La desobediencia civil:
Una perspectiva filosófica*
María Eugenia Cisneros Araujo**
¿Quién puede estar sereno en un país cuando ambos, gobernantes y gobernados carecen de principios?
“La esclavitud en Massachusetts”
Henry D. Thoreau
Introducción
La desobediencia civil como forma de resistencia exige el paso de la libertad como condición humana (individuo-conciencia) a la libertad política (público-acción). Para mostrar esta tesis el presente artículo consta de dos partes: En la primera, se hace énfasis en la manifestación de la voz interior, de la asunción de la conciencia, para construir la libertad como condición humana individualmente. Este despertar en cada individuo es necesario para que la desobediencia civil, como una forma de resistencia, pueda pasar del ámbito privado a lo público. En la segunda, se visibiliza que ante la desobediencia civil los individuos entran en ambivalencia. La aparición del conflicto entre Estado y sociedad pone de manifiesto en los individuos el sentimiento de ambivalencia entre obedecer o desobedecer al poder injusto, ilegal, ilegítimo y arbitrario. La solución de esta disyuntiva es individual y no pública. A cada quien le corresponde tomar una decisión y asumir sus consecuencias.
1. De la libertad como condición humana a la libertad política
La desobediencia civil es una forma de acción imaginativa individual, social y política cuyo fundamento lo constituye la libertad, esta práctica inicia con el individuo y sus obras imaginativas particulares. Para que llegue a ser un hecho político primero tiene que ser un acto individual anónimo y desconocido porque implica la consulta, a sí mismo, de decidir sí voluntariamente se asume el riesgo que significa resistir al poder injusto en nombre de la libertad[1]: “El antropólogo Leroi-Gourhan decía que antes de unir la acción a la palabra, el hombre comienza por los pies. La caminata nos recuerda nuestra condición de bípedos y lo que ella nos permitió lograr: nuestras civilizaciones…”[2].
La libertad está en peligro cuando los fundamentos democráticos han desaparecido. En este contexto, la desobediencia civil constituye un instrumento que genera la propia democracia[3] para salvarse a sí misma y los llamados a recuperar, proteger y profundizar los principios y valores democráticos son los ciudadanos[4]. De esta manera, la desobediencia civil es un deber y un derecho, un derecho porque como individuos sociales tenemos la facultad de estar en desacuerdo con las situaciones injustas ocasionadas por el ejercicio arbitrario del poder. Es un deber porque como individuos sociales estamos llamados a defender nuestra libertad[5].
Con nosotros […] surge la libertad y, al mismo tiempo, la ineludible obligación de defenderla hasta la muerte. Cuando los hombres pretendemos olvidar tal obligación, la naturaleza, por medio del comportamiento de los animales no racionales (en los cuales obra un modo directo o instintivo), se encarga de hacérnosla presente y hacer resonar en nuestras mentes el grito de «¡Viva la libertad!»[6]
Oponerse al poder en defensa de la libertad despierta primero el fuero interno como individuo en el ámbito privado, se trata en principio de resguardar mi libertad. Luego, al darme cuenta que soy un individuo social, que soy parte de lo común, entonces comprendo que la protección de mi libertad, también, consiste en salvaguardar la libertad de los otros porque es una toma de conciencia que se produce en la experiencia. “Resistencia solitaria no desprovista de nostalgia, la caminata es siempre un paso dado en dirección del otro; un encuentro que requiere un esfuerzo; una terapia a la vez psicológica y física…”[7].
El acto imaginativo mediante el cual se busca amparar la libertad individual se hace presente en lo imaginario. El ejercicio de la libertad como condición humana surtirá sus efectos en la experiencia, en la cotidianidad[8]. Por esta razón, afirmo que la desobediencia civil para que se transforme en una acción imaginaria social primero debe expresarse en las prácticas imaginativas individuales de la libertad como condición humana[9], y ¿qué hace que en el individuo nazca la conciencia de la libertad como condición humana? Respondo con las siguientes palabras: existen hombres que les ha ocurrido “…alguna vez, que tenga la tremebunda confrontación consigo mismo y vea, cuando menos, el destello fugaz de una intuición momentánea, la contingencia de su absurda existencia, acechada continuamente por todo género de peligros, condenada a dejar de ser, finita”[10]. Es en ese momento cuando decide luchar contra la injusticia, abandona el silencio y se muestra visiblemente en la acción.
