizonte que lo acoge vendrá a significar un nuevo comienzo de su historia, de una oportunidad real de su seguir y respirar4 


La aptitud del inmigrante es lograr el éxito económico, laboral, vivencial con la apertura a un posible regresar. Vive un desarraigo transitorio, espera el día de regresar a la tierra de sus mayores. Organiza no bajo el rencor político del exilado, sino de dirigirse a organizar su vida para dar solución a sus problemas de superación material y cultural; vive su propia historia y está empeñado en crearla; el exilado les es impuesto vivir una historia que no es la proyectada por él, ajena a la que se supone que debía vivir en una situación normal. La situación temporal varía de uno a otro: el exilado puede arraigar en una situación atemporal respecto a su regreso a la patria; el emigrante se plantea un tiempo transitorio y temporal dependiendo de su condición y superación individual material.  


Por otra parte, el inmigrante siempre puede regresar; el exilado no está en la misma situación; su regresar está condicionado a un golpe de suerte, un cambio del gobierno que lo expatrió o las condiciones políticas cambien, sea aceptado, indultado, etc.; el exilado carga siempre un estigma político a cuestas, impuesto por el poder establecido que lo estigmatiza. El retorno del inmigrante es el de una voluntad libre, no está vetado; el exilado corre a su suerte por su retorno: no es aceptado, y su voluntad tiene la mediación de no ser un ciudadano reconocido sino visto como un fugitivo. 


Notamos la evidente diferencia y condición del exilado y del emigrante, sus voluntades están encaminadas por distintas motivaciones. El primero vive un desarraigo y fracaso político, como un peligro inminente a su vida   posible en donde se encuentre; su situación la define una negación inevitable: derrota y expulsión, desposesión y ausencia a la fuerza, al tener que aceptar vivir en una tierra extraña; se convierte en un desarraigado: sin raíces, Se vive bajo una situación no buscada, forzada, no deseada; lleva una vida en torno a la otredad y el extrañamiento. El emigrante tendrá la fija dirección de organizar su vida en torno a cierto éxito o beneficio material y espiritual como problema de base. Su causa no es ideológica y de expulsión, aunque si puede tener su elección una motivación debido a la situación político-económica del país de origen; no es un perseguido, amenazado y enjuiciado directamente por un estado. Puede que quizás sea indirectamente, y podrá vivir la emoción de la ausencia y recuerdo de su territorio de origen. Pero su vida tendrá una marcha y plena razón de su estancia. No por ello no deja la opción de ser traumática esta errancia al vivir una experiencia ruda, dura y difícil en ciertas situaciones: condiciones no deseadas, pero mirará encontrar la salida a sus carencias que lo empujaron a saltar fuera de su país. Se ve alimentada su vida por una promesa y una solución. No tiene el lastre del exilado del compromiso político-ideológico. Ambos pueden presentar la analogía del desarraigo, pero es vivida de diferente manera; ambos son producto de resultados de sociedades fallidas o incapaces de dar solución al bien común para la vida de las mayorías, por caminos diferentes viven la tragedia humana de forma distinta pero cercana. Pero presentan dos posturas diferentes y delimitadas por aspectos externos que tienen diferentes pesos, fuerzas y motivaciones; ambos tendrán condicionamientos delimitados y opuestos. La vida para ambos se presenta biológica y culturalmente distintas.  

 

 

III

Entre el exilio y el Insilio

Luego de esta referencia a la condición de millones de personas en la actualidad, que se debaten entre emigración, inmigración o en el exilio queremos referirnos algunos aspectos de otra de las elecciones humanas que asumen otras personas. No son aquellas que se dan la tarea de movilizarse, entre peligros y desconocimiento ante lo que el futuro puede depararle, son los individuos que se retiran de convivir con la imposible realidad exterior del mundo en que viven y se retiran a sí mismos. Hablo de una palabra sin paradero. Digo sin paradero porque los diccionarios no la albergan. Pero es un concepto que no podemos de tratar al hablar del tema de las conductas erráticas al no poderse insertar en el territorio en que habitan. Esta palabra no es otra que Insilio. Como digo, es un concepto que si se busca en el Diccionario de la RAE no existe. Pareciera que es utilizada por los que se han dado estudiar el comportamiento humano en situaciones de desarraigo, desesperación y ansiedad.  Si bien pasa por debajo de la mesa para los académicos del idioma, cada día la vemos más dentro de los círculos de los discursos y narrativas sobre migraciones en relación con el tipo de conducta que viene a representar. Para muchos la hemos no sólo conocido como morfema sino como experiencia personal en algún momento en los tiempos difíciles, como dijo Borges alguna vez, que todos los humanos tenemos que vivir. Tiempos que se presentan en todos los ámbitos de la vida, y quizás para muchos de los ciudadanos ante la incomprensible, desafiante y confusa realidad exterior.


Insilio se contrapone a Exilio. Y como ha dicho Tudela-Fournet, el único instrumento al que nunca ha renunciado el poder político es el del exilio, el de expulsar de la comunidad a aquel individuo que, por  una  causa  u  otra,  sobresale  en  el  conjunto[1].


