Sobre el Tantra
David De los Reyes
Max Sauco: Terra Female
I.
Inicios
Inicios
Lo que está aquí está en todas partesy lo que no está aquí, no está en ninguna parteDel texto: Vishvasara Tantra
Los primeros intentos que se dan en Occidente por el interés de la filosofía de oriente, del aprendizaje del sánscrito, junto a la filología comparada indo-aria se encuentran en las referencias a esta filosofía en las posturas de la filosofía idealista alemana (Hegel, Schopenhauer, etc.) , que junto con el romanticismo tuvieron un primer intento de acercamiento.
Como podemos notar, desde el siglo XIX, bien por ver en la cultura india un interés de dominio colonial por Europa o por el interés del conocimiento y el aporte del pensamiento indio a la humanidad, se llevó a cabo una labor de investigación intelectual por buscar un acercamiento y comprensión de Occidente hacia Oriente. A pesar de toda el agua que ha corrido bajo el molino de la filosofía y de los distintos saberes humanistas (antropología, psicología, sociología etc.), sentimos en nuestra era de intensa globalización la presencia de un sentimiento muy presente de una constante búsqueda espiritual y filosófica hacia ese mundo que ha arrojado nuevos aportes, posturas, interpretaciones, divulgaciones, saberes y creencias ya no sólo de estos temas mayores sino del interés de nuestra investigación, es decir, sobre la sexualidad a la oriental como un sistema de vida determinante que tiene como fin una liberación del individuo en vida. De los más importantes aportes está todo el corpus de obras y prácticas referidas al tantrismo.
La concepción tántrica de la sexualidad sagrada se introdujo en Occidente a partir de las traducciones realizadas a principio del siglo XX por el juez inglés John Woodroffe (1895 – 1936), que al graduarse en leyes en Oxford University, se trasladó como abogado a Calcuta, donde permanecerá buena parte de su vida. A la par de su trabajo como funcionario colonial, emprendió estudios del sánscrito y de filosofía hindú, en especial en el campo del esotérico del Sistema Tántrico-Shakti Hindú. De ahí partió la empresa cultural de traducir una serie de textos referidos a esa corriente esotérica del sánscrito, bajo el seudónimo Arthur Avalon. Se hizo una autoridad especializada en los temas del Tantra y del Yoga , siendo su más significativa contribución a este saber el texto El poder de la serpiente, los secretos del Tantra y Shakti Yoga 2 , los cuales han sido, hasta hoy, una fuente importante para la práctica y estudio del Kundalini Yoga. A parte de estos nombrados escribió numerosos libros sobre dicha doctrina, muchos de los cuales aún hoy se utilizan como referencia bibliográfica.
La concepción tántrica de la sexualidad sagrada se introdujo en Occidente a partir de las traducciones realizadas a principio del siglo XX por el juez inglés John Woodroffe (1895 – 1936), que al graduarse en leyes en Oxford University, se trasladó como abogado a Calcuta, donde permanecerá buena parte de su vida. A la par de su trabajo como funcionario colonial, emprendió estudios del sánscrito y de filosofía hindú, en especial en el campo del esotérico del Sistema Tántrico-Shakti Hindú. De ahí partió la empresa cultural de traducir una serie de textos referidos a esa corriente esotérica del sánscrito, bajo el seudónimo Arthur Avalon. Se hizo una autoridad especializada en los temas del Tantra y del Yoga , siendo su más significativa contribución a este saber el texto El poder de la serpiente, los secretos del Tantra y Shakti Yoga 2 , los cuales han sido, hasta hoy, una fuente importante para la práctica y estudio del Kundalini Yoga. A parte de estos nombrados escribió numerosos libros sobre dicha doctrina, muchos de los cuales aún hoy se utilizan como referencia bibliográfica.
John Woodroffe
A partir de los años 30 de ese mismo siglo, se inician otra serie de investigaciones por parte de otros estudiosos de la cultura oriental. Entre las más significativas son las que saldrán del Círculo de Eranos, (Eranoskreis) que gracias a Rudolf Otto, Olga Fröbe-Kapteyn y otra pléyade de intelectuales de la talla de Gustav Jung se dieron la tarea de investigar los vínculos entre el pensamiento de Occidente y Oriente. Pero serán las investigaciones de Mircea Eliade sobre las interpretaciones filosófico-espirituales de la India, recopiladas en su obra El Yoga. Inmortalidad y libertad, (1991. F.C.E. México), que darán un fuerte inicio a dicha sociedad estudiosa y encontraran en Eliade uno de las mentes más capacitadas para ampliar dichos análisis y estudios multiculturales.
Sin embargo podemos decir que ese fue un inicio, pues nunca se ha terminado del todo; existirán descubrimientos y acercamientos en la medida en que haya una postura creativa en nuestra cultura hacia el reino de la espiritualidad inmanente oriental.
Mircea Eliade
Eliade advierte que la filosofía hindú ha sido interpretada erróneamente como un estado intermedio entre una filosofía de corte idealista y de un pensamiento pre-lógico. Nada más lejano a su realidad. La aparente diferencia con ella radica en los puntos que han delimitado la travesía del hombre occidental en su ser y su pensamiento. La filosofía occidental, como afirma Eliade, siempre ha estado en la reflexión permanente sobre el horizonte de los problemas de la temporalidad y de la historia, en tanto factores que condicionan al ser humano. Ello ha mostrado hasta qué punto estamos condicionado su fisiología, su herencia, su medio social, su ideología cultural, y su sexualidad al participar, en su inconsciente, con la Historia, es decir, por el momento histórico al atravesar la espacialidad de nuestro cuerpo y ser histórico temporal y contextual. Nuestra tendencia filosófica no puede expurgarse de ese aditamento de la historia y comenzaríamos a dudar si sólo quisiéramos entrar en la aguas de las puras fórmulas abstractas e inauténticas que serían asumidas como mera evasión, alienación, inautenticidad, arrojando un pensamiento que sería visto por esta tradición historicista como una laguna de esterilidad y muerte.
Para mediados del siglo pasado el tema de la condición humana forjó un centro de atención importante, constituyéndose en el objeto de la filosofía, y sobre todo el tema de la temporalidad, como fueron, por un lado, los trabajos de Heidegger y de los existencialistas, o de los pragmáticos y kantianos o hegelianos y marxistas, por otro. La temporalidad hace posible todo nuestro condicionamiento, conceptualizando al hombre como un ser condicionado, al atravesarlo una serie de ritos de paso, de obstáculos culturales, de situaciones sociales, de conflictos de identidad, de dogmáticas tradiciones que nos llevan a observar puntos de vistas comunes que van forjando esa llamada condición humana.
Eliade, advierte, que no es menos presente el interés y el estudio del condicionamiento y de su descondicionamiento por parte el pensamiento indio. Señaló que desde los Upanishad hasta casi la actualidad ha estado presente un solo problema y es la comprensión y estudio de la estructura de la condición humana, es por lo que ha hecho surgir el adjetivo de existencialista para dicha filosofía. Occidente tuvo entonces el interés de aprender cómo interpreto este pensamiento al condicionamiento del ser humano, en cómo abordó el tema de la temporalidad e historicidad y qué solución encontró en su trayecto ante la angustia y la desesperación que se despierta al toparse con la irremediable toma de conciencia de la temporalidad en tanto factor determinante de todo condicionamiento.
La India, a diferencia de nosotros en Occidente, no se satisfizo con estudiar los condicionamientos que arrojan la historia y la temporalidad a nuestro ser. Se aventuró a buscar si existía aún algo más allá de esos condicionamientos. Fueron los primeros en estudiar las zonas oscuras del inconsciente. Observaron que los factores fisiológicos, religiosos y culturales eran fáciles de delimitar y, por consecuencia, dominar. Los problemas de la existencia surgían al pasar a la actividad inconsciente, a lo que ellos han llamado por samskâra y los vâsanâ, las impregnaciones, residuos, latencias que la llamada psicología profunda distinguió como contenidos y estructuras del inconsciente. Ante ello surgen distintas técnicas para lograr un descondicionamiento del hombre. Para la filosofía india no era importante tanto conocer los condicionamientos sino dominarlos, es decir, quemar o purificar los contenidos de ese inconsciente que sólo proporciona sufrimiento, angustia y desesperación, dolor existencial. Es lo que se obtendrá a través de las distintas disciplinas que giran en torno al yoga, y esos resultados es lo que nos interesan para abordar el tema de la sexualidad oriental. Se trata de dominar los condicionamientos de nuestra sexualidad, sea esta aparentemente sana, traumática, perversa, dolorosa, por una sexualidad que requiere cierto dominio del cuerpo, de sus fuerzas y energías sexuales que provean al individuo un éxtasis y una liberación, una unidad y una exploración del ser a partir de un descondicionamiento que atraviese a nuestra corporalidad sexual espiritual. Nuestra corporalidad se torna en un laboratorio alquímico-erótico. La interpenetración de cuerpos y almas proporciona el elixir de una experiencia espiritual transcorporal (Calle, 1993:94).
Para esto podemos intentar acercarnos a comprender la significación de la práctica del yoga, la incorporación de ciertas disciplinas corporales y psíquicas que implican los métodos yoguicos que nos conducen como resultado a una perspectiva de exploración frente a nuestra psique. En el tantrismo y en la concepción de la espiritualidad y pensamiento hindú hallamos todo un saber inmemorial del comportamiento humano que sigue siendo poderoso, incomprendido y liberador para la conciencia y condición del ser humano occidental. Hoy en día se ha entendido, a veces erradamente otras más certeras, a la concepción filosófica tántrica como una terapia que busca una evolución espiritual a través de la sexualidad.
Si para nosotros los factores de la temporalidad y la historia son determinantes en nuestra visión del ser y del mundo, en la filosofía hindú lo son igualmente, aunque aparecen a través de simbolismos y conceptos que no refieren al sentido pragmático e ideativo, es decir, intelectual con que nosotros abordamos los condicionamientos dentro de nuestra historia personal y social.
Como bien sabemos uno de las categorías más importantes en la filosofía india es la concepción sobre Maya. Esta filosofía le da una importancia considerable al concepto de mây⸠el cual es traducido por ilusión, ilusión cósmica, espejismo, magia, devenir, realidad, etc. Eliade (1991:12), nos precisa más: al observarlo más de cerca, nos damos cuenta de que mâyâ es ilusión porque no participa del Ser, porque es devenir, temporalidad, y el sufrimiento humano; aunque sus sabios hayan expresado generalmente ese sufrimiento en términos cósmicos, al leerlo con la atención que merecen nos damos cuenta de que pensaban sobre todo en el sufrimiento humano como devenir condicionado por las estructuras de la temporalidad. Nuestro estar en situación tiene su correspondencia india con la existencia del mâyâ. Este término no es sólo ilusión sino también y sobre todo historicidad. Se trata de interpretarlo en tanto existencia en la Temporalidad y en la Historia. Tanto para el Bhagavad-Gîtâ como para el pensamiento cristiano tienen una conducta común, y es el sufrimiento que entraña al dejarse absorber al ser existente dentro de la finitud que representa la conciencia de la temporalidad y de la historia. Ambas concepciones aspiran a encontrar una salida que desemboca en un nivel transhistórico y atemporal. El cristianismo termina cayendo en otra ilusión mayor, la idea de una vida eterna en cuerpo y alma, en el recinto de un cielo o paraíso postmortem, con todas las implicaciones que acarrea nuestra conducta sometida a la gracia divina al ser o no elegidos para habitar en esa región de la supuesta felicidad, liberación o salvación eterna. La concepción india nos colocará frente a una postura que surge como posibilidad de liberación desde la inmanencia de nuestro ser interior, donde las soluciones se dan a través de ciertas implicaciones del yoga.
Eliade, advierte, que no es menos presente el interés y el estudio del condicionamiento y de su descondicionamiento por parte el pensamiento indio. Señaló que desde los Upanishad hasta casi la actualidad ha estado presente un solo problema y es la comprensión y estudio de la estructura de la condición humana, es por lo que ha hecho surgir el adjetivo de existencialista para dicha filosofía. Occidente tuvo entonces el interés de aprender cómo interpreto este pensamiento al condicionamiento del ser humano, en cómo abordó el tema de la temporalidad e historicidad y qué solución encontró en su trayecto ante la angustia y la desesperación que se despierta al toparse con la irremediable toma de conciencia de la temporalidad en tanto factor determinante de todo condicionamiento.
La India, a diferencia de nosotros en Occidente, no se satisfizo con estudiar los condicionamientos que arrojan la historia y la temporalidad a nuestro ser. Se aventuró a buscar si existía aún algo más allá de esos condicionamientos. Fueron los primeros en estudiar las zonas oscuras del inconsciente. Observaron que los factores fisiológicos, religiosos y culturales eran fáciles de delimitar y, por consecuencia, dominar. Los problemas de la existencia surgían al pasar a la actividad inconsciente, a lo que ellos han llamado por samskâra y los vâsanâ, las impregnaciones, residuos, latencias que la llamada psicología profunda distinguió como contenidos y estructuras del inconsciente. Ante ello surgen distintas técnicas para lograr un descondicionamiento del hombre. Para la filosofía india no era importante tanto conocer los condicionamientos sino dominarlos, es decir, quemar o purificar los contenidos de ese inconsciente que sólo proporciona sufrimiento, angustia y desesperación, dolor existencial. Es lo que se obtendrá a través de las distintas disciplinas que giran en torno al yoga, y esos resultados es lo que nos interesan para abordar el tema de la sexualidad oriental. Se trata de dominar los condicionamientos de nuestra sexualidad, sea esta aparentemente sana, traumática, perversa, dolorosa, por una sexualidad que requiere cierto dominio del cuerpo, de sus fuerzas y energías sexuales que provean al individuo un éxtasis y una liberación, una unidad y una exploración del ser a partir de un descondicionamiento que atraviese a nuestra corporalidad sexual espiritual. Nuestra corporalidad se torna en un laboratorio alquímico-erótico. La interpenetración de cuerpos y almas proporciona el elixir de una experiencia espiritual transcorporal (Calle, 1993:94).
Para esto podemos intentar acercarnos a comprender la significación de la práctica del yoga, la incorporación de ciertas disciplinas corporales y psíquicas que implican los métodos yoguicos que nos conducen como resultado a una perspectiva de exploración frente a nuestra psique. En el tantrismo y en la concepción de la espiritualidad y pensamiento hindú hallamos todo un saber inmemorial del comportamiento humano que sigue siendo poderoso, incomprendido y liberador para la conciencia y condición del ser humano occidental. Hoy en día se ha entendido, a veces erradamente otras más certeras, a la concepción filosófica tántrica como una terapia que busca una evolución espiritual a través de la sexualidad.
Si para nosotros los factores de la temporalidad y la historia son determinantes en nuestra visión del ser y del mundo, en la filosofía hindú lo son igualmente, aunque aparecen a través de simbolismos y conceptos que no refieren al sentido pragmático e ideativo, es decir, intelectual con que nosotros abordamos los condicionamientos dentro de nuestra historia personal y social.
Como bien sabemos uno de las categorías más importantes en la filosofía india es la concepción sobre Maya. Esta filosofía le da una importancia considerable al concepto de mây⸠el cual es traducido por ilusión, ilusión cósmica, espejismo, magia, devenir, realidad, etc. Eliade (1991:12), nos precisa más: al observarlo más de cerca, nos damos cuenta de que mâyâ es ilusión porque no participa del Ser, porque es devenir, temporalidad, y el sufrimiento humano; aunque sus sabios hayan expresado generalmente ese sufrimiento en términos cósmicos, al leerlo con la atención que merecen nos damos cuenta de que pensaban sobre todo en el sufrimiento humano como devenir condicionado por las estructuras de la temporalidad. Nuestro estar en situación tiene su correspondencia india con la existencia del mâyâ. Este término no es sólo ilusión sino también y sobre todo historicidad. Se trata de interpretarlo en tanto existencia en la Temporalidad y en la Historia. Tanto para el Bhagavad-Gîtâ como para el pensamiento cristiano tienen una conducta común, y es el sufrimiento que entraña al dejarse absorber al ser existente dentro de la finitud que representa la conciencia de la temporalidad y de la historia. Ambas concepciones aspiran a encontrar una salida que desemboca en un nivel transhistórico y atemporal. El cristianismo termina cayendo en otra ilusión mayor, la idea de una vida eterna en cuerpo y alma, en el recinto de un cielo o paraíso postmortem, con todas las implicaciones que acarrea nuestra conducta sometida a la gracia divina al ser o no elegidos para habitar en esa región de la supuesta felicidad, liberación o salvación eterna. La concepción india nos colocará frente a una postura que surge como posibilidad de liberación desde la inmanencia de nuestro ser interior, donde las soluciones se dan a través de ciertas implicaciones del yoga.
El Bhagavad-Gîtâ
Esta propuesta no exige un sincretismo o hibridación filosófica entre oriente y occidente sino la aceptación de ciertos valores espirituales que han ocupado un lugar relevante dentro de la historia de la espiritualidad universal. Se trata de comprender nuestro ahora desde la superación misma de una historicidad universal y su marcha temporal en tanto devenir. No se trata de discursos y análisis que pueden ser muy eruditos pero ineficaces. Sus resultados como experiencia personal están por encima de cualquier disfraz retórico con sabor a jerga filosófica.
Un punto importarte dentro de toda esta postura filosófico espiritual, según nuestro autor en curso, es el descubrimiento en la India de la conciencia testigo, de la conciencia desprendida de sus estructuras psicofisiológicas y de su condicionamiento temporal, la cual es la conciencia del liberado, es decir, de aquel que logró emanciparse de la temporalidad y, por ende, goza y conoce la verdadera e inefable libertad. ¿Cómo es tal libertad? ¿Tiene algún parecido a la libertad occidental del individuo de la modernidad? ¿Se asemeja a la supuesta libertad que propone las revoluciones de distinto credo occidental? ¿Es una libertad que pueda legislarse, inscribirse en un contrato social o en un cuerpo de leyes para propiciar ciertas conductas aceptadas y consensuadas de forma común y universal? La idea de libertad o liberación que persigue la sabiduría india es producto de un ejercicio espiritual personal que busca la obtención de una perfecta espontaneidad del ser. Hacia ello se dirige todas las filosofías y las técnicas místicas indias. El yoga y sus múltiples formas y variantes pretenden que mediante su disciplina y práctica las pueda alcanzar todo individuo. Como nos dice Patanjali (1991:31) en su Sutra II. El yoga aspira a la liberación de las perturbaciones de la mente. Estas perturbaciones son desde las molestias pasajeras e insignificantes como también todos los deseos, conscientes e inconscientes que apartan al ser de su serenidad y unión, una especie de estado de sosiego permanente. Y dentro de sus variantes el tantrismo deriva hacia prácticas que pretenden alcanzar esa libertad absoluta gracias a la unión de las fuerzas que nutren y producen al cosmos, las cuales son distinguidas como fuerzas dinámicas (femeninas, creadoras) y estáticas (masculinas, estabilizadoras).
Los conceptos determinantes de esta espiritualidad hindú son cuatro: el karman o karma, mâyâ, nirvâna y el yoga. El karma esta sujeto a la ley de causalidad universal, la cual hace dependiente al hombre del cosmos, condenándolo a transmigrar indefinidamente por la rueda del sufrimiento. El mâyâ, al cual ya nos hemos referido, es el proceso misterioso que engendra y sostiene al Cosmos, y que al hacerlo hace posible el eterno retorno de las existencias, es la ilusión cósmica que es apoyada y valorizada, inconscientemente, -y para su mal-, por el hombre tanto tiempo en la medida en que supere y niegue la nesciencia o ignorancia (avidya). El nirvana será la realidad absoluta situada en alguna parte de nuestra conciencia y que se logra experimentar al superar la ilusión cósmica creada por la mâyâ, a la que se le agrega la experiencia humana del condicionamiento dado por el karmam; el nirvana es el contacto o la experiencia con el ser puro, estático, con lo Absoluto, sin importar el nombre que se le dé. El yoga nos ofrecerá los medios para alcanzar el Ser y las técnicas adecuadas para adquirir la liberación (moksa, mukti).
Estos estados de conciencia producidos por estos medios de la disciplina y la experiencia de la superación del condicionamiento de la temporalidad y de la historicidad tienen como finalidad la búsqueda de cierto tipo de verdad. Verdad que para la India no es algo valioso en sí. La verdad sólo representa un valor en virtud de que ella se experimenta en tanto ayuda al hombre para liberarse de la ilusión, del ego, del sufrimiento psicofísico. Más que poseer una verdad de corte intelectual, propio de la filosofía occidental, el objetivo del sabio hindú es la conquista de la libertad absoluta como verdad vivida o experimentada. Los sacrificios que el filósofo europeo (occidental, pudiéramos agregar nosotros), está dispuesto a aceptar para alcanzar la verdad en sí misma y por sí misma –sacrificio de la fe religiosa, de las ambiciones mundanas, de la riqueza, de la libertad personal e incluso de la vida- sólo los acepta el sabio indio para conquistar la liberación (ídem:17). Esta idea de liberación significa pasar a otro plano o nivel de existencia y conciencia, es decir, apropiarse de otro modo de ser al común de las personas, el cual viene a trascender la condición humana. Es quizás lo que Nietzsche entrevió al proponer su übermensch, es decir, el transhombre, la superación de la condición del hombre anclada a la ilusión de la realidad y a la construcciones de ilusiones intelectuales por las religiones y por la misma filosofía idealista (y materialista, la cual no es sino otra forma de decir lo mismo), occidental.
En este conocimiento metafísico de la India encontramos que tal condición de liberación está apoyado en una ruptura y muerte vivida por el sujeto dentro de la vida ordinaria, común: al romper con la condición humana cotidiana uno muere a todo lo que era humano y con la aparición de esta naturaleza mística aborda un re-nacimiento a un modo de ser no condicionado (ídem), que significa la obtención y vida dentro de la libertad absoluta.
Para una mejor comprensión de lo planteado es importante adentrarnos en la etimología de la palabra sánscrita Yoga. Surgida de la raíz yuj que significa ligar o mantener agarrado; tiene en sí la idea de poner bajo yugo, propio también al latín con jungere, jugum, que en inglés es yone y en castellano yugo. Entonces yoga será el término sánscrito que sirve para designar toda técnica de ascesis y método de meditación. Ascesis y meditación yóguica que tendrá múltiples variantes dentro de los diferentes movimientos, posturas místicas (asanas) y sistemas de pensamiento hindúes, donde el tantrismo es uno de ellos. Hay dos clases de meditación: externa y sutil. La externa es aquella se realiza manteniendo la atención sobre una forma exterior, cuando no es la sutil. La externa es la recomendada para una mente inestable y que necesita un objeto concreto para fijarse e impedir que salte el pensamiento de una cosa a otra. Pero ambas persiguen el equilibrio e inmovilidad de la mente. La mente, como bien sabemos por el yoga, forma parte del cuerpo y a diferencia del alma, debe primero liberarse a sí misma de las inquietudes antes de poder liberar al alma.
Dentro del yoga podemos referir la existencia de un yoga clásico u originario que encontramos en el resumen o síntesis realizada por Patanjali en el siglo II en su obra Yoga-Sutra 3 . Pero este es uno sólo de ellos, realmente existen múltiples formas del yoga en la India.
Un punto importarte dentro de toda esta postura filosófico espiritual, según nuestro autor en curso, es el descubrimiento en la India de la conciencia testigo, de la conciencia desprendida de sus estructuras psicofisiológicas y de su condicionamiento temporal, la cual es la conciencia del liberado, es decir, de aquel que logró emanciparse de la temporalidad y, por ende, goza y conoce la verdadera e inefable libertad. ¿Cómo es tal libertad? ¿Tiene algún parecido a la libertad occidental del individuo de la modernidad? ¿Se asemeja a la supuesta libertad que propone las revoluciones de distinto credo occidental? ¿Es una libertad que pueda legislarse, inscribirse en un contrato social o en un cuerpo de leyes para propiciar ciertas conductas aceptadas y consensuadas de forma común y universal? La idea de libertad o liberación que persigue la sabiduría india es producto de un ejercicio espiritual personal que busca la obtención de una perfecta espontaneidad del ser. Hacia ello se dirige todas las filosofías y las técnicas místicas indias. El yoga y sus múltiples formas y variantes pretenden que mediante su disciplina y práctica las pueda alcanzar todo individuo. Como nos dice Patanjali (1991:31) en su Sutra II. El yoga aspira a la liberación de las perturbaciones de la mente. Estas perturbaciones son desde las molestias pasajeras e insignificantes como también todos los deseos, conscientes e inconscientes que apartan al ser de su serenidad y unión, una especie de estado de sosiego permanente. Y dentro de sus variantes el tantrismo deriva hacia prácticas que pretenden alcanzar esa libertad absoluta gracias a la unión de las fuerzas que nutren y producen al cosmos, las cuales son distinguidas como fuerzas dinámicas (femeninas, creadoras) y estáticas (masculinas, estabilizadoras).
Los conceptos determinantes de esta espiritualidad hindú son cuatro: el karman o karma, mâyâ, nirvâna y el yoga. El karma esta sujeto a la ley de causalidad universal, la cual hace dependiente al hombre del cosmos, condenándolo a transmigrar indefinidamente por la rueda del sufrimiento. El mâyâ, al cual ya nos hemos referido, es el proceso misterioso que engendra y sostiene al Cosmos, y que al hacerlo hace posible el eterno retorno de las existencias, es la ilusión cósmica que es apoyada y valorizada, inconscientemente, -y para su mal-, por el hombre tanto tiempo en la medida en que supere y niegue la nesciencia o ignorancia (avidya). El nirvana será la realidad absoluta situada en alguna parte de nuestra conciencia y que se logra experimentar al superar la ilusión cósmica creada por la mâyâ, a la que se le agrega la experiencia humana del condicionamiento dado por el karmam; el nirvana es el contacto o la experiencia con el ser puro, estático, con lo Absoluto, sin importar el nombre que se le dé. El yoga nos ofrecerá los medios para alcanzar el Ser y las técnicas adecuadas para adquirir la liberación (moksa, mukti).
Estos estados de conciencia producidos por estos medios de la disciplina y la experiencia de la superación del condicionamiento de la temporalidad y de la historicidad tienen como finalidad la búsqueda de cierto tipo de verdad. Verdad que para la India no es algo valioso en sí. La verdad sólo representa un valor en virtud de que ella se experimenta en tanto ayuda al hombre para liberarse de la ilusión, del ego, del sufrimiento psicofísico. Más que poseer una verdad de corte intelectual, propio de la filosofía occidental, el objetivo del sabio hindú es la conquista de la libertad absoluta como verdad vivida o experimentada. Los sacrificios que el filósofo europeo (occidental, pudiéramos agregar nosotros), está dispuesto a aceptar para alcanzar la verdad en sí misma y por sí misma –sacrificio de la fe religiosa, de las ambiciones mundanas, de la riqueza, de la libertad personal e incluso de la vida- sólo los acepta el sabio indio para conquistar la liberación (ídem:17). Esta idea de liberación significa pasar a otro plano o nivel de existencia y conciencia, es decir, apropiarse de otro modo de ser al común de las personas, el cual viene a trascender la condición humana. Es quizás lo que Nietzsche entrevió al proponer su übermensch, es decir, el transhombre, la superación de la condición del hombre anclada a la ilusión de la realidad y a la construcciones de ilusiones intelectuales por las religiones y por la misma filosofía idealista (y materialista, la cual no es sino otra forma de decir lo mismo), occidental.
En este conocimiento metafísico de la India encontramos que tal condición de liberación está apoyado en una ruptura y muerte vivida por el sujeto dentro de la vida ordinaria, común: al romper con la condición humana cotidiana uno muere a todo lo que era humano y con la aparición de esta naturaleza mística aborda un re-nacimiento a un modo de ser no condicionado (ídem), que significa la obtención y vida dentro de la libertad absoluta.
Para una mejor comprensión de lo planteado es importante adentrarnos en la etimología de la palabra sánscrita Yoga. Surgida de la raíz yuj que significa ligar o mantener agarrado; tiene en sí la idea de poner bajo yugo, propio también al latín con jungere, jugum, que en inglés es yone y en castellano yugo. Entonces yoga será el término sánscrito que sirve para designar toda técnica de ascesis y método de meditación. Ascesis y meditación yóguica que tendrá múltiples variantes dentro de los diferentes movimientos, posturas místicas (asanas) y sistemas de pensamiento hindúes, donde el tantrismo es uno de ellos. Hay dos clases de meditación: externa y sutil. La externa es aquella se realiza manteniendo la atención sobre una forma exterior, cuando no es la sutil. La externa es la recomendada para una mente inestable y que necesita un objeto concreto para fijarse e impedir que salte el pensamiento de una cosa a otra. Pero ambas persiguen el equilibrio e inmovilidad de la mente. La mente, como bien sabemos por el yoga, forma parte del cuerpo y a diferencia del alma, debe primero liberarse a sí misma de las inquietudes antes de poder liberar al alma.
Dentro del yoga podemos referir la existencia de un yoga clásico u originario que encontramos en el resumen o síntesis realizada por Patanjali en el siglo II en su obra Yoga-Sutra 3 . Pero este es uno sólo de ellos, realmente existen múltiples formas del yoga en la India.
