jueves, 1 de diciembre de 2022

 

De Superman a ¿Superbigotes?

David De los Reyes


Disyunción Corporal Vegetal 
Redes Sociales Vegetales/ DDLR2022

 

El régimen del señor Maduro viene a instaurar un falso héroe que quiere dar solución ficcional, a todos los problemas que debe enfrentar de forma real la población venezolana dentro de su fracasado régimen. Es el nuevo mito a ser construido y solidificado en el inconsciente colectivo del venezolano. Se repite lo que ya había hablado Humberto Eco respecto al análisis que hace del mito de Superman en su libro Apocalípticos e integrados de 1965. Eco, bajo su mirada estructuralista del mito, advertía cómo debe responder una estructura narrativa en la creación de un mito. La estructura del tipo de historia mítica que se quiere narrar, debe responder a las necesidades del medio que quieren impactar en la sensibilidad y en el imago de la audiencia a la cual va dirigido.  Y sus narraciones no intentan dar solución a todos los problemas que puede enfrentar. Debe mantener un  peligro inminente sobre la ciudadanía a defender, para que así no llegar nunca a un final y poder permanecer de forma indefinida, capítulos tras capítulos, donde no se puede visualizar nunca un desenlace (mientras viva el personaje ficcional).

El caso de Super Bigote (SB), es la respuesta del régimen  a cierta reacción colectiva de frustración por la crisis de la nación; crisis acentuada por la desaparición física del supergolpista líder bolivariano en el 2013 y su interpretación mítico-simbólica inyectada en los fiscalizadores ojos de Chávez Esta suerte de “precuela” combinó el cuerpo espectral del "comandante", con un despliegue a un nivel público y nacional de los carteles de la propaganda que el régimen concibió para la campaña presidencial de febrero 2012, donde "supuestamente" resultó relegido. Ante la falta palpable de su persona por su muerte, su cuerpo físico se transforma en cuerpo mítico, a través de los ojos que mirarán al “pueblo venezolano” desde cualquier lugar, desde el totalitario Aleph político del aparato estatal chavista. Con su fallecimiento, buena parte de sus seguidores entrarán en crisis; surge un trance no sólo de corte político-militar, sino psicológico y social: se les fue el proto-padre salvador dadivoso, salvador de la patria. De allí que esta “mirada escudriñadora” fuese el recurso para mantener por un tiempo cierto equilibrio psíquico en los militantes y simpatizantes del partido totalitario del estado, para luego decaer y dejar tener efecto. A Chavez muerto, Maduro puesto.

Parte de esa reducción de la fidelidad se encuentra en el devenir de su heredero impuesto.  El señor Maduro construirá un régimen con la misma receta izquierdista que le dictan sus asesores para mantener el poder. Intensifica la represión, maquilla la realidad, pero el fracaso y la frustración en todos los niveles sociales son más que evidentes, a pesar de que toda su maquinaria propagandística pagada pretenda borrar una realidad inocultable. Por ese lado podemos decir que su régimen ha sido exitoso, se ha mantenido sin perder un ápice en el trono de Miraflores.

A nivel internacional la prensa que apoya al régimen ensalzará al heredero de la ¿presidencia? dando un apoyo incondicional brindado por los grupos izquierdistas de Suramérica.  Su imagen como hombre fuerte sin embargo ha decaído. Las ocurrencias y las declaraciones cada vez más falsas (¡siempre lo han sido, pero ahora más!), y con un lenguaje retador y del aparente heroísmo de una izquierda fallida no convencen a nadie.

Bien sabemos que ante una crisis de estado se requiere recurrir a nuevos mitos para restablecer, si se puede, el equilibrio y el vínculo perdido dentro de una sociedad de masas como la venezolana.

Para ello el régimen construye el mito de un superhombre, pero de uno que vendrá a declararse en contra de los enemigos del régimen, es decir, de representantes del repetidamente mentado imperio norteamericano, enmascarado en la inseguridad, el peligro de invasión o una guerra asimétrica permanenteEl personaje titulado como Super Bigote, viene a ser un remedo, que nada tiene que ver con el úbermensch nietzscheano ni con el super héroe ficticio de Superman de los años 30 del siglo pasado, creado por el escritor estadounidense Jerry Siegel y el artista canadiense Joe Shuster. Pero de este último toman rasgos importantes para la reconstrucción del personaje a través de la cultura del cómic.