Pero ¿Cuál es la diferencia real entre una y otra? Antes de dar una posible respuesta a este interrogante debo señalar algo particular. La palabra insilio cada vez que la escribo el diccionario de mi laptop la subraya en rojo, como si estuviera equivocado al suscribirla en la página en blanco de la pantalla. Cosa que no pasa con exilio, que parece ser sólo el vocablo aceptado por la lengua castiza. 


El insilio tiene como causal unas condiciones, en principio, muy particulares de sociedad, donde las posibilidades de pertenecer a una comunidad están retiradas y la espera de convivir dentro de un estadio más o menos democrático en que se  respire el espíritu de  igualdad y participación están anulados. Es, quizás, uno de los fenómenos sociales más pronunciados por la ciudadanía de muchas ciudades, la de presentar la condición de permanente del aislamiento entre los individuos que la componen. Y esto lleva a una resignificación del exilio, pero vivido hacia concebir la separación hacia una realidad interna distante de los otros. El pensador francés Lyotard en su mirada a la condición de la postmodernidad lo refirió la soledad del individuo del presente, donde cada uno se ve remitido a sí mismo. Y cada uno sabe que ese sí mismo es poco, experimentando una disolución social y pasar a entrar en la indiferente masa integradas por átomos individuales[2]. Es una soledad propia de la modernidad tardía. Individuos aislados que viven juntos, más sin nada en común, tangible y visible. Donde pareciera que hoy sólo existiera los vínculos digitales a través de los dispositivos tecnológicos: otro marco sin marco real, sólo un suceder del tiempo sin fin de las pantallas sin que se llegue a nada, como ha previsto Bauman. Como advirtió ya el forjador del pensamiento crítico frankfurtiano, Max Horheimer: Todos nos quedamos solos; las máquinas pueden trabajar, hacer los cálculos, pero son incapaces de tener ideas o de introducirse en la piel del otro. A pesar de la actividad, los hombres se hacen más pasivos; a pesar de su poder, crece la impotencia de cara a la sociedad y a ellos mismos[3]. Si bien podemos comprender al pensador y el tiempo en que escribió posiblemente hubiera sido así. Hoy las cosas cambian, la IA ha dado puerta abierta para dialogar de forma inteligente con las máquinas. Se ha emigrado el diálogo humano a la frialdad de la pantalla que responde nuestros interrogantes sean estos los más superficiales como los interrogantes más existenciales y personales. Vivimos no sólo en una sociedad líquida, del cambio permanente y la voluble transformación con olor de intensa obsolescencia, sino en el carrusel tecnológico del metaverso, de la inteligencia artificial que reflexiona con nosotros (el software del GTP), y a los poderes metálicos que van, y en esto podemos recordar y repetir la frase de Horkheimer, a pesar de la actividad, a pesar del poder de la IA, sigue creciendo la impotencia y la soledad de cara a la sociedad y a nosotros mismos.

Esto nos lleva a retomar a nuestro transitar por el concepto de insilio. Pareciera, a pesar de todas las comunicaciones de desplazamiento territorial real, nos adentrarnos en el anhelo de un desplazamiento fijo. Hay una resignificación de nuestra condición, en la palabra exilio, el ex refiere afuera, y el verbo latino, salio, que es saltar a, se transforman en el insilio, que sí existe en latín, cuyo significado es saltar sobre[4]. Entre ambos hay el vínculo del salto físico, pero en diferente dirección. En exilio nos manda para fuera, el insilio nos lleva a saltar hacia sobre, es decir, en el mismo sitio, pero retirándose de cualquier otro marco al que se pudiera desplazarse, pero su saltar se albergan sentimientos similares que detectamos en la sociedad contemporánea. El insilio se nos presenta como una realidad que emerge de nuestra soledad de la existencia humana. Donde la sociedad contemporánea sólo nos arroja, en muchos casos, hacia la condición mercantilista del consumo para salir de sí en la apropiación de objetos sin fondo, de la mercantilización como neurótico proseguir en tanto proceso indetenible.