Estatuilla que representa a Patanjali, creador de los Yoga-Sutra
Las idea que el yoga significa ligar está relacionado a la idea de unión del cuerpo, mente y espíritu (energía espiritual) que debe alcanzar el sujeto practicante en principio para culminar con la ruptura de los lazos que nos unen al espíritu del mundo. La liberación, en otras palabras, no se obtiene si no nos hemos desprendido antes del mundo, sino no nos hemos sustraído al circuito cósmico, a la rueda de la percepción de la ilusión (mundo fenoménico), maya sin lo cual no podremos lograr jamás reencontrarnos ni dominarnos a y en sí mismos. Yoga significa, igualmente, un desprendimiento previo de la materia para experimentar las fuerzas sutiles que propagan nuestra liberación individual. Es un yugo pues requiere un esfuerzo y atención constante del hombre en su propia individualidad, llegando a obtener una concentración de espíritu. Ligar, mantenerse agarrado, poner bajo yugo, todo ello tiene como objetivo unificar el espíritu, abolir la dispersión y los automatismos que caracterizan a la conciencia profana (ídem:18), es decir no disciplinada, no iniciada, no ligada o unida en sus tres partes: cuerpo, mente y espíritu. Pero principalmente el yoga se preocupa de la energía psíquica. Para muchos de sus practicantes es una ciencia de lo metafísico, de aquello que es trascendental al cuerpo (sin embargo, como ya hablaremos más adelante, esta energía psíquica puede ser creativa o destructiva, arrastrándonos a la dicha o desdicha según cómo nos relacionemos con ella).
Esta enseñanza es iniciática y requiere, en sus prácticas tradicionales, de un guía o maestro (gurú), que posee un saber que se ha trasmitida, por milenios de boca a oído. En las prácticas tradicionales el iniciado yoguín debe abandonar el mundo profano (el mundo social y familiar) y dejar ser guiado por su gurú, dedicándose a conocer en sí valores y comportamientos de la condición humana; sueña con morir a esta vida. Muerte y renacimiento es la sucesión de esta nueva existencia. El iniciado se sabe que ha nacido dos veces. Se persigue la creación de un nuevo cuerpo y de un nuevo espíritu místico. Este cuerpo místico es una manera de ser trascendente que desempeña un papel primordial para el tantrismo. Este renacimiento iniciático es el acceso a un modo de ser no profano, difícil de describir y que las escuelas hindúes le dan distintos nombres: moksa, nirvâna, asamskrta, etc. (ídem:19).
Eliade admite que toda iniciación presupone el paso de un modo de ser a otro, pero ese cambio de régimen ontológico está precedido por una serie más o menos grande de pruebas que el candidato debe vencer (ídem:166). Por otra parte, la iniciación llevada a cabo por un gurú puede ser de tres tipos. Por el toque, por la mirada y por el pensamiento. Todas pueden ser echas sin ritual, sin esfuerzo. Por toque se puede comparar con el pájaro que alimenta a su cría lentamente bajo el calor de sus alas. Por la mirada es como el pez que alimenta a sus crías simplemente observándolas. Por pensamiento (impacto sutil), es como la tortuga que alimenta a sus crías sólo pensado en ellas. La prueba iniciática básica es la lucha contra el monstruo, en el tantrismo esta lucha guerrera representa las fuerzas negativas del inconsciente, que nos niegan y nos llevan a un incesante sufrir. Esta acción se cumple al vencer los diferentes miedos que albergamos en el inconsciente. El tamaño del monstruo tiene el mismo tamaño del miedo a vencer.
La liberación (moksa) se alcanza al descubrir y vivir cómo se puede transformar el placer sensual en tanto espiritualidad que surge del goce y del éxtasis. A través de la unión sexual, entendida como gran placer (mahayana) se hace posible la autorealización. Se busca el dominio de sí al perseguir y enfrentarse a sí mismo sin huir apocados por establecer una confrontación personal y los problemas que se nos pueden presentar. El discípulo prefiere manifestar sus emociones y preferencias sin disimulo, pero sabiendo controlarlas. Observa los rasgos positivos y negativos para alcanzar el conocimiento de sí mismo y poder levantar el velo de la ilusión o maya, detener la rueda del karma, y emprender su propio destino. Pero por la ilusión dominándola podemos salir de la misma ilusión. El Dalai Lama (2002:84) lo advierte al decirnos que es la propia ilusión -en la forma de la sabiduría derivada de la ilusión- la que destruye realmente las ilusiones, pues la experiencia dichosa de la vacuidad inducida por el deseo sexual es lo que disuelve la fuerza de los impulsos sexuales. Esto es análogo a la vida de los insectos nacidos en la madera: consumen la misma madera de la que han nacido. Esta utilización de las ilusiones, como parte integral del camino hacia la iluminación, es una característica única del tantra.
Tal dominio de sí los llevaba a vivir en los crematorios hindúes sin que sean afectados por tal desagradable y repulsivo espectáculo de las piras funerarias. Nos podemos hacer una idea de cómo sería vivir entre el olor de carne humana chamuscada, golpes y estallidos de cráneos y huesos al fragor de las llamas, pero todo ello tenía la finalidad de acercarnos a la conciencia de lo efímera que se presenta la vida corporal y espiritual del individuo. Al salir de ahí se regresaba al mundo, seguramente, venciendo la angustia y albergando un sentido de la divinidad íntima y más extensa.
Los ejercicios físicos llamados asanas suponen un entrenamiento de la voluntad y de las facultades conscientes. Se persigue mediante esta práctica yóguica el equilibrio y la unidad entre el cuerpo, el espíritu y el alma. Lo más importante es llegar a romper las costumbres rutinarias y cambiarlas por una activa curiosidad de perfeccionar nuestra vida, colocando al ser humano en una posición cercana al cosmos, al entender las fuerzas internas universales que se manifiestan a través de nuestra individualidad. Como vemos el tantra es una disciplina eminentemente práctica sin pretender sumergirse en un lago de especulación intelectual y abstracta. Toda fuerza pasa por el cuerpo y todo saber emerge a partir del conocimiento que tenemos de esas fuerzas y de la fluidez de nuestra corporalidad en unidad de la conciencia y la mente.
Esto posibilita encontrarse con una filosofía yoga que es denominada como yoga-darsana, donde darsana no es literalmente una filosofía como lo es el significado del término para Occidente, es decir, una reflexión que parte de un logos, de una razón hacia el mundo. Darsana pretende ser una vista, visión comprensión, punto de vista, doctrina, etc. que viene de la raíz sánscrita drs que significa ver, contemplar, comprender, etc. Darsana tendrá el significado de ser un sistema de afirmaciones coherentes, coextensivo a la experiencia humana, a la que tiende a interpretar en conjunto y tiene como finalidad liberar al hombre de la ignorancia (ídem).
La condición de cada discípulo está determinada por sus cualidades. Y son tres las que rigen el Universo. Tamas, rajas y satwa que como cualidades (gunas) son respectivamente: la inercia, la actividad, la pureza y la luz. El yogui perfecto se convierte en un siddha la naturaleza sattwica (pura y luminosa). En los seres humanos están presentes esas cualidades, y por medio de esa condición personal es que llegamos a conocer nuestra naturaleza. El hombre tamasico es calificado sin iniciativa propia (pasu), es llevado por la corriente, la inercia. El hombre rajásico es impulsivo y apasionado, lleno de vigor, es un vira (héroe). Y el hombre satwico es un ser puro, adamantino, incorruptible es llamado divya. Es por lo que el ritual y el entrenamiento espiritual (shadana) no debe ser el mismo para todos. Acorde con la naturaleza, su temperamento, su forma de vida, sus aspiraciones, el discípulo será guiado. El conocimiento Kaula sólo lo puede obtener quien sea puro de mente y tenga control de sus sentidos. Estos maestros carecen de toda exuberancia emocional como de depresiones. Estos yoguinis residen en el cuerpo como un viajero, sin deseos, siempre contento, con visión de igualdad, dueños de sus sentidos. Al conocer la gran Verdad interior se diluyen las dudas, las asociaciones o impresiones descontroladas. El yogui, conocedor de la verdad, vive como el cojo, el ciego, el sordo, el impotente, el ebrio, el estúpido (Pandit, 1980:75). Sólo contempla el ser en su interior. Es una condición donde se tergiversan los valores del mundo llegando a encontrar, según el Kularnava Tantra, que lo rechazado en el mundo ordinario, en éste se aprecia. Las consideraciones de las mentes toscas, mundanas, aquí no se aplican. Para este estudioso del Kaula no exiten los preceptos de aceptación o rechazo, ni mérito o desmérito, ni cielo ni infierno. En esta senda el ignorante se hace sabio; el pobre, rico; el decadente prospera, los enemigos se vuelven amigables; y los mismos reyes se hacen sirvientes…las malas cualidades se hacen buenas, lo que no es afín se vuelve afín; y lo que es contrario a la rectitud se vuelve rectitud. La misma muerte llega a ser un médico de ayuda, y el hogar se torna el auténtico paraíso. Lo que el Kula yoqui desea se realiza (ídem).
Tales individuos, en tanto yoguis, viven enmascarados en cualquier forma o profesión y son desconocidos para todos. Dedicados al bienestar del hombre, recorren la tierra desconocidos para los demás. En medio de los hombres viven como intoxicados, mudos, estúpidos. Pueden hablar groseramente, se comportan como ignorantes y parecen despreciables, esta intención lo ejecutan para permanecer ignorados y no pululen a su alrededor. El silencio es su virtud. Pero puede jugar como un niño; comportarse como un subnormal y hablar como un borracho. Vive para provocar la risa, el desagrado y el insulto, verle es apartarse de él, su fin es que lo dejen sólo. Puede tener una apariencia digna, otras decadente, pasar como un fantasma o como un demonio. Acepta las cosas de la vida por el bien del mundo no por deseo 4 . Juega en la sociedad por pura compasión hacia los hombres. Ningún pecado lo mancha. Como el viento que todo lo rosa, el yoqui permanece puro. Apartado de la miseria, contentos siempre, sin dualidades ni envidias y odios, se dedican a absorber en ellos lo divino. Realizará acciones irreprochables, sus trabajos los realizará a diario, vive felizmente desahogado por su acción, dedicado al trabajo aspira su felicidad. Dejando de lado al ego, comprende que sus órganos igualmente hay que dejarlos que se ocupen de sus propias funciones. Este sabio abandona y renuncia a toda acción que lo limite en su proseguir y en tener que abandonar su alegría natural; ha abandonado todo esquema o reglas éticas prescritas. Y al comprender en su corazón la verdad interior no está afectada ni por el mérito ni por el desmérito, están únicamente comprometidos en una ordenación sincera de su vida.
En un inicio, las compañeras de estos individuos fueron yoquinas que simbolizaban a Shakti. Junto a sus compañeros masculinos, los yoguis, practicaron la vida eremita en las cuevas del Himalaya. Tal región, que es una cordillera, está asentadas las fuentes de los ríos sagrados y quedan más cerca el hombre del Sol y la Luna, esto data desde los tiempos de la civilización del Indo. La caverna era el símbolo del yoni (sexo femenino), es decir, el sexo de la diosa, del que se nace y se retorna a la vida. Entre el silencio de esas regiones el yogui y la yoguina buscaron la comunión con la madre primordial Kali por medio de la meditación o la unión sexual, que sería la energía creadora del espíritu y la fuerza (Hodosi, 1994:64). A veces practicaban los ritos sexuales en los cementerios, sobre tumbas, entre cadáveres con el fin de percibir la complementariedad entre la muerte y la finitud de la vida y su antídoto, la sexualidad y el encuentro con lo absoluto del éxtasis.
II.
Qué es Tantra
El camino del medio esta hecho para el hombre que piensa(Sri Aurobindo: Savitri, VI-1
Antes de hablar del término es importante la opinión que nos da el Dalai Lama (2002:81) para comprender la importancia del tantrismo. No dice: que las enseñazas del tantra pueden haber aparecido…gracias a las extraordinarias intuiciones de individuos altamente realizados que eran capaces de explorar en su máxima extensión los elementos físicos y el potencial existente en el cuerpo y la mente humanos. Eso es lo que intentaremos mostrar en las páginas que siguen; en comprender que un tantrik, un discípulo y practicante del tantra, puede alcanzar con este aprendizaje una serie de realizaciones y visiones que lo conducen a recibir una serie de enseñanzas y hábitos que se encuentran a un nivel místico. Por tanto la mejor aptitud ante esta concepción de vida y filosofía no podemos limitarnos a mantener una perspectiva rígidas en tiempo y espacio, para seguir las palabras del venerable budista nombrado.
Definir el tántrismo no resulta una empresa fácil y debemos decir que en principio no propone un simple juego erótico profano sino toda una disciplina espiritual. El término tantra de por sí implica múltiples sentidos. Según Van Lysebeth (1990:72) encontramos una dificultad de definirlo unívocamente por la variedad de significados referidos al término.
Tantra significa lanzadera, trama (del tejido), pero también continuidad, secesión, descendencia, proceso continuo, devenir desarrollo de una ceremonia o rito. También viene a referir a una doctrina mística y mágica o la obra que se inspire en ello: ej. Una acción tántrica. Otros significados nos lo da Desgupta (cit. ídem) para quien tantra significa un tratado que abarca un tema determinado (ello hace que aparezca en otros libros que no tienen referencia con el tantrismo al que estamos aquí refiriendo). Para la mayoría hindú tantra significa toda doctrina que no tiene que ver con los Vedas, es su antinomia. Pero asumiendo esto Van Lysebeth lo utiliza como un cuerpo de doctrinas y prácticas multimilenarias.
También podemos comprenderlo como extender, continuar, multiplicar. También significa tejer, tejido; simbólicamente se trata saber como tejernos con el material con que está hecha la vida; la vida como un tapiz único que hemos elaborado a lo largo de nuestra vida; percibir al universo como un tejido donde todo se imbrica, todo se sostiene, todo actúa sobre todo.
Tantra está compuesto del radical tan (estirar, extender) y el sufijo tra (que indica instrumentalidad), de esta forma tenemos que tantra significaría literalmente instrumento en expansión del campo de la conciencia ordinaria, con el fin de alcanzar una supraconciencia, que según Van Lysebeth, cercano a Eliade, será la raíz del ser y receptáculo de poderes desconocidos que el tantra requiere despertar y utilizar (ídem).
En los estudios de Eliade nos reclama que nos centremos en el significado de la palabra tantra en tanto sucesión, desarrollo, proceso continuo. Veamos sus razones. Según su interpretación tantra viene a ser aquella actitud y disposición del individuo que busca extender el conocimiento, es como lo usan algunos sistemas influenciados por este sistema. No se sabe a ciencia cierta porqué este término vino a designar a todo el movimiento filosófico y religioso que surgió en el siglo IV de n.e. y se convirtió en una especie de moda pan-india a partir del siglo VI (Eliade, 1991:152). Gozó de aceptación entre filósofos, teólogos, ascetas, yoguines, y hasta en las capas populares, etc. El tantrismo no deja de influir en todo lo que era tomado como sagrado para el momento: en los ritos, en la mística, en la filosofía hindú, en la moral, la iconografía y hasta en la literatura. El tantrismo se posa sobre la cultura india pero también afecta al budismo y al jainismo (pero sólo el tantrismo de mano derecha o tantrismo seco, el cual no introduce las prácticas sexuales que refieren al tantrismo de la mano izquierda o tantrismo húmedo).
Se puede establecer dos ramas dentro del sistema soteriológico de autorrealización tántrica. Los sanyasin y los kaula. Sus adeptos son los tantrik (practicante del tantra). La primera rama contiene los tantrik adeptos a la divinidad en su aspecto masculino (Shiva) y practican la ascesis y la sublimación sexual a través de la abstinencia. La segunda rama, kaula (al cual ya hemos hecho referencia antes), los tantrik veneran el aspecto femenino (Shakti) de lo divino y es un intento de superar la dualidad de nuestra mente (sujeto-objeto) aflorando realidades de una conciencia alterada superior, provocando una intencionada inversión de los valores. En el tratado Kularnava Tantra (Pandit, 1980:11) encontramos la siguiente frase que revela esa condición: lo que en el mundo es rebajado, será exaltado, y rebajado lo que en el mundo es exaltado; he ahí el camino del Kula, tal como lo ha expuesto el magnánimo Bhairava. La mala conducta se convierte en buena conducta, el acto prohibido en deber principal, la no-verdad es verdad para los adeptos del Kula. Beber lo que está prohibido beber, comer lo que está prohibido comer, tocar lo que está prohibido tocar: he aquí la parte de los adeptos del Kula. No hay obligación o prohibición, santidad ni pecado mortal, cielo ni infierno para los adeptos del Kula. Esto no es un principio que conduce a justificar y exhortar el libertinaje. Es experimentar con lo prohibido para conocerlo y dejarlo, absorberlo y superarlo en la medida que podamos sacar un conocimiento positivo para nuestras vidas. Las prácticas de los Kula son de liberación de nuestros propios miedos asumidos internamente e infundados externamente para obtener, como dijimos, una experiencia y enseñanza positiva de una acción negativa. Se trata de una trascendencia a nuestras ataduras ilusorias constituidas por medio de la realidad. Ello exige sólidas actitudes, una prolongada preparación y elevados ideales. Podríamos advertir que es una propuesta de atacar lo prohibido asumiéndolo; es como el suelo que nos hace caer pero nos ayuda a levantarnos también. Es un método que nos adentra en el mundo fenoménico para emerger incontaminado, aprovechándonos del engañoso juego de formas percibidas para progresar interiormente hasta lo que llaman como potencia primordial de nuestro ser. El shadaka (practicante) deberá, como el loto que emerge del lodo pestilente sus pétalos sin ensuciarse, renacer de los abismos de maya (ilusión fenoménica) sin mancilla. Situación nada fácil y sin riesgos.
Para el tantrismo el universo es una entidad viva. Tanto una galaxia como los átomos vienen a representar vida en pleno sentido. Esta gran conciencia cósmica se le llama Mahat (Grande). El tántrico percibe al universo como un verdadero continuo; científicamente el universo es un verdadero continuo, nuestro cuerpo es un templo sagrado ligado a esa totalidad cósmica. Esta visión de mundo vendrá a ser una forma de vida que implica aceptación, no rechazo, de todo elemento que trenza a nuestras vidas. No hay rechazo de nadie ni a nada, ni ningún camino espiritual concreto; implica la totalidad y razón de ser de nuestra existencia. Nos muestra que en cada sentimiento, pensamiento y actividad existen raíces poderosas y profundas que al examinarlas pueden permitirnos transitar por un espacio de liberación real. Implica reconocer y aceptar que cada individuo es único, original y que debe desarrollarse a su manera. No hay un sistema absoluto o un pensamiento único que funcione generalmente para todos. Se trata de tomar conciencia para obtener una ración de bienestar individual. Por otra parte el tantra no rechaza nada de la cultura en la que se introduce, la experimenta. Se trata de enfrentar nuestras emociones negativas sin evadirlas. La ira, el miedo, la avaricia, la maldad, los celos, etc. son un material único y específico para el trabajo tántrico. Se trata más que evadirlos o vivirlos de manera superficial de saltar a su interior (nuestro interior) y experimentarlos por completo. Se trata de reparar en nuestros sentimientos. Separarnos del miedo a no querer examinar esos sentimientos que proporcionan sufrimiento y dolor, es decir, las emociones negativas que todos vivimos a diario. En cierta forma el camino del tantra es saltar en la hoguera de nuestros sentimientos. El yoga tántrico implica la aceptación de todas nuestras emociones, no su evasión u ocultación. Se trata de permitirse el tener sentimientos y emociones negativas, los cuales son el veneno que nos aflige, pero ocultar las emociones negativas nos lleva a que no aparezcan en nosotros las posibles emociones de bienestar. Una es requerida para obtener y expresar la otra. Sin darle rienda a una no experimentaremos gozo profundo o gran entusiasmo o amor intenso. Se trata de aprender y reconocer todos los sentimientos que nutren nuestra vida. Se trata de sumergirse en nuestros sentimientos sin introducir ni herir a los demás y no hacerse daño a uno mismo por ellos y superarlos al contemplarlos como un producto residual de nuestra mente. Si se presenta la ira no es para dirigirla a alguien o atacar a alguien. Se trata de expresarla actuándola pero viviéndola en tanto puesta en escena dentro de nuestra intimidad personal a partir de acciones que queramos representar. No rechazar nuestros sentimientos, si eso pasa, empeoramos nuestro malestar. Hay que vivirlos, examinarlos, analizarlos con máxima atención y concentración, y trascenderlos y superarlos; la meditación es una buena práctica al respecto (más adelante hablaremos de ello). Estar atento a lo que nos decimos a nosotros mismos, atender a los pensamientos que cruzan nuestra mente, examinarlos con sinceridad, de forma abierta. Se trata de conseguir una visión más atenta y perfecta de nosotros mismos desde la base del yo interior. Agradeciéndonos de poseer tal condición a pesar del dolor y sufrimientos por los que nos haya hecho transitar. El aceptarlos nos lleva a cambiar y sumergirnos en la verdad de lo que sentimos. No disfrazar nuestras afecciones sino desenmascararlas aceptándolas y agradeciéndonos por lo que somos. En cierta forma un yoguín, que disfruta lo espiritual, se diferencia de un bhogui, el cual viene a ser aquel que disfruta de lo externo, de lo mundano. Y en el mundo mismo, samsara, se convierte en fuente de liberación; bhoga (disfrute de lo externo), se convierte en yoga.
No obstante, el tantra es el aprovechamiento de todas las energías, incluidas las sexuales, afectivas y emocionales. Es una vía liberadora del dolor y del sufrimiento por medio del desapego y el desasimiento, donde el placer o disfrute (bhoga) es instrumento expansivo, no encadenante, en la medida que se vive con una mentalidad disciplinada (yoga). En el tantra nada se reprime, todo se observa: se toma y se fomenta lo positivo y se descarta lo negativo sin reprimir, a través de una observación muy atenta y desapasionada, evitando reactividades que carguen los impulsos negativos; se nos enseña a transformar las energías negativas en positivas: la misma energía está en el odio y en el amor, en la bofetada y en la caricia, sin embargo una nos desintegra el ser, la otra nos lo integra. Pero el mayor bálsamo es el cultivo del afecto o de la fuerza y energía amorosa, tornándose luego en aptitud espontánea. Se instrumentaliza el disfrute y el goce gracias al sadhana: ambos son un medio no un fin. El goce (bhukti) debe propiciar la liberación (mukti): su secreto está en debilitar el ego fenoménico, donde el mundo se utiliza para el entrenamiento psicomental haciendo el salto del Uno sin dos, es decir, superando la dualidad de la conciencia. La evolución personal del Tantra es un esfuerzo individual. Esta se comprende en llevar la responsabilidad individual a lo más elevado. Cada quien es responsable de su propia evolución. Es por ello que podemos advertir que los practicantes del tantra deben madurar primero sus facultades mentales (Dalai Lama, 2002:85)
Definir el tántrismo no resulta una empresa fácil y debemos decir que en principio no propone un simple juego erótico profano sino toda una disciplina espiritual. El término tantra de por sí implica múltiples sentidos. Según Van Lysebeth (1990:72) encontramos una dificultad de definirlo unívocamente por la variedad de significados referidos al término.
Tantra significa lanzadera, trama (del tejido), pero también continuidad, secesión, descendencia, proceso continuo, devenir desarrollo de una ceremonia o rito. También viene a referir a una doctrina mística y mágica o la obra que se inspire en ello: ej. Una acción tántrica. Otros significados nos lo da Desgupta (cit. ídem) para quien tantra significa un tratado que abarca un tema determinado (ello hace que aparezca en otros libros que no tienen referencia con el tantrismo al que estamos aquí refiriendo). Para la mayoría hindú tantra significa toda doctrina que no tiene que ver con los Vedas, es su antinomia. Pero asumiendo esto Van Lysebeth lo utiliza como un cuerpo de doctrinas y prácticas multimilenarias.
También podemos comprenderlo como extender, continuar, multiplicar. También significa tejer, tejido; simbólicamente se trata saber como tejernos con el material con que está hecha la vida; la vida como un tapiz único que hemos elaborado a lo largo de nuestra vida; percibir al universo como un tejido donde todo se imbrica, todo se sostiene, todo actúa sobre todo.
Tantra está compuesto del radical tan (estirar, extender) y el sufijo tra (que indica instrumentalidad), de esta forma tenemos que tantra significaría literalmente instrumento en expansión del campo de la conciencia ordinaria, con el fin de alcanzar una supraconciencia, que según Van Lysebeth, cercano a Eliade, será la raíz del ser y receptáculo de poderes desconocidos que el tantra requiere despertar y utilizar (ídem).
En los estudios de Eliade nos reclama que nos centremos en el significado de la palabra tantra en tanto sucesión, desarrollo, proceso continuo. Veamos sus razones. Según su interpretación tantra viene a ser aquella actitud y disposición del individuo que busca extender el conocimiento, es como lo usan algunos sistemas influenciados por este sistema. No se sabe a ciencia cierta porqué este término vino a designar a todo el movimiento filosófico y religioso que surgió en el siglo IV de n.e. y se convirtió en una especie de moda pan-india a partir del siglo VI (Eliade, 1991:152). Gozó de aceptación entre filósofos, teólogos, ascetas, yoguines, y hasta en las capas populares, etc. El tantrismo no deja de influir en todo lo que era tomado como sagrado para el momento: en los ritos, en la mística, en la filosofía hindú, en la moral, la iconografía y hasta en la literatura. El tantrismo se posa sobre la cultura india pero también afecta al budismo y al jainismo (pero sólo el tantrismo de mano derecha o tantrismo seco, el cual no introduce las prácticas sexuales que refieren al tantrismo de la mano izquierda o tantrismo húmedo).
Se puede establecer dos ramas dentro del sistema soteriológico de autorrealización tántrica. Los sanyasin y los kaula. Sus adeptos son los tantrik (practicante del tantra). La primera rama contiene los tantrik adeptos a la divinidad en su aspecto masculino (Shiva) y practican la ascesis y la sublimación sexual a través de la abstinencia. La segunda rama, kaula (al cual ya hemos hecho referencia antes), los tantrik veneran el aspecto femenino (Shakti) de lo divino y es un intento de superar la dualidad de nuestra mente (sujeto-objeto) aflorando realidades de una conciencia alterada superior, provocando una intencionada inversión de los valores. En el tratado Kularnava Tantra (Pandit, 1980:11) encontramos la siguiente frase que revela esa condición: lo que en el mundo es rebajado, será exaltado, y rebajado lo que en el mundo es exaltado; he ahí el camino del Kula, tal como lo ha expuesto el magnánimo Bhairava. La mala conducta se convierte en buena conducta, el acto prohibido en deber principal, la no-verdad es verdad para los adeptos del Kula. Beber lo que está prohibido beber, comer lo que está prohibido comer, tocar lo que está prohibido tocar: he aquí la parte de los adeptos del Kula. No hay obligación o prohibición, santidad ni pecado mortal, cielo ni infierno para los adeptos del Kula. Esto no es un principio que conduce a justificar y exhortar el libertinaje. Es experimentar con lo prohibido para conocerlo y dejarlo, absorberlo y superarlo en la medida que podamos sacar un conocimiento positivo para nuestras vidas. Las prácticas de los Kula son de liberación de nuestros propios miedos asumidos internamente e infundados externamente para obtener, como dijimos, una experiencia y enseñanza positiva de una acción negativa. Se trata de una trascendencia a nuestras ataduras ilusorias constituidas por medio de la realidad. Ello exige sólidas actitudes, una prolongada preparación y elevados ideales. Podríamos advertir que es una propuesta de atacar lo prohibido asumiéndolo; es como el suelo que nos hace caer pero nos ayuda a levantarnos también. Es un método que nos adentra en el mundo fenoménico para emerger incontaminado, aprovechándonos del engañoso juego de formas percibidas para progresar interiormente hasta lo que llaman como potencia primordial de nuestro ser. El shadaka (practicante) deberá, como el loto que emerge del lodo pestilente sus pétalos sin ensuciarse, renacer de los abismos de maya (ilusión fenoménica) sin mancilla. Situación nada fácil y sin riesgos.