Sócrates constituye un ejemplo de manifestación de la libertad como condición humana, en él, esta libertad, se conforma por su voz interior, dios y genio. En el diálogo de Platón Defensa de Sócrates[11], se advierte la resistencia de Sócrates a cumplir órdenes que de acuerdo con la ley son injustas. Para Sócrates lo fundamental consiste en obedecer y defender la ley porque ésta garantiza la justicia.
...Y en verdad que podría tal vez decirme alguien: «¿No te avergüenzas, Sócrates, de haber observado una conducta tal, que ahora te pone en peligro de muerte?» A ese yo le replicaría con toda razón: «Estás en un error, amigo mío, si crees que un hombre que valga, por poco que sea, ha de pararse a considerar los riesgos de muerte, y no ha de considerar solamente, cuando obra, sí lo que hace es justo o no lo es y si es propio de un hombre bueno o de un hombre malo [...] tal vez parezca chocante el hecho de que yo, como es sabido, vaya por doquier aconsejando en privado del modo referido y metiéndome en cosas ajenas, y, en cambio, no me atreva a subir a vuestra Asamblea para aconsejar públicamente a la ciudad. Mas la causa de ello es lo que muchas veces me habéis oído decir en muchos lugares, que sobre mí siento la influencia de algún dios y de algún genio [...] se trata de una voz que comenzó a mostrárseme en mi infancia, la cual, siempre que se deja oír, trata de apartarme de aquello que quiero hacer y nunca me incita hacia ello. Eso es lo que se opone a que yo me dedique a la política, y me parece que se opone con sobrada razón [...] necesario será que el que quiera verdaderamente luchar en defensa de los justo, si pretende sobrevivir algún tiempo, por poco que sea, actúe en privado y no en público [...] yo no puedo ceder ante nadie por temor a la muerte en contra de la justicia, y que soy capaz de morir antes de ceder [...] el único cargo público desempeñado por mí fue el de miembro del Consejo, y ejercía la «pritanía» nuestra tribu Antióquide, cuando vosotros quisisteis que se juzgase conjuntamente a los diez generales que no recogieron a los caídos en la batalla que sabéis, modo de juzgar contrario a las leyes, como posteriormente todos considerasteis. En aquella ocasión yo fui el único de los pritanos que se opuso a que procedieseis en desacuerdo con las leyes y el único que votó en contra vuestra. Pese a que los políticos estaban dispuestos a presentar denuncia contra mí y conducirme ante los jueces correspondientes, y a que vosotros los animabais a ello gritando, yo estimé que debía correr aquel riesgo sin apartarme de la ley y de lo justo antes que, por temor a la prisión o a la muerte, ponerme de vuestro lado en ocasión de que vuestros proyectos no estaban de acuerdo con la justicia. Ocurrió esto cuando la ciudad estaba aún gobernada por el régimen democrático. Cuando se instauró el régimen oligárquico, los Treinta, a su vez, me mandaron llamar junto con otros cuatro a la Rotonda y nos ordenaron traer de Salamina a León el salamino, para su ejecución; esta orden fue una de las muchas dadas por aquellos a muchos ciudadanos con la intención de propagar las responsabilidades entre el mayor número posible de atenienses. Entonces demostré nuevamente de hecho -no de palabra- que la muerte no me importa [...] y que todo mi interés está en no cometer ninguna acción injusta ni impía. En efecto, aquellos gobernantes, pese a la violencia con que salían actuar, no me intimidaron, no me movieron a llevar a cabo un acto injusto; lejos de eso, cuando salimos de la Rotonda, los otros cuatro marcharon a Salamina y trajeron a León, en tanto que yo me dirigía a mi casa, y tal vez por eso habría sucumbido yo si aquel gobierno no hubiese sido derrocado poco después...[12]
De la precedente cita se lee que Platón indica que al filósofo ateniense se le manifestaba una voz interior que le orientaba en su comportamiento, alejándole de cometer actos injustos. En otras palabras, en aquellas situaciones que exigen tomar postura a Sócrates se le presentaba un dios o un genio en su recóndita intimidad y cuyas palabras lo dirigían a realizar acciones conforme a la justicia y la ley. Por esa voz interior, se negó a juzgar a los diez generales que ganaron en la batalla de Arginusas. Se trataba de un acto injusto que no estaba contemplado en la ley. El hecho es que los generales ganan la batalla y de regreso para Atenas son sorprendidos por una tempestad que causó que varias de las naves naufragaran. Los generales se vieron impedidos de rescatar a los compañeros y sobrevivieron. Por tal motivo, los políticos de aquel momento, solicitaron que se juzgase a los generales sin derecho de defensa, a lo que Sócrates se negó por ser contrario a la ley y en consecuencia injusto. Similar situación se presentó con León de Salamina quien luchaba contra la tiranía de los treinta. Los tiranos querían enjuiciarlo y condenarlo a muerte sin derecho a la defensa, a lo que nuevamente se opuso Sócrates por tratarse de una arbitrariedad del poder político.
