jueves, 1 de diciembre de 2022

 

De Superman a ¿Superbigotes?

David De los Reyes


Disyunción Corporal Vegetal 
Redes Sociales Vegetales/ DDLR2022

 

El régimen del señor Maduro viene a instaurar un falso héroe que quiere dar solución ficcional, a todos los problemas que debe enfrentar de forma real la población venezolana dentro de su fracasado régimen. Es el nuevo mito a ser construido y solidificado en el inconsciente colectivo del venezolano. Se repite lo que ya había hablado Humberto Eco respecto al análisis que hace del mito de Superman en su libro Apocalípticos e integrados de 1965. Eco, bajo su mirada estructuralista del mito, advertía cómo debe responder una estructura narrativa en la creación de un mito. La estructura del tipo de historia mítica que se quiere narrar, debe responder a las necesidades del medio que quieren impactar en la sensibilidad y en el imago de la audiencia a la cual va dirigido.  Y sus narraciones no intentan dar solución a todos los problemas que puede enfrentar. Debe mantener un  peligro inminente sobre la ciudadanía a defender, para que así no llegar nunca a un final y poder permanecer de forma indefinida, capítulos tras capítulos, donde no se puede visualizar nunca un desenlace (mientras viva el personaje ficcional).

El caso de Super Bigote (SB), es la respuesta del régimen  a cierta reacción colectiva de frustración por la crisis de la nación; crisis acentuada por la desaparición física del supergolpista líder bolivariano en el 2013 y su interpretación mítico-simbólica inyectada en los fiscalizadores ojos de Chávez Esta suerte de “precuela” combinó el cuerpo espectral del "comandante", con un despliegue a un nivel público y nacional de los carteles de la propaganda que el régimen concibió para la campaña presidencial de febrero 2012, donde "supuestamente" resultó relegido. Ante la falta palpable de su persona por su muerte, su cuerpo físico se transforma en cuerpo mítico, a través de los ojos que mirarán al “pueblo venezolano” desde cualquier lugar, desde el totalitario Aleph político del aparato estatal chavista. Con su fallecimiento, buena parte de sus seguidores entrarán en crisis; surge un trance no sólo de corte político-militar, sino psicológico y social: se les fue el proto-padre salvador dadivoso, salvador de la patria. De allí que esta “mirada escudriñadora” fuese el recurso para mantener por un tiempo cierto equilibrio psíquico en los militantes y simpatizantes del partido totalitario del estado, para luego decaer y dejar tener efecto. A Chavez muerto, Maduro puesto.

Parte de esa reducción de la fidelidad se encuentra en el devenir de su heredero impuesto.  El señor Maduro construirá un régimen con la misma receta izquierdista que le dictan sus asesores para mantener el poder. Intensifica la represión, maquilla la realidad, pero el fracaso y la frustración en todos los niveles sociales son más que evidentes, a pesar de que toda su maquinaria propagandística pagada pretenda borrar una realidad inocultable. Por ese lado podemos decir que su régimen ha sido exitoso, se ha mantenido sin perder un ápice en el trono de Miraflores.

A nivel internacional la prensa que apoya al régimen ensalzará al heredero de la ¿presidencia? dando un apoyo incondicional brindado por los grupos izquierdistas de Suramérica.  Su imagen como hombre fuerte sin embargo ha decaído. Las ocurrencias y las declaraciones cada vez más falsas (¡siempre lo han sido, pero ahora más!), y con un lenguaje retador y del aparente heroísmo de una izquierda fallida no convencen a nadie.

Bien sabemos que ante una crisis de estado se requiere recurrir a nuevos mitos para restablecer, si se puede, el equilibrio y el vínculo perdido dentro de una sociedad de masas como la venezolana.

Para ello el régimen construye el mito de un superhombre, pero de uno que vendrá a declararse en contra de los enemigos del régimen, es decir, de representantes del repetidamente mentado imperio norteamericano, enmascarado en la inseguridad, el peligro de invasión o una guerra asimétrica permanenteEl personaje titulado como Super Bigote, viene a ser un remedo, que nada tiene que ver con el úbermensch nietzscheano ni con el super héroe ficticio de Superman de los años 30 del siglo pasado, creado por el escritor estadounidense Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster. Pero de este último toman rasgos importantes para la reconstrucción del personaje a través de la cultura del cómic.

Los capítulos del comic SB plantean la acción reactiva de salvar a la nación venezolana del embargo estadounidense y de otros países internacionales. Muestra la hermandad con el régimen comunista de Cuba y crea un personaje que, a diferencia de las tramas del Superman original, no es de carácter civil sino un “Mitoman” concebido desde las usinas de la propaganda política del régimen. Toman las habilidades extraordinarias que todo humano envidiaría, y recordando a los mitos clásicos de Hércules y Sansón. Puede volar y despliega una gran fortaleza contra “los gigantes enemigos” que impiden el paso de los envíos humanitarios hechos desde las hermanas naciones hacia el país cercado, salvando a la población de los atropellos de la época, una tras otra vez. Desde la llegada de la vacuna para el COVID19, así como otras situaciones consecuencias del embargo económico internacional son enfrentadas, deslastrando de culpas y responsabilidades al propio régimen.

SB en clave de comic vendría a penetrar, no solo a la población infantil, sino además aquellas mentes infantilizadas de los adultos adictos y proclives aún al estado fallido. Pretende nivelar las perturbaciones psicológicas dando dádivas ficticias, mediante acciones reivindicadoras de la revolución bonita. Estas frustraciones y complejos de inferioridad que están en la población al orden del día, donde la organización estatal decide constantemente por ella, donde la elección individual queda reducida gracias a la máquina mediática y represiva que actúa “por y para el bien del pueblo venezolano”. El bolivariano SB debe romper con todos los límites imaginables que constituyen al ser social del ciudadano vulgar y pauperizado. En vez presentarse como el reportero Clark Kent, se nos presenta como el salvador presidente omnipresente ante todos los males externos e incoados por el imperio. Es la búsqueda de una identificación con la población de escasos recursos, pauperizada, expoliada, disminuida para ser recuperada por todos los males y mediocridades que impiden alcanzar la bonanza de la revolución igualitaria.

La construcción del mito del SB apela a los arquetipos de la cultura de masas producidos por la industria cultural hollywoodense.  Sin embargo, quiere diferenciarse en su contenido, mas no en su estructura. Apela a las características de una situación política que encubre la frustración colectiva, pero la oculta, atribuyendo a agentes externos la construcción o destrucción de esa realidad. El régimen siempre tiene una mano salvadora y las virtudes de SB son en mostrar la valentía (¿?) y la decisión (ficticia) contra los agentes enemigos. 