Para el tantrismo el universo es una entidad viva. Tanto una galaxia como los átomos vienen a representar vida en pleno sentido. Esta gran conciencia cósmica se le llama Mahat (Grande). El tántrico percibe al universo como un verdadero continuo; científicamente el universo es un verdadero continuo, nuestro cuerpo es un templo sagrado ligado a esa totalidad cósmica. Esta visión de mundo vendrá a ser una forma de vida que implica aceptación, no rechazo, de todo elemento que trenza a nuestras vidas. No hay rechazo de nadie ni a nada, ni ningún camino espiritual concreto; implica la totalidad y razón de ser de nuestra existencia. Nos muestra que en cada sentimiento, pensamiento y actividad existen raíces poderosas y profundas que al examinarlas pueden permitirnos transitar por un espacio de liberación real. Implica reconocer y aceptar que cada individuo es único, original y que debe desarrollarse a su manera. No hay un sistema absoluto o un pensamiento único que funcione generalmente para todos. Se trata de tomar conciencia para obtener una ración de bienestar individual. Por otra parte el tantra no rechaza nada de la cultura en la que se introduce, la experimenta. Se trata de enfrentar nuestras emociones negativas sin evadirlas. La ira, el miedo, la avaricia, la maldad, los celos, etc. son un material único y específico para el trabajo tántrico. Se trata más que evadirlos o vivirlos de manera superficial de saltar a su interior (nuestro interior) y experimentarlos por completo. Se trata de reparar en nuestros sentimientos. Separarnos del miedo a no querer examinar esos sentimientos que proporcionan sufrimiento y dolor, es decir, las emociones negativas que todos vivimos a diario. En cierta forma el camino del tantra es saltar en la hoguera de nuestros sentimientos. El yoga tántrico implica la aceptación de todas nuestras emociones, no su evasión u ocultación. Se trata de permitirse el tener sentimientos y emociones negativas, los cuales son el veneno que nos aflige, pero ocultar las emociones negativas nos lleva a que no aparezcan en nosotros las posibles emociones de bienestar. Una es requerida para obtener y expresar la otra. Sin darle rienda a una no experimentaremos gozo profundo o gran entusiasmo o amor intenso. Se trata de aprender y reconocer todos los sentimientos que nutren nuestra vida. Se trata de sumergirse en nuestros sentimientos sin introducir ni herir a los demás y no hacerse daño a uno mismo por ellos y superarlos al contemplarlos como un producto residual de nuestra mente. Si se presenta la ira no es para dirigirla a alguien o atacar a alguien. Se trata de expresarla actuándola pero viviéndola en tanto puesta en escena dentro de nuestra intimidad personal a partir de acciones que queramos representar. No rechazar nuestros sentimientos, si eso pasa, empeoramos nuestro malestar. Hay que vivirlos, examinarlos, analizarlos con máxima atención y concentración, y trascenderlos y superarlos; la meditación es una buena práctica al respecto (más adelante hablaremos de ello). Estar atento a lo que nos decimos a nosotros mismos, atender a los pensamientos que cruzan nuestra mente, examinarlos con sinceridad, de forma abierta. Se trata de conseguir una visión más atenta y perfecta de nosotros mismos desde la base del yo interior. Agradeciéndonos de poseer tal condición a pesar del dolor y sufrimientos por los que nos haya hecho transitar. El aceptarlos nos lleva a cambiar y sumergirnos en la verdad de lo que sentimos. No disfrazar nuestras afecciones sino desenmascararlas aceptándolas y agradeciéndonos por lo que somos. En cierta forma un yoguín, que disfruta lo espiritual, se diferencia de un bhogui, el cual viene a ser aquel que disfruta de lo externo, de lo mundano. Y en el mundo mismo, samsara, se convierte en fuente de liberación; bhoga (disfrute de lo externo), se convierte en yoga.
No obstante, el tantra es el aprovechamiento de todas las energías, incluidas las sexuales, afectivas y emocionales. Es una vía liberadora del dolor y del sufrimiento por medio del desapego y el desasimiento, donde el placer o disfrute (bhoga) es instrumento expansivo, no encadenante, en la medida que se vive con una mentalidad disciplinada (yoga). En el tantra nada se reprime, todo se observa: se toma y se fomenta lo positivo y se descarta lo negativo sin reprimir, a través de una observación muy atenta y desapasionada, evitando reactividades que carguen los impulsos negativos; se nos enseña a transformar las energías negativas en positivas: la misma energía está en el odio y en el amor, en la bofetada y en la caricia, sin embargo una nos desintegra el ser, la otra nos lo integra. Pero el mayor bálsamo es el cultivo del afecto o de la fuerza y energía amorosa, tornándose luego en aptitud espontánea. Se instrumentaliza el disfrute y el goce gracias al sadhana: ambos son un medio no un fin. El goce (bhukti) debe propiciar la liberación (mukti): su secreto está en debilitar el ego fenoménico, donde el mundo se utiliza para el entrenamiento psicomental haciendo el salto del Uno sin dos, es decir, superando la dualidad de la conciencia. La evolución personal del Tantra es un esfuerzo individual. Esta se comprende en llevar la responsabilidad individual a lo más elevado. Cada quien es responsable de su propia evolución. Es por ello que podemos advertir que los practicantes del tantra deben madurar primero sus facultades mentales (Dalai Lama, 2002:85)
III.
Shakti: lo espiritual de la fuerza universal femenina
Shakti: lo espiritual de la fuerza universal femenina
Las razones del acogimiento del tantrismo por los hinduistas y los budistas a partir del año 1000 es sin duda que presentaba una especie de nuevo evangelio para la edad oscura (kali-yuga). Se dice que fue un período de decadencia moral y espiritual que comenzó al inicio de la muerte hombre-Dios Krishna (ocurrida el 18 de febrero de 3012 a.C). En un texto del Kalacakra-tantra (Eliade, ídem:154) un pasaje nos revela cómo el rey Sucandra le pide a Buda el Yoga capaz de salvar a los hombres de la destrucción espiritual (kali-yuga). El iluminado le reveló que el Cosmos se encuentra en el cuerpo mismo del hombre, el macrocosmos habita en el microcosmos, y para experimentar ello refirió la importancia de la sexualidad, enseñándole a controlar los ritmos temporales mediante la disciplina del soplo, de la respiración para escapar al dominio del Tiempo y al temor y sufrimiento de la muerte. La Carne, el Cosmos vivo y el Tiempo, constituyen tres elementos fundamentales del sadhana tántrico (ídem).
Los maestros que introducen el tantrismo como disciplina son Asanga (alrededor del 400) y Nagarjuna (s. II n.e.). Aunque hay que referir que sus orígenes históricos no están claros. Sobretodo en lo referente al budismo tántrico pero se supone que el Vajrayana (nombre con el que se conoce este tipo de budismo), aparece a comienzos del s. VI, aumentando su popularidad en el siglo VIII 5.
Los maestros que introducen el tantrismo como disciplina son Asanga (alrededor del 400) y Nagarjuna (s. II n.e.). Aunque hay que referir que sus orígenes históricos no están claros. Sobretodo en lo referente al budismo tántrico pero se supone que el Vajrayana (nombre con el que se conoce este tipo de budismo), aparece a comienzos del s. VI, aumentando su popularidad en el siglo VIII 5.
Asanga, representación pictórica antigua.
El Tantra búdico es clasificado en cuatro clases:
1. Kriya-tantra (1 y 2 son prácticas rituales).
2. Carya-tantra
3. yoga-tantra y (3 y 4 son procesos yóguicos por medio del cual se
4. anuttara-tantra. realiza la verdad suprema).
Pero todo texto tántrico contiene motivos ritualistas e instructivo de tipo yóguico y filosóficos. Cada uno de los tipos de tantra refiere al tipo y temperamentos humanos. Los textos de Kriya-tantra están para los brahmanes y a todo aquel que se inclina por el ritualismo. Los Carya-tantra están dirigidos a los hombres de negocios, y así sucesivamente. Los yoga-tantra y el anuttara-tantra estarán dirigidos al hombre que quiere disciplinar cuerpo, mente y espíritu.
La aparición del Tantra se presenta al noroeste de la India, con la frontera de Afganistán, y al oriente con Bengala y Assam. Es por lo que se dice que esta práctica se inicio en provincias mediocremente hindúes, en las que estaban siempre a la saga del ataque de las capas populares. Por el tantrismo entran en el hinduismo una gran cantidad de elementos extranjeros y exóticos.
Desde el punto de vista religioso hay cambios en los géneros de los dioses. Penetra lo femenino en la espiritualidad India. La gran Diosa adquiere un lugar preponderante y a partir del s.II dos divinidades femeninas penetran en el budismo: Prajñaparamita, creación de los metafísicos y ascetas que significa la Sabiduría Suprema, y Târâ que será la epifanía de la Gran Diosa en la India aborigen. En el hinduismo será reconocida como Shakti, la fuerza cósmica elevada al rango de Madre divina que sostiene al Universo y a todos sus seres, como también a la múltiple sucesión y manifestación de los Dioses. La religión aborigen India siempre adoró a la Diosa Madre por encima de todas las otras divinidades; es una concepción matriarcal religiosa.
La Diosa Madre trae como secuela el observar al misterio de la mujer, el cual no es otro que ser portadora de la creación, la fecundidad y la generación. Será observada y aceptada como condición de cualquier mujer. Toda mujer es encarnación de Shakti.
Emoción mística ante el misterio de todo lo lejano, lo trascendente e invulnerable que hay en la Mujer: ésta viene a simbolizar la irreductibilidad de lo sagrado y de lo divino, la esencia inasible de la realidad última (Eliade, 1991:153). Bajo esta percepción femenina la mujer encarna el misterio de la creación, el misterio del Ser, es la fuerza cósmica que hace posible toda aparición de lo que es y que deviene, muere y renace de manera incomprensible.
Dentro de la mitología filosófica del Samkhya el Espíritu, lo masculino, purusa, es el gran impotente, por no poseer en él la fuerza de la creación natural. Lo masculino, lo macho, es lo inmóvil, lo contemplativo. Es lo femenino, la prakrti, quien engendra, nutre y trabaja. En esta mitología hindú en los momentos de confusión cósmica se acude a Shakti para conjurar a todo peligro. Ella es la fuerza única, la fuente de donde, en principio, surge todo.
En el tantrismo y en todas sus acciones que implica su práctica, no se puede perder de vista la preponderancia de lo femenino encarnado en la Diosa mujer y gran madre Shakti, la cual, como dijimos, es proyectada en toda mujer. Ella es una verdad atemporal, propia para los hombres que viven dentro una edad de sombras, donde el espíritu y lo espiritual se ha perdido y velado por la preponderancia de la carne y del mundo exterior.
Para los Vedas y los maestros del tantrismo encuentran que los tiempos que corren han construido una humanidad que carece del sentido de la espontaneidad y del vigor espiritual que se gozaba en los comienzos de esta concepción y por tanto es incapaz de acceder a la Verdad que implica esta práctica espiritual. En esta caída del hombre se imposibilita vivir el rito vivo, en el que desempeña un papel decisivo el sadhasana tántrico, la iluminación en la que el corazón y la sexualidad sirven de vehículo para alcanzar y experimentar, vivir y encarnar lo trascendente. Esta condición del Shadana representa una estrategia espiritual, un trabajo interior, un entrenamiento místico, un adiestramiento iniciático. Es un conjunto de procedimientos psicoenergéticos, psicosomáticos y psicoespirituales que permiten una posible transformación de la consciencia, la mutación de la psiquis y la transustanciación del cuerpo astral (espiritual). No habrá crecimiento interno sin sadhana. Dentro de ello, el amor consciente es uno de sus más importantes ejercicios (Calle, 1993:136)
Por otra parte hay que advertir, a diferencia con el monoteísmo occidental, que la idea de lo divino no está separada del mundo, pues lo divino es una prolongación y una manifestación de Dios en todo y en nosotros. El tantrismo celebra la divinidad presente en y de todos los seres. Por ello no es una práctica que sirve de pasatiempo dialéctico a teólogos tántricos sino propone, como hemos dicho, una disciplina espiritual/corporal. Todo se acepta en la medida que sea un vehículo para la experiencia de lo divino en el aquí y en el ahora. Bajo este espíritu es que se permitió usar la sexualidad como un ritual para la vivencia de lo divino (maithuna).
De esto comprendemos la actitud anti-ascética y anti-especulativa del tantrismo. La liberación propuesta es a partir del propio cuerpo. El cuerpo representa el Cosmos y a todos los dioses. Y para obtener tal liberación se debe partir por tener un cuerpo sano y fuerte. La liberación debe proveernos de una espontaneidad pura, el cual es hacer realidad nuestro propio Sí mismo. Para ello debemos realizar diversas prácticas que nos lleven a aceptar al Vacío (sunya) como nuestra verdadera naturaleza.
Lo que parece ser una aparente vía fácil para lograr la liberación no lo es. Para ciertos practicantes esta liberación procede al identificar nuestro ser en la unión de Shiva (lo masculino) y Shakti (lo femenino) utilizando un ritual a través del vino, la carne, el amor carnal. Shiva, el principio masculino es estático, su atributo es el miembro en erección o lingam 6. Shakti viene a representar la energía cósmica movilizadora y dinámica que se extiende a través del tiempo y del espacio, crea los colores, las formas y el devenir y manifestación de la materia; su órgano femenino es llamado yoni. El yogui debe trabajar en el dominio de sí para unificar ambas fuerzas equiparadas.
También existe la creencia que la unión suprema con Dios sólo se obtiene mediante la unión sexual. En el Kularnava-tantra se nos habla que nadie puede lograr la perfección mediante ejercicios difíciles y aburridos, la perfección puede obtenerse mediante la satisfacción de todos los deseos (cit. ídem, 155). Ello lleva a aceptar a la lujuria como un camino para lograrlo, al igual comer cualquier tipo de carne, incluyendo, como parece que lo fue en ciertos casos, la humana; la realización de los deseos es la liberación de los mismos. La doctrina fundamental de esta escuela es que el éxitos se consigue con los mismos medios que conducen a la perdición, (Pandit, 1980: 23).
El tantrik puede recurrir a todos los medios para proseguir su búsqueda Ello lleva a explicar que el discípulo tántrico puede mentir, robar, matar cualquier animal, cometer adulterio, siempre y cuando ello puede ser un camino para obtener la iluminación, la conciencia de Buda. Es la fórmula que nos lleva a adquirir la espontaneidad donde se ha superado a las pasiones y al apego persistente. Bajo este contexto los contrarios son ilusorios y se establece que el supremo mal coincide con el supremo bien. Esto es admitido al aceptar que sólo el Vacío universal es lo que es, mientras todo lo demás está desprovisto de realidad ontológica. La condición del hombre es vivir y tender a experimentar y realizar su vida en el Vacío (sunya).
Pero Eliade refiere que esta referencia a la facilidad que ofrece el tantrismo es sólo aparente. Esta idea del Vacío alentó muchos excesos de las orgías tántricas (vamacari). Pero interpretes que persiguen aberraciones de este tipo aparecen en todas las místicas.
La vía del tantra requiere del sadhana (liberación, iluminación), largo y difícil. El vacío (sunya) no es únicamente un No-Ser, es la condición diamantina que busca el brahmán (lo absoluto). ¿Quién es este sunyata, éste iniciado en la experiencia del Vacío?. Su esencia refiere a lo diamantífero, por ser un ser firme, sustancial, indivisible e impenetrable, refractario al fuego e imperecedero (Eliade, 1991:156). Lo fundamental de este budismo es la transformación en un ser de diamante, condición que viene a ser el reencuentro y experiencia de vivir la realidad absoluta. Es la unidad primordial, la cual es lo opuesto al devenir de la creación donde se establece la separación de los dos principios (Shiva y Shakti), experimentando, en consecuencia, un estado perpetuo de dualidad (objeto-sujeto, etc.), arrojándonos al sufrimiento, la ilusión, la esclavitud.Por todo lo anterior podemos comprender ahora que el fin del sadhana tántrico es la unificación de los dos principios polares en el alma 7 y en el cuerpo mismo del discípulo. Es más, no hay alma y cuerpo sino la unidad del ser de diamante, la vivencia de una unidad sustancial donde se reconcilian y subsisten los dos principios revelados por la práctica mística y la meditación. El tantrismo es ante todo una práctica, un ejercicio, una acción, una realización (=sadhana) una vez que hemos sido iniciados por un guía o maestro, es decir, un gurú. Esta enseñanza, como en la mayoría de las escuelas en la antigüedad, se realizaba de boca a oído, es decir, por vía oral, no escrita. Era una doctrina secreta, esotérica en donde se absorbían distintas prácticas que remitían a distintas formas de Gnosis.
No obstante a la necesidad de un gurú podemos decir que debe presentar sus enseñanzas de acuerdo a la escuela que representa y a la que hemos decidido asumir. Lo importante aquí es que el maestro no debe ser arrogante, no debe sentirse como un dios o creador todopoderoso entre su estrecho círculo de discípulos, pensando: ¡Puedo hacer cualquier cosa que me apetezca! Hay un dicho tibetano que declara: Aunque tu nivel sea igual al de los devas, debes comportarte como un ser humano (Dalai Lama, 2002:93).
1. Kriya-tantra (1 y 2 son prácticas rituales).
2. Carya-tantra
3. yoga-tantra y (3 y 4 son procesos yóguicos por medio del cual se
4. anuttara-tantra. realiza la verdad suprema).
Pero todo texto tántrico contiene motivos ritualistas e instructivo de tipo yóguico y filosóficos. Cada uno de los tipos de tantra refiere al tipo y temperamentos humanos. Los textos de Kriya-tantra están para los brahmanes y a todo aquel que se inclina por el ritualismo. Los Carya-tantra están dirigidos a los hombres de negocios, y así sucesivamente. Los yoga-tantra y el anuttara-tantra estarán dirigidos al hombre que quiere disciplinar cuerpo, mente y espíritu.
La aparición del Tantra se presenta al noroeste de la India, con la frontera de Afganistán, y al oriente con Bengala y Assam. Es por lo que se dice que esta práctica se inicio en provincias mediocremente hindúes, en las que estaban siempre a la saga del ataque de las capas populares. Por el tantrismo entran en el hinduismo una gran cantidad de elementos extranjeros y exóticos.
Desde el punto de vista religioso hay cambios en los géneros de los dioses. Penetra lo femenino en la espiritualidad India. La gran Diosa adquiere un lugar preponderante y a partir del s.II dos divinidades femeninas penetran en el budismo: Prajñaparamita, creación de los metafísicos y ascetas que significa la Sabiduría Suprema, y Târâ que será la epifanía de la Gran Diosa en la India aborigen. En el hinduismo será reconocida como Shakti, la fuerza cósmica elevada al rango de Madre divina que sostiene al Universo y a todos sus seres, como también a la múltiple sucesión y manifestación de los Dioses. La religión aborigen India siempre adoró a la Diosa Madre por encima de todas las otras divinidades; es una concepción matriarcal religiosa.
La Diosa Madre trae como secuela el observar al misterio de la mujer, el cual no es otro que ser portadora de la creación, la fecundidad y la generación. Será observada y aceptada como condición de cualquier mujer. Toda mujer es encarnación de Shakti.
Emoción mística ante el misterio de todo lo lejano, lo trascendente e invulnerable que hay en la Mujer: ésta viene a simbolizar la irreductibilidad de lo sagrado y de lo divino, la esencia inasible de la realidad última (Eliade, 1991:153). Bajo esta percepción femenina la mujer encarna el misterio de la creación, el misterio del Ser, es la fuerza cósmica que hace posible toda aparición de lo que es y que deviene, muere y renace de manera incomprensible.
Dentro de la mitología filosófica del Samkhya el Espíritu, lo masculino, purusa, es el gran impotente, por no poseer en él la fuerza de la creación natural. Lo masculino, lo macho, es lo inmóvil, lo contemplativo. Es lo femenino, la prakrti, quien engendra, nutre y trabaja. En esta mitología hindú en los momentos de confusión cósmica se acude a Shakti para conjurar a todo peligro. Ella es la fuerza única, la fuente de donde, en principio, surge todo.
En el tantrismo y en todas sus acciones que implica su práctica, no se puede perder de vista la preponderancia de lo femenino encarnado en la Diosa mujer y gran madre Shakti, la cual, como dijimos, es proyectada en toda mujer. Ella es una verdad atemporal, propia para los hombres que viven dentro una edad de sombras, donde el espíritu y lo espiritual se ha perdido y velado por la preponderancia de la carne y del mundo exterior.
Para los Vedas y los maestros del tantrismo encuentran que los tiempos que corren han construido una humanidad que carece del sentido de la espontaneidad y del vigor espiritual que se gozaba en los comienzos de esta concepción y por tanto es incapaz de acceder a la Verdad que implica esta práctica espiritual. En esta caída del hombre se imposibilita vivir el rito vivo, en el que desempeña un papel decisivo el sadhasana tántrico, la iluminación en la que el corazón y la sexualidad sirven de vehículo para alcanzar y experimentar, vivir y encarnar lo trascendente. Esta condición del Shadana representa una estrategia espiritual, un trabajo interior, un entrenamiento místico, un adiestramiento iniciático. Es un conjunto de procedimientos psicoenergéticos, psicosomáticos y psicoespirituales que permiten una posible transformación de la consciencia, la mutación de la psiquis y la transustanciación del cuerpo astral (espiritual). No habrá crecimiento interno sin sadhana. Dentro de ello, el amor consciente es uno de sus más importantes ejercicios (Calle, 1993:136)
Por otra parte hay que advertir, a diferencia con el monoteísmo occidental, que la idea de lo divino no está separada del mundo, pues lo divino es una prolongación y una manifestación de Dios en todo y en nosotros. El tantrismo celebra la divinidad presente en y de todos los seres. Por ello no es una práctica que sirve de pasatiempo dialéctico a teólogos tántricos sino propone, como hemos dicho, una disciplina espiritual/corporal. Todo se acepta en la medida que sea un vehículo para la experiencia de lo divino en el aquí y en el ahora. Bajo este espíritu es que se permitió usar la sexualidad como un ritual para la vivencia de lo divino (maithuna).
De esto comprendemos la actitud anti-ascética y anti-especulativa del tantrismo. La liberación propuesta es a partir del propio cuerpo. El cuerpo representa el Cosmos y a todos los dioses. Y para obtener tal liberación se debe partir por tener un cuerpo sano y fuerte. La liberación debe proveernos de una espontaneidad pura, el cual es hacer realidad nuestro propio Sí mismo. Para ello debemos realizar diversas prácticas que nos lleven a aceptar al Vacío (sunya) como nuestra verdadera naturaleza.
Lo que parece ser una aparente vía fácil para lograr la liberación no lo es. Para ciertos practicantes esta liberación procede al identificar nuestro ser en la unión de Shiva (lo masculino) y Shakti (lo femenino) utilizando un ritual a través del vino, la carne, el amor carnal. Shiva, el principio masculino es estático, su atributo es el miembro en erección o lingam 6. Shakti viene a representar la energía cósmica movilizadora y dinámica que se extiende a través del tiempo y del espacio, crea los colores, las formas y el devenir y manifestación de la materia; su órgano femenino es llamado yoni. El yogui debe trabajar en el dominio de sí para unificar ambas fuerzas equiparadas.
También existe la creencia que la unión suprema con Dios sólo se obtiene mediante la unión sexual. En el Kularnava-tantra se nos habla que nadie puede lograr la perfección mediante ejercicios difíciles y aburridos, la perfección puede obtenerse mediante la satisfacción de todos los deseos (cit. ídem, 155). Ello lleva a aceptar a la lujuria como un camino para lograrlo, al igual comer cualquier tipo de carne, incluyendo, como parece que lo fue en ciertos casos, la humana; la realización de los deseos es la liberación de los mismos. La doctrina fundamental de esta escuela es que el éxitos se consigue con los mismos medios que conducen a la perdición, (Pandit, 1980: 23).
El tantrik puede recurrir a todos los medios para proseguir su búsqueda Ello lleva a explicar que el discípulo tántrico puede mentir, robar, matar cualquier animal, cometer adulterio, siempre y cuando ello puede ser un camino para obtener la iluminación, la conciencia de Buda. Es la fórmula que nos lleva a adquirir la espontaneidad donde se ha superado a las pasiones y al apego persistente. Bajo este contexto los contrarios son ilusorios y se establece que el supremo mal coincide con el supremo bien. Esto es admitido al aceptar que sólo el Vacío universal es lo que es, mientras todo lo demás está desprovisto de realidad ontológica. La condición del hombre es vivir y tender a experimentar y realizar su vida en el Vacío (sunya).
Pero Eliade refiere que esta referencia a la facilidad que ofrece el tantrismo es sólo aparente. Esta idea del Vacío alentó muchos excesos de las orgías tántricas (vamacari). Pero interpretes que persiguen aberraciones de este tipo aparecen en todas las místicas.
La vía del tantra requiere del sadhana (liberación, iluminación), largo y difícil. El vacío (sunya) no es únicamente un No-Ser, es la condición diamantina que busca el brahmán (lo absoluto). ¿Quién es este sunyata, éste iniciado en la experiencia del Vacío?. Su esencia refiere a lo diamantífero, por ser un ser firme, sustancial, indivisible e impenetrable, refractario al fuego e imperecedero (Eliade, 1991:156). Lo fundamental de este budismo es la transformación en un ser de diamante, condición que viene a ser el reencuentro y experiencia de vivir la realidad absoluta. Es la unidad primordial, la cual es lo opuesto al devenir de la creación donde se establece la separación de los dos principios (Shiva y Shakti), experimentando, en consecuencia, un estado perpetuo de dualidad (objeto-sujeto, etc.), arrojándonos al sufrimiento, la ilusión, la esclavitud.Por todo lo anterior podemos comprender ahora que el fin del sadhana tántrico es la unificación de los dos principios polares en el alma 7 y en el cuerpo mismo del discípulo. Es más, no hay alma y cuerpo sino la unidad del ser de diamante, la vivencia de una unidad sustancial donde se reconcilian y subsisten los dos principios revelados por la práctica mística y la meditación. El tantrismo es ante todo una práctica, un ejercicio, una acción, una realización (=sadhana) una vez que hemos sido iniciados por un guía o maestro, es decir, un gurú. Esta enseñanza, como en la mayoría de las escuelas en la antigüedad, se realizaba de boca a oído, es decir, por vía oral, no escrita. Era una doctrina secreta, esotérica en donde se absorbían distintas prácticas que remitían a distintas formas de Gnosis.
No obstante a la necesidad de un gurú podemos decir que debe presentar sus enseñanzas de acuerdo a la escuela que representa y a la que hemos decidido asumir. Lo importante aquí es que el maestro no debe ser arrogante, no debe sentirse como un dios o creador todopoderoso entre su estrecho círculo de discípulos, pensando: ¡Puedo hacer cualquier cosa que me apetezca! Hay un dicho tibetano que declara: Aunque tu nivel sea igual al de los devas, debes comportarte como un ser humano (Dalai Lama, 2002:93).
IV
Meditación, vacío y mudras
Meditación: La meditación es la capacidad de colocar la mente en un estado de neutralidad, vacío y presente por medio de la concentración de la conciencia, la respiración rítmica y la atención al cuerpo. Como bien se sabe la meditación es una disciplina que nos lleva a estabilizar al pensamiento. Paradójicamente, la unidad mental, es la meta de todos los yoghis. Es un medio espiritual y terapéutico sencillo y difícil al mismo tiempo. Los mantras tántricos, «protectores de la mente» y los Yantras, formas que debe captar la mente, aportan una gran ayuda para estabilizar ésta. Una mente estabilizada conduce a una absorción total, es decir, a la unión del individuo con lo transcendental.
Por medio de ella podemos actualizar la omnisciencia de la mente al captar la naturaleza de la misma mente. ¿Cuál es esa naturaleza de la mente para el tantrismo? Tomando las palabras del Dalai Lama (2002:86) nos dice que la naturaleza de la mente omnisciente se alcanza por medio de la meditación al comprender su continuidad como una condición de eternidad. Esto refiere a que el resto de los estados mentales que alteran esa continuidad, la contaminan. ¿Cuáles estados la contaminan? Las ilusiones o apariencias del mundo fenoménico y los estados emocionales y cognitivos aflictivos: todos son advenedizos y contingentes a la mente: surgen en un momento dado pero también en un momento dado desaparecen por no ser continuos o duraderos, pero eso si, aflictivos. La meditación proporciona a la mente captar esa llamada naturaleza eterna gracias a su continuidad dentro de cada uno de nosotros. Esto significa que uno debe ser capaz de comprender la naturaleza vacía de la mente pura, esto es, una mente cuya naturaleza esencial nunca ha sido contaminada por las ilusiones (ídem).
En el acto sexual conforme al método tántrico, la meditación forma parte de la actividad desempeñada por la pareja en el acercamiento de la comunicación espiritual a través del contacto de los cuerpos. Desempeña un importante papel, contribuyendo, como dijimos, a la estabilización del pensamiento para obtener los beneficios del rito. Durante la cópula normal, el «pensamiento del orgasmo» nos conduce a él. Las técnicas sexuales tántricas subrayan la importancia que tiene el control y la transformación del pensamiento. Esto, a su vez, conduce al éxtasis transcendental. Como dice un axioma tántrico (del Kularnavatantra): «Podemos elevarnos mediante lo mismo que nos hace caer».
Como la condición del maithuna se trata de establecer un enlace espiritual y una concentración absoluta en la experiencia sensible corporal. La conciencia del tantrik debe someterse a una disciplina de silenciarla y relentizarla. Esto se debe a que la mente, tal como existe en tanto conciencia ordinaria, siempre está verbalizando. Puedes conocer palabras, puedes conocer el lenguaje, puedes conocer la estructura conceptual del pensamiento, pero para ciertos autores tántricos eso no es pensar. Es más bien una forma de huir del pensar. Todo objeto requiere ser verbalizado. La mente traduce y transforma en palabras todo objeto existente. Para esta postura ello viene a ser una especie de barrera, una prisión. Es una obsesión lingüística. La meditación requiere como primer paso a entrar en ella tomar conciencia de la permanente verbalización y, consecuentemente, poder detener el río de las palabras. Meditar significará vivir sin palabras, sin retenerse en formas lingüísticas. No es un método, es un proceso, no es una técnica sino una comprensión y ampliación de la conciencia. Más que ser enseñada sólo se puede indicar y sugerir. Todo lo que venga sobre ella y del exterior a nosotros no da seguridad de estar en su captación y realización. Hay que vivirla. Y no perder la recomendación al efectuar una práctica tántrica pues puede resultar perjudicial más que beneficiosa cuando carece de fundamento y de los requisitos básicos para efecutarla (Dalai Lama, 2002:92).