Como se puede apreciar, Sócrates es el único que en una toma de decisión individual orientada por su dios, genio, voz interior, conciencia, libertad como condición humana, se atrevió a desobedecer las órdenes de los que se encontraban en el poder en ese momento. No lo hizo con violencia, tampoco enfrentándose con armas a los que se encontraban en el poder. Sencillamente se negó a cumplir las órdenes porque estaban al margen de la ley. La desobediencia civil comienza por ser un acto de conciencia, moral y ético.
Por su parte Henry David Thoreau[13], evoca su libertad como una condición construida por sí mismo, como motor inicial para oponerse a los actos arbitrarios. Lo que el mencionado escritor expresó como el deber de la desobediencia civil.
Cuenta Thoreau en Walden o la vida en los bosques, el siguiente relato:
Una tarde, hacia finales del primer verano, que fui al pueblo a buscar un zapato que tuve que remendar, fui prendido y encarcelado porque [...] no había pagado impuestos ni reconocido la autoridad de un Estado que compra y vende hombres, mujeres y niños a la puerta del Senado, como de si ganado se tratara. Yo había ido a los bosques con otros propósitos. Pero, dondequiera que uno vaya, los hombres le perseguirán y sacudirán con sus sucias instituciones, y si pueden, harán por inscribirle a la fuerza en su desesperada sociedad de Odd-Fellows. Cierto, yo podía haberme resistido a la fuerza, con mejor o peor resultado, podía haber desatado un verdadero "amok" contra la sociedad, pero preferí que fuera ésta, desesperada, la que me lo infligiera a mí. Con todo, fui soltado al día siguiente, recuperé mi zapato reparado, y regresé a los bosques a tiempo de hacerme con mi provisión de gayubas en la colina de Fair Haven. Jamás fui molestado por persona alguna salvo por aquellas que representaban al Estado...[14]
Thoreau fue encarcelado por negarse a pagar impuestos al Estado. En esa época, el Estado utilizaba el dinero proveniente de los impuestos para mantener la institución de la esclavitud de los negros y la compra y venta de esclavos. Cuestión que estaba amparada por la ley. Sin embargo, Thoreau consideraba tal sumisión injusta, ilegal e ilegítima. Se opuso a contribuir en mantener a seres humanos como siervos. No se enfrentó con violencia, con armas. Tan solo se negó a pagar los aranceles y asumir las consecuencias de su decisión. Actuó según su conciencia. Y su acción pacífica tuvo tales efectos que por ello lo apresaron: "...No es sino hasta que nos hemos perdido, en otras palabras, hasta que hemos perdido el mundo, que empezamos a encontrarnos a nosotros mismos y que nos damos cuenta de dónde estamos y del infinito alcance de nuestras relaciones".[15]
En este contexto, es pertinente mencionar el caso de Franklin Brito[16], año 2010. Brito, ciudadano venezolano que decidió ejercer la desobediencia civil en contra de la arbitrariedad del gobierno bajo el mandato del Presidente Hugo Rafael Chávez Frías. Franklin Brito inició una huelga de hambre por la negativa del gobierno a reconocerle formalmente la titularidad sobre sus tierras como lo establece la ley. Se trata de la resistencia civil como manifestación en el campo de lo imaginario como imagen o figura. Cada vez que en los periódicos se mostraba una foto de Franklin Brito donde se percibía el deterioro físico, o donde se observaba cómo el cuerpo se consumía por sí mismo, se captaba la huelga de hambre como imagen. Esta imagen para los venezolanos tiene significación: por un lado, la lucha de un ciudadano venezolano por el respeto a sus derechos, al cumplimiento de la ley y al estado de derecho. Por el otro, un gobierno arbitrario, que anula el estado de derecho y se muestra indiferente ante este acto. Esta acción de Brito como imagen tiene un peso específico en el por hacer de lo imaginario, toda vez que representa una de las formas de acción individual con implicaciones en lo social por la lucha en pos de la reconquista de la libertad.