Si bien la construcción normal de un héroe de masas apela a un origen de vida insatisfactoria y en cierto ambiente de fracaso, en el mito SB apela al freno que le impone a un presidente tercermundista y revolucionario, en llevar a cabo la misión de que el barco cruce las aguas revolucionarias de la república, como máxima realización de la dictadura de un partido anclado en el Estado. Y es contra esas fuerzas adversas que mostrará su coraje y resolución bajo el sello de la ficción y confusión narrativa del hecho.

Pudiera llegar el día en que el público seguidor de estos comics revolucionarios, en su fantasía aspiracional le transforme en un “real” héroe de la revolución. SB viene a querer representar lo mejor de los anhelos de la condición bolivariana ante el embate del imperialismo. Es la víctima que se subleva y adquiere la fuerza invencible (desde la ficción del mito por medio del comic), para enfrentar todos los males populares.  No sólo fantasea con ser poderoso, invencible, popular, inteligente, corajudo, sino que procura un fin reivindicativo y justiciero con sus actos, contra las fuerzas adversas a nivel nacional y planetaria, haciendo el bien colectivo y salvando a la nación de la infamia contra la revolución.

El mito nos muestra un SB con una conciencia política revolucionaria, a diferencia del gringo Superman original que nos presenta tener una consciencia civil o de ayuda a la ciudadanía en general, en detener a ladrones y hacer obras de caridad. SB no lo imitará en ello. Pues como superpillo bolivariano realizará los actos de la mejor demagogia izquierdista: salvar de la peste, llenar los supermercados con alimentos de lujo, pero incomprables para la mayoría, reflotar la moneda con otra maquillada devaluación ante el dólar, permitir la libre entrada de mercancía, lo cual también vendrá a aceptar la libre salida  de otras mercancías…y derrocar los tiranos presidentes y líderes democráticos de los países que adversan las bondades de su salvífico igualitarista régimen venezolano. SB es la mejor forma de disfrazar un dictador a partir de la capa ilusoria de ser un superhéroe revolucionario, adversado por las fuerzas del mal internacional, que habitan el underworld, el mundo subterráneo de las fuerzas imperialistas reaccionarias y antidemocráticas.  El Superman gringo es un defensor de la propiedad privada. SB es un defensor del régimen que sólo produce frustración y represión en el mundo civil, pero defensor del saqueo privado a la riqueza pública de una nación.

Habría que recordar que, en los años 40 del siglo XX, la trama de Superman vino a intervenir en la captura de Hitler y de Stalin. Los lleva a la Liga de las Naciones (predecesora de la ONU para la época), a compadecer en tanto agentes culpables de grandes crímenes contra la humanidad, provocando agresiones contra naciones indefensas. Llevando la trama a la caza de jefes políticos criminales y empresarios corruptos. Respondiendo un anhelado sentido de justicia contra estos personeros dentro de un mundo real, en que sus decisiones provocarán profundos sufrimientos e injusticias a millones de personas comunes y corrientes en manos de los poderosos del momento. En los años 70 los guionistas procuraron abordar otros temas como la defensa de los trabajadores emigrantes latinoamericanos ante el abuso de un capataz gringo, alentando a la huelga para defender sus derechos laborales.

SB no entra de estos parámetros de defensor real contra las injusticias de los miembros del régimen y los altos índices de corrupción por los que tienen que permear las vidas de los ciudadanos.  Este falso superhéroe no presenta ninguna evolución del paladín ficcional original. Lo que ha mostrado el personaje real es la versátil capacidad de buscar las formas de reafirmarse en el poder dictatorial sin tener ningún viso de superguerrero o superrevolucionario, defensor de una nación caída en la miseria dentro de ingentes recursos y protector de una población sumida en una ola migratoria sin precedentes. En fin, una pseudo-épica de villanos mal concebida, pero exitosa para penetrar en la mente de la población infantil y de adultos aniñados que ha propiciado el régimen sin voluntad autónoma, caídos en la inercia de la supervivencia cotidiana, sin capacidad de superación fuera de los rediles que impone el Estado fallido.

Los guionistas y artistas de la serie son una copia regionalizada de lo que ya han tramado los creadores de las distintas series del personaje norteamericano.  Para 1998 apareció Peace on Earth, donde el Superman busca superar el hambre del mundo. En 1999 aparecerá King of the World, busca superar todos los problemas de la humanidad: anhelo mundial a partir del mito ficcional.

Encontramos que la copia pueril no se camufla. Se copia hasta la trama, pero cambiando el atuendo del personaje y el país en donde habita mostrando en que él si puede solventar los problemas, pero superarlos solo en tanto comiquitas, el peso de la realidad hace caer cualquier ficción hipostasiada de falsedad.  El tema es que los problemas de un país (y del mundo), no pueden ser resueltos por una individualidad con fueros poderosos y justicieros. La complejidad de un país, sus fracasos, sus problemas, sus desaciertos, su organización fallida, es un evento en que se debe participar en conjunto, compartiendo las cargas tanto el estado como la sociedad civil que habita en país. Y eso no está ni remotamente planteado en las comiquitas del MalVer del bolivarianismo infame.

Como es un remedo malo del héroe ficcional de Marvel, deberíamos esperar la posible derrota del superdictador. Si recordamos la evolución del personaje norteamericano, en 1992 aparece The Deadth of Superman, donde el supervillano ficticio Doomsday, que es el enemigo de origen Krytoniano Prehistórico, el ser más letal contra Superman, creado por el escritor y artista Dan Jeergens, se nos muestra como un destructor y asesino en masa. Doomsday será quien dará muerte en la trama de la historia referida.  Por ello, como todo héroe que tiene un fin, seguramente que ya deben estar tramando los mismos del régimen como darle muerte a Super Bigotes, al menos si no es de forma real, si dentro de la trama ficcional de su comic manipula tontos. Y por otra parte también deberíamos exigir que se presente cuál es el origen del nacimiento del villanesco héroe. En el caso de Clark Kent, personaje civil de Superman, se conoce que su nombre original de nacimiento es Kal-El, en un planeta lejano llamado Krypton, que es recogido por una gentil pareja de granjeros norteamericanos de Smallville, que lo adoptan y le influyen a realizar el bien, al descubrir los superpoderes que posee. Si Superman-Clark Kent se llamaba Kal-El, Super Bigotes pudiera llamarse como Nic-Mad, donde debería mostrarse su origen en un país cercano a Venezuela cruzando la frontera y al presentar las cualidades del resentimiento permanente, llegar a ser de autobusero sindicalista a Canciller, ministro y presidente de una república quebrada. O cómo se requiere del mito del eterno retorno revolucionario para pasar de ser un personaje real a uno ficticio de la industria revolucionaria de la cultura de masas del presente.

jueves, 6 de octubre de 2022

                                               De la esperanza

David De los Reyes


Imagen: Fragmentación Psico-Vegetal. DDLR/2022


En todas estas tierras latinoamericanas, donde se ha asentado un cristianismo milenarista, surgen voces que articulan e invocan, una y otra vez, la esperanza como actitud que promueve la ilusión a transformar una realidad desesperante a través de un cambio definitivo. Esto puede ocurrir gracias a un vuelco afortunado, aportado por una fuerza celestial divina (Cristo, la virgen -en sus diversas modalidades locales-, los santos, etc.). Este ser numinoso vendrá a detener la frustrada e injusta realidad impuesta por un grupo dominante a través de la implementación del control, la fuerza, la tortura, la destrucción mental, y la muerte, como técnicas de contención a la población que reclama un cambio y una actitud de los saqueadores miembros que manejan el poder. Cosa que no es una ilusión para hispanoamérica, sino una crasa y permanente realidad en muchos países.