Vacío. Por otra parte encontramos que la meditación ayuda a entrar en un proceso donde la conciencia adquiere la vivencia y compenetración del vacío.En el pensamiento oriental encontramos persistentemente la idea de Vacío (sunya), la cual en el budismo tántrico significa no una comprensión intelectual sino una realización del mismo experimentalmente en cada individuo. No se trata de comunicar, explicar, demostrar la realidad del vacío sino vivir la experiencia de esa verdad espiritual y que está presente en todos los elementos del universo. Es el inicio de la iluminación suprema (sadhana) tántrico. Es una toma de conciencia que arroja la visión de estar presente sobre un mundo privado de naturaleza propia, de sujeto y objeto, obteniendo la idea del vacío a partir del mantra: mi esencia diamantina es el conocimiento del Vacío. Esto forma parte de desear abandonar completamente las causas del sufrimiento, gracias a una completa comprensión de la vacuidad (Dalai Lama, 2002:81)
Otra técnica de misticismo tántrico es el llamado nyasa, la cual es una proyección ritual de diferentes dioses (y sus virtudes o poderes correspondientes, en tanto arquetipos) sobre diferentes partes u órganos del cuerpo. Ella es una práctica antigua que va a ser revalorizada y enriquecida por el tantrismo. Se trata de despertar fuerzas sagradas latentes en la carne misma, arquetipos, o lo que podríamos decir, una inteligencia corporal incorporada en cada parte del cuerpo. Y eso se lleva a cabo mediante un simple acto de meditación
Por medio de ella podemos actualizar la omnisciencia de la mente al captar la naturaleza de la misma mente. ¿Cuál es esa naturaleza de la mente para el tantrismo? Tomando las palabras del Dalai Lama (2002:86) nos dice que la naturaleza de la mente omnisciente se alcanza por medio de la meditación al comprender su continuidad como una condición de eternidad. Esto refiere a que el resto de los estados mentales que alteran esa continuidad, la contaminan. ¿Cuáles estados la contaminan? Las ilusiones o apariencias del mundo fenoménico y los estados emocionales y cognitivos aflictivos: todos son advenedizos y contingentes a la mente: surgen en un momento dado pero también en un momento dado desaparecen por no ser continuos o duraderos, pero eso si, aflictivos. La meditación proporciona a la mente captar esa llamada naturaleza eterna gracias a su continuidad dentro de cada uno de nosotros. Esto significa que uno debe ser capaz de comprender la naturaleza vacía de la mente pura, esto es, una mente cuya naturaleza esencial nunca ha sido contaminada por las ilusiones (ídem).
En el acto sexual conforme al método tántrico, la meditación forma parte de la actividad desempeñada por la pareja en el acercamiento de la comunicación espiritual a través del contacto de los cuerpos. Desempeña un importante papel, contribuyendo, como dijimos, a la estabilización del pensamiento para obtener los beneficios del rito. Durante la cópula normal, el «pensamiento del orgasmo» nos conduce a él. Las técnicas sexuales tántricas subrayan la importancia que tiene el control y la transformación del pensamiento. Esto, a su vez, conduce al éxtasis transcendental. Como dice un axioma tántrico (del Kularnavatantra): «Podemos elevarnos mediante lo mismo que nos hace caer».
Como la condición del maithuna se trata de establecer un enlace espiritual y una concentración absoluta en la experiencia sensible corporal. La conciencia del tantrik debe someterse a una disciplina de silenciarla y relentizarla. Esto se debe a que la mente, tal como existe en tanto conciencia ordinaria, siempre está verbalizando. Puedes conocer palabras, puedes conocer el lenguaje, puedes conocer la estructura conceptual del pensamiento, pero para ciertos autores tántricos eso no es pensar. Es más bien una forma de huir del pensar. Todo objeto requiere ser verbalizado. La mente traduce y transforma en palabras todo objeto existente. Para esta postura ello viene a ser una especie de barrera, una prisión. Es una obsesión lingüística. La meditación requiere como primer paso a entrar en ella tomar conciencia de la permanente verbalización y, consecuentemente, poder detener el río de las palabras. Meditar significará vivir sin palabras, sin retenerse en formas lingüísticas. No es un método, es un proceso, no es una técnica sino una comprensión y ampliación de la conciencia. Más que ser enseñada sólo se puede indicar y sugerir. Todo lo que venga sobre ella y del exterior a nosotros no da seguridad de estar en su captación y realización. Hay que vivirla. Y no perder la recomendación al efectuar una práctica tántrica pues puede resultar perjudicial más que beneficiosa cuando carece de fundamento y de los requisitos básicos para efecutarla (Dalai Lama, 2002:92).
Vacío. Por otra parte encontramos que la meditación ayuda a entrar en un proceso donde la conciencia adquiere la vivencia y compenetración del vacío.En el pensamiento oriental encontramos persistentemente la idea de Vacío (sunya), la cual en el budismo tántrico significa no una comprensión intelectual sino una realización del mismo experimentalmente en cada individuo. No se trata de comunicar, explicar, demostrar la realidad del vacío sino vivir la experiencia de esa verdad espiritual y que está presente en todos los elementos del universo. Es el inicio de la iluminación suprema (sadhana) tántrico. Es una toma de conciencia que arroja la visión de estar presente sobre un mundo privado de naturaleza propia, de sujeto y objeto, obteniendo la idea del vacío a partir del mantra: mi esencia diamantina es el conocimiento del Vacío. Esto forma parte de desear abandonar completamente las causas del sufrimiento, gracias a una completa comprensión de la vacuidad (Dalai Lama, 2002:81)
Otra técnica de misticismo tántrico es el llamado nyasa, la cual es una proyección ritual de diferentes dioses (y sus virtudes o poderes correspondientes, en tanto arquetipos) sobre diferentes partes u órganos del cuerpo. Ella es una práctica antigua que va a ser revalorizada y enriquecida por el tantrismo. Se trata de despertar fuerzas sagradas latentes en la carne misma, arquetipos, o lo que podríamos decir, una inteligencia corporal incorporada en cada parte del cuerpo. Y eso se lleva a cabo mediante un simple acto de meditación
De los mudras: En el tantrismo la palabra mudra tienen un significado distinto a otras posturas filosóficas espirituales orientales. En esta concepción el mudra es el nombre de la compañera del rito sexual maithuna. El origen de cómo se llegó a esta designación del término no está clara. Autores reflejan que mudra significa en sánscrito sello, que igualmente significa matriz. Pero como podemos notar por lo dicho respecto al rito sexual, esta práctica tiene como finalidad la inmovilización del varón o boddhicitta (que a su vez es la detención del semen viril). Si dentro del rito tántrico se exige abstenerse el hombre de eyacular ocurre lo contrario con la mujer, a quien se le exige que experimente tantos orgasmos como fuese posible, con objeto de trasmitir esa energía a su pareja masculina.
Igualmente la práctica de los bhanda y de los mudra utilizados en el Hathayoga serán preparaciones corporales mediante las cuales se llegan a controlar los músculos y nervios de la región genital, que igualmente tendrá que estar rítmicamente sincronizadas con la el control de la respiración que, como vemos, también está sometida a una disciplina corporal. Se logra dominar el semen como se logra controlar la respiración, con esta última se tendrá la puerta para la inmovilidad, la detención de aquél. No hay que olvidar que la inmovilización del semen mediante el pranayana se relaciona con una inmovilidad similar de los estados de conciencia (Eliade. 1991:294). Tendremos que agregar que en la liturgia tántrica el concepto de mudra recibe varias significaciones diferentes a la mencionada antes. La significación más frecuente es la relacionada con la realización y colocación de uno mismo en ciertos estados de conciencia mediante gestos y posturas hieráticas (inmóviles) y en conjunción a determinadas resonancias de sonidos escogidos por su vibración para despertar y armonizar las capas más profundas del ser humano mediante el redescubrimiento del mensaje velado en todo este tipo de gestos arquetípico. No podemos olvidar que el sadhana (la intención) tántrico se haya articulada en un complejo ritual que participan a la vez imágenes, gestos y sonidos.
V.
De los mantras
Igualmente la práctica de los bhanda y de los mudra utilizados en el Hathayoga serán preparaciones corporales mediante las cuales se llegan a controlar los músculos y nervios de la región genital, que igualmente tendrá que estar rítmicamente sincronizadas con la el control de la respiración que, como vemos, también está sometida a una disciplina corporal. Se logra dominar el semen como se logra controlar la respiración, con esta última se tendrá la puerta para la inmovilidad, la detención de aquél. No hay que olvidar que la inmovilización del semen mediante el pranayana se relaciona con una inmovilidad similar de los estados de conciencia (Eliade. 1991:294). Tendremos que agregar que en la liturgia tántrica el concepto de mudra recibe varias significaciones diferentes a la mencionada antes. La significación más frecuente es la relacionada con la realización y colocación de uno mismo en ciertos estados de conciencia mediante gestos y posturas hieráticas (inmóviles) y en conjunción a determinadas resonancias de sonidos escogidos por su vibración para despertar y armonizar las capas más profundas del ser humano mediante el redescubrimiento del mensaje velado en todo este tipo de gestos arquetípico. No podemos olvidar que el sadhana (la intención) tántrico se haya articulada en un complejo ritual que participan a la vez imágenes, gestos y sonidos.
V.
De los mantras
Vive donde tu mente esté cómodaAnónimo
Los mantras y el dharani serán otras técnicas de inducción a un estado interno de atención y contacto con lo sagrado. Son los sonidos místicos que nos condicionan para la salvación, y son conocidos desde los antiguos tiempos del Veda.
Su éxito popular reside en su fácil condición de encontrar un medio para cierta opción mística de concentración y, por ende, de iluminación, gracias al significado, la vibración y la repetición de la fórmula asignada al discípulo por su maestro.
Son un soporte y defensa, una protección y coraza, para la concentración (dharana). En el mundo de la superstición popular estas dharanis vienen a ser una especie de talismanes contra las maldiciones o los demonios, contra toda asechanza del mal inflingido al individuo. Para los ascetas o yoguinis contemplativos las dharanis son verdaderos instrumentos de concentración que se sumergen en una sincronización rítmica con la respiración o pranayana; son sonidos que se repiten mentalmente durante las distintas fases de la respiración: inspiración y espiración. Estos sonidos místicos tienen un valor de lenguaje secreto para iniciados. Su significado sólo se revela por medio de la meditación. Para los profanos su significado resulta ininteligible; su sentido no pertenece al lenguaje racional, que viene a servir a la comunicación de las experiencias seculares. Los dharanis y los mantras sólo revelan su significado siempre que se pronuncien mediante las reglas establecidas para ello, llevándonos, en tanto instrumento de conducción mística, a un despertar individual.
Estos fonemas tienen la virtud de despertar a través de la meditación supuestos estados de conciencia en conformidad con la estructura cósmica, los cuales son difíciles de formular por medio de una terminología mundana. Es una técnica arcana que aspira a adentrar en ciertos estados de éxtasis cósmico propio de los chamanes.
La Verdad del Vacío Universal (sûnyata) forma parte del Cosmos que junto a sus dioses, sus planes y modos de ser se manifiestan un determinado número de mantras. El universo es vibrátil y por tanto sonoro, de la misma forma que es cromático (una infinidad de matices de colores), formal (una infinidad de formas existentes) y sustancial (una multiplicidad de materias que lo componen). Un mantra es un símbolo en el sentido arcaico del término. Gracias a ellos hay una correspondencia entre nuestros órganos sutiles del cuerpo y de las fuerzas latentes y sutiles del universo o cosmos. Al repetir tal símbolo sonoro se despiertan todas las fuerzas correspondientes a distintos niveles del ser. Tal color o sonido místico nos lleva a determinada modalidad del ser, se absorbe o se incorpora determinado estado yóguico, un dios, etc. (Eliade, 1991:162). Son modalidades o vehículos que están ahí para similar cierta realidad ontológica. Si dijimos que tantra significa tejer podemos comprender ese significado al comprender (y experimentar!) que el Cosmos dentro de esta concepción es una vasto tejido de fuerzas subyacentes y en torno a todo.
Tenemos que tener en cuenta que un mantra carece de significación conceptual y nos lleva a meditar en su no-significación y concentrarnos en su intensidad vibratoria sonora, cuya función experimental y mística nos adentra en otras formas de iniciación filosófica diferentes a las occidentales. Como bien señala Eliade: es cierto que la repetición de los mantra anula la realidad del mundo profano (ídem), siendo esto el primer paso del espíritu o fuerzas y energías internas del individuo para desembocar en una realidad más profunda. Y siguen sus palabras: toda repetición indefinida conduce a la destrucción del lenguaje; en algunas tradiciones místicas, esa destrucción parece ser la condición para las experiencias posteriores. Todo ello nos lleva a observar ciertas prácticas que conducen a una experimentación de la física del éxtasis.Dentro de esta tradición de la concentración a través de las vibraciones sonoras de ciertas palabras nos encontramos con el Gran Mantra (que dentro de la tradición es llamado Sriprasadapara), el Hamsa, el cual significa literariamente: Yo Soy Eso, lo cual viene a a afirmar la identidad del jiva (el alma individual) con Shiva, es decir, la criatura con la divinidad creadora. Este mantra la sílaba Ha representa a Shiva, la persona divina, El, y Sa a Shakti, la Naturaleza, Ella. Juntos significan la Creación, representa todas las formas de la creación. En la cada respiración podemos efectuarlo así: en la inspiración pronunciaremos Ha y en la expiración Sa, indefinidamente y de forma automática, afirmando con este mantra la verdad de la existencia. En el Kularnava Tantra afirma que. A quien repite este mantra le viene la capacidad, reverencia, conocimiento, lustre, felicidad, libertad de enfermedades, reinado, cielo, liberación, sobrepasa a los mismos dioses (Pandit, 1980:51), más adelante aún es más enfático el texto respecto a la importancia de esta palabra esotérica: con este mantra no hay distinciones de clase. Quienquiera que lo repita, independientemente de su clase o estado, se libera (ídem:52). Cuando se articula el Mantra de forma viva y con conciencia, así sea una sola vez, los nudos del corazón y la garganta se liberan y quiebran, se vuelven flexibles diferentes miembros, brotan lágrimas de alegría.
Los lugares aconsejables para practicar la shadana (práctica espiritual) del Mantra pueden ser múltiples pero los más recomendables son en un centro sagrado de peregrinaje, a la orilla de un río, una cueva, la cima de una montaña, un lugar de baño sagrado, la confluencia de los ríos, un bosque, un jardín vacío, sobre la raíz de un gran árbol, en la falda de una montaña, un templo solitario, a la orilla del mar y en la propia casa. Se escoge uno de ellos o se nos pide que vivamos en donde nuestra mente esté cómoda. Se aconseja que nuestro hogar sea un lugar de austeridad solitario, libre de ruidos y litigios, agradable, tranquilo, propio y honrado que esté separado de extraños, de malvados, de bestias salvajes. No se debe permanecer donde pasen o vivan personajes públicos como reyes, presidentes, ministros, militares, oligarcas y aristócratas (de sangre) y animales similares.
Sin embargo otros autores prefieren no hacer uso de esta técnica de concentración mental. Rajneesh (1980: 26) así lo advierte. La palabra hindú mantra tambièn significa sugestión: con lo cual se puedes autohipnotizarse por medio de los mantras. Con ellos se llega a producir un estado de reiteración gracias a la palabra repetida en la mente para entrar en determinado estado, como puede ser de sueño. Si se canta ram, ram, ram la mente se dormirá. Llegamos a estar fuera del lenguaje por dormir pero nos encontraremos inconscientes. Los mantras no son una ayuda para la meditación. Esos estados de autohipnosis creados son una regresión, no una ampliación de la conciencia. Rajneesh aconseja abandonar todos los mantras si queremos practicar una meditación profunda. Pues para la meditación se requiere abandonar las palabras, con ella se trata de tomar conciencia de sí y las palabras no ayudan en ello. La meditación entendida así es un acto existencial no mental. Se requiere un tipo de conciencia que desarrolla la atención, es un estado de alerta que a la par lleva a una lentitud en ella.
VI.
Los Mándalas
Su éxito popular reside en su fácil condición de encontrar un medio para cierta opción mística de concentración y, por ende, de iluminación, gracias al significado, la vibración y la repetición de la fórmula asignada al discípulo por su maestro.
Son un soporte y defensa, una protección y coraza, para la concentración (dharana). En el mundo de la superstición popular estas dharanis vienen a ser una especie de talismanes contra las maldiciones o los demonios, contra toda asechanza del mal inflingido al individuo. Para los ascetas o yoguinis contemplativos las dharanis son verdaderos instrumentos de concentración que se sumergen en una sincronización rítmica con la respiración o pranayana; son sonidos que se repiten mentalmente durante las distintas fases de la respiración: inspiración y espiración. Estos sonidos místicos tienen un valor de lenguaje secreto para iniciados. Su significado sólo se revela por medio de la meditación. Para los profanos su significado resulta ininteligible; su sentido no pertenece al lenguaje racional, que viene a servir a la comunicación de las experiencias seculares. Los dharanis y los mantras sólo revelan su significado siempre que se pronuncien mediante las reglas establecidas para ello, llevándonos, en tanto instrumento de conducción mística, a un despertar individual.
Estos fonemas tienen la virtud de despertar a través de la meditación supuestos estados de conciencia en conformidad con la estructura cósmica, los cuales son difíciles de formular por medio de una terminología mundana. Es una técnica arcana que aspira a adentrar en ciertos estados de éxtasis cósmico propio de los chamanes.
La Verdad del Vacío Universal (sûnyata) forma parte del Cosmos que junto a sus dioses, sus planes y modos de ser se manifiestan un determinado número de mantras. El universo es vibrátil y por tanto sonoro, de la misma forma que es cromático (una infinidad de matices de colores), formal (una infinidad de formas existentes) y sustancial (una multiplicidad de materias que lo componen). Un mantra es un símbolo en el sentido arcaico del término. Gracias a ellos hay una correspondencia entre nuestros órganos sutiles del cuerpo y de las fuerzas latentes y sutiles del universo o cosmos. Al repetir tal símbolo sonoro se despiertan todas las fuerzas correspondientes a distintos niveles del ser. Tal color o sonido místico nos lleva a determinada modalidad del ser, se absorbe o se incorpora determinado estado yóguico, un dios, etc. (Eliade, 1991:162). Son modalidades o vehículos que están ahí para similar cierta realidad ontológica. Si dijimos que tantra significa tejer podemos comprender ese significado al comprender (y experimentar!) que el Cosmos dentro de esta concepción es una vasto tejido de fuerzas subyacentes y en torno a todo.
Tenemos que tener en cuenta que un mantra carece de significación conceptual y nos lleva a meditar en su no-significación y concentrarnos en su intensidad vibratoria sonora, cuya función experimental y mística nos adentra en otras formas de iniciación filosófica diferentes a las occidentales. Como bien señala Eliade: es cierto que la repetición de los mantra anula la realidad del mundo profano (ídem), siendo esto el primer paso del espíritu o fuerzas y energías internas del individuo para desembocar en una realidad más profunda. Y siguen sus palabras: toda repetición indefinida conduce a la destrucción del lenguaje; en algunas tradiciones místicas, esa destrucción parece ser la condición para las experiencias posteriores. Todo ello nos lleva a observar ciertas prácticas que conducen a una experimentación de la física del éxtasis.Dentro de esta tradición de la concentración a través de las vibraciones sonoras de ciertas palabras nos encontramos con el Gran Mantra (que dentro de la tradición es llamado Sriprasadapara), el Hamsa, el cual significa literariamente: Yo Soy Eso, lo cual viene a a afirmar la identidad del jiva (el alma individual) con Shiva, es decir, la criatura con la divinidad creadora. Este mantra la sílaba Ha representa a Shiva, la persona divina, El, y Sa a Shakti, la Naturaleza, Ella. Juntos significan la Creación, representa todas las formas de la creación. En la cada respiración podemos efectuarlo así: en la inspiración pronunciaremos Ha y en la expiración Sa, indefinidamente y de forma automática, afirmando con este mantra la verdad de la existencia. En el Kularnava Tantra afirma que. A quien repite este mantra le viene la capacidad, reverencia, conocimiento, lustre, felicidad, libertad de enfermedades, reinado, cielo, liberación, sobrepasa a los mismos dioses (Pandit, 1980:51), más adelante aún es más enfático el texto respecto a la importancia de esta palabra esotérica: con este mantra no hay distinciones de clase. Quienquiera que lo repita, independientemente de su clase o estado, se libera (ídem:52). Cuando se articula el Mantra de forma viva y con conciencia, así sea una sola vez, los nudos del corazón y la garganta se liberan y quiebran, se vuelven flexibles diferentes miembros, brotan lágrimas de alegría.
Los lugares aconsejables para practicar la shadana (práctica espiritual) del Mantra pueden ser múltiples pero los más recomendables son en un centro sagrado de peregrinaje, a la orilla de un río, una cueva, la cima de una montaña, un lugar de baño sagrado, la confluencia de los ríos, un bosque, un jardín vacío, sobre la raíz de un gran árbol, en la falda de una montaña, un templo solitario, a la orilla del mar y en la propia casa. Se escoge uno de ellos o se nos pide que vivamos en donde nuestra mente esté cómoda. Se aconseja que nuestro hogar sea un lugar de austeridad solitario, libre de ruidos y litigios, agradable, tranquilo, propio y honrado que esté separado de extraños, de malvados, de bestias salvajes. No se debe permanecer donde pasen o vivan personajes públicos como reyes, presidentes, ministros, militares, oligarcas y aristócratas (de sangre) y animales similares.
Sin embargo otros autores prefieren no hacer uso de esta técnica de concentración mental. Rajneesh (1980: 26) así lo advierte. La palabra hindú mantra tambièn significa sugestión: con lo cual se puedes autohipnotizarse por medio de los mantras. Con ellos se llega a producir un estado de reiteración gracias a la palabra repetida en la mente para entrar en determinado estado, como puede ser de sueño. Si se canta ram, ram, ram la mente se dormirá. Llegamos a estar fuera del lenguaje por dormir pero nos encontraremos inconscientes. Los mantras no son una ayuda para la meditación. Esos estados de autohipnosis creados son una regresión, no una ampliación de la conciencia. Rajneesh aconseja abandonar todos los mantras si queremos practicar una meditación profunda. Pues para la meditación se requiere abandonar las palabras, con ella se trata de tomar conciencia de sí y las palabras no ayudan en ello. La meditación entendida así es un acto existencial no mental. Se requiere un tipo de conciencia que desarrolla la atención, es un estado de alerta que a la par lleva a una lentitud en ella.
VI.
Los Mándalas
Mándala Yantra
Los mándalas serán otros instrumentos místicos de esta física del éxtasis. El término significa círculo, o centro o como lo que rodea. En los mándalas, compuesto de figuras geométricas, el circulo simboliza el tiempo, mientras que el cuadrado representa el espacio y el triángulo la energía. Son dibujos complejos que implican varios círculos concéntricos que forman anillos externos e internos y divididos en cuatro triángulos. Sus apariencias son muy diversas, teniendo la forma de laberintos, flores (la de loto), palacios con murallas, jardines, geométricos, diamantinas, etc. el mándala más simple se le denomina yantra (en hindú: artefacto, instrumento, objeto para retener al pensamiento y lograr la concentración). Se compone de una serie de triángulos, nueve de los cuales cuatro con la punta hacia arriba y cinco con la punta hacia abajo, teniendo en el centro una serie de varios círculos concéntricos, enmarcados por un cuadrado. El triángulo con la punta hacia abajo simboliza el yoni, es decir, lo femenino representado en la diosa Shakti; el que triángulo con la punta hacia arriba representa al principio masculino, Siva; el punto central (Bindu) significa al Brahman (lo absoluto) indiferenciado. El Yantra vendrá a significar todo un simbolismo lineal de manifestaciones cósmicas a partir de la unidad primordial. Es una imagen del Universo y una teofanía: la creación cósmica y, por tanto, una manifestación de lo divino, de lo perfecto que habita en todo lo que compone el cosmos.
El Mándala es un instrumento para conectarse con lo divino a través de nuestra meditación personal y concentración en las formas geométricas internas perfectas que lo componen. Es por lo que el espacio en que habita el mándala se convierte en un altar o emplazamiento sagrado que lleva al practicante a comunicarse con tres zonas cósmicas: el cielo, la tierra y la región subterránea; este espacio sagrado se convierte en el Centro del Mundo pues todo lugar en el universo puede considerarse centro de todo; es un espacio donde se comunica lo celestial (lo bueno) con lo infernal (lo malo, las emociones negativas) que nos habitan y están en nosotros. Es un ritual de iniciación a las zonas profundas de nuestra inconsciencia mediante un simbolismo geométrico. Cada nivel tiene una simbología. El anillo exterior representa la barrera de fuego que separa a todos los que no están iniciados y –al separarnos de la ilusión del mundo- quema la ignorancia. Luego está al interior el anillo de diamante, el cual es el símbolo de la conciencia suprema, la bobdhi, la iluminación. A su alrededor están ocho cementerios que representan los ocho aspectos de la conciencia desintegrada, y están presentes en los mándalas que integran a las divinidades aterradoras. Sigue el anillo de hoja, que significa el renacimiento espiritual. Y al final, al centro, está el propio mándala que es llamado palacio (vimana), el lugar donde están las imágenes de los dioses. Todo este simbolismo del mándala construye un ritual para comunicarse con lo sagrado de suma importancia para el tantrismo. Esto tiene como finalidad de obtener la soberanía emocional que está relacionada con la libertad espiritual.
Otros elementos que puede presentar la construcción de un mándala serán los guardianes cardinales o de las puertas, los cuales para los iniciados representan aquellos guardianes-emociones que defienden a nuestra conciencia contra las fuerzas disgregantes del inconsciente, teniendo una misión ofensiva: el provocar en nosotros la fuerza de dominio ante el mundo fluido y misterioso del inconsciente. La conciencia, como dijimos antes, debe saltar sobre las emociones negativas que surgen en nosotros y enfrentarlas a partir de estos dioses personales dentro del rito. Todo esto es el viaje de iniciación que se emprende con la penetración de la mente en un mándala en tanto espejo mental como vehículo que nos facilita experimentar y reflejar al conduce nuestra emocionalidad y una mente disgregada a una situación de serenidad y neutralidad interna.
Es por ello que los mándalas con forma de laberinto representan al más allá y al penetrar en el se experimenta un descenso al infierno (descensus ad inferos: que es una muerte seguida de una resurrección). Son una defensa contra los espíritus del caos. Todos tienen como finalidad encontrar las fuerzas inconscientes del vacío universal que habita a todo lo existente y al vacío que forma la condición original y espiritual de nuestro inconsciente. Así pues el mándala vendrá a defender al discípulo contra cualquier fuerza destructiva o emoción negativa que lo habite, ayudándole al mismo tiempo a concentrarse para encontrar una zona emocionalmente neutra, encontrar su centro de tranquilidad emocional. Al final se encontrará con el sadhana tántrico.
Se podrá realizar su construcción virtual tanto en una pintura como en un espacio real abierto que significará un plano ideal transcósmico, que está vinculado con el Paraíso, en el cual vendrán a representarse dioses, animales fantásticos y lugares de gran solaz y tranquilidad placentera. Un espacio donde se ha llegado a poder expulsar a los demonios que nos habitan. El espacio mandálico se convierte en una Tierra de Diamante, siendo el diamante el elemento que representa la incorruptibilidad o la realidad absoluta. Esto implica, como referimos al principio del ensayo, la abolición del Tiempo y de la Historia., un retorno in illo tempore, el instante de la Iluminación de Buda. La abolición del Tiempo es un símbolo paradisíaco, es entrar a lo eterno. El mándala es un Imago mundi, un Centro del Mundo; penetrar en él es entrar al centro del cosmos. Penetrar en el mándala nos lleva a realizar el proceso eterno de la creación en los ritmos del Gran Tiempo cósmico y comprender la vacuidad (Eliade, 1991:169), se realiza una transmutación dentro del inconsciente y en nuestra corporalidad, y debe conducirnos a experimentar el gran misterio, lo absoluto, el vacío, el vuelco total (paravrtti).
El mándala es un apoyo a la meditación, un instrumento de trance. Se utiliza como medio contra las distracciones externas, las tentaciones mentales y el ruido interno producido por nuestras obsesiones y miedos. Al concentrarnos por medio de la meditación en él, nos vuelve invulnerables a los estímulos externos, a los malos espíritus y adversarios. Al penetrarlo encontramos a nuestro propio centro. La concentración debe conducir encontrar a la figura externa del mándala en el interior de nuestra conciencia y experimentar a nuestro cuerpo al mismo mándala. Los mándalas representan estructuras de la psique profunda (Jung) que nos llevan a un proceso de individualización o principio individuationis.