Franklin Brito, quien había protestado por el “decomiso”, por parte del gobierno, de sus tierras productivas, inició varias huelgas de hambre que culminaron con su deceso.
Foto después de su detención.
Foto: MeridithKohut for New York Times[17]
El caso de Franklin Brito muestra la figura del líder, militar, caudillo, cegado por el poder, embaucador del pueblo que sólo lo utiliza para preservar su mando. Busca eliminar la libertad y el derecho de los dominados. Todas sus acciones están al margen de la ley. Esta situación no es nueva en nuestro país. El cuento de Cecilio Acosta “Los espectros que son, y un espectro que ya va a ser”, relata el vicio intrínseco en la sociedad venezolana:
…«Pues bien», exclamó la Presidenta dirigiéndose al traidor, que temblaba de miedo, y rechinando de gozo la osamenta del carnero, «tú eres acusado de varios capítulos: de vida póstuma que debes a caldos y otros artificios, y que mantienen sin empleo en el lugar de los castigos, las camisas de fuerza preparadas y los azotes que mereces, de fraude porque has vivido engañando, de hipocresía porque has vivido fingiendo, de codicia porque has vivido malamente acumulando, de lesa libertad porque has sido su burla, de leso pueblo porque has sido su embaucador, de lesa patria porque has sido su enemigo, de lesa literatura porque has sido su tormento y de lesa moral porque has sido su escándalo y su ruina. Salgan los acusadores» [...] y «tú», le dijo, «no has hecho hasta ahora más que embaucar a los simples con frases hidrópicas y palabras huecas. ¿Cómo ha sido eso?»
-«Muy fácil: con vivan los derechos del pueblo, en que nunca he creído, viva la libertad (dicho esto con voz de garganta y no de pecho), y con las expresiones ampulosas de la razón pública, el volumen de las ideas, la conciencia granítica, el pabellón de los libres, la tiranía doméstica, las faldas del Pichincha, el desierto de Sechura, mezclado todo con algunos verbos de mi cuño, por supuesto retumbantes, y variado eso poco según las combinaciones del binomio de Newton, que dan para acabar tarde o casi nunca, se tiene la salsa que he compuesto, y el fárrago con que he rellenado periódicos, memorias y discursos, y que ha servido para llenar mi caja también.» [...] Cuando he echado mis arengas (siempre las mismas como los sermones del padre Cómins), he echado también mis cuentas, y pensado para mí: palabra dicha, engaño hecho, y coma y beba yo con mis cincuenta casas que lo dan, y que he adquirido sin sudor, aunque otros pordioseen, hambreen y rabien. [...] -«¿De qué has vivido toda tu vida?», le dijo.
-«De cizaña para la discordia, de invenciones para la calumnia, y de hacer el mal por el mal mismo y por ver correr las lágrimas.»
-«Eres un maligno.»
-«Yo doy de mí lo que tengo.»
Entonces la sombra que representa las clases trabajadoras, «te ofreciste», le apostrofó, «como el Moisés de los pobres, y en vez de conducirlos a la tierra de Promisión, los has sepultado en la miseria; tú y los tuyos opulentos, y ellos sin pan; tú y los tuyos con millones, ellos de puerta en puerta. Contesta.»