Para aquellos que promueven que gracias a la esperanza todo puede cambiar (la fe mueve montañas, como dice el texto bíblico), remiten a toda una serie de ritos y actitudes que buscan despertar la transformación deseada. La realidad cambiará mediante el rezo y el sacrificio, y aceptando la llegada del mensaje de la luz divina, (opacando la luz consustancial de la razón humana). De esta forma se vivirá bajo el lastre de una conciencia mítica, que explicará y reiterará la transformación política de una nación maniatada por medios trascendentes o celestiales. Ello nos muestra que no se ha llegado a comprender su posición existencial a partir de un grado de desarrollo gradual de la consciencia en tanto esperanza a realizar: el cambio vital será de una sola vez, por un golpe divino, como surgiendo de la espada reivindicativa de San Jorge contra el dragón, imagen de una irrealidad atroz e inhumana. Pero sustentada por la creencia que no duda ante la leyenda mítica, o recurriendo a la virgen, a los santos y a los ángeles. O tomando versículos bíblicos que aportarán a la fundación del mito de la esperanza desde una perspectiva de lo acontecido en un lejano pasado por la mano de un dios (el libro de Ezequiel, o el Apocalipsis, pero regionalizado, algo muy postmoderno, por sólo nombrar dos).
Se escuchará reiteradamente la manida frase popular: mientras hay vida hay esperanza, pues sin la creencia no se puede vislumbrar lo que deberá pasar a proyectarse a futuro (siempre el tiempo oportuno no es la comprensión de la acción en un aquí y ahora, en un tiempo presente; se mira al pasado para invocar al futuro, sin mediación del presente). Así, de forma individual y colectiva, la vida buena estará rodeada de la espera convertida en abstracta esperanza, en el sentido de la era que ha de venir o del todavía no. Son los mitos que se trasmiten desde las generaciones del pasado a las del presente. Sin cambiar un punto ni una coma.
Esta pasión cristiana se inició en los tiempos de San Pablo, cuando se comienza a inocular de forma expansiva la conciencia de esperanza para sí o en sí, anticipando todo el prodigioso y milagroso río ilusorio de la esperanza gracias a la luz divina -o al castigo: depende con el lente que se mire y de la acera en que estemos parados…- ante una situación determinada. La esperanza como una apuesta a un cambio parcial de la vida, a la superación de esto o aquello inaceptable, de un régimen, de una enfermedad, de un estado paupérrimo de estar, con lo cual se responde a una situación de angustia y de dolor mental y físico. Estado personal y colectivo que se amplía con el sentimiento de insecuritas, de inseguridad y miedo constante . Y prodigar de forma permanente ad infinitum, un mundo donde no se niegue la posibilidad de una vida auténtica invocada. Hay que esperar para llegar a ser auténtico, a que cambien los tiempos y no cambiar al asumir la existencia desde nuestra propia comprensión, autenticidad y habitar.
Ante la conciencia mítica, lo más usual y cómodo, sólo se puede superar la angustia surgida por la vivencia de una realidad inaceptable, negando ese mundo y despertando el sentido de la esperanza por venir, hacia un futuro que puede ser lejano más no cercano, comprendiendo que todavía no es el tiempo, todavía no es, o ha de llegar. No se confía en la razón, que, en principio, para la mitomanía del esperanzado, está destinada a fracasar, pues exige una actitud de afrontar el presente, del aquí y ahora.
Tampoco la actitud racional ofrece una seguridad absoluta, que sí promete la visión mítica. Comprendiendo el mitómano de la esperanza que no está solo y que vive en tanto ser social, apuesta en superar esa inseguridad por medio de la ayuda fantasmal de imágenes míticas sociales religiosas. Ello le permite a trascender la situación; y a no vivir en la inmanencia de la desbordante y rotunda realidad inhumana, gracias a la imagen redentora celestial. Se coloca, como sucedáneo, a las representaciones de un mítico estado o reino absolutamente feliz, próspero, inclusivo, con cierto sentido de igualdad, en los espacios de la ecuánime democracia o en la justicia social del socialismo aún no realizado. Pero tal esperanza está condenada al fracaso, pues es una imagen y no una construcción de realidad material concreta, trazada por la comprensión de la razón.
Toda esta conciencia mítica del principio esperanza (a lo Ernest Bloch), ha desarrollado un larguísimo halo de movimientos sociales en el cauce de la historia, y no menos en las décadas del presente siglo. El mito se mantiene y continua: el hombre es un animal de sed insaciable de crearlos y consumirlos: les da, a la final, una guía existencial. En este sentido podemos observar que el mito ha servido de palanca integradora por un lado de voluntades, y de esperanza desintegradora de un mundo atroz por otro lado.
Baruch Spinoza, en su Ética, habla de la esperanza no como virtud, sino dentro de la teoría de los afectos: la esperanza no es sino una alegría inconstante surgida de una imagen de una cosa futura o pasada, de cuyo resultado dudamos (Ética, III, prop.18, esc. 2). Toma la esperanza como falta de conocimiento, falta de seguridad, sin poder actuar para superarla; conduce a la falta de la presencia de ánimo: a la final es una afectación sensible opresiva en el estambre de nuestras emociones.
Los estoicos antiguos, en su indiferente lucidez, afirmaron que el conocimiento del sabio conduce a una vida asentada en la serenidad de la desesperanza, afianzándose y aceptando las posibilidades que le ofrece el presente y desplazando todo llamado que tienda a un futuro esperanzador. El desesperado tiene un punto a su favor, puede llevar una vida más equilibrada y sensata, puede obtener cierta felicidad, ello por estar desligado del autoengaño: no espera nada. La esperanza es una falta de conocimiento y de aceptar no enfrentarlo: es la ignorancia que la imaginación la impone como una verdad incomprobable. Los estoicos sostuvieron que la esperanza es una pasión, no una virtud y, por tanto, una carencia de sabiduría, que oportunamente no otorga seguridad ni autoafirmación. Es, por otra parte, no tener conciencia de libertad, entendida en tanto conciencia de una necesidad a satisfacer. El temor, para estos filósofos, es también un efecto ligado a la gelatinosa esperanza anímica. El estoico Hecatón de Rodas crea una fórmula que dice: Dejarás de temer si has dejado de esperar. La postura del sabio es que ha superado los temores, solo desea lo que es, no lo que puede ser; el estoico busca, como fin, liberarse de toda pasión, y la esperanza es una de las más corrosivas, un opio ideológico del ánimo. En esto encontramos semejanza con las prácticas del budismo.
También notamos en este movimiento estoico antiguo, y como hemos ya dicho antes, la afirmación de lo contrario a esta pasión teologal. Vivir sin esperanza. Que no es lo mismo de albergar en cierta desesperanza en tanto negación de sí, y caer en la depresión perpetua hasta un desenlace: o actúas contra ella o aceptas la comodidad de la lástima personal y de los otros, por la muerte convocada. Los estoicos eran círculos de pensadores cultos, que profundizaron en el conocimiento y en la sabiduría, que asumieron otra regla de vida, sin la expectativa de la esperanza y sin miedo, nec spes nec metus. Esta actitud siempre fue, ¡y es!, propia de una elección individual y grupal histórica marginal. No se trata de vivir a la suerte, con la pérdida de la voluntad, con la tristeza a cuestas, con una baja autoestima, con la paralización de la existencia personal, sino asumir que la vida es una única oportunidad para seguir siendo vital por encima de los obstáculos que se te imponen tanto física como, sobre todo, a nivel mental personal. Esta postura sin esperanza, de un desesperado, comprende la exigencia humana de saber tener el control de sí, que si bien puede distorsionar en cierto grado los alcances del entorno en que se asienta la realidad, no deja que este le reste fuerzas por la caída mental en la negatividad, en el nihilismo o en la esperanza no cumplida.
Demócrito advirtió con insistencia: la esperanza de los insensatos es de irracionales (Diels-Kranz, 68 B 292).