Por otra parte el mándala también está relacionado con el rito del maithuna pues este se realiza alrededor de un altar central que simboliza al mándala: el círculo de la creación. En torno al mándala la pareja construye su propio altar. Es un círculo sagrado que significa el espacio donde se trasciende el ego individual. Se erige como protección y garantía de intimidad de la pareja.
Mándalas Laberinto
VII.
Elogio del cuerpo
A medida que el conocimiento crece, la Luz resplandece desde el interior.
Es un guerrero que brilla en la mente…
Sri Aurobindo: Savitri X-3.
El cuerpo es la piedra angular de la catedral tántrica.
André Van Lysebeth.
El cuerpo es visto por el tantrismo como un centro de fuerzas que hay que cuidar, despertar, desarrollar y ayudar a mantener en el mejor de los estados saludables. Una salud y fuerza homologable a la del cosmos. Una especie de santidad donde sólo puede alcanzarse en la medida que hemos construido un cuerpo divino. No se entiende con ello la vida desde el pesimismo (por la idea de la muerte) y un ascetismo perenne. En este encuentro con la vitalidad interna de esta energía sutil el cuerpo deja de ser una fuente de dolor y pasa a convertirse en un instrumento único, en que el hombre pasa a conquistar la muerte. La liberación, a diferencia de nuestras tendencias religiosas monoteístas, se debe lograr en vida, por ello el cuerpo es un templo que debe conservarse en un estado óptimo el mayor tiempo posible. Como dice Van Lysebeth (1990:75): Durante siglos, el drama de Occidente ha sido oponer la carne al espíritu, pero el tantra no ve ninguna frontera alguna entre los dos, ni siquiera una diferencia de naturaleza intrínseca. La salud, lejos de ser un lujo o un fruto al azar, se convierte en un deber. El primero de nuestros deberes.Este perfecto estado corporal permite una óptima meditación. Buda proclamó que sin un cuerpo sano es imposible conocer la beatitud (Eliade, 1991:171). No hay otro sitio más sagrado que requiera toda nuestra peregrinación y beatitud que nuestro cuerpo. Todos escondemos un Buda dentro de él. El cuerpo es la base del progreso y la realización. El motivo imperioso del instinto universal de autoconservación está dirigido aquí a superar todo el sufrimiento y las calamidades que podemos arrastrar por él, el cuerpo se sincroniza con la Ley correcta del Dharma, el camino correcto, esto nos lleva al Jnana, al conocimiento supremo, del Jnana, pasamos al Dhyana, la meditación y de esta al Yoga, la cual conduce a Mukti, la liberación.
Esta actitud enfática sobre el cuerpo es de suma importancia para alcanzar la experiencia total de vida como parte del sadhana, propio de toda escuela tántrica. Para ello se pide dominar el cuerpo a voluntad y así poder transmutarlo en cuerpo divino, condición de toda la escuela de Hathayoga. Este dominio comienza por un conocimiento de nuestros órganos y sus funciones; es la tarea que emprende aquel que pretenda ser yoguini. Se persigue una perfección que no es del dominio higiénico ni atlético. Esta disciplina yóguica no puede identificarse con una gimnasia. El origen del Hathayoga esta relacionado con el asceta del siglo XII, Gorakhnath, quien se le identifica como el creador de una orden, los Kanphata-yogi.La palabra Hathayoga procede de la raíz sánscrita Hatha que literalmente significa violencia, esfuerzo violento, lo cual vendrá a explicar el esfuerzo que tendrá que hacerse con el cuerpo para lograr su dominio. Este palabra terminó significando al conjunto de recetas y disciplinas tradicionales por los cuales se lograba dominar perfectamente el cuerpo (ídem). Los textos originales, algunos perdidos otros prácticamente difíciles de obtener, refieren a una filosofía sacada de los Vedanta pero en el fondo se centran en recetas técnicas para los fines antes dichos. Estas técnicas son una serie de posturas o asanas que vendrán a fortalecer la salud y a conquistar la muerte. También se cree que vienen a otorgar poderes milagrosos, como por ej., el padmasana que destruye cualquier enfermedad. La frase destruye la vejez y la muerte, o conquista la muerte son logros que se obtienen por medio de estas técnicas.
Se requiere una serie de purificaciones, que son una especie de limpieza corporal que serán internas: limpieza dental y del recto, etc. otra se efectúa introduciéndose un largo cedazo de tela que se deja cierto tiempo en el estómago. También se lleva a cabo la limpieza de los intestinos (grueso y recto) mediante un bombeo hídrico anal.
Igualmente se lleva a cabo la limpieza de las fosas nasales por medio de hilos que se introducen por las ventanas de la nariz. Otros se efectúan a través de movimientos del estómago y de los intestinos. Fijeza de la mirada en un objeto hasta que broten lágrimas. Aspiración de agua por las fosas nasales, escupiéndola por la boca, etc. todas estas purificaciones representan un gran valor en la obtención de esa perfecta salud requerida para la liberación propuesta por el Hathayoga. A la par se deberá llevar una estricto régimen alimenticio, un determinado comportamiento social (evitar los viajes, los baños matinales, no estar en presencia de personas de mal vivir e intención dudosa, etc.). Y la práctica es una condición decisiva para lograrlo; el leit motiv del tantra es mantener la práctica (adhyasa). En la antigüedad las ceremonias del Maithuna iban precedidas por largos periodos de ayuno y abstinencia sexual (hasta seis meses) y toda una serie de limpiezas yoguicas.
Con los ejercicios de la respiración o pranayoga se piensa que puede destruirse los pecados y obtener una purificación de los nadis, que son los canales conductores internos de la energía vital y sutil. Con su apropiación vendrán cambios fisiológicos, llegando a disminuir la necesidad del sueño, de las excreciones y la orina.
Los yoguines llevan a tener poderes sobre el control del sistema neurovegetativo y los cambios de los ritmos cardíacos y respiratorios. Todo ello forma parte de un sistema que despierta una especie de fisiología mística como resultado y experiencias de las prácticas iniciadas y mantenidas por estos yoguines y ascetas. Es la constitución de un cuerpo sutil, para lo que se utilizan sensaciones, tensiones, estados transconcientes que no son fáciles de vivir por los profanos. Se construye una zona psíquica mucho más vasta que la normal. Se penetra en el inconsciente y despiertas niveles arcaicos de la conciencia primordial. Este cuerpo disciplinado corresponde dentro de esta concepción tántrica a la de un dios-hombre. Se crea un microcosmos. Los vientos cósmicos están relacionados con la respiración controlada, pues el aire teje al hombre y, por ende, la respiración teje al hombre.
La respiración es el hilo de la vida. Gracias a la respiración se moviliza la fuerza vital prana. Con su retención en la inspiración (prana) nos alimentamos de la energía integrada al oxígeno, y con la espiración (aprana) podemos aplicar los beneficios curativos por medio de una aptitud positiva al direccionar esta espiración a los órganos que podamos tener afectados.
Encontramos una relación estrecha entre respiración y sexualidad. Los actos sexuales tántricos implican un control consciente de la respiración, el pensamiento y la eyaculación durante la unión física. En realidad, el control respiratorio no presenta complicaciones, dependiendo sobre todo de la atención consciente al ritmo y profundidad de la respiración. Al concentrar la atención sobre la respiración o al contemplarla, desencadenamos un proceso inconsciente y parasimpático, sometido, sin embargo, a un control consciente. El amor tántrico se desarrolla mejor con una respiración profunda, rítmica e inhalada por la nariz. Una vez controlada la respiración, se puede continuar haciendo el amor y se mantiene la energía en circulación por un período casi indefinido.
Otra condición de la respiración es que al estar separados los amantes pueden intercambiar sus energías visualizándose a través de la respiración. Al inspirar tomo tu energía, al exhalar te doy mi energía. Con ello favorecemos un intercambio de anhelos, sensibilidades y de fuerzas sutiles y encontramos la calma del deseo.
Con este dominio interno del cuerpo se conquista ser un microcosmos. La columna vertebral es identificada con una montaña, Meru, la cual represente el eje cósmico. Hay una cosmofisiología arcaica dentro del tantrismo que proviene de la práctica de la experimentación mística junto a una serie de técnicas ascéticas y espirituales. Hay una correspondencia entre los órganos y sus funciones fisiológicas con las regiones cósmicas, con los astros, con los dioses. Visto así, hay una transubstanciación del cuerpo mediante el hathayoga y el Tantra. La diversidad de los cuerpos místicos vehiculadores van desde sonidos, estructuras, iconografías: hay un cuerpo sonoro, un cuerpo arquitectónico, uno cosmológico y místico-cosmológico, obteniendo una amplificación de la sensación del cuerpo. Todas estas explicaciones del cuerpo dadas nos lleva ha estar no ante conceptualizaciones sino mediante imágenes que expresan experiencias transmundanas. Hay una identificación del discípulo con el Cosmos, y ello lo lleva a redescubrir en su cuerpo la génesis y la destrucción de los Universos. Hay que tener en cuenta que el sadhana comprende dos etapas: a) la cosmización del ser humano y b) la trascendencia del Cosmos, es decir, su destrucción mediante la unificación de los contrarios (Sol –lo másculino- y la luna –lo femenino-). Como decimos más adelante, el signo por excelencia de la trascendencia está constituido por el acto final de la Kundalini, es decir, la unión entre Shatki con Siva a la cima de la caja craneana, el sahasrara.
Con esto llegamos a comprender que el cambio o mejora de nuestro cuerpo no puede venir del exterior. Se tiene que conseguir por uno mismo en nuestro interior. El estado de conciencia que alcances en el cuerpo es el mismo estado de conciencia que tendrás en cualquier otro sitio (Pandit, 1980:30). El nivel de conciencia que podemos alcanzar al separarnos del mundo mediante la meditación esta en relación directa a los alcances dentro del cuerpo. Y siempre se tiene que tenerse en cuenta el principio que el cuerpo no dura eternamente. Es por lo que se llama la atención a ejercitar nuestros miembros para no perder vitalidad y que no caigan sobre nosotros adversidades por descuidos, e impida entrar en el camino auspicioso. El hombre sabio sabe que a toda edad acecha el enemigo de la Muerte: cortado por la lanza del deseo, bañado en el aceite del disfrute de los sentidos, cocinando en el fuego de los agrados y desagrados, el hombre es el banquete de la muerte (ídem:32). Nuestra liberación se propicia en la medida que nos liberamos del deseo y de todo apego, pues todos los males surgen del apego 8 .
Esto nos lleva a experimentarnos como un microcosmos, el cual es un despertar para tomar conciencia de ello, conciencia del conjunto de fuerzas que podemos vivenciar a múltiples niveles físicos y que reabsorven periódicamente los Universos. Ello implica un ejercicio que conlleva la destrucción del lenguaje, lo cual simboliza romper con el universo profano de la vida cotidiana para entrar en el Gran Secreto, el cual se expresará a través de un lenguaje intencional. La verdad hay que realizarla en esta vida. Su sentido, en el tantra, casi siempre es erótico, sin tener realmente claro si se trata de un acto o un simbolismo sexual.
Y sin embargo el tantra nos enseña que debo tomar conciencia de mi cuerpo siendo un agregado de miles de millones de células que están todas vivas, todas conscientes, todas inteligentes, y de cuya vida secreta y profunda siempre seremos ignorantes; el cuerpo es un mosaico extraordinario de poderes inexplorados, (Van Lysebeth, 1990:106). En el fondo todas estas prácticas purificadoras nos llevan a ponernos en contacto con la inteligencia superior del cuerpo.
Esta actitud enfática sobre el cuerpo es de suma importancia para alcanzar la experiencia total de vida como parte del sadhana, propio de toda escuela tántrica. Para ello se pide dominar el cuerpo a voluntad y así poder transmutarlo en cuerpo divino, condición de toda la escuela de Hathayoga. Este dominio comienza por un conocimiento de nuestros órganos y sus funciones; es la tarea que emprende aquel que pretenda ser yoguini. Se persigue una perfección que no es del dominio higiénico ni atlético. Esta disciplina yóguica no puede identificarse con una gimnasia. El origen del Hathayoga esta relacionado con el asceta del siglo XII, Gorakhnath, quien se le identifica como el creador de una orden, los Kanphata-yogi.La palabra Hathayoga procede de la raíz sánscrita Hatha que literalmente significa violencia, esfuerzo violento, lo cual vendrá a explicar el esfuerzo que tendrá que hacerse con el cuerpo para lograr su dominio. Este palabra terminó significando al conjunto de recetas y disciplinas tradicionales por los cuales se lograba dominar perfectamente el cuerpo (ídem). Los textos originales, algunos perdidos otros prácticamente difíciles de obtener, refieren a una filosofía sacada de los Vedanta pero en el fondo se centran en recetas técnicas para los fines antes dichos. Estas técnicas son una serie de posturas o asanas que vendrán a fortalecer la salud y a conquistar la muerte. También se cree que vienen a otorgar poderes milagrosos, como por ej., el padmasana que destruye cualquier enfermedad. La frase destruye la vejez y la muerte, o conquista la muerte son logros que se obtienen por medio de estas técnicas.
Se requiere una serie de purificaciones, que son una especie de limpieza corporal que serán internas: limpieza dental y del recto, etc. otra se efectúa introduciéndose un largo cedazo de tela que se deja cierto tiempo en el estómago. También se lleva a cabo la limpieza de los intestinos (grueso y recto) mediante un bombeo hídrico anal.
Igualmente se lleva a cabo la limpieza de las fosas nasales por medio de hilos que se introducen por las ventanas de la nariz. Otros se efectúan a través de movimientos del estómago y de los intestinos. Fijeza de la mirada en un objeto hasta que broten lágrimas. Aspiración de agua por las fosas nasales, escupiéndola por la boca, etc. todas estas purificaciones representan un gran valor en la obtención de esa perfecta salud requerida para la liberación propuesta por el Hathayoga. A la par se deberá llevar una estricto régimen alimenticio, un determinado comportamiento social (evitar los viajes, los baños matinales, no estar en presencia de personas de mal vivir e intención dudosa, etc.). Y la práctica es una condición decisiva para lograrlo; el leit motiv del tantra es mantener la práctica (adhyasa). En la antigüedad las ceremonias del Maithuna iban precedidas por largos periodos de ayuno y abstinencia sexual (hasta seis meses) y toda una serie de limpiezas yoguicas.
Con los ejercicios de la respiración o pranayoga se piensa que puede destruirse los pecados y obtener una purificación de los nadis, que son los canales conductores internos de la energía vital y sutil. Con su apropiación vendrán cambios fisiológicos, llegando a disminuir la necesidad del sueño, de las excreciones y la orina.
Los yoguines llevan a tener poderes sobre el control del sistema neurovegetativo y los cambios de los ritmos cardíacos y respiratorios. Todo ello forma parte de un sistema que despierta una especie de fisiología mística como resultado y experiencias de las prácticas iniciadas y mantenidas por estos yoguines y ascetas. Es la constitución de un cuerpo sutil, para lo que se utilizan sensaciones, tensiones, estados transconcientes que no son fáciles de vivir por los profanos. Se construye una zona psíquica mucho más vasta que la normal. Se penetra en el inconsciente y despiertas niveles arcaicos de la conciencia primordial. Este cuerpo disciplinado corresponde dentro de esta concepción tántrica a la de un dios-hombre. Se crea un microcosmos. Los vientos cósmicos están relacionados con la respiración controlada, pues el aire teje al hombre y, por ende, la respiración teje al hombre.
La respiración es el hilo de la vida. Gracias a la respiración se moviliza la fuerza vital prana. Con su retención en la inspiración (prana) nos alimentamos de la energía integrada al oxígeno, y con la espiración (aprana) podemos aplicar los beneficios curativos por medio de una aptitud positiva al direccionar esta espiración a los órganos que podamos tener afectados.
Encontramos una relación estrecha entre respiración y sexualidad. Los actos sexuales tántricos implican un control consciente de la respiración, el pensamiento y la eyaculación durante la unión física. En realidad, el control respiratorio no presenta complicaciones, dependiendo sobre todo de la atención consciente al ritmo y profundidad de la respiración. Al concentrar la atención sobre la respiración o al contemplarla, desencadenamos un proceso inconsciente y parasimpático, sometido, sin embargo, a un control consciente. El amor tántrico se desarrolla mejor con una respiración profunda, rítmica e inhalada por la nariz. Una vez controlada la respiración, se puede continuar haciendo el amor y se mantiene la energía en circulación por un período casi indefinido.
Otra condición de la respiración es que al estar separados los amantes pueden intercambiar sus energías visualizándose a través de la respiración. Al inspirar tomo tu energía, al exhalar te doy mi energía. Con ello favorecemos un intercambio de anhelos, sensibilidades y de fuerzas sutiles y encontramos la calma del deseo.
Con este dominio interno del cuerpo se conquista ser un microcosmos. La columna vertebral es identificada con una montaña, Meru, la cual represente el eje cósmico. Hay una cosmofisiología arcaica dentro del tantrismo que proviene de la práctica de la experimentación mística junto a una serie de técnicas ascéticas y espirituales. Hay una correspondencia entre los órganos y sus funciones fisiológicas con las regiones cósmicas, con los astros, con los dioses. Visto así, hay una transubstanciación del cuerpo mediante el hathayoga y el Tantra. La diversidad de los cuerpos místicos vehiculadores van desde sonidos, estructuras, iconografías: hay un cuerpo sonoro, un cuerpo arquitectónico, uno cosmológico y místico-cosmológico, obteniendo una amplificación de la sensación del cuerpo. Todas estas explicaciones del cuerpo dadas nos lleva ha estar no ante conceptualizaciones sino mediante imágenes que expresan experiencias transmundanas. Hay una identificación del discípulo con el Cosmos, y ello lo lleva a redescubrir en su cuerpo la génesis y la destrucción de los Universos. Hay que tener en cuenta que el sadhana comprende dos etapas: a) la cosmización del ser humano y b) la trascendencia del Cosmos, es decir, su destrucción mediante la unificación de los contrarios (Sol –lo másculino- y la luna –lo femenino-). Como decimos más adelante, el signo por excelencia de la trascendencia está constituido por el acto final de la Kundalini, es decir, la unión entre Shatki con Siva a la cima de la caja craneana, el sahasrara.
Con esto llegamos a comprender que el cambio o mejora de nuestro cuerpo no puede venir del exterior. Se tiene que conseguir por uno mismo en nuestro interior. El estado de conciencia que alcances en el cuerpo es el mismo estado de conciencia que tendrás en cualquier otro sitio (Pandit, 1980:30). El nivel de conciencia que podemos alcanzar al separarnos del mundo mediante la meditación esta en relación directa a los alcances dentro del cuerpo. Y siempre se tiene que tenerse en cuenta el principio que el cuerpo no dura eternamente. Es por lo que se llama la atención a ejercitar nuestros miembros para no perder vitalidad y que no caigan sobre nosotros adversidades por descuidos, e impida entrar en el camino auspicioso. El hombre sabio sabe que a toda edad acecha el enemigo de la Muerte: cortado por la lanza del deseo, bañado en el aceite del disfrute de los sentidos, cocinando en el fuego de los agrados y desagrados, el hombre es el banquete de la muerte (ídem:32). Nuestra liberación se propicia en la medida que nos liberamos del deseo y de todo apego, pues todos los males surgen del apego 8 .
Esto nos lleva a experimentarnos como un microcosmos, el cual es un despertar para tomar conciencia de ello, conciencia del conjunto de fuerzas que podemos vivenciar a múltiples niveles físicos y que reabsorven periódicamente los Universos. Ello implica un ejercicio que conlleva la destrucción del lenguaje, lo cual simboliza romper con el universo profano de la vida cotidiana para entrar en el Gran Secreto, el cual se expresará a través de un lenguaje intencional. La verdad hay que realizarla en esta vida. Su sentido, en el tantra, casi siempre es erótico, sin tener realmente claro si se trata de un acto o un simbolismo sexual.
Y sin embargo el tantra nos enseña que debo tomar conciencia de mi cuerpo siendo un agregado de miles de millones de células que están todas vivas, todas conscientes, todas inteligentes, y de cuya vida secreta y profunda siempre seremos ignorantes; el cuerpo es un mosaico extraordinario de poderes inexplorados, (Van Lysebeth, 1990:106). En el fondo todas estas prácticas purificadoras nos llevan a ponernos en contacto con la inteligencia superior del cuerpo.
VIII.
Maithuna
Maithuna
Ritual del Maithuna
Este ritual se conoce desde la antigüedad de los tiempos védicos, pero es con el tantrismo que se convierte en un instrumento de salvación. En la India antigua encontramos dos valores posibles de la unión sexual: a) la conyugal o hierogamia (matrimonio divino) y b) la unión sexual orgiástica, cuyo fin es la fecundidad universal (lluvia, cosechas, rebaños, mujeres, etc.) o la creación de una defensa mágica.
Este acto sagrado procede de una antigua ceremonia donde yoguis que practican el tantrismo se unían sexualmente para reproducir la danza cósmica de lo femenino y masculino, representados en la iconografía de sus divinidades.
Van a sacralizar el mundo material al impregnarlo de las divinidades de lo femenino y masculino y establecer la energía sexual como cumpliendo un verdadero papel de fuerza alquímica y unión entre cuerpos y almas: la energía sexual es el ser del hombre. Búsqueda de un amor absoluto e incondicional que trasciende al ego emocional y sus manifestaciones de posesividad, dependencia y apego.
En la simbología de la mujer el cuerpo es el altar, la vulva de la mujer es el crisol alquímico. Es la zona más sagrada para el hombre, la cueva de la energía vital. No hay zonas erógenas fijas. La totalidad del cuerpo es un receptáculo de sensaciones sensuales móviles y cambiantes. Se expresa al transformarse en el lugar consagrado en que se celebra el sacrificio: el regazo es el altar, los vellos el prado, la piel la prensa de soma, el fuego en el medio de la vulva. El fuego sacrificial esta identificado con el órgano sexual femenino, confirmado por el encanto o atracción mágica que asigna el amante a la mujer. Lo femenino está presente en la capacidad procreadora del útero de la mujer o en la energía creadora de la madre tierra.
La figura femenina se tornaba iniciática, fuente de inspiración prodigiosa, llave para hallar la mujer interior. En el tántrismo se insiste en la necesidad del culto a la mujer, siempre refrendado a la vez por un culto a la Diosa (Shakti), porque si falla la mujer (o el hombre en su caso y la mujer deberá adorar a Shiva), jamás lo hará la Diosa, que representa a la madre, amiga, hija, hermana, confidente y compañera espiritual (Calles, 1993:113. Toda mujer es un reflejo de la Diosa, su envoltura carnal a nivel de la materia. De esta manera aunque todas las mujeres del mundo den la espalda al hombre, la Diosa siempre estará con él. Si la mujer amada se pierde, uno canaliza sus energías hacia la Diosa. Al amar a la mujer (o al hombre), se ama el principio incondicionado e inefable que la anima. Puede perderse al ser amado, mas no al principio cósmico o universal que lo nutre. La Diosa es la misma (como el caso de Tara) que a unos libera y a otros (como el caso de Kali) esclaviza; nos abre un sendero hacia el paraíso pero también puede hacerlo hacia el infierno. Se trata de no perder el eje de la claridad y lucidez en uno mismo. Para ello se requiere un trabajo psíquico y físico interior que lleva al adepto a convertirse en un guerrero espiritual tántrico.
El ser completo en sí mismo debe llegar a conquistar lo femenino, la mujer interior si es hombre y al hombre si es mujer, celebrando los esponsales internos. Para un hombre tal, todas las mujeres son sus madres, para una mujer tal, todos los hombres son sus padres (ídem, 120). En esta actitud podemos tomar lo referido por Calles, de un yogui indio que le acusan de no tener prácticas amorosas tántricas: “No estáis en lo cierto. Dentro de mí, mi mujer hace el amor con mi hombre. Me siento completo en mí mismo. No persigo placeres externos. Todas las mujeres son ya mis hermanas y madres. Me he completado interiormente. No persigo la mitad fuera de mí, porque las dos mitades en su interior han formado la unidad. Vosotros seguid tratando de completaros y buscando la Shakti fuera. Yo hago el amor constantemente con ella dentro de mí. Así que no me increpéis porque haga uso desuso de la práctica amorosa. Tal decís por ignorancia”.La mujer representa a la Diosa que a través de ella adquiere forma humana. La mujer shakti celebra su drama y comedia, su juego telúrico, lúdico, sagrado y cósmico a través de su danza, o de la danza que se despierta y se experimenta en el interior de nuestro ser.
La cópula sacro-sexual es el ritual erótico-místico mediante el cual los amantes tántricos, generando un poderoso campo electromagnético en tanto vía al despertar y no al embotamiento, representan la gran cópula cósmica del universo, proyectándose a otros planos mentales, dando paso a un trascender de todas las apariencias, es despojarse de todo apego, aferramiento y actitudes mentales negativas, se trata de sentirse y no pensar. Se busca la unidad personal e interna de Shiva y Shakti. Se restablece con esta cópula nuestra naturaleza original: el acoplamiento externo (con nuestra pareja) es, a la par, acoplamiento interior; desaparece el velo del ego y se da entrada a la unidad total de ambos participantes. La mujer externa constela la Shakti interior en que ella vive. El hombre externo constela el Shiva interior que en él mora. El consorte busca Shakti a través de la mujer, y la consorte a Shiva a través del hombre, esto por medio de un acto sexual de movimientos lentos, suaves y sutiles, llegando a cierta inmovilidad durante un tiempo. Es un acto que sirve de puente entre lo consciente (masculino: estático) y lo inconsciente (femenino: dinámico), en el hombre y lo contrario en la mujer; los orgasmos son inducidos por la lúcida voluntad, un éxtasis religioso: se reproduce un juego y una danza divina, y no un placer obtenido de manera mecánica y ciega. Por lo tanto podemos decir que Shiva se convierte en el hombre cósmico en reposo, en tanto Shakti es la Mujer cósmica en movimiento, fecundando, creando, emitiendo reabsorbiendo, generando formas y nombres sin cesar. El está, ella hace. El es, ella opera, vela y desvela. El es contemplación inafectada e inmutable, ella actividad. El es el océano cósmico de infinita e impávida quietud, y ella es el oleaje que conforma y configura todos los mundos y criaturas (Calle, 1993:128). Se despliega, se manifiesta y expande Shiva mediante Shakti. Shiva se sitúa en la concavidad central del cerebro: ahí reside, ahí habita. Shakti se sitúa en el centro genital: ahí duerme, ahí se aletarga como una serpiente a la espera de ser despertada, (ídem, 129). Conciencia pura y energía pura conviven en todo ser humano. La diosa pasa a ser simbólicamente invocada por el hombre en tanto diosa, hermana, madre, hija, amante, novia, esposa, consorte mágica, mujer espiritual y absoluta. Pero también en la relación sexual la mujer-Shakti se convierte en hechicera, hada, demiurgo y gurú, es decir maestra iniciadora.
Pero previo al ritual se debe mantener la disciplina del yoga, de la meditación, de la observación y contemplación interior y una genuina ética, se pasa habitar en una meditación que está más allá de todo deseo, intención, idea o reacción, viviendo en un silencio total e inalterable. El que llega a conectar internamente las fuerzas de Shiva y Shakti se le reconoce como un liberado viviente, aquel que nada teme, nada ansía, sólo goza, (Calle, 1991:135). Más que un placer tosco y pulsional, la relación sexual-amorosa tántrica tiene como finalidad elevar a los implicados a un desarrollo espiritual que decante en estados de conciencia no-ideacional, manteniendo su atención en las sensaciones, creando un poderoso campo de energía bioquímica y electromagnética, que supera al acto sexual cotidiano y común: se busca una transubstanciación de la pareja (ídem, 154).
El maithuna es un acto grupal, concreto y un ritual interiorizado constituido por mudra (=yoguini; mujer), que implica gestos, posiciones corporales e imágenes fuertemente visualizadas. Es un acto de iniciación. Más que practicarlo se cumple mediante ejercicios que nos ayudan a la experiencia interior, tanto a nivel intelectual por medio de una gesticulación simbólica como una operación fisiológica particular.
Por ser una ceremonia practicada en colectivo en su origen, la energía desprendida del grupo se suma y apoya a las parejas que se inician. Desde nuestra perspectiva occidental esto nos parecería una aberración, sin embargo para los practicantes del rito el acto implica una profunda sanación de nuestra relación con el sexo opuesto, con la sexualidad aprendida y en general con nosotros mismos. El tantra busca sanar los desequilibrios inconscientes que se nos presenta en nuestras tradiciones culturales respecto al cuerpo, al sexo y a la pareja. No es tampoco un hecho orgiástico, ni sexo en grupo. Lleva reconciliación y luz a la oscuridad que nutre las profundidades de nuestro inconsciente, respecto a la relación entre sexualidad masculina y femenina interior. Persigue crear determinadas actitudes internas supra-mentales, junto al desencadenamiento de de determinadas potencias energéticas, aproximándose a una divinidad personal consustancial a nuestro ser y que se comparte con el rito. Es permitir que kundalini despierte y se lleve a planos más elevados –y libres de condicionamientos- de Conocimientos (Pandit, 1980:13). Todo ello implica llevar a cabo una evolución interior donde podamos suprimir conscientemente las pasiones y soltarse de la atracción sexual fenoménica. Es un método de liberación: no es abandonar las pasiones sino a vivirlas desde la conciencia lúcida y entrenada mediante el yoga. El tantra no es irrumpido por ningún canto embriagante de sirenas que lo absorba y lo perturbe en la búsqueda de su evolución espiritual. Sin ejercicio interior, sin yoga, sin respiración, por ejemplo, no hay verdadero acceso al tantra. Se debe aprender a cabalgar sobre el tigre (la mente distraída y que nos gobierna) y no conformarse que el tigre cabalgue sobre nosotros y nos domine.