Ello nos lleva a comprender que dentro de las sociedades  cerradas contemporáneas, donde no ha desaparecido para nada la posibilidad de asumir o de imponer el exilio por las consecuencias de vida, también se puede decir la aparición del insilio, un exilio que puede imponerse desde los miembros de una colectividad a la libertad individual, acallando las voces críticas, permitiéndoles hablar pero reduciéndoles el número de público al que se puedan dirigir, advirtiendo que sea lo que pase nada va a cambiar, rondando así el sistema de ostracismo interno triunfante en una mayoría, llevándonos a vivir una existencia permanente donde el hombre ya no existe para los demás. Ese tipo de exilio en que nos lleva a aislarnos de los demás por una multitud ideologizada e informatizada mentalmente y con un sentido unilateral del ejercicio del poder, se impone casi para siempre. En una era que volamos en la alfombra mágica de la realidad virtual y del GTP como interlocutor alterno universal, quedamos como individuos atomizados. Atomizados bajo la paradoja de que en apariencia no estamos aislados, sino viviendo en el entretejido móvil, digital y líquido como nunca antes tan presente en la condición humana. Un mundo de toques inesperados a la puerta por las millonarias movilizaciones migrantes, in y e, de exilios que nos lleva a saltar afuera del territorio que habitamos a la fuerza por los poderes totalitarios de turno o del insilio, (¡siempre subrayado en rojo en la página de la pantalla cuando lo escribo!), que nos lleva a saltar sobre nosotros mismos, quedándonos prácticamente sin voz, amordazados pero en apariencia libres, ahogándonos en el ruido persistente de las ideologías de masas consumistas o comunistas (a la fuerza), sin una real mirada al mundo exterior y permaneciendo en la internalización del angustioso silencio. Pareciera que son una cualidad negativa persistente y propias de sociedades fallidas. Y tendremos que experimentar, en algún intervalo de nuestras vidas, o en una buena parte del poco tiempo que nos queda que, como dijera Borges, saber que nos tocó, como a todos los hombres, vivir en tiempos difíciles.



[1] Tudela-Fournet, M. (2020). «Insilio»: formas y significados contemporáneos del exilio. Pensamiento. Revista De Investigación E Información Filosófica76(288), 75-87. https://doi.org/10.14422/pen.v76.i288.y2020.004

[2] Lyotard, F., (1989): La condición postmoderna. Ed. Cátedra, Madrid, p. 39.

[3] Cit en Tudela-Fourmet, op.cit., p.82.

[4] Segura, S (2006): Nuevo diccionario etimológico latín-español y de voces derivadas. Universidad de Deusto, Bilbao, p.271

miércoles, 1 de febrero de 2023

Del Origen de las Pestes Actuales/Apolonio Trimenium de Letonia/DDLR

  Del origen de las pestes actuales

Apolonio Trimenium de Letonia/DDLR



Erizo Vegetal, fotografía intervenida DDLR - mayo 2022



Las plagas y virus llegaron para quedarse, nos dicen los expertos epidemiólogos. Apenas medio salimos del murciélago virulento y entramos de lleno al mono “pustulante” con su aliento y piel. Y a todas estas la pregunta sin nunca responder: ¿quién fue primero el mono o el gallino? Como vivimos en un mundo de resultados científicos y de medicamentos multinacionales, con grandes beneficios a partir de aquella célula humana que camina por el orbe terrestre, he encontrado cuál ha sido el origen de este mal global en un antiguo texto escrito por un sabio y médico llamado Apolonio Trimenium de Letonia. En su libro “De causis plagae globalis”, nos aclara tal enigma contemporáneo que, hasta la fecha, no hemos podido descubrir. Sus palabras:
“Para mí, no tengo duda, que todos los males y plagas de este mundo de pecado universal, han sido creados e introducidos en nuestra impoluta atmósfera terráquea por los “espíritus aéreos”. Y ¿quiénes son estos seres nada mitológicos y más reales que la deuda pública? Estos espíritus y demonios aéreos, como su nombre lo indica, tienen su morada por los aires, se trasladan por los vientos y cubren toda la faz del globo. Son los causantes del calentamiento de la tierra, de tempestades, truenos y relámpagos apocalípticos, además de las caídas de los árboles, del cordonazo de San Francisco en el mes de septiembre, pero también de incendios, derrumbamientos de casas, muertes de personas y animales, caída de granizo en los médanos de Coro y alrededores, y de ranas tiradas desde el cielo incluidas. Suelen hacer ver por los aires ilusiones apocalípticas como misiles con ojivas nucleares, aviones velocísimos como los F-35 Lightning II, F-22 Raptor, Eurofighter Typhoon, Sukhoi Su-35, F/A-18E/F Super Hornet, Dassault Rafale, Boeing F-15E Strike Eagle, Su-30MKI (Flanker-H), además de los drones de última generación y ciber espadas dirigidas con inteligencia artificial. Estos demonios aéreos también tienen el poder de hacer creer que escuchamos ruidos extraños, como ver a malandros por las calles, narcogobernantes de estados fallidos, a políticos farsantes y toda una fauna humana animal de monstruosidades civiles concurrentes en la tranquila cotidianidad de nuestras amadas ciudades.
Así es, según Madurandis Putryum, la hermandad Castroter, Ximpiensis y Julius Putinus, antiguo autor ruso-lapones que se refiere a ello en su obra “Libro de los Prodigios”. Numerosos ejemplos al respecto encontramos en Maquiavelo y en el lingüista Josephus Stalinianis, este último en su obra “De bello ucranianus” (Guerra de los ucranianos), cuando trata de la destrucción de Kiev. Pero Hailétinus Mariamín Mengistus , el Africano, (un oscuro hacedor de prodigios sangrientos), en el tomo primero de su obra “De orbis concordia”, da una opinión contraria sobre este tema y refiere que no debe atribuirse estos hechos de referencia a los espíritus o demonios sino a personas de carne y hueso como él. Lo cual muestra que sus datos no son científicos. Pues refiere que los torbellinos y las tempestades no son creados por los tecnólogos espíritus y demonios aéreos, y que los meteorólogos alquimistas, que trabajaron para su reinado, han referido que se deben a causas naturales. Por mi parte estoy convencidísimo, como lo está el mismo cura Jean Bodin, que estos fenómenos, espectros y espejismos, que esos eventos atmosféricos son causados frecuentemente por los demonios del aire desde sus distintas moradas etéreas.
Y como observación final puedo decir que cuando una persona desesperada se ahorca o se arroja al río por causas de hambre, angustia, deuda, enfermedad, ansiedad o desesperación, aquellos seres aéreos -como observa Kornmann- “tripudhim agentes”, danzan demostrando intensa alegría por la muerte de un lánguido traidor pecador. Pueden ellos, como queda aquí dicho (con relación a quién ha originado todos estos ciberataques de plagas chinas o africanas), corrompen el aire, causan enfermedades misteriosas, tempestades, naufragios, guerras diversas, incendios e inundaciones”.
Tomado del libro: “De causis plagae globalis”, Apolonio Trimenium de Letonia, Editado en Amberes 1557, p. 221