jueves, 1 de septiembre de 2022

 

La Ejecución del Poder 

o el Poder de la Ejecución

(desde las artes visuales...) 

David De los Reyes


Serie I

1
Caso de la Grecia Antigua:
Los amantes Aristogitone y Harmodius matan al tirano Hiparco en la Atenas del siglo VI. BC, vaso griego (stamnos) del siglo V a.n.e..






2
Juicio de Brujas de Salen, 1692 
Aplastamiento, el brutal método de tortura y ejecución medieval. Durante miles de años, los acusados ​​​​fueron sometidos a presión o aplastamiento hasta la muerte, Gráfica Anónima. Siglo XVII: 





3La muerte de Francisco Pizarro, óleo, 1878 del pintor español Manuel Ramírez (Museo del Prado)
Francisco Pizarro, conquistador y tirano del Perú, no llegó a tener una anhelada tranquilidad al final de su vida. Corría el domingo de la mañana del 26 de junio de 1541 y un grupo opositor, cercano a otro conquistador, Diego Almagro, lo buscaban para “hacer justicia”. Su condena de muerte es causada por la condición de vida en que tenía a los “almagristas”, quienes vivían en una absoluta miseria y carencias en la ciudad de Lima (fundada por el mismo Pizarro). Tal situación contrastaba con la vida de lujo y fasto que llevaban los partidarios del gobernador. Ese domingo, sin salir de casa para ir a escuchar misa en la catedral y quedándose almorzando con unos amigos, llegó el grupo de rebeldes encabezados por Juan de Herrada, comendador del difunto Diego Almagro. Al dirigirse al palacio de gobernación gritaban “¡Viva el Rey y mueran los Tiranos!”. Para contrarrestar al complot, los amigos y guardias de Pizarro bajaron por las escaleras al piso inferior donde fueron rápidamente asediados y asesinados, no sin antes dar una fuerte pelea contra ellos Francisco Pizarro. Los atacantes que se abalanzaron sobre Pizarro para acabar con su vida le superaban en número. El conquistador mató a tres de los insurgentes, antes de que le asestaran la última estocada.
En la autopsia realizada por el antropólogo forense Edwin Greenwich Centeno en 2007, se llegó a la conclusión de que Pizarro murió con al menos veinte heridas de espada. 




4"Los Comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado ante el patíbulo" (1860) por el pintor español Antonio Gisbert (1834-1901)
Gisbert, pintor entre el romanticismo y el realismo histórico del siglo XIX, representó esta ejecución de los líderes comuneros Juan de Padilla, Juan Bravo y Francisco Maldonado, que en su momento fue un alegato político en defensa de las libertades. El acto luctuoso se llevó a cabo el 24 de abril de 1521, en la localidad de Villalar, después de una ardua batalla entre ellos y las huestes de la corona. Esta rebelión esta contra el nuevo régimen del rey recién puesto de Carlos I de España. Habían obtenido el permiso para una Constitución por parte de la Reina Juana I.
La situación transcurre en Castilla por motivo de la muerte de la reina Isabel, el 26 de noviembre de 1504. Sus descendientes directos y actos para asumir el mando, de la casa de los Reyes Católicos, habían muerto. Así fue el caso de su primogénita Isabel y de su hijo Don Juan de Aragón. El trono recayó en su tercera hija, la cual no tenía mayor interés en la política, Juana I de Castilla (conocida popularmente por “Juana la Loca”), que lo asume junto a su esposo Felipe El Hermoso, archiduque de Austria.
En el cuadro nos encontramos con el cuerpo decapitado de Juan Bravo, subiendo al cadalso Francisco Maldonado molesto por la presencia del fraile, y el resignado Juan de Padilla, con los brasos entecrusados esperando su fatum final.
El tema de la Batalla de Villalar no fue de interés para los pintores de hechos históricos. Gisbert asume el reto. La obra sería adquirida por el Estado español con un costo de 80000 reales y está expuesta en el Congreso de los Diputados de España.





                      

Marelis Loreto Amoretti,

Andar tras el sentido de los textos:

7 Historia Sudamericanas

Por Claudia Furiati Páez

(Entrevista)

 



Gracias por aceptar este diálogo trashumante a través del cual buscamos conocer un poco más sobre la promotora de una editorial concebida y enfocada primeramente en la diáspora. Y acentuamos la palabra enfocada pues el nombre es GataLEJO, con “G” de guiño al lector. Un nombre que nos remite en primer lugar al don de fisgonear que tienen los felinos de aguzar la mirada, pero a su vez que pauta la distancia necesaria para brindar perspectiva sobre los temas que aborda.

Y sosteniendo esta propuesta invitamos a nuestra entrevistada, la venezolana Marelis Loretto Amoretii, a conversar como bien hizo ella para su primer proyecto editorial: desde los zapatos del andariego que resulta el ser migrante en estos tiempos.

P: ¿Cómo desde esta orilla del migrante pudo concebir este emprendimiento editorial?

MLA: Primero debemos precisar que Gatalejo no pretende enfocarse exclusivamente en la diáspora. Esta colección “Memorias de una diáspora” es el punto de arranque, el que nos motiva a emprender editorialmente. Y ese comienzo si está asociado a unos textos que estuve trabajando sobre la migración de venezolanos hace dos años para un proyecto de blog que se llamó “Cuenta tu historia”. Fue un proceso de dos años, en el que hice registro de 47 relatos anónimos. La iniciativa pausó pues conseguí trabajo en una editorial universitaria ecuatoriana donde me nutrí sobre los procesos de producción de publicaciones de carácter divulgativo.