La idea de la Mujer Divina comienza a arraigarse a partir de los siglos VII y VIII en toda la India. Gracias a ello la sexualidad no es percibida sólo como una situación psicofisiológica entre la pareja sino que adquiere un valor ritual, mitológico simbólico a través del acoplamiento y la unión ceremonial entre un hombre casto y joven como una pumscali (literariamente prostituta), lo cual viene a resaltar aún más la coincidencia oppsitorum, la reintegración de las polaridades. Esto conlleva una valencia cosmológica gracias a ese significado profundo del acoplamiento de los contrarios por la sexualidad. En el tantrismo de la mano izquierda lo significativo es el logro de la transmutación de la unión sexual en canto litúrgico, el pasar de una actividad psicofísica a un acto sacramental, propio de una espiritualidad arcaica. La decadencia sexual del rito del maithuna surge al perder el significado simbólico de las actividades carnales. La conjunción o unidad (samarasa) de los contrarios será una constante metafísica en todos los rituales y meditaciones tántricas. Sus adeptos aceptan la sensualidad como un medio para obtener el nirvana, el samadhi, la iluminación.
En el rito la mujer desnuda representa la prakti. Por tanto habrá que verla con una admiración y desprendimiento, observando en ella el insondable secreto de la naturaleza, como capacidad ilimitada de creación, (Eliade, 1991:191). En la desnudez de la mujer valoramos la emoción sentida ante la revelación del Misterio cósmico. La mujer es transportada a representar la encarnación de la Shakti; la compañera del rito es convertida en Diosa, como el yoguin debe encarnar al Dios, Shiva. La amante del seguidor del Tantra se le llamó Duti, que en sánscrito significa la mensajera (Hodosi, 1994:84). Ella es la mediadora e inductora que conduce al adepto hacia la experiencia interna con lo femenino. El rito tántrico tiene validez dependiendo del grado de madurez alcanzado por los participantes.
Lo masculino se mantiene en inmovilidad, lo femenino contendrá la actividad de la unión; esto significa que el purusa (hombre) estático contempla la actividad creadora de la prakrti (mujer). En esta inmovilidad, es necesario aprender a efectuar prolongados abrazos que despierten poderosas energías, a efectuar movimientos lentos y también a inmovilizarse (aunque prosigan besos y caricias). Como hemos visto, esta inmovilidad implica la retención del movimiento tanto en el pensamiento, en la respiración y en la emisión seminal: ello constituye el supremo Sadhana. De esta manera el acto sexual forma parte del sadhana, el cual es un ejercicio místico, una estrategia espiritual. De esta manera se alcanza en el sadhaka, lo que se llama Rasa (goce-jugo) o Maharaga (la gran emoción). Una actitud puramente mecánica sexual resulta tan absurda como un simple abandono indirecto al placer.
La inmovilidad exigida viene a imitar el modelo del Buda, de Shiva, del Espíritu puro, estático y sereno en medio del juego cósmico. El hombre tántrico no se le piensa como ordinario, dominado por las pasiones sino aquel que las domina, un ser esencial, arquetípico, no nacido, no condicionado por la ilusión del mundo cotidiano, es eterno. La mujer, por otra parte, tampoco es tomada como ordinaria sino es un ser excepcional, extraordinaria, cultivada para ello. Su unión proporciona un juego, el cual es entregarse a la liberación del peso cósmico; en él se da la espontaneidad pura. La unión sexual es un medio para obtener la beatitud suprema (mahasukha), y nunca se debe terminar con la emisión seminal. Es un largo aprendizaje ascético, tanto espiritual como corporal: se debe dominar los sentidos, la mujer debe ser devota, transformada en diosa mediante la iconografía interiorizada en la imaginación. En un principio ciertas tendencias tántricas exigen que se debe servir y convivir por cuatro meses junto a ella como criado, dormir en su mismo cuarto y luego cerca de ella, a sus pies. Luego de cuatro meses el discípulo puede dormir en la misma cama a su lado derecho, y luego entrelazados. Todo ello lleva a despertar un automatismo de la voluptuosidad, que puede permite la beatitud del nirvana –que implica, por el dominio de los sentidos, el dominio seminal. Este juego erótico, que nunca tiene fin, se realiza en un plano meta-fisiológico, pues incorporan en sus vidas, tanto el yoguin como su nayika una condición divina, pues además de la beatitud contempla la realidad última, absoluta.
Cuando Shiva y Shakti (el hombre y la mujer) se unen y el sexo femenino rodea al falo de Shiva, ambos se estremecen bajo el poder vivificante del Shakti. Al hacerse uno ambos son fuente de vida y de placer, es una redención al ciclo de muerte y renacimiento. Esta unión es un ejercicio tántrico de los más fundamentales, al decir de Hodosi (1994:66). Para ello se requiere la práctica de la meditación que lleva a cierta condición común de iluminación de la pareja. Iluminación que en parte es un descubrir por el hombre el principio femenino que lleva en sí, la igual que la mujer el principio masculino que constituye su ser.
Por otra parte podemos notar que ni el cuerpo, ni la sexualidad, ni el anhelo o deseo de amor espiritual fueron motivo de vergüenza en la antigua India; múltiples esculturas y templos así lo atestiguan al presentar en variadas posiciones al hombre y la mujer entrelazados, en entrega plena al acto del placer carnal. Es lo que se nos presenta a la mirada en los templos tántricos de Jagadamba, Lakshamana, Vishvanatha de Kayuraho. En sus fachadas encontramos esculturas de provocadoras escenas eróticas y dentro de ellas un recinto vacío y oscuro para su práctica que recuerda al recogimiento absoluto de un vientre materno.
Templo de Lakshamana
El acto sexual tántrico exige que la pareja se contemplen y visualicen recíprocamente como templos de la Divinidad (Shiva y Shakti copulando). Implica una sacralización de la sexualidad en abierto contraste a la continua y pragmática desacralización de las relaciones sexuales. Como sabemos es una intensificación de nuestras energías a través de la cópula mística, se construye un campo electro-cósmico entre la pareja, constituyendo una emocionalidad que disuelva el ego y se adquiera un sentimiento oceánico precedido por el principio de lo femenino (Shakti).
La mujer es una muchacha instruida por un gurú y cuyo cuerpo se consagra para la unión sexual que es el ritual donde la pareja humana se convierte en divina. Ello establece una preparación que implica una serie de ceremonias y meditación. La amante sintetiza toda la naturaleza femenina, es: madre, hermana, esposa, hija; su voz reclama el amor. Es el camino de la salvación propio de las escuelas tántricas, saivas y búdicas. Esta mujer elegida para el maithuna no es la mujer ordinaria de las orgías 9. Esta esposa momentánea debe ser joven, bella y sabia, con ella se practicará la ceremonia y observará escrupulosamente a las reglas (siksas), pues no hay salvación sin amor, la unión sexual no basta para alcanzar la liberación. Hay un adagio que refiere al ritual del maithuna en estos términos: por los mismos actos que hacen que muchos hombres se quemen en el Infierno durante millones de años, el yoguin obtiene la salvación eterna (ídem:194). La mujer no debe ser tocada para el placer sino para el perfeccionamiento del espíritu, es lo que se nos pide en el tantrismo.
La mujer es una muchacha instruida por un gurú y cuyo cuerpo se consagra para la unión sexual que es el ritual donde la pareja humana se convierte en divina. Ello establece una preparación que implica una serie de ceremonias y meditación. La amante sintetiza toda la naturaleza femenina, es: madre, hermana, esposa, hija; su voz reclama el amor. Es el camino de la salvación propio de las escuelas tántricas, saivas y búdicas. Esta mujer elegida para el maithuna no es la mujer ordinaria de las orgías 9. Esta esposa momentánea debe ser joven, bella y sabia, con ella se practicará la ceremonia y observará escrupulosamente a las reglas (siksas), pues no hay salvación sin amor, la unión sexual no basta para alcanzar la liberación. Hay un adagio que refiere al ritual del maithuna en estos términos: por los mismos actos que hacen que muchos hombres se quemen en el Infierno durante millones de años, el yoguin obtiene la salvación eterna (ídem:194). La mujer no debe ser tocada para el placer sino para el perfeccionamiento del espíritu, es lo que se nos pide en el tantrismo.
Imágenes eróticas del Templo tántrico de Kajuraho, India:
Se nos muestra igualmente la práctica dela zoofilia en él:
Los distintos pasos y observaciones que se debe respetar dentro de la maithuna por medio de la inmovilidad y la supresión del pensamiento, la suprema felicidad, proporciona una identidad de alegría, es la unión de la emoción conjunta al descubrir, de manera inexpresable la unidad experimentada en el acto en tanto estado de vacío, no-ego, vacuidad.
Por otra parte la presencia de deidades femeninas y de lo femenino como fuerza creativa del cosmos viene a ser un elemento importante para los seguidores de esta práctica ritual. Los seguidores de esta tendencia buscan en Shakti apoyo para los conflictos espirituales. Kali o Durga son fuerzas de cambio, de transformación espiritual y destrucción o disolución del ego. Su rito no debe ejecutarse inútilmente.
Otros nombres para dirigirse a Shiva y Shakti son Kamesshvara y Kamershvari, palabras que están compuestas por el prefijo kama (deseo) e ishvara (señor) y ishvari (señora). El deseo es comprendido como una fuerza propulsora cósmica que en tanto ímpetu universal viene a ser origen y disolución del cosmos.
El nivel superior de existencia –el estado transfísico- está inscrito en la conjunción inseparable en el individuo de Shiva y Shakti. Es un estado de integración total –purna¬- sin huella de otredad o dualismo de la conciencia. Dentro de la iconografía hindú esta unidad es representada en la figura de la diosa hermafrodita de Ardhanarishvara, que ilustra con su cuerpo la conjunción de lo femenino y masculino. Ella alberga el deseo o la plenitud; deseo en el plano de lo manifiesto; plenitud en tanto dicha por vivir lo absoluto gracias a esa unidad. Es la experiencia mística de vivir con los dos opuestos reconciliados en el individuo. Simbólicamente representa el equilibrio perfecto a todo espacio y tiempo existente. Por otra parte viene a representar la realidad andrógina de toda psique.
La ceremonia de Chakrapuja, propio del maithuna, comenzaba consumiendo dulces a base cáñamo indio para estimular la sexualidad y luego pasaban a un banquete donde se servía pescado, carne asada, cereales y vino, los cuales vienen a simbolizar los cuatro elementos de la materia.
De las técnicas usadas están la del concilio sexual. En el tantrismo de mano izquierda la toma como el quinto momento de la ceremonia del maithuna. Es la quinta M, el panca-macara, que viene luego de ingerir las cuatro sustancias sagradas de las Ms anteriores al concilio: el madya (el vino), mansa (carne), matsya (pescado) y mudra (cereal seco), que cada uno está ligado a propiedades afrodisíacas en quien los consume. Cada una de estas sustancias viene a ser alimentos que tendrán un significado y función particular para el rito. El vino se toma para proporcionar un estado de internalización que nos lleve a retirar a los sentidos de su absorción en los objetos exteriores; se abren gracias a ello radios de conciencia subliminales más profundos y amplios, facilitando al practicante aferrarse a espacios internos que lo dirijan a cultivar y purificar a su ser (Pandit, 1980:58). El vino no es un medio de intoxicación ni un uso desordenado de los sentidos; su ingesta nos proporciona, como señalamos, un aislamiento de las preocupaciones externas y una relajación de la conciencia. Es bebida santificada para manifestar la felicidad interna. Se recibe para intensificar el goce y estabilizar la contemplación de lo Divino, liberando la mente de ataduras mundanas. ¿La dosis? El Mahanirvana establece que el vino sólo debe tomarse en tanto la mente no se tambalee y la vista no resulte afectada. Beber más es beber como lo harían los animales (Pandit, 1980:59). Quien esté ebrio no puede participar en el ritual. Quien tenga el cuerpo vencido por la intoxicación no es consciente de nada, no entra en meditación, ni tiene austeridad, ni capacidad de contemplación, ni actividad meritoria, ni entra en el pensamiento del ser. Termina siendo solo un adicto al goce de los sentidos, cayendo en un abismo y perdición. El rito separa el disfrute animal del sagrado. La práctica no puede entregarse a los sujetos externos, sean vino, carne, mujeres, etc., pues ello sólo nos condenaría.
La carne sólo es permitida para el ritual. Ante nada debe dañarse una criatura para nuestro beneficio o placer. Todo depende del propósito.
La mujer, como hemos dicho, no puede entenderse otra cosa que una vivencia real de la Shakti interna de cada uno, la cual permanece dormida en el animal humano normal, y es despertada gracias a esta adoración erótico ritual. Se estimula a la mujer para estimular la función esotérica del flujo vaginal llamado rajas, el cual no debe ser confundido con el flujo menstrual; este es la secreción incolora de la mujer que equivale al semen del hombre. Durante el rito se recoge el rajas en una hoja de loto y se añade a un tazón de agua para ofrecerlo a la deidad-guía que preside. Finalmente se lo bebe el hombre con el que se está realizando la conciliación sexual. Esta práctica puede ser calificada de explotación o vampirización de la mujer por parte del hombre. Si bien la pareja tántrica permanece el mayor tiempo inmóvil, la secreción femenina del rajas indica que el rito tiene una clara dimensión física. Hay tendencias tántricas que le dan más prioridad a ello que al sentido espiritual del rito. Sin embargo el tantrismo auténtico persigue el sendero de la purificación (del deseo) y del crecimiento moral. Se critica al adepto que pone por encima los efectos físicos respecto a los espirituales, ya que ello vendría a vulgarizar la disciplina.
Al celebrarse la cópula mística se trata de despertar las energías internas y homologar el intercambio de energías cósmicas, hallando una fecunda complementariedad que dé como resultado el hijo del espíritu (no de la carne) y el androginato alquímico-místico que representa la unificación interior, (Calle, 1993:13). Para ello se nos pide shaktizarnos, es decir, darle toda vida a Shakti dentro de nosotros mismos , desposando nuestro lado masculino con su lado femenino, antesala de la liberación andrógino mística (ídem:119): unión mística de los opuestos: unidad sin dos.
El concilio sexual también recibe el nombre de enredadera. (lata-sadana), siendo lata otro nombre de mujer o vagina prensil. La práctica estable que ambas participantes tienen que estar relajados. En la posición básica del tantra la mujer se sienta a ahorcajadas sobre el hombre y toma la parte activa. Puede llevarse a cabo sobre una silla o un taburete o al borde de la cama. La mujer se encuentra encima del hombre, donde este último deja de presentarse como agente y asume un papel paciente y con una disposición más femenina respecto a su pareja. Pequeños movimientos que estimulan la aparición de una energía cálida y fulgurante por el área pélvica. Se intenta mantener la estimulación si se requiere con los movimientos habituales del coito entre la pareja. Y es justo antes del orgasmo cuando se paran, se calman y permanecen inmóviles. Esto se puede realizar con la práctica tantas veces como se quiera (y dependiendo del tiempo reservado para ello). Esta situación debe conducir al éxtasis donde se disuelven los límites entre los cuerpos y se pierden las diferencias entre hombre y mujer. Es entrar a la percepción de la unidad intemporal con una sensación que puede llegar a durar eternamente. No hace falta orgasmo final o eyaculación, y tampoco lo que llamamos hacer el amor. Esta inmovilidad alcanzada de plenitud sexual no busca más nada a alcanzar. Es el éxtasis. Es la estimulación sexual sin descarga eyaculatoria o alivio orgásmico. Este eros catapulta la conciencia a niveles más altos de realidad. Se canaliza la energía física, las vibraciones del cuerpo y mente hasta un punto en que aumentan con frecuencias (spanda) altas de existencia superiores (Fuerstein, ídem:167). Esto puede ser una conducta que lleve a revelar la vivencia de las llamadas iluminaciones espirituales. Es una especie de amor místico, donde quien alcanza a experimentar la verdad del cuerpo se vuelve capaz de alcanzar la verdad del universo.
Son armonizaciones vibratorias que vienen a estar presentes en el cuerpo y en nuestra psique proveyendo un estado de equilibrio altamente energético, diferentes a la relación o al sueño. Es un acontecimiento interpersonal que implica la unión mística en los amantes tántricos y una ampliación de la energía de unión generada por la intención de la ceremonia que se propaga a todo el círculo de participantes.
No obstante, podemos decir que la popularización del maithuna por parte de determinados individuos que han popularizado la práctica llevan al aprendizaje el estimularse los alumnos unos a otros hasta rozar el orgasmo, o bien alcanzar varios orgasmos en una sola sesión. Otros buscan alentar descargarse, luego de haberse estimulado para alcanzar estados de conciencia alterados. Ello hace que el rito tome otros fines que se concretan en una persecución del placer. No se buscan grandes placeres gratificantes, la atención radica en la fusión vivida entre cada miembro de la pareja al unir sus energías. Dos se hacen uno para disolver en el éxtasis del no-yo. El placer en sí dista del juego amoroso de la pareja divina tántrica. Aparentemente el orgasmo eyaculatorio no está dentro del repertorio tántrico; no conduce a la plenitud sino a simples sensaciones genitales placenteras. La finalidad suprema es llegar a despertar el potencial erótico del cuerpo, la experiencia de un sexo oceánico (Stanislav Grof: 1988), el cual es el flujo lúdico y mutuamente alimentador de intercambio de energías que parecen moverse como una danza. Se trata de experimentar la pérdida de los propios límites; una fusión de pareja en una unidad plena. Esto lleva a establecer que la descarga y la unión genital son tomadas como secundarias. Lo determinante es lograr ese estado de unión trascendente de los principios femenino y masculino en cada uno de los participantes del acto. Se trata de apagar ruidos biológicos (deseos, etc.) en el sistema espiritual. Es un estado estático de plenitud donde el experimentador se hace uno con lo experimentado. El éxtasis viene a ser la superación de la dualidad sujeto objeto, de la dualidad cuerpo alma, de la identidad yoica. El verdadero orgasmo cósmico reside en el estado de no-mente alcanzado; es la obtención de la disolución del uno en el otro en una meditación que no excluye el fuego sexual. Para la figura de la mujer, como hemos visto, forma parte de esta economía de la salvación y su inserción como un elemento importante para estas disciplinas espirituales. Y su finalidad es una sanación de la mente emocional que siempre está anclada en la temporalidad y objetividad.
En tal ceremonia participaban individuos casados y solteros al mismo tiempo, creando una rueda orgiástica que es presidida desde el centro por el gurú o maestro. Como director de ceremonia iniciaba e indicaba las uniones sexuales, donde estaba estrictamente prohibido, como ya se ha referido antes, la eyaculación al hombre. Todo ello buscaba crear un campo de energías que servían para invocar a la diosa Kali, que facilitaba ciertas intensiones a aquellos que la adoraban. En la Maithuna es sublimado el abrazo físico confiriéndole un carácter espiritual. Esto supone un aporte de energía que facilita la felicidad interior al trasmitir al corazón una armonía duradera. Es una experiencia que deberá vivirse para comprender lo que nos sucede más allá de toda racionalización del encuentro de las miradas, del abrazo sexual, y de los acoples que nos abren las puertas del cuerpo embriagado de una fuerza sutil particular que para ellos significaba pasar por las puertas del alma.
IX.
¿Energía sexual?
De las técnicas usadas están la del concilio sexual. En el tantrismo de mano izquierda la toma como el quinto momento de la ceremonia del maithuna. Es la quinta M, el panca-macara, que viene luego de ingerir las cuatro sustancias sagradas de las Ms anteriores al concilio: el madya (el vino), mansa (carne), matsya (pescado) y mudra (cereal seco), que cada uno está ligado a propiedades afrodisíacas en quien los consume. Cada una de estas sustancias viene a ser alimentos que tendrán un significado y función particular para el rito. El vino se toma para proporcionar un estado de internalización que nos lleve a retirar a los sentidos de su absorción en los objetos exteriores; se abren gracias a ello radios de conciencia subliminales más profundos y amplios, facilitando al practicante aferrarse a espacios internos que lo dirijan a cultivar y purificar a su ser (Pandit, 1980:58). El vino no es un medio de intoxicación ni un uso desordenado de los sentidos; su ingesta nos proporciona, como señalamos, un aislamiento de las preocupaciones externas y una relajación de la conciencia. Es bebida santificada para manifestar la felicidad interna. Se recibe para intensificar el goce y estabilizar la contemplación de lo Divino, liberando la mente de ataduras mundanas. ¿La dosis? El Mahanirvana establece que el vino sólo debe tomarse en tanto la mente no se tambalee y la vista no resulte afectada. Beber más es beber como lo harían los animales (Pandit, 1980:59). Quien esté ebrio no puede participar en el ritual. Quien tenga el cuerpo vencido por la intoxicación no es consciente de nada, no entra en meditación, ni tiene austeridad, ni capacidad de contemplación, ni actividad meritoria, ni entra en el pensamiento del ser. Termina siendo solo un adicto al goce de los sentidos, cayendo en un abismo y perdición. El rito separa el disfrute animal del sagrado. La práctica no puede entregarse a los sujetos externos, sean vino, carne, mujeres, etc., pues ello sólo nos condenaría.
La carne sólo es permitida para el ritual. Ante nada debe dañarse una criatura para nuestro beneficio o placer. Todo depende del propósito.
La mujer, como hemos dicho, no puede entenderse otra cosa que una vivencia real de la Shakti interna de cada uno, la cual permanece dormida en el animal humano normal, y es despertada gracias a esta adoración erótico ritual. Se estimula a la mujer para estimular la función esotérica del flujo vaginal llamado rajas, el cual no debe ser confundido con el flujo menstrual; este es la secreción incolora de la mujer que equivale al semen del hombre. Durante el rito se recoge el rajas en una hoja de loto y se añade a un tazón de agua para ofrecerlo a la deidad-guía que preside. Finalmente se lo bebe el hombre con el que se está realizando la conciliación sexual. Esta práctica puede ser calificada de explotación o vampirización de la mujer por parte del hombre. Si bien la pareja tántrica permanece el mayor tiempo inmóvil, la secreción femenina del rajas indica que el rito tiene una clara dimensión física. Hay tendencias tántricas que le dan más prioridad a ello que al sentido espiritual del rito. Sin embargo el tantrismo auténtico persigue el sendero de la purificación (del deseo) y del crecimiento moral. Se critica al adepto que pone por encima los efectos físicos respecto a los espirituales, ya que ello vendría a vulgarizar la disciplina.
Al celebrarse la cópula mística se trata de despertar las energías internas y homologar el intercambio de energías cósmicas, hallando una fecunda complementariedad que dé como resultado el hijo del espíritu (no de la carne) y el androginato alquímico-místico que representa la unificación interior, (Calle, 1993:13). Para ello se nos pide shaktizarnos, es decir, darle toda vida a Shakti dentro de nosotros mismos , desposando nuestro lado masculino con su lado femenino, antesala de la liberación andrógino mística (ídem:119): unión mística de los opuestos: unidad sin dos.
El concilio sexual también recibe el nombre de enredadera. (lata-sadana), siendo lata otro nombre de mujer o vagina prensil. La práctica estable que ambas participantes tienen que estar relajados. En la posición básica del tantra la mujer se sienta a ahorcajadas sobre el hombre y toma la parte activa. Puede llevarse a cabo sobre una silla o un taburete o al borde de la cama. La mujer se encuentra encima del hombre, donde este último deja de presentarse como agente y asume un papel paciente y con una disposición más femenina respecto a su pareja. Pequeños movimientos que estimulan la aparición de una energía cálida y fulgurante por el área pélvica. Se intenta mantener la estimulación si se requiere con los movimientos habituales del coito entre la pareja. Y es justo antes del orgasmo cuando se paran, se calman y permanecen inmóviles. Esto se puede realizar con la práctica tantas veces como se quiera (y dependiendo del tiempo reservado para ello). Esta situación debe conducir al éxtasis donde se disuelven los límites entre los cuerpos y se pierden las diferencias entre hombre y mujer. Es entrar a la percepción de la unidad intemporal con una sensación que puede llegar a durar eternamente. No hace falta orgasmo final o eyaculación, y tampoco lo que llamamos hacer el amor. Esta inmovilidad alcanzada de plenitud sexual no busca más nada a alcanzar. Es el éxtasis. Es la estimulación sexual sin descarga eyaculatoria o alivio orgásmico. Este eros catapulta la conciencia a niveles más altos de realidad. Se canaliza la energía física, las vibraciones del cuerpo y mente hasta un punto en que aumentan con frecuencias (spanda) altas de existencia superiores (Fuerstein, ídem:167). Esto puede ser una conducta que lleve a revelar la vivencia de las llamadas iluminaciones espirituales. Es una especie de amor místico, donde quien alcanza a experimentar la verdad del cuerpo se vuelve capaz de alcanzar la verdad del universo.
Son armonizaciones vibratorias que vienen a estar presentes en el cuerpo y en nuestra psique proveyendo un estado de equilibrio altamente energético, diferentes a la relación o al sueño. Es un acontecimiento interpersonal que implica la unión mística en los amantes tántricos y una ampliación de la energía de unión generada por la intención de la ceremonia que se propaga a todo el círculo de participantes.
No obstante, podemos decir que la popularización del maithuna por parte de determinados individuos que han popularizado la práctica llevan al aprendizaje el estimularse los alumnos unos a otros hasta rozar el orgasmo, o bien alcanzar varios orgasmos en una sola sesión. Otros buscan alentar descargarse, luego de haberse estimulado para alcanzar estados de conciencia alterados. Ello hace que el rito tome otros fines que se concretan en una persecución del placer. No se buscan grandes placeres gratificantes, la atención radica en la fusión vivida entre cada miembro de la pareja al unir sus energías. Dos se hacen uno para disolver en el éxtasis del no-yo. El placer en sí dista del juego amoroso de la pareja divina tántrica. Aparentemente el orgasmo eyaculatorio no está dentro del repertorio tántrico; no conduce a la plenitud sino a simples sensaciones genitales placenteras. La finalidad suprema es llegar a despertar el potencial erótico del cuerpo, la experiencia de un sexo oceánico (Stanislav Grof: 1988), el cual es el flujo lúdico y mutuamente alimentador de intercambio de energías que parecen moverse como una danza. Se trata de experimentar la pérdida de los propios límites; una fusión de pareja en una unidad plena. Esto lleva a establecer que la descarga y la unión genital son tomadas como secundarias. Lo determinante es lograr ese estado de unión trascendente de los principios femenino y masculino en cada uno de los participantes del acto. Se trata de apagar ruidos biológicos (deseos, etc.) en el sistema espiritual. Es un estado estático de plenitud donde el experimentador se hace uno con lo experimentado. El éxtasis viene a ser la superación de la dualidad sujeto objeto, de la dualidad cuerpo alma, de la identidad yoica. El verdadero orgasmo cósmico reside en el estado de no-mente alcanzado; es la obtención de la disolución del uno en el otro en una meditación que no excluye el fuego sexual. Para la figura de la mujer, como hemos visto, forma parte de esta economía de la salvación y su inserción como un elemento importante para estas disciplinas espirituales. Y su finalidad es una sanación de la mente emocional que siempre está anclada en la temporalidad y objetividad.
En tal ceremonia participaban individuos casados y solteros al mismo tiempo, creando una rueda orgiástica que es presidida desde el centro por el gurú o maestro. Como director de ceremonia iniciaba e indicaba las uniones sexuales, donde estaba estrictamente prohibido, como ya se ha referido antes, la eyaculación al hombre. Todo ello buscaba crear un campo de energías que servían para invocar a la diosa Kali, que facilitaba ciertas intensiones a aquellos que la adoraban. En la Maithuna es sublimado el abrazo físico confiriéndole un carácter espiritual. Esto supone un aporte de energía que facilita la felicidad interior al trasmitir al corazón una armonía duradera. Es una experiencia que deberá vivirse para comprender lo que nos sucede más allá de toda racionalización del encuentro de las miradas, del abrazo sexual, y de los acoples que nos abren las puertas del cuerpo embriagado de una fuerza sutil particular que para ellos significaba pasar por las puertas del alma.
IX.
¿Energía sexual?