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domingo, 1 de enero de 2023

  

En torno a Visionarios del Ruido

de José Manuel López D`Jesús

David De los Reyes




DDLR2022/RSV: Alvéolos Argentos Vegetales


I

La lógica sensible de la Música

 

La música, siendo una sucesión evanescente de sonidos - y ahora, inclusive, de ruidos -es la más abstracta de las artes por su contenido casi inmaterial - hoy virtual; la más metafísica de las artes, al decir de Schopenhauer. Su manifestación, su composición o elaboración y por ende su interpretación, despierta o adormece emociones que pueden ser de aceptación o rechazo, de intensa emoción subjetiva y un evento, tribal o individual, que culmina en nuestro devenir histórico con un proceso de elaborada y compleja abstracción y participación colectiva. Conocemos e imaginamos el mundo en tanto representación no únicamente como voluntad, al decir de Schopenhauer, sino representación virtual en tanto numeración o digitalización sonora que estructura y ancla casi insospechadamente a múltiples procesos vitales.

 

Claude Lévy-Strauss señaló que en toda composición de cualquier obra musical se haya una lógica de lo sensible. Y el libro de López D´Jesús, nos lleva a desentrañar la lógica sensible del sentido de vida, de su compromiso, de su actitud estética, artística y política de los seguidores del rock. La singularidad que la escucha proporciona, surge una experiencia corporal y espiritual cuasi religiosa de ese diálogo mudo en, aunque sonoro, entre cuerpo y sonido, entre el hombre y la música, haciendo aparecer en la experiencia musical un erotismo del espíritu y una vibración estética que nos conduce desde la angustia a la beatitud de la alegría intelectual y emocional, trastocándonos hacia una verdadera metamorfosis sensible del entendimiento y del cuerpo. Experiencia que establece una exquisita y sensible conexión entre el sentido más intelectual, el oído, y los más escondidos y oscuros ritmos internos de nuestra vida orgánica, nuestros ritmos viscerales, cardiacos y respiratorios.

 

El libro Los Visionarios del Ruido de José Manuel López, docente, músico y poeta de la Universidad de Los Andes de Venezuela. Nos conocimos a raíz de su defensa de tesis en el Doctorado de Filosofía de esta misma universidad. Una investigación interesante en torno a la música y la filosofía alemana de Schopenhauer y Nietzsche. Cultor y estudioso del género musical del rock, se ha dado la tarea de investigar lo que ha significado esta manifestación contestataria del mundo global a partir de la década del 50 del siglo XX.  Un género que desde sus orígenes nunca dejó de escalar una mayor presencia tanto en la Industria Cultural Musical como también en la identidad y expresión de cierta corriente generacional orientada a cuestionar al mundo establecido y sus convenciones instituidas esclerotizadas.

 

El rock, en principio, es una elaboración de la disconformidad sentida ante el rutinario y muchas veces absurdo mundo en el que vivimos. Es en esta esfera musical y poética que nos presenta su obra López D´Jesús, pero albergándola en el entorno del rock en Latinoamérica. Desde sus primeras agrupaciones, sus festivales convocatorios, así como ciertas obras literarias que vienen a ofrecer una narración en la que se filtran cuáles son los fines de sus líderes y seguidores, este género musical arrastra toda la atmósfera cultural, definiendo un estilo de vida y una concepción propia del mundo.

 

Como todos sabemos, esto arranca en los países anglosajones. Estados Unidos e Inglaterra se llevarán el sitial de origen. Una vez establecido como un género en expansión gracias a los medios masivos de comunicación, se adentrará en países de una diversidad musical y de valores distintos, pero también embrujados por este chorro de ruidos, sonidos y melodías acordes y discordes, de estruendos disparados por guitarras eléctricas, percusión y otros instrumentos que se les irá añadiendo. Lo primordial es un ensamble fácilmente transportable y desmontable: guitarra y bajo eléctrico, amplificadores y batería. Eso fue y sigue siendo la agrupación estándar de todo conjunto de rock. Sin embargo, adentrados en la era digital se ha vuelvo más complejo y más enriquecido por todas las multitudes de posibilidades técnicas, tímbricas, e instrumentos electrónicos y acústicos que hoy la conforman.