El pasado noviembre renuncié a este empleo y concebí la idea de establecer mi propio negocio, el cual no podía ser distinto a los libros. ¿Y por qué? Porque yo soy gatera y lectora. El convivir por más de veinte años con mininos me llevó a la primera condición; y la segunda es natural, simplemente los libros son mi vida. Identifiqué la falta que había de trabajar libros digitales de venezolanos, pues como migrantes estamos en todas partes y no podemos llevar a cuestas nuestros atesorados libros. He botado y regalado muchos ejemplares. Tuve una magnífica biblioteca en mi ciudad de crianza, Valencia, y debí vender más de la mitad de sus títulos para migrar a España. Es inmenso el dolor que me causó desprenderme de ellos. Aún cargo con ese duelo.

 

De allí que celebremos la maravilla tecnológica de una “nube” o una tablet donde almacenar tus e-books. Si pierdes o vendes el dispositivo aun cuentas con el texto allá arriba en esa nube. El perfil de público al que apunta Gatalejo es ese lector que como yo, puede que no sepa los derroteros de su vida, pero sí que quiere seguir leyendo. Y además puede que viva en países donde las bibliotecas no funcionan o los catálogos de las librerías resultan muy costosos.


P: Siguiendo las tendencias de un emprendimiento editorial propio del siglo XXI, Gatalejo es disruptivo al constituirse en un ambiente virtual, propio del hipertexto y la cultura red. Sus cimientos proceden de un blog, para concebir un e-book, que luego dio paso a la versión impresa a través de la plataforma Amazon. ¿Esta evolución natural a la inversa será una característica de sus próximas colecciones y proyectos editoriales?


MLA: Ciertamente, el enfoque es producir primero el e-book. Aunque no descartamos que alguna publicación se haga al mismo tiempo para los dos formatos digital e impreso en tapa blanda. También los audiolibros serán parte de la oferta de la editorial en un mediano plazo. “7 historias suramericanas” tendrá su versión sonora sin duda. La tecnología resulta muy aprovechable en proyectos que si bien son hechos en casa, también son muy profesionales.

P: Además esta integración se aprecia en la forma de organizar el contenido del libro, la cual sigue el esquema de un seriado de televisión: prefacio, siete crónicas, epílogo, es decir nueve capítulos y fin de temporada. ¿Será esta la forma de estructurar sus próximas ediciones?

MLA: Esa es una estructura que a mi me satisface. Lo que no quiere decir que todos los libros a editar van a tener esa disposición. Pero sí revela que al coquetear con ella, como editora o compiladora, puedo disponer de este esquema. Por ejemplo ahora evaluamos hacer una biografía a través de varias crónicas, y así vamos explorando formas innovadoras de presentar relatos.


No apuntamos a la narrativa monumental, pues como decía Lyotard, los grandes relatos sucumbieron en la posmodernidad. Pensamos en el lector, no solo como mercado, si no como el sujeto que va a disfrutar de la lectura. Estudios nos indican que en los últimos cuarenta años el lector atento ha disminuido, así como el número de páginas de una publicación promedio. Parte porque hoy día la gente no tiene tanto tiempo para leer.

P: Y si avanzamos con la metáfora del andariego para contar la historia de una emprendedora editorial en la diáspora, vale la pena refrescar para el lector, algunas frases de estos siete protagonistas del libro que estrena Gatalejo, “Memorias de una diáspora: 7 historias suramericanas”:

“Emigrar es un gran paso para el desarrollo personal porque aprendes con humildad de manera drástica…”

“Qué contradicción sentir seguridad mientras te alejas de tu país…”

“...miro hacia atrás y veo como la puerta se cierra…”

 

Conmueven tales sentencias, pero también las que ofrece un destino y propósito a cada uno de los venezolanos migrantes de esta compilación, si nos remitimos a su epílogo. Cada experiencia es contada como un rito de paso para el transterrado. Su condición hoy es mejor que cuando salieron del país y además afirma que dicho acto de “leerse” les ha traído consuelo. ¿Y en su caso, esta primera experiencia como compiladora y curadora de historias le sirvió de terapia para su vivencia de andariega?

MLA: A la hora de trabajar dichas historias por primera vez para el blog, entre 2018 y 2019, sí fue terapéutico. Yo estaba viviendo mi segundo proceso migratorio, que entonces sentía encaminado al fracaso. Y me gusta llamarlo “fracaso” porque los venezolanos le tenemos miedo a la palabrita. Y no reconocer las cosas tal cual son, dificulta aún más el enfrentarse a ese fantasma que se hace inmenso. Por el contrario, reconocer que fracasaste y estar dispuesta a revisar las razones por la cuales sucedió, te ayuda a evitar un próximo revés. Esa madurez es muy importante y los venezolanos como sociedad aún no la alcanzamos.

 

Al escuchar a mis relatores de historias me cargaba emocionalmente. Había momentos en los que debía hacer pausa por el malestar. Tal cual un psicólogo, solo que yo no tenía las herramientas para no hacer espejo y me cargaba con ese “equipaje” extra. Me quedaba preocupada por algunos de ellos y quería saber cómo habían evolucionado. En algunos casos los relatos tuvieron que ser reconstruidos a partir de mensajes de voz dejados en la aplicación whatsapp por no contar con tiempo y recursos para redactar. Por tanto resultó un proceso catártico reivindicador, que me permitía dar sentido a aquello que yo denominaba mi “segundo fracaso”.

 

P: Lo descrito refiere a una bitácora digital de historias “autobiográficas de la diáspora venezolana”, pero así mismo anónimas. En la transición a libro debió pedir a sus seleccionados que firmaran su crónica ¿Fue difícil convencerlos de salir del anonimato?

MLA: A quienes resultaron escogidos para “7 historias suramericanas”, les pedimos autorización firmada para colocar sus nombres como autores, dado lo delicado de hacer pública su experiencia. Aunque no todos han podido acceder a la versión e-book, sí han podido leer el PDF y han expresado estar contentos con el texto editado así como con las ilustraciones realizadas por  artistas venezolanos también migrantes.

 

Y justo sobre talentos en fuga versará el Volumen 2 de la colección “Memorias de una diáspora”, nos revela como primicia la directora de Gatalejo. Pero además respondiendo a su naturaleza felina, describe sus otras “vidas” de actuación, más allá de la producción editorial. Las llama  soluciones textuales tales como la corrección ortotipográfica y de estilo, los talleres de edición, servicios de escritura creativa y ensayística, entre otros. No en balde su eslogan es “Pon un corrector en tu vida” y en su caso como buena andariega entre textos, Marelis Loreto Amoretti conoce bien los atajos del teclado.