El hombre tiene dos alternativas: suicidarse o transformar su energía.Rajneesch
La sexualidad es una gran energíaRamiro Calle
La energía sexual no existe. La energía es una y la misma. El sexo es una de las formas en que se expresa, es una aplicación de ella. El sexo es una forma de utilizar la energía vital. De esta manera la energía sexual bien pudiéramos decir que es aquella que se manifiesta a través de la sexualidad y que constituye un vínculo entre el espíritu y la materia, capacitándonos a que podamos penetrar el espíritu en el cuerpo (Haich, 1991:20). Si asumimos al sexo como placer único entonces se degrada el resto de la vida; y se pierde la oportunidad para transformarse a partir de esa energía vital que todos poseemos. Si se asume como el único fin se pierde su significado espiritual. Al asumirla sólo como medio es fundamento biológico para la continuación de la vida en tanto procreación. La propuesta del tantrismo es la práctica de una sexualidad que se practica en tanto meditación individual participativa con el compañero o pareja. Si la sexualidad se encuentra engarzada a la meditación surge la dimensión espiritual, es un momento de paso en la evolución espiritual individual. Al comprender y aceptar que toda energía es neutra podemos notar las distintas formas por las que se manifiesta, siendo la energía sexual una más: es la energía que fluye a través de tu sexo, a través de la puerta biológica. Para el tantrismo esta misma energía se construye por medio de un acto vivido como espiritual es por encontrarse en presente con la experiencia de lo divino que hay en cada individuo. La misma energía es energía espiritual cuando fluye hacia lo divino (Rajneesh 1980:36).
La energía expresada biológicamente es sexo. Lo cual sirve para superar por medio crear otro ser la idea de que nuestro muere definitivamente, ello nos lleva a crear otro cuerpo que nos reemplace, una réplica; y más al tener claro que la muerte es un hecho irremediable y seguro. Es por lo que la sexualidad se convierte en algo obsesivo, intenso y apremiante, condición totalmente apoyado por todos los elementos orgánicos que se encuentran dentro del marco de la naturaleza. Gracias al sexo la vida sigue y existe. Es una realidad biológica indudable. Esta afirmación se opone a la actitud religiosa occidental la cual ha creado toda una condición sexual pervertida y neurótica, postura que es un descenso a la espiritualidad más que una elevación. La represión promueve la insania mental que nos lleva a un conflicto energético interior que deberá explotar de alguna forma.
Esta energía al expresarse emocionalmente es amor o afecto, al volverse odio se transforma en ira. Pero cada una de ellas son manifestaciones por donde ha surgido la energía interna a la vida por medio de los actos y representaciones a través de nuestro cuerpo y mente. Para esta concepción más que hablar de una sublimación de la sexualidad, lo cual tiene toda una connotación negativa de represión, generando un conflicto destructivo en nuestro interior, nos plantea una transcendencia de la sexualidad vivido como éxtasis. Utilizar al sexo como un acto de meditación.
En este caso las energías sexuales potencias otras energías vitales y son fuente de salud, integración y vitalidad. Se favorece la purificación y circulación de las energías sutiles, se abren los canales energéticos y se logra una implosión en la conciencia para que pueda captar otras realidades. La sexualidad sagrada, como el tantra, tiende un puente con lo infinito, lo absoluto. Se hace de la relación sexual un yoga o sadhaba, es decir, un método de reintegración espiritual, (Calle, 1993:36). Entre las cualidades a desarrollar está la atención y una excepcional percepción que debe cohabitar con una ralentización de la respiración pausada y rítmica, efectuándola con la cópula mediante movimientos lentos acompañados con inmovilidad, acoplando internamente las poderosas fuerzas universales de carácter femenino y masculino. (ídem, 36s). La relación erótica se instrumenta para lograr una complementariedad perfecta y un encuentro con el andrógino espiritual individual: el hombre busca su lado femenino, su mujer interna y complementadora de su ser, e igual en la mujer con lo masculino; nos encontramos con lo femenino y lo masculino, el ying y el yang, lo solar y lo lunar: es la conjugación de los contrarios dentro de uno. Para ello se requiere una disponibilidad especial, es una acción para algunos y no para todos. Esta práctica sexual sagrada vendrá a requerir una dilatada preparación y una purificada actitud hacia sí y hacia el otro. Variados serán los métodos inductorios y a los cuales ya nos hemos referido: trance místico por medio de danzas y músicas dionisíacas e hipnóticas, mándalas, el yoga, la meditación y las variantes de respiración para obtener un vaciamiento interno que nos lleva a experimentar realidad fuera del espacio conceptual de la mente. Es unidad y origen donde nuestro compañero (a) se convierte en copartícipe de un viaje vital y místico, siendo guiados por nuestros profundos arquetipos de fuerzas contrapuestas, llegando a ser uno sin dos: es abordar lo inefable.
Hay un poderoso intercambio de energías a nivel sutil. Esta práctica también fue utilizada por Sócrates (y Gandhi), que dormía junto a jóvenes sin rozarlas siquiera, haciendo el amor los cuerpos astrales, pero no físicos. En el tantra encontramos que sus adeptos pueden pasar meses durmiendo juntos sin tan siquiera tocar a la amada, encendiendo de esta forma la pasión hasta los límites. Se trata de encontrar en el amado (o amada) una energía soberbia que instrumentalizada nos lleva a realizar obras de valor y significancia mayor. Este amor proporciona energía y poder (de realizar y crear, no de dominar un cuerpo). Se puede llegar a trascender el amor libidinal o sexual y asumir el andróginato espiritual, al desarrollar y maridar las internas energías masculinas y femeninas, (Calle, 1993:114).
La sexualidad mística redobla nuestra vitalidad, despierta energías aletargadas, nos conecta con los más orientadores arquetipos, suprime las ideaciones mentales para darnos a conocer otros lados de la mente y desencadenar otro tipo de percepción, favorece el cuerpo y a la mente, previene contra el apego y el aferramiento y ayuda notablemente al acrecentamiento de la conciencia.
La energía expresada biológicamente es sexo. Lo cual sirve para superar por medio crear otro ser la idea de que nuestro muere definitivamente, ello nos lleva a crear otro cuerpo que nos reemplace, una réplica; y más al tener claro que la muerte es un hecho irremediable y seguro. Es por lo que la sexualidad se convierte en algo obsesivo, intenso y apremiante, condición totalmente apoyado por todos los elementos orgánicos que se encuentran dentro del marco de la naturaleza. Gracias al sexo la vida sigue y existe. Es una realidad biológica indudable. Esta afirmación se opone a la actitud religiosa occidental la cual ha creado toda una condición sexual pervertida y neurótica, postura que es un descenso a la espiritualidad más que una elevación. La represión promueve la insania mental que nos lleva a un conflicto energético interior que deberá explotar de alguna forma.
Esta energía al expresarse emocionalmente es amor o afecto, al volverse odio se transforma en ira. Pero cada una de ellas son manifestaciones por donde ha surgido la energía interna a la vida por medio de los actos y representaciones a través de nuestro cuerpo y mente. Para esta concepción más que hablar de una sublimación de la sexualidad, lo cual tiene toda una connotación negativa de represión, generando un conflicto destructivo en nuestro interior, nos plantea una transcendencia de la sexualidad vivido como éxtasis. Utilizar al sexo como un acto de meditación.
En este caso las energías sexuales potencias otras energías vitales y son fuente de salud, integración y vitalidad. Se favorece la purificación y circulación de las energías sutiles, se abren los canales energéticos y se logra una implosión en la conciencia para que pueda captar otras realidades. La sexualidad sagrada, como el tantra, tiende un puente con lo infinito, lo absoluto. Se hace de la relación sexual un yoga o sadhaba, es decir, un método de reintegración espiritual, (Calle, 1993:36). Entre las cualidades a desarrollar está la atención y una excepcional percepción que debe cohabitar con una ralentización de la respiración pausada y rítmica, efectuándola con la cópula mediante movimientos lentos acompañados con inmovilidad, acoplando internamente las poderosas fuerzas universales de carácter femenino y masculino. (ídem, 36s). La relación erótica se instrumenta para lograr una complementariedad perfecta y un encuentro con el andrógino espiritual individual: el hombre busca su lado femenino, su mujer interna y complementadora de su ser, e igual en la mujer con lo masculino; nos encontramos con lo femenino y lo masculino, el ying y el yang, lo solar y lo lunar: es la conjugación de los contrarios dentro de uno. Para ello se requiere una disponibilidad especial, es una acción para algunos y no para todos. Esta práctica sexual sagrada vendrá a requerir una dilatada preparación y una purificada actitud hacia sí y hacia el otro. Variados serán los métodos inductorios y a los cuales ya nos hemos referido: trance místico por medio de danzas y músicas dionisíacas e hipnóticas, mándalas, el yoga, la meditación y las variantes de respiración para obtener un vaciamiento interno que nos lleva a experimentar realidad fuera del espacio conceptual de la mente. Es unidad y origen donde nuestro compañero (a) se convierte en copartícipe de un viaje vital y místico, siendo guiados por nuestros profundos arquetipos de fuerzas contrapuestas, llegando a ser uno sin dos: es abordar lo inefable.
Hay un poderoso intercambio de energías a nivel sutil. Esta práctica también fue utilizada por Sócrates (y Gandhi), que dormía junto a jóvenes sin rozarlas siquiera, haciendo el amor los cuerpos astrales, pero no físicos. En el tantra encontramos que sus adeptos pueden pasar meses durmiendo juntos sin tan siquiera tocar a la amada, encendiendo de esta forma la pasión hasta los límites. Se trata de encontrar en el amado (o amada) una energía soberbia que instrumentalizada nos lleva a realizar obras de valor y significancia mayor. Este amor proporciona energía y poder (de realizar y crear, no de dominar un cuerpo). Se puede llegar a trascender el amor libidinal o sexual y asumir el andróginato espiritual, al desarrollar y maridar las internas energías masculinas y femeninas, (Calle, 1993:114).
La sexualidad mística redobla nuestra vitalidad, despierta energías aletargadas, nos conecta con los más orientadores arquetipos, suprime las ideaciones mentales para darnos a conocer otros lados de la mente y desencadenar otro tipo de percepción, favorece el cuerpo y a la mente, previene contra el apego y el aferramiento y ayuda notablemente al acrecentamiento de la conciencia.
X.
Kundalini o el poder de la serpiente dormida
Kundalini o el poder de la serpiente dormida
Kundalini es sólo una palabra técnica referida a la totalidad de tu energía cuando se encuentra unificada, en movimiento, en armonía, sin conflictos; cuando es cooperativa, complementaria y orgánica. Al tener nuestra energía de forma dispersa estamos en conflicto con nosotros mismos; así nuestra energía vital se dirige hacia abajo, hacia afuera. El movimiento hacia abajo es energía perdida hacia afuera. El movimiento de la energía hacia arriba es el movimiento hacia adentro de la energía. Si expulsas tus energías en conflicto, te sentirás aliviado; sin embargo, será lo mismo que expulsar tu vida en pedazos, poco a poco. Equivale al suicidio (Rajneesch 1980:48). Ello tiene una connotación de placer negativo. El éxtasis, en cambio, es lo contrario, es energía interna revitalizada y realizada. El estado habitual de los seres humanos es anti-kundalini. La energía se moviliza desde el centro hacia la periferia, porque esa es la dirección en que tú te mueves. La kundalini alude al polo opuesto. Las fuerzas, las energías, se movilizan desde la periferia hacia el centro (ídem:49) de tu ser. Se trata de continuar teniendo la capacidad de seguir produciendo fuerza vital. Si ello desaparece se está muerto.
Las escuelas del tantrismo buscan en el discípulo desarrollar un proceso psicosomático el cual es conocido como el despertar del poder de la serpiente (Kundalini-shakti). Afirman que es una manifestación específica de esta divinidad femenina que habita en todo ser, es decir, la Diosa Shakti. Es cómo se presenta en un cuerpo-mente finito y es la fuente oculta que lo anima. En los cuerpos que no despiertan tal poder apenas conocen un atisbo de su energía total. El tantrismo observa a los órganos sexuales como generadores (un dinamo) de energía, que a través de cierta shadana (prácticas) se puede aumentar y amplificar en energía kundalini (fluido vital, energía sexual).
El Kundalini es fuego interior o la serpiente cósmica o energía cósmica individuada en el ser humano, es el toque de consciencia cósmica en todo individuo. Esta energía nos despierta la manifestación plena de lo femenino, de Shakti como mensajera activa, vibrátil y dinámica de la liberación de nuestro ser (que es la energía cósmica masculina, lo estático y quieto, representado por el Dios Shiva) que habita dentro de nosotros.
Las escuelas del tantrismo buscan en el discípulo desarrollar un proceso psicosomático el cual es conocido como el despertar del poder de la serpiente (Kundalini-shakti). Afirman que es una manifestación específica de esta divinidad femenina que habita en todo ser, es decir, la Diosa Shakti. Es cómo se presenta en un cuerpo-mente finito y es la fuente oculta que lo anima. En los cuerpos que no despiertan tal poder apenas conocen un atisbo de su energía total. El tantrismo observa a los órganos sexuales como generadores (un dinamo) de energía, que a través de cierta shadana (prácticas) se puede aumentar y amplificar en energía kundalini (fluido vital, energía sexual).
El Kundalini es fuego interior o la serpiente cósmica o energía cósmica individuada en el ser humano, es el toque de consciencia cósmica en todo individuo. Esta energía nos despierta la manifestación plena de lo femenino, de Shakti como mensajera activa, vibrátil y dinámica de la liberación de nuestro ser (que es la energía cósmica masculina, lo estático y quieto, representado por el Dios Shiva) que habita dentro de nosotros.
Representación en colores del poder de la serpiente o Kundalini. Cada color esta asociado a un chacra y tiene la forma de una serpiente.
El despertar del Kundalini tiene la finalidad de poder estar conciente de todos los elementos que forman nuestro cuerpo. Con la Kundalini el yogui abre la puerta de la liberación (mukti). Su despertar produce en calor intenso, una fuerza en el sentido interno y liberada por el prana y ciertas posiciones o asanas, es decir, por la práctica del yoga; su despertar se traduce mediante la sensación de un gran fuego en la región umbilical. Para ello los adeptos son sometidos al aprendizaje de visualización de un modelo de cuerpo en que interactúan complejos campos de energía en interacción. Estos son siete niveles o chakras (ruedas) o lotos (padma).
Sus nombres son:
• Muladhara chacra (de mula=raíz): se encuentra en la base de la columna, entre el orificio anal y el órgano de los genitales; se simboliza como un triángulo con la punta hacia abajo, y represente al yoni, al sexo femenino. Este chacra está en relación con la fuerza cohesiva de la materia, con la inercia, el nacimiento, el sonido, el olfato, la respiración apana, con los dioses Brahma, Shatki, etc.
• Svadhisthana chakra o jalamandala (porque tattva es jala=agua), está situado en la base del órgano sexual masculino (plexo sacro). Esta en relación con el elemento agua, el color blanco, la respiración prana, el sentido del gusto, la mano.
• Manipura chakra (mani=joyas; pura=ciudad), está situado en la región lumbar a la altura del ombligo (plexo epigástrico). Esta relacionado con el elemento fuego, el sol, el rajas (flujo menstrual), el aliento samana, el sentido de la vista.
• Anahata chakra (anahata sabd es el sonido que reproduce sin tocar dos objetos, esto es, un sonido místico), se encuentra en la región del corazón, sede del prana. Su elemento es el aire, el sentido del tacto, el falo, la fuerza motriz, el sistema sanguíneo.
• Visuddha chacra (el chacra de la pureza). Situado en la garganta y faringe, junto a la unión con la espina dorsal y la médula oblonga. Se relaciona con el color blanco, el Éter, el Sonido, la piel, etc.
• Ajna chakra (=orden, mandato) chacra, situado en el entrecejo (plexo cavernoso). Sede de las facultades cognoscitivas, los sentidos en su modalidad sutil.
• Sahasrara chacra (sahasrara=mil), representado en la forma de loto invertido de mil pétalos. Es donde se experimenta la unión final de Shiva y Shakti, meta del sadhana tántrico, es donde desemboca el Kundalini tras haber atravesado los seis chacras restantes inferiores. Designa el plano trascendente
Los chakras son puntos focales presentes a lo largo del eje corporal. Como hemos dicho antes, el primero se encuentra en la base de la columna y el superior en la coronilla. La representación de la Kundalini es la de una serpiente dormida enrollada (ver la fig. anterior). Es una fuerza espiral que ha sido relacionada simbólicamente como una serpiente enrollada en la base de la columna vertebral, bajo el coxis. Allí, una especie de depósito del inconsciente, duerme todas las emociones ancestrales de nuestra evolución orgánica pasada, desde el protozoo unicelular, pasando por los vertebrados de sangre fría y por los mamíferos, hasta alcanzar al individuo humano. Tal fuerza domina la atracción entre los dos sexos por medio de la sexualidad.
Dos polos contrarios simbólicos, uno, Shiva, está ubicado en la cúspide de nuestra caja cerebral, el otro polo, Shakti, se halla en el coxis. Al aproximar la energía de los dos polos encontramos una reconciliación energética que armonizan nuestras fuerzas racionales e intelectivas (la parte superior de nuestro dorso al cerebro), con las fuerzas irracionales e intuitivas y sensibles (la parte inferior de nuestra columna), encontrándose en el punto medio del centro de nuestro pecho o en el corazón. Ello lleva a vibrar al cuerpo con arreglo a nuestro ritmo respiratorio. Todas las moléculas inician un impulso ascendente desde la región genital a través de la columna. Esto proporciona con la práctica la apertura de los centros energéticos o chacras (siete en total), y ello debe llevarnos a experimentar una ligereza, armonía, plenitud espiritual.
Para un mejor logro se deben practicar ciertos ejercicios de yoga para lograr una plena concentración que junto a un control de la respiración debe llevarnos a despertar a la serpiente dormida. El chacra de la coronilla es representado con un loto de mil pétalos, sitial de Shiva, principio masculino y pura conciencia inmóvil (ver siguiente fig). Este es el polo positivo, estático; es el centro del éxtasis de autotrascendencia –o samadhi, el cual se experimenta como una poderosa implosión. El sacro es el negativo y dinámico, característico de Shakti. La tensión que se establece entre ambos extremos constituye la vida psíquica y somática que conocemos.
El loto de los mil pétalos o sahasrara chakra es el momento en que la conciencia se resuelve en luz –de ahí la idea de iluminación. Es el centro donde se elevara la sustancia mística del ser. Metafóricamente viene a representar el abrazo interno de Shiva y Shakti que experimenta el sujeto; néctar de la inmortalidad (amrita); se trata de un retiro de la energía sexual de los centros psicosomáticos inferiores desplazados a obtener fines espirituales superiores. Todo ello es un descubrimiento decisivo para comprender el inveterado vínculo entre sexualidad y espiritualidad, de una espiritualidad que reafirmará al sexo y al cuerpo en una unidad inseparable.
Sus nombres son:
• Muladhara chacra (de mula=raíz): se encuentra en la base de la columna, entre el orificio anal y el órgano de los genitales; se simboliza como un triángulo con la punta hacia abajo, y represente al yoni, al sexo femenino. Este chacra está en relación con la fuerza cohesiva de la materia, con la inercia, el nacimiento, el sonido, el olfato, la respiración apana, con los dioses Brahma, Shatki, etc.
• Svadhisthana chakra o jalamandala (porque tattva es jala=agua), está situado en la base del órgano sexual masculino (plexo sacro). Esta en relación con el elemento agua, el color blanco, la respiración prana, el sentido del gusto, la mano.
• Manipura chakra (mani=joyas; pura=ciudad), está situado en la región lumbar a la altura del ombligo (plexo epigástrico). Esta relacionado con el elemento fuego, el sol, el rajas (flujo menstrual), el aliento samana, el sentido de la vista.
• Anahata chakra (anahata sabd es el sonido que reproduce sin tocar dos objetos, esto es, un sonido místico), se encuentra en la región del corazón, sede del prana. Su elemento es el aire, el sentido del tacto, el falo, la fuerza motriz, el sistema sanguíneo.
• Visuddha chacra (el chacra de la pureza). Situado en la garganta y faringe, junto a la unión con la espina dorsal y la médula oblonga. Se relaciona con el color blanco, el Éter, el Sonido, la piel, etc.
• Ajna chakra (=orden, mandato) chacra, situado en el entrecejo (plexo cavernoso). Sede de las facultades cognoscitivas, los sentidos en su modalidad sutil.
• Sahasrara chacra (sahasrara=mil), representado en la forma de loto invertido de mil pétalos. Es donde se experimenta la unión final de Shiva y Shakti, meta del sadhana tántrico, es donde desemboca el Kundalini tras haber atravesado los seis chacras restantes inferiores. Designa el plano trascendente
Los chakras son puntos focales presentes a lo largo del eje corporal. Como hemos dicho antes, el primero se encuentra en la base de la columna y el superior en la coronilla. La representación de la Kundalini es la de una serpiente dormida enrollada (ver la fig. anterior). Es una fuerza espiral que ha sido relacionada simbólicamente como una serpiente enrollada en la base de la columna vertebral, bajo el coxis. Allí, una especie de depósito del inconsciente, duerme todas las emociones ancestrales de nuestra evolución orgánica pasada, desde el protozoo unicelular, pasando por los vertebrados de sangre fría y por los mamíferos, hasta alcanzar al individuo humano. Tal fuerza domina la atracción entre los dos sexos por medio de la sexualidad.
Dos polos contrarios simbólicos, uno, Shiva, está ubicado en la cúspide de nuestra caja cerebral, el otro polo, Shakti, se halla en el coxis. Al aproximar la energía de los dos polos encontramos una reconciliación energética que armonizan nuestras fuerzas racionales e intelectivas (la parte superior de nuestro dorso al cerebro), con las fuerzas irracionales e intuitivas y sensibles (la parte inferior de nuestra columna), encontrándose en el punto medio del centro de nuestro pecho o en el corazón. Ello lleva a vibrar al cuerpo con arreglo a nuestro ritmo respiratorio. Todas las moléculas inician un impulso ascendente desde la región genital a través de la columna. Esto proporciona con la práctica la apertura de los centros energéticos o chacras (siete en total), y ello debe llevarnos a experimentar una ligereza, armonía, plenitud espiritual.
Para un mejor logro se deben practicar ciertos ejercicios de yoga para lograr una plena concentración que junto a un control de la respiración debe llevarnos a despertar a la serpiente dormida. El chacra de la coronilla es representado con un loto de mil pétalos, sitial de Shiva, principio masculino y pura conciencia inmóvil (ver siguiente fig). Este es el polo positivo, estático; es el centro del éxtasis de autotrascendencia –o samadhi, el cual se experimenta como una poderosa implosión. El sacro es el negativo y dinámico, característico de Shakti. La tensión que se establece entre ambos extremos constituye la vida psíquica y somática que conocemos.
El loto de los mil pétalos o sahasrara chakra es el momento en que la conciencia se resuelve en luz –de ahí la idea de iluminación. Es el centro donde se elevara la sustancia mística del ser. Metafóricamente viene a representar el abrazo interno de Shiva y Shakti que experimenta el sujeto; néctar de la inmortalidad (amrita); se trata de un retiro de la energía sexual de los centros psicosomáticos inferiores desplazados a obtener fines espirituales superiores. Todo ello es un descubrimiento decisivo para comprender el inveterado vínculo entre sexualidad y espiritualidad, de una espiritualidad que reafirmará al sexo y al cuerpo en una unidad inseparable.
Esto desarrolla la constitución de una sutil energía nerviosa que invade a todo el cuerpo que recibe el nombre de ojas (Fuerstein, 1995: 170). Palabra que deriva de vaj que significa fortalecer. Ojas es fuerza y vitalidad. Dentro de la neuropatía de la medicina hindú es la esencia de los elementos que conforman al cuerpo. Esta fuerza vital es un fluido intra y extracelular presente en la sangre y en el tejido óseo, muscular y nervioso.
Algunas escuelas tántricas para acelerar la ascensión del Kundalini lo han combinado con ciertas posiciones corporales junto a prácticas sexuales. Era obtener la inmovilidad de la respiración, del pensamiento y del semen. El semen (bindu) debe permanecer en el cuerpo, mediante un acto de reabsorción que debe efectuar también la mujer. La pérdida de esta sustancia es el advenimiento de la muerte (espiritual); con su retención se prolonga la vida. La mayoría de las escrituras tántricas respecto a esta práctica insisten en la interdependencia entre la respiración, la experiencia psicomental y el semen viril. Advierten que mientras la respiración se mueva, el semen se moverá; se vuelve estacionario cuando se retiene la respiración. Se deberá aprender a controlar la respiración y obtener la inmovilidad. En tanto el prana esté en el cuerpo, la Vida no se irá; la Muerte es la partida de la Respiración (cit. en Eliade, 1991:184). Hay una estrecha relación entre respiración y la emanación o retención del semen. Y el Kundalini despierta gracias a esta violenta retención de la respiración y la emisión del semen.
Gracias a la respiración se moviliza la fuerza vital prana. Con su retención en la inspiración (prana) nos alimentamos de la energía integrada al oxígeno, y con la espiración (aprana) podemos inducir beneficios curativos por medio de una aptitud positiva al direccionar esta espiración a los órganos que podamos tener afectados.
X.
Inhibición del semen
Algunas escuelas tántricas para acelerar la ascensión del Kundalini lo han combinado con ciertas posiciones corporales junto a prácticas sexuales. Era obtener la inmovilidad de la respiración, del pensamiento y del semen. El semen (bindu) debe permanecer en el cuerpo, mediante un acto de reabsorción que debe efectuar también la mujer. La pérdida de esta sustancia es el advenimiento de la muerte (espiritual); con su retención se prolonga la vida. La mayoría de las escrituras tántricas respecto a esta práctica insisten en la interdependencia entre la respiración, la experiencia psicomental y el semen viril. Advierten que mientras la respiración se mueva, el semen se moverá; se vuelve estacionario cuando se retiene la respiración. Se deberá aprender a controlar la respiración y obtener la inmovilidad. En tanto el prana esté en el cuerpo, la Vida no se irá; la Muerte es la partida de la Respiración (cit. en Eliade, 1991:184). Hay una estrecha relación entre respiración y la emanación o retención del semen. Y el Kundalini despierta gracias a esta violenta retención de la respiración y la emisión del semen.
Gracias a la respiración se moviliza la fuerza vital prana. Con su retención en la inspiración (prana) nos alimentamos de la energía integrada al oxígeno, y con la espiración (aprana) podemos inducir beneficios curativos por medio de una aptitud positiva al direccionar esta espiración a los órganos que podamos tener afectados.
X.
Inhibición del semen
Para domar al tigre hay que permanecer cerca de él.B.Bhattacharya.
La preservación del semen viene a ser un mandamiento dentro de la preceptiva de la sexualidad tántrica. La eyaculación se asocia a miedos y culpas, pérdida de fuerza y concentración. Eventos perjudiciales para la salud psíquica, viene a disminuir la energía corporal, la cual afecta a la meditación. Esta permite retraerse del mundo y la contención eyaculatoria viene a provocar una absorción del semen. . En el abrazo místico-sexual catapulta Shakti hacia Shiva y el semen, con su luz energética, no se vierte, sino se revierte hacia adentro para potenciar energías interiores y esclarecer la mente; esta energía que emerge es fuero purificador y liberador, tanto para el hombre como para la mujer, (Calle, 1993:132). En vez de volatizarse la energía vendrá a concentrarse y multiplicarse a lo largo del cuerpo, lo cual, según estás prácticas espirituales de liberación, vienen a preparar al individuo para su transformación espiritual.
Sin embargo, como sabemos, la estabilización del semen está directamente relacionada con la estabilización que permiten las técnicas de la respiración y del pensamiento. También proponen que el semen se estabiliza asimismo mediante una dieta correcta, un estilo de vida saludable y la terapia sexual o erótica tántrica. Si el hombre consigue controlar su respiración o su pensamiento (ambos con preferencia), nunca se verá sujeto a la eyaculación involuntaria, una insensata perdida de esencia vital, sino que pondrá en marcha todo su potencial para dar obedeciendo a su voluntad.
Es así que en el caso del hombre se le pide que aprenda llegar al borde del orgasmo, sin precipitarse en él y disponer del hábito de contener la eyaculación y el derramen del semen. Si lo llega a realizar que lo haga consciente, mediante un acto que lo determine voluntariamente. Esta práctica inhibitoria llega el hombre a igualar a la mujer al provocar un mayor número de micro-orgásmo de intensidad suave y sin eyaculación. Está claro que cuando se refiere al orgasmo no se entiende como le refieren los franceses: une petit mort o une petit ataque épileptique, sino es un vehículo de trascendencia, un instrumento de intercambios energéticos y emociones liberadoras. Con la detención del semen todo contacto sexual sin eyaculación viene a ser una ganancia erótica neta para la pareja. Cuanto más economiza el hombre sus descargas eyaculatorias, más se incrementa su potencial de deseo y su potencia sexual, hasta llegar al nivel femenino, y este equilibrio es un factor de armonía y satisfacción conjunta para la pareja.
En la experiencia común de la satisfacción sexual masculino, los últimos segundos antes del único movimiento de más que desencadena el espasmo eyaculatorio, constituyen la zona de máxima felicidad masculina. Luego sobreviene la descarga seminal que termina con todo, para decepción de la pareja. Ahora bien, el breve goce espasmódico eyaculatorio es ya menor que el del punto límite o borde del orgasmo. La solución tántrica es de una gran sencillez: prolongar la franja última, la más intensa y la más interesante, y para eso, se pide aprender a inhibir el espasmo sin reducir el éxtasis del gozo sexual.