 

El tratado del rock de nuestro amigo López D´Jesús tiene un componente que lo hace atractivo para las nuevas, y no tan nuevas, generaciones que se sienten atraídas por el rock.  Digo atractivo porque, si bien es una investigación especializada, posee la virtud de recurrir a un enfoque multi, trans e inter-disciplinario en el tratamiento del sujeto de estudio desde los campos de la música, la literatura, los estudios culturales, la filosofía, la sociología y la psicología junguiana.

Sus enfoques no se reducen a hacer sólo una historia del rock latinoamericano, sino que nos lleva a presentar sus diferentes tramas de la percepción estética y teórica. Vasos comunicantes del rock con la filosofía por las ideas que le brindan legitimidad cultural; con la psicología por los cambios que surgen por su componente mental, emocional y químico corporal; con aires anarquistas que rechazan a las convenciones institucionales sociales como la familia, la religión institucionalizada y la formación académica; con actitudes anti-formales donde se busca un sentido de libertad alcanzando o rayando al libertinaje; con una postura política contra la desfachatez y corrupción del establishment de la política demagógica y sus ramales militaristas  dictatoriales; y, por último, con la creación literaria como especulum (espejo), nominal de su presencia y desarraigo, sus posturas y sus riesgos, sus alegrías y sus suicidios posibles, lo que resulta en una reflexión capital sobre el rock.

 

Y a esta última esfera literaria satelital del conjunto planetario del rock es que López D´Jesus rompe con las convenciones de los estudios del género, adentrándose en campos narrativos en los que expande su luz expositiva e hermenéutica. Como el mismo lo escribe, se trata del rock latinoamericano y su repercusión en la literatura.

 

Su texto está dividido en tres partes que se complementan de forma sistémica. Tres capítulos por los que nos lleva de la mano, en argot rockero, al asilo del rock:

 

El primero, Efecto amplificado abre con sus referencias, transitando de forma lúdica entre géneros, entre lo musical, lo poético-literario. Nos presenta algunos de los festivales emblemáticos que dan apertura a toda esta onda ruidosa expansiva contestaría latinoamericana.

 

El cap. II lo titula Rock es sabiduría ¿y quién lo duda? Nos lleva a comprender las singladuras y componentes de los valores y posturas de este estilo de vida, cuasi-marginal respecto a la mirada que tiene de la familia, del núcleo social en que habitamos. También en ese despertar de una Consciencia alterada que exige su presencia insoslayable en el imaginario no sólo social sino cultural, musical y poético implícito. Y los entretelones con la ideología de sus seguidores.

 

Un tercer capítulo titulado Los Ecos delante del telón, explica cómo este movimiento sociocultural afectó y afecta a las mentalidades y sus expresiones corporales de los individuos tanto a nivel personal como tribal. Analiza López D´Jesus cómo viene a posesionarse esta bruma sonora del rock de una parte de nuestro yo consciente y subconsciente. Para ello se vale de cinco conceptos que toma prestados de la mirada profunda del análisis junguiano: el ya nombrado yo, junto con la alteridad (la posibilidad de ser otro), la sombra (los impulsos internos ocultos, pero deseando ser expresados), el ánima (lo femenino en el varón) y el animus (lo masculino en la hembra).

 

Un siempre insurrecto género musical que polemizaba dentro de las sociedades conservadoras. El rock poco a poco se convirtió en un medio universal para expresar ideas, sentimientos, inconformismos o afinidades para una generación de jóvenes que se encontraban prácticamente relegados en un mundo histórico con un despliegue de poder absurdo y aniquilador.

 

Estos tres momentos de su discurso, tres dimensiones estructuradas de esta visión de mundo, son los que nos otorgan una entrada a las profundidades de luz y sombra de la cultura ¿o anticultura? del rock

II

El Pharmakon del Rock

Como referimos antes, el rock vino a despertar una toma de consciencia a partir de la década de los años 50 del siglo XX. Sus propuestas estaban en las frases que se desprendían de los conciertos de los legendarios The Beatles o de los Rolling Stone. ¿Cuáles son esas ideas? Los autores nos las recuerdan. Son los principios de una lucha por la libertad, la igualdad, la postura antimilitarista y antibelicista, como los estertores, ahora en la vibración de decibeles sonoros, de una emancipación femenina.

El Rock ha sido catalogado como un género contracultural, esgrimiendo una postura radical, en algunos grupos, teatral, en otros más acomodaticios y mercantiles, contra los valores establecidos y conservadores de la modernidad. Una defensa al reconocimiento de la cultura afroamericana, representado esta cruzada rockera africana por el legendario Chuck Berry, pilar determinante de la seducción musical de este género de la controversia y de la polémica. 