Marelis Loreto Amoretti

(Caracas, Venezuela)

Es filósofa con estudios de maestría en feminismo por la Universidad Complutense de Madrid y de Literatura venezolana por la Universidad de Carabobo, donde también ejerció como profesora de filosofía y ética. Prestó servicios editoriales a la Universidad de las Artes de Ecuador, donde actualmente reside. Es precisamente desde la Latitud 0 donde dirige Gatalejo Editorial.

Cuenta con varias publicaciones sobre Filosofía aplicada a la literatura y Ética aplicada a la cotidianeidad, crónicas publicadas para el Diario El Mundo de España, así como diversas colaboraciones en medios impresos venezolanos.

 

7 historias suramericanas.

Vol #1 Colección Memorias de una diáspora
Amazon, 2022

Compilación de narraciones sobre los procesos migratorios de siete venezolanos que decidieron volver a construir sus vidas fuera de Venezuela, ahora en algún país de América del Sur. Ellos son Freddy Mejía, Greta Zorrilla, Lucía Pernalete, Néstor Mendoza, Verónico Hidalgo y Jhonatan Díaz. Recopilación por Marelis Loreto Amoretti.

 

Le acompañan los artistas visuales Gabriel Bozzone (Ilustrador), Ana Victoria Piñero (Ilustradora), Manuel Coelho (Ilustradora), Natali Herrera-Pacheco (Fotógrafo), María Emilia Castellet (Fotógrafa) y Nátali Herrera-Pacheco (Ilustradora).
 

Sigue la huella de Gatalejo Editorial en redes: IG: @GatalejoEditorial |  WS +593 9 67905537 | Contacto marelis.loreto@gatalejo.com

 

martes, 12 de julio de 2022

 


Artemisia Gentileschi: Judith y Holofernes
o la Degollación de Holofernes
(1614-1620; 199 x162 cm, Galería Uffizi, Florencia)

 LA EJECUCIÓN DEL PODER

O EL PODER DE LA EJECUCIÓN

(En las Artes Visuales)

David De los Reyes


1.- Artemisia Gentileschi: Judith y Holofernes o la Degollación de Holofernes (1614-1620; 199 x162 cms. Galería Uffizi, Florencia).


I
Sobre el Libro de Judith, entre la historia y la imaginación sapiencial bíblica

Es uno de los temas de las leyendas cristianas más narrados por las artes visuales desde la edad media hasta el siglo XX. Yehudit, «la judía», del hebreo, sin embargo, no menos representada su historia en otras artes: en música por los oratorios de Vivaldi: Juditha Triumphans, 1716 y Mozart: Betulia Liberata, 1771; en la literatura por la pluma de Lope de Vega, quien le dedica el soneto LXXVII, en su obra Rimas Humanas: El triunfo de Judith; en cine tiene siete versiones, comenzando con la cinta norteamericana de 1914 de D.W. Griffith: Judith de Betulia, hasta la película canadiense de 2007 realizada por Eric Chaussé.

Se conocen más de un centenar de pinturas que lo evocan. Entre sus cultores plásticos estarían la conocida obra de Caravaggio, las de Miguel Ángel, el diptico de Boticelli, Cristobalo Allori y Gustav Klim. Nosotros hemos escogido para esta nueva presentación de la Ejecución del Poder y el Poder de la Ejecución la de Artemisia Gentileschi (Roma, 8 de julio de 1593-Nápoles, hacia 1656), por la interpretación y posible identificación de la pintora barroca con la narración bíblica. Pero, ¿en qué especialmente se centran todas? Menos de la de Klint, que nos presenta una bella y exquisita mujer frontal, el resto de los pintores clásicos nos la muestran como una mujer fuerte, patriota, “empoderada”, para usar esa palabreja que les encantan a los usuarios cool de las redes sociales. Una mujer convencida que su acción salvará a su pueblo, a pesar que deba saltar ciertas consideraciones morales, como es el uso de la mentira, el engaño, la seducción y el asesinato. Es una antecesora de la máxima maquiavélica, el fin justifica los medios. Aquí el fin es no rebajarse ante el usurpador y declinar ante sus creencias religiosas, salvar el templo de su dios y a su pueblo de la esclavitud. Los medios, la seducción erótica femenina.

Lo que se pudiera agregar es que en la mayoría de las representaciones imaginadas por los artistas nos han dado una idealizada Judith sexualizada, seductora y erotizada, retomando un tema que ha estado presente en el imaginario occidental desde el mundo medieval hasta nuestros días.

La historia de Judith debió surgir en el siglo VII a. n. e. pues casada y viuda del idólatra rey Manasés el Egipcio, su reinado fue en los alrededores de esos tiempos. Sin embargo, la leyenda (real o ficticia según la mentalidad religiosa de los estudiosos del tema), es retomada por algún escriba anónimo del siglo II a. n. e. y se encuentra en el Antiguo Testamento. Es símbolo de coraje, audacia, decisión y venganza femenina que viene a dignificar y defender, una vez más, la autonomía del pueblo judío. Esta vez gracias a la astucia y gallardía de una mujer que por su ejecución vence a los enemigos.

Para los judíos la narración es apócrifa, no considerada letra divina ni es auténtico mensaje del ser superior, es un libro, que surge de la tradición de la ley oral. Para los cristianos es una narración considerada histórica, real, no ficticio, surgiendo de un segundo canon, el Deuterión (Deuteros: segundo, posterior. Kanonikós: regla o canon).

Para los eruditos la historia, esta narración sapiencial de Judith está plagada de errores políticos y geográficos. Nos presenta al gobernante Nabucodonosor como un rey de Asiria y lo era de Babilonia. El hecho refiere a la ciudad de Betulia, la cual es imposible localizar su ubicación y existencia en los documentos antiguos. Y hasta la misma acción de Holofernes no es fácil de saber de dónde es. ¿Indiferencia del anónimo autor por los datos geográficos a cambio de una atención mayor en el desarrollo de los hechos ejemplificantes narrados? Seguramente. Un relato de ficción, como la mayoría de los libros sagrados, donde la imaginación va agarrada de la mano de lo fantástico, misterioso, mágico y milagroso.

El corte de cabeza de Holofernes (general de las huestes de Nabucodonosor), surge a partir del capítulo octavo de El Libro de Judith. Los siete primeros nos guían para prepararnos respecto al desenlace final. En esos primeros capítulos nos muestran a una mujer, Judith, que emplea métodos poco ortodoxos hebreos para sus intereses como judía, postura no muy moral, como ya dijimos arriba, aunque su decisión persigue dignificar y salvar al pueblo judío del sometimiento invasor. El airado general tiene la misión de hacer capitular a los judíos de Betulia, e inclinar sus cabezas al todopoderoso monarca de la pseuda-Babilonia. Todos los demás judíos de Israel se postraron, menos los de Betulia.