La expresión tántrica del acto sexual estará integrado al fin de un ascenso de la vitalidad que proporciona la acumulación de esta energía sutil transmutada, y recibe el nombre de urdhva-retas: semen que sube. Sin embargo los textos sagrados lo alaban como producto de una castidad prolongada (Fuerstein, ídem:171). Pero lo que no deja dudas es que la experiencia de la Kundalini no es una creencia de esoterismo popular sino un fenómeno real que experimentan personas hasta de medios culturales muy diferentes. A esta castidad prolongada la llaman también cópula sagrada, la cual viene a ser una traslación al espacio individual y subjetivo de lo que suele ocurrir en el tantrismo de la mano izquierda, mediante la práctica sexual entre la mujer y el hombre. Ello nos lleva a identificar a esta experiencia a un cuerpo-mente que en su constitución, como ya hemos dicho, es andrógino. Es una erotización y trascendencia del impulso sexual presentado por el tantrismo como un arte o filosofía de la vitalidad y de la unidad de las fuerzas intrínsecas corporales.
El hombre, que ha logrado purificar su cuerpo, deberá conocer las técnicas de control sobre los pensamientos, respiración y retención del semen ya que su eyaculación es pérdida de vida. Si se eyacula debe frotarse el líquido sobre la frente inmediatamente sobre el llamado tercer ojo. Esta acción se cree que regresa el poder perdido; se absorbe las hormonas que pueden ser asimiladas a través de la piel. El semen sólo se consume en los ritos tántricos de magia negra.
Como vemos esta psicotecnología del tantrismo de la mano izquierda viene hacer un antiguo y actual esfuerzo por utilizar con fines espirituales la reserva de energía sexual que encierra nuestro cuerpo. Es el intento se espiritualizar la sexualidad como una vivencia sagrada y plena. Nuestros órganos sexuales son una especie de generadores de energía y la pérdida de nuestro líquido seminal acarrea una pérdida enorme de energía vital, respecto a ello las prácticas tántricas vigilan una absorción y acumulación de esa energía. Tal fuerza es lo que hemos llamado antes por Kundalini, la cual es la diosa que mantiene y sustenta a la vida y al cosmos para esta concepción espiritual.
Habrá que advertir que el tantrismo de la mano izquierda puede presentar un peligro al observarlo, erróneamente, como una fuente única de satisfacciones, centrada en el placer (bhoga). Es más que una vía expedita para cierto libertinaje sexual una exigente condición de prácticas estrictas basadas en técnicas psicomentales y espirituales por los que el iniciado llega a poder trascender la mundanidad por medio de la misma mundanidad. El verdadero tantrismo no aspira el goce por el goce, sino la superación de toda dependencia, el dominio del miedo, la sustracción de todo apego, pero todo esto sin separarse de lo fenoménico, sino en un intento de ir más allá de los pares opuestos entre lo inmanente y lo trascendente, de las convenciones de los contrarios que atormentan, y convierten en una prisión nuestra mente, frustrando la visión intuitiva del ser.
El arte supremo para un Shiva tántrico será en saber permanecer indefinidamente en el punto límite del éxtasis, el cual da acceso al «paraíso sexual cerebral» y al verdadero orgasmo masculino. La experiencia de la pareja ya no está limitada ni es interrumpida por el desfallecimiento del varón debido a la descarga seminal. El Tantra ofrece esta experiencia a todas las parejas, y queda claro que no se trata de una acrobacia sexual. Esto permite pasar de lo puramente genital a lo sexual, y luego a lo espiritual. Un tantrik experimentado y después de una larga práctica llega a desarrollar esta capacidad de tocar el punto límite sin pasar al espasmo eyaculatorio. Esto se facilita con la disciplina, la atención y la práctica pero aún más con la complicidad de su compañera-shakti, permitiéndole permanecer por más tiempo en el filo de la navaja del éxtasis.
Sin embargo, como sabemos, la estabilización del semen está directamente relacionada con la estabilización que permiten las técnicas de la respiración y del pensamiento. También proponen que el semen se estabiliza asimismo mediante una dieta correcta, un estilo de vida saludable y la terapia sexual o erótica tántrica. Si el hombre consigue controlar su respiración o su pensamiento (ambos con preferencia), nunca se verá sujeto a la eyaculación involuntaria, una insensata perdida de esencia vital, sino que pondrá en marcha todo su potencial para dar obedeciendo a su voluntad.
Es así que en el caso del hombre se le pide que aprenda llegar al borde del orgasmo, sin precipitarse en él y disponer del hábito de contener la eyaculación y el derramen del semen. Si lo llega a realizar que lo haga consciente, mediante un acto que lo determine voluntariamente. Esta práctica inhibitoria llega el hombre a igualar a la mujer al provocar un mayor número de micro-orgásmo de intensidad suave y sin eyaculación. Está claro que cuando se refiere al orgasmo no se entiende como le refieren los franceses: une petit mort o une petit ataque épileptique, sino es un vehículo de trascendencia, un instrumento de intercambios energéticos y emociones liberadoras. Con la detención del semen todo contacto sexual sin eyaculación viene a ser una ganancia erótica neta para la pareja. Cuanto más economiza el hombre sus descargas eyaculatorias, más se incrementa su potencial de deseo y su potencia sexual, hasta llegar al nivel femenino, y este equilibrio es un factor de armonía y satisfacción conjunta para la pareja.
En la experiencia común de la satisfacción sexual masculino, los últimos segundos antes del único movimiento de más que desencadena el espasmo eyaculatorio, constituyen la zona de máxima felicidad masculina. Luego sobreviene la descarga seminal que termina con todo, para decepción de la pareja. Ahora bien, el breve goce espasmódico eyaculatorio es ya menor que el del punto límite o borde del orgasmo. La solución tántrica es de una gran sencillez: prolongar la franja última, la más intensa y la más interesante, y para eso, se pide aprender a inhibir el espasmo sin reducir el éxtasis del gozo sexual.
La expresión tántrica del acto sexual estará integrado al fin de un ascenso de la vitalidad que proporciona la acumulación de esta energía sutil transmutada, y recibe el nombre de urdhva-retas: semen que sube. Sin embargo los textos sagrados lo alaban como producto de una castidad prolongada (Fuerstein, ídem:171). Pero lo que no deja dudas es que la experiencia de la Kundalini no es una creencia de esoterismo popular sino un fenómeno real que experimentan personas hasta de medios culturales muy diferentes. A esta castidad prolongada la llaman también cópula sagrada, la cual viene a ser una traslación al espacio individual y subjetivo de lo que suele ocurrir en el tantrismo de la mano izquierda, mediante la práctica sexual entre la mujer y el hombre. Ello nos lleva a identificar a esta experiencia a un cuerpo-mente que en su constitución, como ya hemos dicho, es andrógino. Es una erotización y trascendencia del impulso sexual presentado por el tantrismo como un arte o filosofía de la vitalidad y de la unidad de las fuerzas intrínsecas corporales.
El hombre, que ha logrado purificar su cuerpo, deberá conocer las técnicas de control sobre los pensamientos, respiración y retención del semen ya que su eyaculación es pérdida de vida. Si se eyacula debe frotarse el líquido sobre la frente inmediatamente sobre el llamado tercer ojo. Esta acción se cree que regresa el poder perdido; se absorbe las hormonas que pueden ser asimiladas a través de la piel. El semen sólo se consume en los ritos tántricos de magia negra.
Como vemos esta psicotecnología del tantrismo de la mano izquierda viene hacer un antiguo y actual esfuerzo por utilizar con fines espirituales la reserva de energía sexual que encierra nuestro cuerpo. Es el intento se espiritualizar la sexualidad como una vivencia sagrada y plena. Nuestros órganos sexuales son una especie de generadores de energía y la pérdida de nuestro líquido seminal acarrea una pérdida enorme de energía vital, respecto a ello las prácticas tántricas vigilan una absorción y acumulación de esa energía. Tal fuerza es lo que hemos llamado antes por Kundalini, la cual es la diosa que mantiene y sustenta a la vida y al cosmos para esta concepción espiritual.
Habrá que advertir que el tantrismo de la mano izquierda puede presentar un peligro al observarlo, erróneamente, como una fuente única de satisfacciones, centrada en el placer (bhoga). Es más que una vía expedita para cierto libertinaje sexual una exigente condición de prácticas estrictas basadas en técnicas psicomentales y espirituales por los que el iniciado llega a poder trascender la mundanidad por medio de la misma mundanidad. El verdadero tantrismo no aspira el goce por el goce, sino la superación de toda dependencia, el dominio del miedo, la sustracción de todo apego, pero todo esto sin separarse de lo fenoménico, sino en un intento de ir más allá de los pares opuestos entre lo inmanente y lo trascendente, de las convenciones de los contrarios que atormentan, y convierten en una prisión nuestra mente, frustrando la visión intuitiva del ser.
El arte supremo para un Shiva tántrico será en saber permanecer indefinidamente en el punto límite del éxtasis, el cual da acceso al «paraíso sexual cerebral» y al verdadero orgasmo masculino. La experiencia de la pareja ya no está limitada ni es interrumpida por el desfallecimiento del varón debido a la descarga seminal. El Tantra ofrece esta experiencia a todas las parejas, y queda claro que no se trata de una acrobacia sexual. Esto permite pasar de lo puramente genital a lo sexual, y luego a lo espiritual. Un tantrik experimentado y después de una larga práctica llega a desarrollar esta capacidad de tocar el punto límite sin pasar al espasmo eyaculatorio. Esto se facilita con la disciplina, la atención y la práctica pero aún más con la complicidad de su compañera-shakti, permitiéndole permanecer por más tiempo en el filo de la navaja del éxtasis.
Conclusiones
La atención es la única luz en la oscura noche de la vida.Rajneesh
Podemos decir que en el tantrismo se establece un diálogo con nuestra naturaleza por medio de la sexualidad. Ni el hombre ni la mujer son seres completos a nivel emocional y psíquico. Son dos fragmentos de un todo. La fusión sexual nos lleva a reencontrarnos con una armonía subyacente en nuestra naturaleza. Se participa de un sexo consciente, donde somos a la vez partícipes y testigos de lo que ocurre. No somos un participante inconsciente y mecánico. Al ser un participante consciente podemos trascenderlo, transformándonos en testigos de profundidades internas (Rajneesh 1980:40). Al meditar en el acto sexual, nuestro compañero no es sólo un instrumento de placer físico. A partir de ahí se renueva la relación, aportando una particular y original amistad cómplice de afectos eróticos sensuales y de éxtasis. Se tiene una comunión corporal y espiritual con nuestra naturaleza, alcanzando a sentir un agradecimiento y compasión por la existencia del otro, un compañero de viaje hacia el éxtasis de la vida al borrar toda dualidad en una unidad total energética y emocional. Es encontrar nuestra unidad golpeando la puerta de los demás (Rajneesh 1980:44). Si te abres al sexo con esta intensidad, con este nivel de alerta, con esta sensibilidad, lo trascenderás. No habrá ninguna sublimación, en lo absoluto. Cuando trasciendas, no habrá sexo, ni siquiera sexo sublimado. Habrá amor, plegaria y unidad (ídem:45).
El fin del tantrismo es traspasar al individuo la fusión trascendente e inmanente del doble principio cósmico, representados en los dioses Shiva y Shakti. Es el encuentro con un estado de armonía física y mental donde se refleja la totalidad original vivida como plenitud.
En ese estado tántrico nos encontramos con la condición ideal de vivir en plena espontaneidad y plenitud, situación lograda al desprenderse de la realidad fijada por el lente del ego y entrar en el aquí y ahora del presente. Para ello se emplea también el recitado de palabras o mantras hasta ritos complejos y técnicas de visualización y meditación.
Esta sexualidad sagrada exige, como hemos referido, un trabajo de purificación y sanación previa respecto a nuestro cuerpo energético, emocional y mental. Son prácticas que se obtienen con la práctica del yoga tántrico respecto a la respiración, desbloqueo y reacondicionamiento de nuestras emociones y superación a traumas o malestares imaginarios del pasado. Hay un control de la alimentación que conduce a liberar al cuerpo del exceso de toxinas acumuladas . Esto lleva a un estado de tranquilidad que nos facilita la permanencia de silencio, entrega y apertura que profundiza en el reconocimiento de nuestra divinidad y unión con la totalidad.
Gracias al yoga y a los ejercicios físicos y espirituales, el Tantra busca acentuar la percepción sensorial de nuestro cuerpo y aprender adentrarse en el placer de vivir. Se ama la vida y para ello se pide una actitud afirmativa. Frente a una vida apresada entre la razón y la lógica emerge la sensibilidad y lo emocional; ante la represión y evasión, la confrontación, que es, sobre todo, con uno mismo. Alcanzar este nivel del ser implica haber conocido la vida en todo sus extremos para desprendernos de ella y acceder a la libertad espiritual interior. Nada es ajeno al Tantra si es humano. Superación de toda cadena de intolerancias, apegos, buscando una comprensión permanente de un eterno retorno de nacimiento y muerte en todos los elementos del universo, donde destrucción y muerte son vistas para crear estructuras nuevas elementales de tiempo y espacio, posibilitando la evolución. Ello es representado por la destructora diosa negra Kali unida al señor del tiempo, Mahakali, lo cual da motivo para personificar y vivenciar por cada uno el proceso individual e incesante de creación y destrucción.
Para todo ello se pide el culto a la fuerza cósmica de lo femenino. Por ello en el pasado lo más determinante del tantrismo era la adoración a la diosa madre. Como advertimos, en el hinduismo lo divino se concentra en la polarización de los principios femenino (shakti) y masculino (shiva), el primero es dinámico y el segundo es estático. Shakti es creación, materia, naturaleza y cambio; Shiva es percepción o conciencia. Ambos establecen un continuo trascendente-inmanente que persiguen la experiencia de la supraconciencia y la plenitud. Con el tantrismo se retoma la veneración e introducción de lo divino femenino en su cultura. Abre las puertas a otras diosas como Kali, Durga, Candi, Parvati, Radha, Bhavani, Sarasvat y Lakshmi, todas son formas de representar esa fuerza cósmica.
De esta forma el tantrismo exige vivir la sexualidad como sagrada, donde la fuerza erótica se pone al servicio de una búsqueda interior, de una emoción mística y alquímica, para la mutación interior; de una implosión amorosa energética que lleva a facilitar la fusión de los contrarios; de una liberación de todo obstáculo personal y narcisista; es un amor creativo y no pro-creativo-biológico; se busca la trascendencia, la plenitud y la comunión. Se presta atención por las necesidades del otro, del compañero, que a las propias y sabe, por igual, tomar y soltar, fusionarse y desapegarse. Así podemos advertir que es en la mente donde se inicia toda celebración del acto amoroso. Es un amor consciente, meditativo, en contraposición al compulsivo: este se caracteriza por estar sometido al domino de las pasiones mecánicas y automatismos ciegos de todo tipo, terminando en una aptitud sesgada, dogmática, apegada, dualista, repetitiva, hueca y destructiva del individuo, es un amor sufriente, a la occidental, que aspira a la dominación del otro, es un ego que impide una comunicación real con y en la intimidad; detiene el proceso de evolución erótico de la pareja, es un amor que no libera sino esclaviza.
El Tantra no propone un simple juego erótico profano. El Tantra es una propuesta de vida que nos presenta la posibilidad de practicar una terapia amorosa ante el sufrimiento y la confusión dualista occidental a través de una elevación espiritual de la sexualidad, además de permitir realizar un permanente y afirmativo festín a los sentidos, a la vida, al cuerpo, al espíritu.
El fin del tantrismo es traspasar al individuo la fusión trascendente e inmanente del doble principio cósmico, representados en los dioses Shiva y Shakti. Es el encuentro con un estado de armonía física y mental donde se refleja la totalidad original vivida como plenitud.
En ese estado tántrico nos encontramos con la condición ideal de vivir en plena espontaneidad y plenitud, situación lograda al desprenderse de la realidad fijada por el lente del ego y entrar en el aquí y ahora del presente. Para ello se emplea también el recitado de palabras o mantras hasta ritos complejos y técnicas de visualización y meditación.
Esta sexualidad sagrada exige, como hemos referido, un trabajo de purificación y sanación previa respecto a nuestro cuerpo energético, emocional y mental. Son prácticas que se obtienen con la práctica del yoga tántrico respecto a la respiración, desbloqueo y reacondicionamiento de nuestras emociones y superación a traumas o malestares imaginarios del pasado. Hay un control de la alimentación que conduce a liberar al cuerpo del exceso de toxinas acumuladas . Esto lleva a un estado de tranquilidad que nos facilita la permanencia de silencio, entrega y apertura que profundiza en el reconocimiento de nuestra divinidad y unión con la totalidad.
Gracias al yoga y a los ejercicios físicos y espirituales, el Tantra busca acentuar la percepción sensorial de nuestro cuerpo y aprender adentrarse en el placer de vivir. Se ama la vida y para ello se pide una actitud afirmativa. Frente a una vida apresada entre la razón y la lógica emerge la sensibilidad y lo emocional; ante la represión y evasión, la confrontación, que es, sobre todo, con uno mismo. Alcanzar este nivel del ser implica haber conocido la vida en todo sus extremos para desprendernos de ella y acceder a la libertad espiritual interior. Nada es ajeno al Tantra si es humano. Superación de toda cadena de intolerancias, apegos, buscando una comprensión permanente de un eterno retorno de nacimiento y muerte en todos los elementos del universo, donde destrucción y muerte son vistas para crear estructuras nuevas elementales de tiempo y espacio, posibilitando la evolución. Ello es representado por la destructora diosa negra Kali unida al señor del tiempo, Mahakali, lo cual da motivo para personificar y vivenciar por cada uno el proceso individual e incesante de creación y destrucción.
Para todo ello se pide el culto a la fuerza cósmica de lo femenino. Por ello en el pasado lo más determinante del tantrismo era la adoración a la diosa madre. Como advertimos, en el hinduismo lo divino se concentra en la polarización de los principios femenino (shakti) y masculino (shiva), el primero es dinámico y el segundo es estático. Shakti es creación, materia, naturaleza y cambio; Shiva es percepción o conciencia. Ambos establecen un continuo trascendente-inmanente que persiguen la experiencia de la supraconciencia y la plenitud. Con el tantrismo se retoma la veneración e introducción de lo divino femenino en su cultura. Abre las puertas a otras diosas como Kali, Durga, Candi, Parvati, Radha, Bhavani, Sarasvat y Lakshmi, todas son formas de representar esa fuerza cósmica.
De esta forma el tantrismo exige vivir la sexualidad como sagrada, donde la fuerza erótica se pone al servicio de una búsqueda interior, de una emoción mística y alquímica, para la mutación interior; de una implosión amorosa energética que lleva a facilitar la fusión de los contrarios; de una liberación de todo obstáculo personal y narcisista; es un amor creativo y no pro-creativo-biológico; se busca la trascendencia, la plenitud y la comunión. Se presta atención por las necesidades del otro, del compañero, que a las propias y sabe, por igual, tomar y soltar, fusionarse y desapegarse. Así podemos advertir que es en la mente donde se inicia toda celebración del acto amoroso. Es un amor consciente, meditativo, en contraposición al compulsivo: este se caracteriza por estar sometido al domino de las pasiones mecánicas y automatismos ciegos de todo tipo, terminando en una aptitud sesgada, dogmática, apegada, dualista, repetitiva, hueca y destructiva del individuo, es un amor sufriente, a la occidental, que aspira a la dominación del otro, es un ego que impide una comunicación real con y en la intimidad; detiene el proceso de evolución erótico de la pareja, es un amor que no libera sino esclaviza.
El Tantra no propone un simple juego erótico profano. El Tantra es una propuesta de vida que nos presenta la posibilidad de practicar una terapia amorosa ante el sufrimiento y la confusión dualista occidental a través de una elevación espiritual de la sexualidad, además de permitir realizar un permanente y afirmativo festín a los sentidos, a la vida, al cuerpo, al espíritu.
Notas:
[1] En Hegel lo encontramos a lo largo de sus sistema pero sobre todo en su Historia de la Filosofía y en la Filosofía de la Historia. En Schopenhauer bien se conoce todo el interés que presenta diversas posturas orientales (los Vedas) desde los inicios de su pensamiento en su obra El Mundo como Voluntad y Representación
[2] Las obras Woodroffe más conocidas son: Hymns to the Goddess and Hymn to Kali, Sakti and Sakta, The Great Liberation, Introduction to Tantra Sastra, The Serpent Power y The World as Power, publicadas por Ganesh & Co ed. Madras.
[3] “El Yoga-Sutra de Patanjali es el resultado de un enorme esfuerzo no sólo por reunir y clasificar una serie de prácticas ascéticas y recetas contemplativas que la India conocía desde tiempos inmemoriales, sino también por valorizarlas desde un punto de vista teórico, basándolas y justificándolas e integrándolas en una filosofía” (Eliade: 1991:19).
[4] Patanjali (1999:75) ha referido que uno de los obstáculos dentro de la evolución que proporciona el yoga al ser está el deseo el cual es definido como la atracción por el placer y por tanto fuente de perturbación si no se satisface. Superarlo es uno de los aprendizajes que debe poseer una mente disciplinada yoguica.
[5] Hoy en día existe una gran bibliografía sobre el budismo tántrico que se ha conservado en el Tíbet, y una gran cantidad de maestros tibetanos y occidentales (incluyendo al Dalai Lama) enseña estas doctrinas en Occidente.
[6] Es interesante saber que para el mundo oriental creen que el órgano masculino o lingam es sagrado, y es venerado como la forma material exterior de lo divino, pues su propósito es para manifestar y propagar la vida, lo divino, por medio de la materia, a través del cuerpo. Los orientales, a diferencia de occidente, no venera, y nunca lo ha hecho, la materia o el cuerpo como tales, sino más bien, la divinidad que se manifiesta por medio de la forma material (Haick, 1991:51).
[7] El alma es la conciencia del cuerpo que, aunque pura en sí misma, percibe las ideas mediante la actividad de la mente, refiere Patanjali (1999:82) en el libro II, Sutra XX.
[8] En el Bhagad Bhagita (II-60) se nos dice que aquel cuya mente descansa en los objetos de los sentidos con absorción, se forma el apego por ellos; del apego surge el deseo; del deseo la cólera. La cólera lleva a la confusión, de la confusión surge la pérdida de la memoria, y por ello se destruye la inteligencia. Por la destrucción de la inteligencia perece.
[9] Estas muchachas cuya procedencia es de casta baja o cortesanas propias de las orgías tántricas era algo normal. Cuanto más depravadas y disolutas fueran más aptas resultaban para el rito. Son las llamadas Dombi, las lavanderas, las cuales son las elegidas por los sabios que practicaban este ritual. Esta idea de las muchachas de castas bajas, llenas de sabiduría y poseedoras de poderes mágicos, desposan a reyes por sus virtudes. Esta exaltación de este tipo de mujeres tiene varios significados. En primer lugar una reacción contra los sistemas ortodoxos y en contra el sistema de castas, jerarquía introducida por la sociedad indoaria. Pero es también por el significado implícito en el tantrismo de la búsqueda y reafición obtenida por la unidad de los contrarios, de unir lo más noble y precioso con lo más vulgar y más bajo. Estas dombi (lavanderas), representan la vacuidad, es decir, la materia más prima para moldear, ellas están libres de todo atributo o calificación social, ética, religiosa. Es una guía espiritual por complementar lo puro con lo vulgar (ver. Cit. Eliade, 1991:192ss).
[10] Esta reversión también puede ser experimentada por la mujer ya que, al igual que el hombre, vendrá a segregar un fluido que es el equivalente al semen del hombre.
[11] Se recomienda ingerir solo alimentos que vitalicen y energeticen al cuerpo. Una purificación del cuerpo se debe realizar los días anteriores al evento, mínimo tres días. Se debe evitar carnes de animal, quiso y huevos. Comer fruta fresca, vegetales crudos (repollo), algas marinas, y reducir la cantidad de ingesta. El día del evento se deberá consumir granos (arroz, trigo, avena) como también duraznos, uvas, cambures, sandías. Evitar comidas grasosas como granos, repollo, cebolla y ajo. Beber agua sólo una hora del contacto con su pareja.
[2] Las obras Woodroffe más conocidas son: Hymns to the Goddess and Hymn to Kali, Sakti and Sakta, The Great Liberation, Introduction to Tantra Sastra, The Serpent Power y The World as Power, publicadas por Ganesh & Co ed. Madras.
[3] “El Yoga-Sutra de Patanjali es el resultado de un enorme esfuerzo no sólo por reunir y clasificar una serie de prácticas ascéticas y recetas contemplativas que la India conocía desde tiempos inmemoriales, sino también por valorizarlas desde un punto de vista teórico, basándolas y justificándolas e integrándolas en una filosofía” (Eliade: 1991:19).
[4] Patanjali (1999:75) ha referido que uno de los obstáculos dentro de la evolución que proporciona el yoga al ser está el deseo el cual es definido como la atracción por el placer y por tanto fuente de perturbación si no se satisface. Superarlo es uno de los aprendizajes que debe poseer una mente disciplinada yoguica.
[5] Hoy en día existe una gran bibliografía sobre el budismo tántrico que se ha conservado en el Tíbet, y una gran cantidad de maestros tibetanos y occidentales (incluyendo al Dalai Lama) enseña estas doctrinas en Occidente.
[6] Es interesante saber que para el mundo oriental creen que el órgano masculino o lingam es sagrado, y es venerado como la forma material exterior de lo divino, pues su propósito es para manifestar y propagar la vida, lo divino, por medio de la materia, a través del cuerpo. Los orientales, a diferencia de occidente, no venera, y nunca lo ha hecho, la materia o el cuerpo como tales, sino más bien, la divinidad que se manifiesta por medio de la forma material (Haick, 1991:51).
[7] El alma es la conciencia del cuerpo que, aunque pura en sí misma, percibe las ideas mediante la actividad de la mente, refiere Patanjali (1999:82) en el libro II, Sutra XX.
[8] En el Bhagad Bhagita (II-60) se nos dice que aquel cuya mente descansa en los objetos de los sentidos con absorción, se forma el apego por ellos; del apego surge el deseo; del deseo la cólera. La cólera lleva a la confusión, de la confusión surge la pérdida de la memoria, y por ello se destruye la inteligencia. Por la destrucción de la inteligencia perece.
[9] Estas muchachas cuya procedencia es de casta baja o cortesanas propias de las orgías tántricas era algo normal. Cuanto más depravadas y disolutas fueran más aptas resultaban para el rito. Son las llamadas Dombi, las lavanderas, las cuales son las elegidas por los sabios que practicaban este ritual. Esta idea de las muchachas de castas bajas, llenas de sabiduría y poseedoras de poderes mágicos, desposan a reyes por sus virtudes. Esta exaltación de este tipo de mujeres tiene varios significados. En primer lugar una reacción contra los sistemas ortodoxos y en contra el sistema de castas, jerarquía introducida por la sociedad indoaria. Pero es también por el significado implícito en el tantrismo de la búsqueda y reafición obtenida por la unidad de los contrarios, de unir lo más noble y precioso con lo más vulgar y más bajo. Estas dombi (lavanderas), representan la vacuidad, es decir, la materia más prima para moldear, ellas están libres de todo atributo o calificación social, ética, religiosa. Es una guía espiritual por complementar lo puro con lo vulgar (ver. Cit. Eliade, 1991:192ss).
[10] Esta reversión también puede ser experimentada por la mujer ya que, al igual que el hombre, vendrá a segregar un fluido que es el equivalente al semen del hombre.
[11] Se recomienda ingerir solo alimentos que vitalicen y energeticen al cuerpo. Una purificación del cuerpo se debe realizar los días anteriores al evento, mínimo tres días. Se debe evitar carnes de animal, quiso y huevos. Comer fruta fresca, vegetales crudos (repollo), algas marinas, y reducir la cantidad de ingesta. El día del evento se deberá consumir granos (arroz, trigo, avena) como también duraznos, uvas, cambures, sandías. Evitar comidas grasosas como granos, repollo, cebolla y ajo. Beber agua sólo una hora del contacto con su pareja.
Bibliografía:
Calles, R. 1993: El amor mágico y la sexualidad sagrada. Ed. Temas de hoy. Madrid.
Dalai Lama. 2002: El mundo del budismo tibetano. RBA Ed. Barcelona.
Eliade, M. 1991: El Yoga. Inmortalidad y libertad. F.C.E. México.
Fuerstein, G. 1994: Sagrada sexualidad. Ed. Kairos. Barcelona.
Grof, S. 1988: Psicología Transpersonal. Ed. Kairós. Barcelona.
Haich. E. 1991: Energía sexual y yoga. Mirach S.A. Madrid.
Hodosi, O. 1994. Tantra. La Sexualidad Sagrada. Ed. Robinbook. Barcelona.
Oherval, Singh: 1930: Kundalini. The mother of the universe. The mistery of piercing the six chakras. La Epoca ed. Texas.
Pandit, M.P. 1980: Kularnava Tantra. Ritos de las cinco cosas prohibidas. Ed.Eyras. Madrid.
Patanjali. 1999: Aforismos del yoga. Debate ed. Barcelona.
Rajneesh, H.S. 1980: Psicología de lo Esotérico. Cuatro vientos Ed. Santiago de Chile.
Van Lysebeth, A. 1990: Tantra. El culto a lo femenino. Ed. Urano. Barcelona.
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