-«Defendí al pueblo para hacerme rico con sus despojos y su sangre: desde que lo fui, lo que hago es echarlo de mi casa, o echarle los perros, o voltearle la espalda, o hacerme el desconocido. Grito, pateo, insulto, blasfemo, y nadie me tose, porque el saco del limosnero es humilde. Ellos cogen y se van, y yo cojo y paso la llave, me arrellano después en mi sillón a fumar mi puro, y no hay más nada…
…«El partido liberal que es la causa de los pueblos y el porvenir de América, no quiere sino un gobierno de leyes, y tú has sostenido el despotismo; sino principios, y tú quieres personas; sino respeto a las garantías, y tú has aconsejado que se violen; sino amor a los demás, y tú los desprecias; sino tolerancia con todos, y tú no quieres sino que prevalezca la tuya, como tu dinero, tus casas, tu orgullo y tu insolencia. Al fin has terminado por defender el guzmancismo, es decir, tu obra; y la República no quiere señores sino ciudadanos»…[18]
Esta historia continúa. En el año 2013, el personaje que engañaba, fingía, calumniaba, utilizaba al pueblo para hacerse rico, pronunciaba discursos vacíos era Hugo Rafael Chávez Frías. En el año 2015, el personaje del cuento es Nicolás Maduro Moros. Con el añadido que nadie lo quiere, no lo aplauden, no lo escuchan.
Sócrates, Thoreau y Brito son movilizados por la práctica de su libertad como condición humana que refiere al rescate del sí mismo como personas autónomas, de convicciones, principios, ética y moral cuya pasión por la libertad los impulsó a la lucha por la justicia y a oponerse a los actos arbitrarios provenientes del poder político, asumiendo los riesgos de su decisión. La desobediencia civil exige el asumir la responsabilidad de nuestra existencia a partir del despertar de la conciencia en la asunción de que somos individuos sociales. Se trata de actos individuales que tienen efectos contundentes en el ámbito político toda vez que lesionan creativamente el ejercicio desmedido del poder. El despertar de la libertad como condición humana garantiza la posibilidad factible que un individuo decida desobedecer a su gobierno por considerar que su proceder es arbitrario.
La libertad como condición humana consiste en el arduo camino que debe decidir transitar cada individuo para construir su propia libertad como no dominación. Bakunin se refiere a este tipo de libertad. En su texto La libertad[19], señala que el hombre para realizarse debe primero conocerse. Esto es, a partir de su propio pensamiento ser capaz de cuestionar las instituciones religiosas, políticas y económicas de la sociedad de la que forma parte. Esas instituciones lo socializaron, educaron y le crearon hábitos. El hombre es producto de esos valores ya establecidos. La sociedad ejerce una presión inmensa sobre el individuo a tal punto que impide que en él se manifieste su propio pensamiento. Es mediante la capacidad de los individuos de poner en duda lo establecido que pueden avanzar y alcanzar la libertad. El poder de discutir y expresar el desacuerdo ante lo establecido deviene de esa fuerza consustancial al individuo que se traduce en desobediencia y rebeldía. Bakunin afirma que es:
…Esa inmoderación, esa desobediencia, esa rebeldía del espíritu humano contra todo límite impuesto […] constituyen su honor, el secreto de su poder y de su libertad. Es buscando lo imposible como el hombre ha realizado siempre lo posible y quienes se han limitado “sabiamente” a lo que les parecía lo posible jamás avanzaron un solo paso[20]
Para que se produzca la rebeldía es necesario que el individuo conquiste su emancipación interior, ello se alcanza cuando consigue liberarse de la dominación que la sociedad ejerce sobre su persona, cuestión que no es sencilla ni fácil. La sociedad domina a los individuos mediante los vínculos que lo atan a ella: la certeza, la seguridad, la tranquilidad, la paz, la tradición, la rutina. Estos lazos lo convierten en un individuo servil, carente de rebeldía y sin iniciativa para emprender nuevas acciones. Pero, son las instituciones las que educan al individuo y esa misma socialización constituye la materia prima para despertar la desobediencia. Por consiguiente, es en la sociedad y con la presencia de los otros que los individuos logran su libertad. De allí que, el individuo primero debe rebelarse en su esfera interna de las ataduras ficticias que lo ligan a la sociedad. Luego, cuestionar la dominación natural que lo social ejerce sobre el individuo. Finalmente, ser capaz de cuestionar las instituciones. Según Bakunin, para el individuo es más difícil enfrentarse a la tiranía social que a la autoridad del Estado. Sublevarse al yugo social le exige autonomía y autenticidad. Oponerse a la autoridad del Estado le reclama disposición, capacidad de lucha y sacrificio.