Betulia no quiere verse sometida ante el tirano. Holofernes no ve ningún obstáculo para destruir esa minúscula ciudad. Se discute no atacarla y se le recuerda que el pueblo judío ha sido el escogido por dios. Holofernes, como todo prepotente invasor, lo embarga la ira y la soberbia, declarando que el único dios al que se somete, 00no es sino Nabucodonosor. Un oficial de sus huestes le advierte, el general Aquior, pasar de largo que no hay motivo de atacarlos, y de esa forma rma dios puede protegerlo, lo contrario podría ser motivo de oprobio ante el resto del territorio conquistado.

¿Cómo actúa Holofernes? Acomete su acción bárbara. Cerca al pueblo. Le corta el suministro de agua. Lo cual hace que muchos moradores de Betulia, ante la sed, piden la rendición. Es el momento oportuno para la aparición de la honesta viuda y bella joven Judith, quien le reclama al consejo de ancianos la pérdida de su fe y por su impostergable rendición al ejército usurpador. El texto bíblico nos describe a esta dama vengadora así:

“Vivía en su casa Judith, guardando su viudez hacía tres años y cuatro meses. Habíase hecho un cobertizo en el terrado de la casa y llevaba saco a la cintura, debajo de los vestidos de su viudez. Ayunaba todos los días, fuera de los sábados, novilunios, las solemnidades y días de regocijo en casa de Israel. Era bella de formas y de muy agradable presencia. Su marido, Manasés, le había dejado oro y plata, siervos y siervas, ganados y campos, que ella por sí administraba. Nadie podía decir de ella una palabra mala, porque era muy temerosa de Dios” (8,4-8).

Conmina esta guerrera de la venganza y maestra de la seducción con su poder de la ejecución a defender el templo, al santuario, el altar del templo y a su pueblo. Y mientras da la arenga a los consejeros, se le ocurre la idea de matar a Holofernes, de forma impetuosa y valiente, cortándole la cabeza. Solicita, como buena fundamentalista judía, la fuerza a su dios para llevar a cabo la hazaña, y que sea recordada por las generaciones futuras e inspirar a las mujeres judías. Demanda que su fe se imponga y sea reconocida no sólo por su pueblo, sino por cada una de las tribus que habitan esas tierras, mostrando la fortaleza y el poder del ser todopoderoso judaico.

Para presentarse ante el desalmado Holofernes utiliza las invencibles armas femeninas de la seducción. Se acicala, se viste de gala, se exhibe como una mujer atractiva para colmar cualquier deseo masculino. Se perfuma con ungüentos, peina sus cabellos con cuidado, se coloca encima su mitra, se pone su mejor traje de fiesta, calza sus sandalias, sus brazaletes, ajorcas, anillos y aretes y el resto de sus joyas, causando la admiración de todo hombre que la mirase. (10, 3-4).

Vestida así, va donde Holofernes que sucumbe a sus encantos. Le declara, mintiendo, que ha huido de su pueblo y de ser esclava. Este la invita a su banquete. Luego que todos los invitados se van, se queda con Holofernes en su tienda, que por su estado de embriaguez queda dormido, y es el momento del poder de la ejecución de Judith, asestándole dos certeros y mortales golpes al cuello, seguidamente cortándole la cabeza. Obteniendo este sangriento premio de venganza se lo da a su criada Abra, que la acompaña para que lo guarde, colocándola en un saco (algunos lienzos colocan una cesta). Cometida la Ejecución, regresan a su casa.

¿Qué hicieron con la cabeza? “En cuanto despertó la aurora, colgaron del muro la cabeza de Holofernes y todos los hombres de Israel tomaron sus armas y en escuadrones salieron a las subidas del monte” (14, 11). Esto crea un efecto negativo en el ejército de los asirios. Al descubrir el cadáver de su general, pierden el valor y debilitados son vencidos fácilmente por el ejército israelita

Hecho esto, reconocida su heroicidad, la audaz Judith vuelve a su tranquila vida cotidiana. Nunca se volvió a casar y parece que tuvo una larga vida: 105 años.

II

Sobre Artemisia Gentileschi y su interpretación de Judith y Holofernes

Dentro de todas las representaciones de este fabulado evento antiguo podíamos haber escogido el excelente cuadro homónimo de Caravaggio o el díptico de Botticelli, entre otros (son alrededor de 114 obras con el mismo tema). Pero el cuadro que hemos seleccionado para representar esta “ejecución del poder y el poder de la ejecución”, es la escena realizada e imaginada por la gran dama de la pintura barroca italiana, Artemisia Gentileschi (1593-1656), considerada como una “mujer terrible”, figura feminista avangarde, hija del conocido artista italiano Orazio Gentileschi, uno de los pintores exponentes del denominado “caravaggismo”, seguidores de su estilo “tenebrista”. Su hija aprendió en el mismo taller paterno. A la par, fue una de las primeras mujeres artistas resueltas del Barroco italiano. Reivindicando la condición femenina en el arte, en una época en que la mujer le estaba vetada formarse en una academia de arte o asistir a las universidades. Junto a ella podemos nombrar otras artistas relevantes de ese entonces, por su virtuosismo y maestría en la pintura: Lavinia Fontana (1552-1614), Fede Galizia (578-1630), Bárbara Longhi (1552-1638) y Sofonista Anguissola (1593-1656).

Artemisia, mujer de carácter, bella y polémica en su vida privada, estuvo por varias ciudades de italianas ofertando su arte. Pintora de retratos, bodegones y de personajes históricos, bíblicos y mitológicos, los temas heroicos no eran bien vistos para ser pintados por una mujer. Su vida transcurrió entre Roma (su ciudad natal), Florencia, Nápoles, Londres (junto a su padre que fue el pintor del endeudado rey Carlos I de Inglaterra), regresando definitivamente a una segunda estancia en Nápoles, donde parece ser que también vino a sufrir los embates de una devastadora plaga presente en esa ciudad, (llevándose además a una gran cantidad de artistas a la tumba). Su obra fue olvidada por varios siglos, hasta ser rescatada y reconocida su importancia en el siglo XX gracias a un ensayo del crítico italiano Roberto Longhi en 1916, titulado “Gentilischi, padre e hija (Gentileschi, padre e figlia).

Como hemos dicho, el tema que nos acerca a su espectacular obra es por su obsesiva interpretación de la briosa vengadora Judith y su acto heróico de ejecutar al enemigo del pueblo judío, el general asirio Holofernes, esbirro del rey de Siria, Nabucodonosor. Al tema le dedicó al menos cuatro lienzos y otros dibujos en distintos momentos de su vida. Hay que referir un hecho que marcará profundamente a la pintora. En 1611, por decisión de su padre, estudiara con su amigo el pintor Agostino Tasso, quien la violará. Lo denuncia y en el proceso judicial al que estará sometido el artista lo llevará a ser exilado de todos los estados pontificios. El testimonio del estupro lo encontramos en la propia declaración de la pintora en los documentos judiciales de la época:

“Cerró la habitación con llave y una vez cerrada me lanzó sobre un lado de la cama dándome con una mano en el pecho, me metió una rodilla entre los muslos para que no pudiera cerrarlos, y alzándome las ropas, que le costó mucho hacerlo, me metió una mano con un pañuelo en la garganta y boca para que no pudiera gritar y habiendo hecho esto metió las dos rodillas entre mis piernas y apuntando con su miembro a mi naturaleza comenzó a empujar y lo metió dentro. Y le arañé la cara y le tiré de los pelos y antes de que pusiera dentro de mí, el miembro, se lo agarré y le arranqué un trozo de carne”[1] .