Los capítulos del comic SB plantean la acción reactiva de salvar a la nación venezolana del embargo estadounidense y de otros países internacionales. Muestra la hermandad con el régimen comunista de Cuba y crea un personaje que, a diferencia de las tramas del Superman original, no es de carácter civil sino un “Mitoman” concebido desde las usinas de la propaganda política del régimen. Toman las habilidades extraordinarias que todo humano envidiaría, y recordando a los mitos clásicos de Hércules y Sansón. Puede volar y despliega una gran fortaleza contra “los gigantes enemigos” que impiden el paso de los envíos humanitarios hechos desde las hermanas naciones hacia el país cercado, salvando a la población de los atropellos de la época, una tras otra vez. Desde la llegada de la vacuna para el COVID19, así como otras situaciones consecuencias del embargo económico internacional son enfrentadas, deslastrando de culpas y responsabilidades al propio régimen.

SB en clave de comic vendría a penetrar, no solo a la población infantil, sino además aquellas mentes infantilizadas de los adultos adictos y proclives aún al estado fallido. Pretende nivelar las perturbaciones psicológicas dando dádivas ficticias, mediante acciones reivindicadoras de la revolución bonita. Estas frustraciones y complejos de inferioridad que están en la población al orden del día, donde la organización estatal decide constantemente por ella, donde la elección individual queda reducida gracias a la máquina mediática y represiva que actúa “por y para el bien del pueblo venezolano”. El bolivariano SB debe romper con todos los límites imaginables que constituyen al ser social del ciudadano vulgar y pauperizado. En vez presentarse como el reportero Clark Kent, se nos presenta como el salvador presidente omnipresente ante todos los males externos e incoados por el imperio. Es la búsqueda de una identificación con la población de escasos recursos, pauperizada, expoliada, disminuida para ser recuperada por todos los males y mediocridades que impiden alcanzar la bonanza de la revolución igualitaria.

La construcción del mito del SB apela a los arquetipos de la cultura de masas producidos por la industria cultural hollywoodense.  Sin embargo, quiere diferenciarse en su contenido, mas no en su estructura. Apela a las características de una situación política que encubre la frustración colectiva, pero la oculta, atribuyendo a agentes externos la construcción o destrucción de esa realidad. El régimen siempre tiene una mano salvadora y las virtudes de SB son en mostrar la valentía (¿?) y la decisión (ficticia) contra los agentes enemigos. 

Si bien la construcción normal de un héroe de masas apela a un origen de vida insatisfactoria y en cierto ambiente de fracaso, en el mito SB apela al freno que le impone a un presidente tercermundista y revolucionario, en llevar a cabo la misión de que el barco cruce las aguas revolucionarias de la república, como máxima realización de la dictadura de un partido anclado en el Estado. Y es contra esas fuerzas adversas que mostrará su coraje y resolución bajo el sello de la ficción y confusión narrativa del hecho.

Pudiera llegar el día en que el público seguidor de estos comics revolucionarios, en su fantasía aspiracional le transforme en un “real” héroe de la revolución. SB viene a querer representar lo mejor de los anhelos de la condición bolivariana ante el embate del imperialismo. Es la víctima que se subleva y adquiere la fuerza invencible (desde la ficción del mito por medio del comic), para enfrentar todos los males populares.  No sólo fantasea con ser poderoso, invencible, popular, inteligente, corajudo, sino que procura un fin reivindicativo y justiciero con sus actos, contra las fuerzas adversas a nivel nacional y planetaria, haciendo el bien colectivo y salvando a la nación de la infamia contra la revolución.

El mito nos muestra un SB con una conciencia política revolucionaria, a diferencia del gringo Superman original que nos presenta tener una consciencia civil o de ayuda a la ciudadanía en general, en detener a ladrones y hacer obras de caridad. SB no lo imitará en ello. Pues como superpillo bolivariano realizará los actos de la mejor demagogia izquierdista: salvar de la peste, llenar los supermercados con alimentos de lujo, pero incomprables para la mayoría, reflotar la moneda con otra maquillada devaluación ante el dólar, permitir la libre entrada de mercancía, lo cual también vendrá a aceptar la libre salida  de otras mercancías…y derrocar los tiranos presidentes y líderes democráticos de los países que adversan las bondades de su salvífico igualitarista régimen venezolano. SB es la mejor forma de disfrazar un dictador a partir de la capa ilusoria de ser un superhéroe revolucionario, adversado por las fuerzas del mal internacional, que habitan el underworld, el mundo subterráneo de las fuerzas imperialistas reaccionarias y antidemocráticas.  El Superman gringo es un defensor de la propiedad privada. SB es un defensor del régimen que sólo produce frustración y represión en el mundo civil, pero defensor del saqueo privado a la riqueza pública de una nación.