A partir de la década de los 70 surge el rock progresivo, sinfónico, con grupos como Emerson, Lake y Palmer, Led Zelein, Uriah Heep, Black Sabbat, King Crimson, Deep Purple, Yes, Pink Floyd, por nombrar algunos. Se mutan al heavy metal heavy  rock (rock pesado). Pero el género evoluciona hacia lo que hoy se entiende por el trash, black, death, progressive, doom, new metal y un largo etc.

El discurso narrativo poético y musical del rock latinoamericano se caracteriza por ser transgresor, aferrado a una crítica contra la discriminación social, racial, política, de género y religiosa.  Conforma un amplio sincretismo glocal.  Desde 1955   está presente, casi de forma subterránea, en la tierra al sur del Río Grande: México, Brasil, Colombia, Perú, Argentina, Chile, Uruguay, Ecuador, Venezuela. En todas sus apariciones se le adjunta el sello de la censura y persecución a sus seguidores y creadores. Se teme a todo movimiento que se exprese con una tolda aparte del sistema, de búsqueda de liberación, de experiencias catárticas, de la exaltación de la alegría, la amistad espontánea, el descontrol de las conductas formales y el espíritu lúdico que en todo momento se apertura en esta ola sonora desbordante de los visionarios del ruido. Como nos dice López D´Jesús: El carácter rebelde del hecho roquero genera censura, p.27.

Es un movimiento cultural que arropa a una minoría, la de las personas sobrantes, olvidadas, marginadas, que quieren expresarse y ser representadas y escuchadas. No menos pasó con otros géneros latinos, como la Cumbia (Perú) o la Salsa del Caribe, de las que surgen una poética lírica de la inconformidad, del amor y del desarraigo.

El rock vendrá a ser una especie de pharmakon eléctrico, una especie de medicina sónica, para reducir los síntomas de las atrocidades e injusticias sociales de varias generaciones, al menos ya de cuatro. Es un escudo epocal contra la carencia de memoria por las singladuras impuestas a través del sueño de los valores políticos, culturales, filosóficos ideológicos que se pretenden inamovibles y prescriptivos de toda vida. ¿Qué buscó - ¡busca! - el rock? Para los que nos encontramos en la actualidad de este presente, según nuestro autor, pues un espacio, en el cual, a partir de ciertos eventos, ideas, literatura, poesía, tecnología, mercado cultural, brindar un sentido de vida destinado al encuentro de una contracultura demandante de igualdad social, política y religiosa y que va dirigido a todas aquellas personas con este espíritu, p.30

En Latinoamérica tuvo su punto germinal en el Festival de Avándaro en los 70s, escenario abierto a la expresión de ideas de libertad sin ningún prejuicio. Una jerarquía que heredará el Festival de las Nuevas Bandas, realizado en Venezuela a partir de 1991. Pero también han surgido festivales para acolitar a sistemas represivos, injustos, militares, como algunos de los convocados en Argentina o el GillmanFest cercano al régimen del Socialismo S.XXI promovido por el cantante de tendencia nazista Paul Gillman.

Los festivales de rock, como lo refiere López D´Jesús, se convierten en un rito religioso, eventos en que se relegan todos los convocados en un solo sentimiento de fe.  Y lo podemos referir con el Festival de Ancón realizado en la ciudad de Antioquia entre el 18 y 20 de junio de 1971, que llevaba el lema: “Es cuestión de fe y nos unimos todos con la música”.

También se repasa lo acontecido en Argentina con la Guerra de las Malvinas y el régimen militar liderado por el militar Leopoldo Galtieri. Este impulsó la realización del Festival de la Solidaridad Latinoamericana. Todo un evento demagógico para solapar los desmanes de la dictadura y sus violaciones a los derechos humanos, desviando la atención hacia un enfrentamiento patriótico ante un enemigo externo (Inglaterra), en disputa por los territorios de las islas Malvinas (1982). La coyuntura bélica alentó una serie de medidas anti-anglosajonas, como la prohibición de la música en inglés y, por tanto, motivando el crecimiento de la producción local en castellano. Con ello Argentina devendría en uno de los epicentros geográficos del rock en ese idioma de la Ñ. 

Al Festival invitaron al legendario grupo argentino de rock Virus, que se negó a participar en espectáculos que patrocinaba la criminal junta militar argentina. La pérdida de la guerra de las Malvinas vino a derrocar en unas cuantas semanas al régimen dictatorial, y Virus organizó, en respuesta a su postura contra la guerra, los militares y cualquier hecho violento, realizar un concierto que fue todo un éxito para el grupo. Este se convirtió en un ejemplo del rock como respuesta contra los regímenes de facto, violadores de derechos, propagadores de guerras absurdas, junto a la represión de un estado cuartelario ante el convulsionado escenario político de la época.