En los recuerdos y vivencias de la dama afectada permanecerá la dramática experiencia que le inspirará presentar a la mujer desde una original óptica, la de su propia visión de la condición femenina para su época. Dicho esto, podemos referir que Artemisia hizo cuatro versiones importantes de Judith y otras de menos calidad. Pasamos a presentar estas cuatro escogidas.

La primera data de 1612/13, es un óleo de 158,8 x 125.5 cm, y actualmente se encuentra en el Museo de Capodimonte de Nápoles. Esta primera versión, fue pintada inmediatamente después del proceso de estupro que padeció la artista. La violencia y el dramatismo del cuadro pareciera mostrar los deseos de venganza de ella contra su maestro violador Agostino Tassi.

Un segundo lienzo titulado “Judith y su doncella” (Giuditta e la sua Ancella), de 1618/19. Pintura al óleo de 93.5 x 114 cms. Que se encuentra en la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia. De marcada tonalidad caravaggista, donde aparecen dos damas, Judith y Abra, su doncella acompañante. En una posición de cercanía entre ambas e inmersas entre sombras, son iluminadas por el resplandor de una vela que debe encontrarse a la izquierda de sus cuerpos. Con menos violencia, pero no menos alegórico, es un cuadro que sigue mostrando el dramatismo del hecho ejecutado por la heroína bíblica al matar al general enemigo del pueblo judío. Muestran la inminente huida de la tienda del militar, con un presagio en los gestos de sus rostros de temor por un rumor externo y de ser descubiertas. Judith sigue empuñando la espada asesina, instrumento de su venganza, y su sirvienta Abra, la cesta con el premio de la cabeza del asirio. Judith muestra su níveo rostro y un mechón de pelo que se escapa de su cuidado peinado atajado con un prendedor. Abra muestra un amplio turbante a partir de trazos de color blanco y amarillo.

El tercer lienzo vuelve a repetir la misma escena, pero con diferentes matices cromáticos que el primero cuadro de esta serie. Este óleo “Judith decapitando a Holofernes", es ejecutado entre 1620/21, mide 1,99 x 1,62 mts., y se conserva en la Galería de los Uffizi de Florencia. Es una escena cruda y trágica. Representa la ejecución de poder por una mujer concentrada y conocedora de lo que debe hacer, además de ser ayudada por su sirvienta, en la degollación de general Holofernes. Obra que ha pasado por diversas interpretaciones. Desde las miradas históricas el arte hasta las psicológicas, y por añadidura, psicoanalíticas. Se insinúa que el rostro de Holofernes es el de su violador. Es el cuadro más famoso de Artemisia, en donde sigue presente la leyenda de la obsesión que mantuvo al ser violada en su adolescencia. El acto ocupa el centro de la tela, colocando a Abra, que en la escena bíblica no aparece acompañando a Judith.

El cuarto lienzo referente lo volvió a titular como el segundo, “Judith y la doncella”. Data de 1625/27 y se encuentra en el Instituto de Artes de Detroit. Vuelve a retomar el momento en que ambas mujeres se aprestan a huir del campo del enemigo con su mortal carga, la cabeza del decapitado Holofernes. Es un lienzo que realiza cuando regresa a Roma, cambiando de estilo, asumiendo los gustos pictóricos de esta ciudad. Nos vuelve a adentrar en su magistral uso del “tenebrismo” de Caravaggio, al presentar la escena nocturna anclada por la luz de una vela, moviéndose ambas mujeres en conjunto, dirigiendo sus miradas a un mismo lugar. Judith es presentada con un elegante vestido de seda amarillo y enjoyada. En una posición algo inclinada, la vemos escondiendo la espada e intentando tapar la luz de la vela con su mano izquierda, para no descubrir su rostro y proseguir con la huida. Abra, su doncella, está agachada ocultándose, sosteniendo, una vez más, la cabeza de Holofernes.

Todas estas obras nos muestran, por la mano de Artemisia, la fuerza de la condición femenina de considerar un asesinato como un fin liberador, realizado, en este caso, como justicia divina (que es simplemente humana…), por obra de una imaginada o histórica recordada heroína en pro de defender la autonomía de su pueblo, inspirada por su ideología religiosa que le da el coraje y la fuerza de emprenderlo. Es la acción contra la ejecución del poder de un ejército invasor y cruel por medio del poder de la ejecución individual y libre de un imaginario ser excepcional femenino.


Cuadros:


2.- Artemisia Gentileschi: Judith y Holofernes o la Degollación de Holofernes (1612-1613; 158.8 x 125,5 cms. Museo Capotidonte, Nápoles).




3.- Artemisia Gentilischi: Judith y su doncella (1618-1619; 114 x 93,5 cm; Palacio Pitti, Florencia).




4.- Artemisia Gentilischi: Judith y su doncella (1625-1627; 182,2 x 122,2 cm; Instituto de Arte de Detroit).


NOTAS:

[1] Cohen, Elizabeth S. (2000). «The Trials of Artemisia Gentileschi: A Rape as History». Special Edition: Gender in Early Modern Europe. The Sixteenth Century Journal. Vol. 31 (1): 47-75. En: https://www.jstor.org/stable/2671289

Bibliografía
Banti, Anna: Artemisia. Ed. Cátedra. Barcelona. 1992.
COHEN, Elizabeth S. (2000). «The Trials of Artemisia Gentileschi: A Rape as History». Special Edition: Gender in Early Modern Europe. The Sixteenth Century Journal. Vol. 31 (1): 47-75. En: https://www.jstor.org/stable/2671289
Lapierre, Alexandra: Artemisia. Ed. Planeta, Barcelona. 1999.
Rynck, Patrick de: Artemisia Gentileschi, «Judit decapitando a
Holofernes», en las pp. 248-249 de Cómo leer la pintura, 2005, Grupo Editorial Random House Mondadori,
Pinacoteca:
Cuadros de Artemisia Gentilischi, en: https://es.wikipedia.org/.../Categor%C3%ADa:Cuadros_de...
Película en torno a Artemisia Gentileshi:
Melet, Agnés: Artemisia. Protagonizada por Valentina Cervi. Género: Documental. Para la televisión canadiense en 1992.
River, Jordan: Artmisia Gentilischi, pintora guerrera. Documental. 2020.