Habría que recordar que, en los años 40 del siglo XX, la trama de Superman vino a intervenir en la captura de Hitler y de Stalin. Los lleva a la Liga de las Naciones (predecesora de la ONU para la época), a compadecer en tanto agentes culpables de grandes crímenes contra la humanidad, provocando agresiones contra naciones indefensas. Llevando la trama a la caza de jefes políticos criminales y empresarios corruptos. Respondiendo un anhelado sentido de justicia contra estos personeros dentro de un mundo real, en que sus decisiones provocarán profundos sufrimientos e injusticias a millones de personas comunes y corrientes en manos de los poderosos del momento. En los años 70 los guionistas procuraron abordar otros temas como la defensa de los trabajadores emigrantes latinoamericanos ante el abuso de un capataz gringo, alentando a la huelga para defender sus derechos laborales.

SB no entra de estos parámetros de defensor real contra las injusticias de los miembros del régimen y los altos índices de corrupción por los que tienen que permear las vidas de los ciudadanos.  Este falso superhéroe no presenta ninguna evolución del paladín ficcional original. Lo que ha mostrado el personaje real es la versátil capacidad de buscar las formas de reafirmarse en el poder dictatorial sin tener ningún viso de superguerrero o superrevolucionario, defensor de una nación caída en la miseria dentro de ingentes recursos y protector de una población sumida en una ola migratoria sin precedentes. En fin, una pseudo-épica de villanos mal concebida, pero exitosa para penetrar en la mente de la población infantil y de adultos aniñados que ha propiciado el régimen sin voluntad autónoma, caídos en la inercia de la supervivencia cotidiana, sin capacidad de superación fuera de los rediles que impone el Estado fallido.

Los guionistas y artistas de la serie son una copia regionalizada de lo que ya han tramado los creadores de las distintas series del personaje norteamericano.  Para 1998 apareció Peace on Earth, donde el Superman busca superar el hambre del mundo. En 1999 aparecerá King of the World, busca superar todos los problemas de la humanidad: anhelo mundial a partir del mito ficcional.

Encontramos que la copia pueril no se camufla. Se copia hasta la trama, pero cambiando el atuendo del personaje y el país en donde habita mostrando en que él si puede solventar los problemas, pero superarlos solo en tanto comiquitas, el peso de la realidad hace caer cualquier ficción hipostasiada de falsedad.  El tema es que los problemas de un país (y del mundo), no pueden ser resueltos por una individualidad con fueros poderosos y justicieros. La complejidad de un país, sus fracasos, sus problemas, sus desaciertos, su organización fallida, es un evento en que se debe participar en conjunto, compartiendo las cargas tanto el estado como la sociedad civil que habita en país. Y eso no está ni remotamente planteado en las comiquitas del MalVer del bolivarianismo infame.

Como es un remedo malo del héroe ficcional de Marvel, deberíamos esperar la posible derrota del superdictador. Si recordamos la evolución del personaje norteamericano, en 1992 aparece The Deadth of Superman, donde el supervillano ficticio Doomsday, que es el enemigo de origen Krytoniano Prehistórico, el ser más letal contra Superman, creado por el escritor y artista Dan Jeergens, se nos muestra como un destructor y asesino en masa. Doomsday será quien dará muerte en la trama de la historia referida.  Por ello, como todo héroe que tiene un fin, seguramente que ya deben estar tramando los mismos del régimen como darle muerte a Super Bigotes, al menos si no es de forma real, si dentro de la trama ficcional de su comic manipula tontos. Y por otra parte también deberíamos exigir que se presente cuál es el origen del nacimiento del villanesco héroe. En el caso de Clark Kent, personaje civil de Superman, se conoce que su nombre original de nacimiento es Kal-El, en un planeta lejano llamado Krypton, que es recogido por una gentil pareja de granjeros norteamericanos de Smallville, que lo adoptan y le influyen a realizar el bien, al descubrir los superpoderes que posee. Si Superman-Clark Kent se llamaba Kal-El, Super Bigotes pudiera llamarse como Nic-Mad, donde debería mostrarse su origen en un país cercano a Venezuela cruzando la frontera y al presentar las cualidades del resentimiento permanente, llegar a ser de autobusero sindicalista a Canciller, ministro y presidente de una república quebrada. O cómo se requiere del mito del eterno retorno revolucionario para pasar de ser un personaje real a uno ficticio de la industria revolucionaria de la cultura de masas del presente.