Es interesante destacar algunas precisiones sobre los festivales. No cabe duda que cada uno de ellos vienen a crear cierto clima de desorden público (parafraseando el nombre de la conocida banda venezolana).  Crea un imaginario que irrumpe con diferentes posturas, aptitudes, reflexiones que se cruzan con una búsqueda de igualdad y paz, pero no por ello los festivales dejan ser también un hervidero de inquietudes reprimidas y soterradas en sus participantes que vienen a encontrar espacio para expandirse en los festivales. También hay que considerar que el desequilibrio, el caos, descontrol, posturas lúdicas se esgrimen con un vínculo a reivindicaciones que formulan discursos humanistas, feministas, ecológicos, alternativos. Encontrando declaraciones que reafirman valores como la honestidad, la alegría, lo lúdico, la fraternidad, el eros. Son instancias consuetudinarias generacionales que vienen a negar y rechazar la violencia en todas sus manifestaciones, tanto en lo micro como en lo macro en la esfera de la comedia humana.

José Manuel López D´Jesús hace una cita interesante al filósofo romántico alemán Arthur Schopenhauer, al referir que la música rompe las barreras de todos los lenguajes porque ella constituye en sí misma la expresión de lo inefable. Con ello nos da a entender que ante el malestar en la cultura del sistema puede surgir - ¡y surgió! -, una forma unitaria contestaría al sistema. El rock tiene esa opción: presentar las contradicciones por medio de antítesis que queda no en una erradicación total del sistema. Su camino está en andar entre enunciados posibles contra las instituciones enquistadas en que se reafirma la hipocresía total. Es mostrar, los primeros pasos, que devenga en una síntesis que aspire a superar los obstáculos y la cárcel de las contradicciones.

 

III

Literatura y Rock

Este texto nos muestra la profunda huella que dejó, y que se mantiene en el imaginario urbano, el rock al convertirse en una voz en el conjunto del continente. Un grito que arrastra toda una estética y una puesta en escena de crítica participación artístico-política tanto a nivel de las naciones, de las regiones y, podemos decirlo, del continente. Un rock a la latinoamericana. Todo ello aupado y seguido de cerca por la industria cultural del disco y el uso de las nuevas tecnologías de grabación e instrumentación que se democratizaron, impulsando toda una lírica peculiar, toda una poética de hacer música contestaría. Un rock promotor de un mestizaje sonoro cultural, al incorporar expresiones y ritmos musicales fusionados con la estructura tradicional (¿clásica?) del rock.

Además de los festivales de rock, la lectura nos conduce por la ruta que este género musical contestatario ha trazado dentro de la literatura. Un capítulo importante es su expresión en la literatura latinoamericana. Son varias las novelas que refiere, dejándolas como tarea a leer: ¡Que Viva la Música! de Andrés Caicedo, 1971. Los Inocentes de Oswaldo Reynoso 1961. Opio en las Nubes de Rafael Chaparro 1992. Rocanrol de Lucas Garcia Paris 2007. Y dentro de este repertorio, el autor opta por abordar hermenéuticamente un relato en especial: Concierto del Desconcierto (1981) de Manuel Giraldo (Magil).

La novela testimonial Concierto del Desconcierto (1981) vendrá a ser un libro fundacional para entender el fenómeno histórico y cultural de la epidermis rockera, sobre todo en Colombia. La novela Conciertos del desconcierto de Manuel Giraldo (Magil) gana en 1982 el reconocido premio literario de Plaza y Janes, con un jurado en el que se encontraba el conocido crítico Isaías Peña. La obra es elogiada por la ruptura que crea en relación a los recurrentes temas de la narrativa colombiana. Y, además, confirma y legitima la existencia de un movimiento social y cultural que dejó una impronta indiscutible en el imaginario colectivo de una buena parte de la población juvenil del país colombiano entre las décadas de los 60 y los 70.  Magil nos invoca en su texto el momento emergente de las bandas urbanas (Daro BoysLos Young BeatsLos SpeakersLos Flipperslos ÁmpexThe Time Machine y otras), Agrupaciones que comienzan a posesionarse y tocar un permanente y ruidoso género musical insurrecto que confronta desde dentro a las sociedades conservadoras. Magil nos ancla nuestra atención en su texto como protagonista principal la banda Los Apóstoles del Morbo, que existió realmente, junto a los personajes integrantes de La MonaEl Apóstol Menor y al líder orador profético y músico de esta primera era del ruidoMacarius, alias Profeta del Ruido. Creando la atmósfera adecuada de un entorno contrastante entre las opciones de lo lumínico ditirámbico (lo lúdico dionisiaco del rock) y lo trágico sombrío (el suicidio como salida posible), junto a los acontecimientos que significaron aventurarse tocar rock para entonces. Magil con su obra vino a presentar las turbulencias vivenciales de un tiempo, o como decía la carátula del legendario álbum de una de las fundadoras bandas del rock bogotano entre los años de 1965-67, los Young Beatsellos están cambiando los tiempos. Y realmente cambiaron los tiempos.

 

IV

¿Un lenguaje universal?

Cuando estudié con el maestro guitarrista y compositor Antonio Lauro, supe de un idioma internacional que no conocía, y que él practicaba y hablaba. Y no era precisamente un lenguaje musical. Era un lenguaje que tenía otros alcances, pretendía lograr la comunicación universal de los hombres por encima de los idiomas nacionales por medio de un mestizaje de palabras e idiomas.  Me interesé por tal particular fenómeno lingüístico, pero solo como una curiosidad idiomática que practicaban un cierto grupo de personas cultas y que no eran muchos a nivel mundial. Alegaban éstos entusiastas de dicha cosmopolitan lingua, que se debía estudiar para lograr la utópica mejoría de la comunicación al viajar o leer literatura. También me pasó la misma situación inusual con el maestro y pianista español republicano Francisco Romero, docente en la cátedra de lógica de la Escuela de la Filosofía en pregrado de la UCV. En sus clases, de tanto en tanto, este locuaz andaluz venezolanizado por los cuatro costados, refería a esa lengua críptica. Ello me despertó la curiosidad que dos músicos cercanos - ¡entre ellos buenos amigos! -, tenían afinidad con este lenguaje, algo esotérico para un joven estudiante inexperto.

Leyendo el texto En el Castillo de Barba Azul del crítico y pensador británico George Steiner, ya en mis años como profesor universitario e interesado en los temas de estética y música, me volví a encontrar con la referencia a este idioma oculto, pero de forma algo peculiar; la música seguía rondando alrededor de él.

Este lenguaje poco conocido y practicado por Lauro y Romero, era y es el esperanto. Un idioma que sus bases estructurales lingüísticas aparecieron a finales del siglo XIX (1887, para ser más precisos), por un oftalmólogo polaco de nombre Zamenhof. ¿Cuál era la novedad e intensión de este profesional de los ojos que medía las dioptrías y diagnosticaba sobre las dificultades visuales? Pues establecer un idioma global con el que todo el mundo pudiera comunicarse sin las barreras idiomáticas nacionales. El esperanto tenía la aspiración e intención de ser una lengua cosmopolita, que rompía barreras lingüísticas nacionales y regionales.  El políglota George Steiner, en la obra antes nombrada, no hacía referencia a esa función original del esperanto. Pero sí usó el término metafóricamente para designarlo a la música. Dijo, ante la crisis del arte a fines del siglo XX, que el rock podía ser catalogado como un idioma musical universal. Y esto es lo que lo llevó a relacionarlo con el idioma internacional del esperanto.

Fue una constante de Steiner su preocupación sobre la aparición de toda esta cultura vibrátil de los decibeles, de este nuevo humanismo del esperanto sónico globalizado. Esta nueva lingua franca, este dialecto musical universal formó –y aún forma-, parte de toda adolescencia, llegando a un umbral en el que se ha despojado a la antigua autoridad del orden verbal por la asimilación de toda esta resonante cultura esparcida por rincones del mundo. La música sintoniza voluntades y la nueva religión sónica, como refiere López D´Jesús, pareciera tener oración musical. Y esa es la paradoja liberadora de la que habla Steiner. El rock es un esperanto musical, que muchos hemos aprendido no sólo hablarlo, sino escúchalo, vivirlo y que sigue, hasta el día de hoy, recreando y resucitando tanto por sus cultores legendarios como sus actuales seguidores.

En nuestro presente hay una búsqueda y sed de contacto humano, de estados del ser que pueden ser intensos y que no excluyen a los demás. Dionisos clama y alcanza su dardo rockero a todos por igual. Pareciera ser la muerte del egoísmo, algo propio de toda cultura clásica.

 

La música lleva a encontrarnos parados sobre un creativo terreno humano que, en referencia a la experiencia individual y colectiva, no puede hacerlo el discurso impreso. Encontramos un signo y su significado de la nueva religión. La poesía de la emoción religiosa viene suministrada por las vibraciones al unísono del sentimiento colectivo, albergándose en cada uno de nosotros por el efecto de trascendencia en ese fondo sonoro insoslayable. Pareciera que ahora los valores morales e intelectuales tendrán una afinación de diapasón y están constantemente acompañados con música, surgida desde cualquier lugar a toque de reproducción electrónica. Y como afirmó Steiner al observar este nuevo estadio cultural global: Dela musique avant toute chose (Ídem, p. 160).

 

El filósofo del idealismo alemán Hegel, acuñó una frase que ha sido reiteradamente usada por los filósofos. Escribió que la filosofía era un intento de llevar la época a conceptos. La lectura y confrontación de este libro, me lleva a reinterpretar la frase hegeliana, a pulso de onda de los Visionarios del Ruido, para afirmar que el rock es el intento de expresar por medio de la música y la lírica descarnada la contracultura en nuestros tiempos.

Con estas imprecisas palabras damos la bienvenida al texto Visionarios del Ruido del poeta y músico José Manuel López D´Jesús, editado por UArtes Ediciones de la Universidad de las Artes de Guayaquil 2022. Y como muchas veces decretara el recordado cultor y promotor venezolano del rock Alfredo Escalante, estamos ante la inobjetable presencia de La Música que Sacudió al Mundo.

DDLR. Guayaquil, 30 de noviembre del 2022