Se puede ver que Bakunin diferencia la dominación social del poder del Estado. Considera que la dominación social se impone naturalmente porque forma a los individuos en su seno. Durante la vida de los individuos, la sociedad permanentemente le está suministrando su naturaleza material, intelectual, moral y religiosa. El Estado es la autoridad, la fuerza, la imposición y con tendencia a limitar, lesionar la libertad de los individuos y de la colectividad. Lo que el individuo manifiesta en el exterior es lo que tiene en el interior, si internamente es servil, entonces, externamente lo continuará siendo. Si internamente se ha emancipado de sí mismo, entonces, externamente se sublevará a la dominación natural social y a la dominación artificial institucional porque está impulsado por una sincera convicción: la certeza que nació para ser libre y no servil.
Para el luchador Bakunin la esencia de la humanidad se constituye por la solidaridad social y la libertad. Ambos aspectos son la motivación central para trabajar en la construcción de una sociedad basada en la igualdad, la solidaridad, la libertad y el respeto humano y mutuo de todos sus miembros. Para ello, es imperativo desmontar los elementos en los que se basa la sociedad: el culto divino sobre el respeto humano; la autoridad sobre la libertad; el privilegio sobre la igualdad; la explotación sobre la fraternidad; la mentira sobre la justicia y la verdad. Esta empresa se enfrenta inevitablemente a un problema aún vigente: el individuo que quiere ser libre y no puede serlo efectivamente porque los otros que le rodean no quieren o tienen miedo de ser libres y, entonces, son instrumentos de la opresión, colocados contra el deseo natural de rescatar la libertad como condición humana y posteriormente la política. La libertad como condición humana es un proceso individual que se desarrolla en el ámbito privado de cada persona en específico. La libertad política es un trabajo social; no es individual ni aislado[21]. Por consiguiente, para que la lucha por la reconquista de la libertad política aparezca en el ámbito público es necesario que primero algunos individuos singulares hayan comenzado a desarrollar el proceso de construcción de su libertad como condición humana.
El Estado es una forma histórica social que se reserva el ejercicio del poder, la fuerza, la organización de la educación, la instrucción popular, la censura, la policía y la fuerza armada. Instrumentos que utiliza para dominar a la sociedad civil mediante la obediencia pasiva evitando así cualquier destello de rebeldía y del ejercicio de la libertad. Por esta razón, afirma Bakunin:
…Llegamos hoy a la absoluta necesidad de la destrucción de los Estados o, si se prefiere, a su radical y completa transformación en el sentido de que al dejar de ser potencias centralizadas y organizadas de arriba abajo se reorganicen, ya sea mediante la violencia, ya mediante la autoridad de cualquier principio, con una absoluta libertad para todas las partes[22]
De esta cita pareciera desprenderse, distanciándome de la clásica interpretación de las ideas de Bakunin como destructor del Estado, semilla de los movimientos terroristas e impulsor de las guerras, que la preocupación de Bakunin, además, de denunciar la forma vertical, jerárquica como está organizado el Estado con el fin de ejercer la dominación sobre la sociedad, se centra en mostrar la necesidad de construir una organización social que no tenga como objetivo la dominación, lo que requiere construir otra forma de institución cuyo fin sea la no-dominación, la garantía de la presencia de la libertad como un bien social fundamental. Bakunin acepta la existencia de la autoridad pero destaca los peligros que se derivan de ésta, dependiendo de la base desde donde se siembre. Nota que la dominación ha sido utilizada para la opresión, para convertir a la sociedad en servil. Ante ello es esencial que se manifieste la capacidad de rebeldía y desobediencia como un trabajo social para lograr construir una organización social cuya institución tenga por norte la libertad como no-dominación. También enfatiza, que los individuos y la mayoría, en todo momento mantiene el poder de cuestionar, discutir la institución. A mi modo de ver, esto quiere decir, que aunque se logre transformar la institución en una organización horizontal o se construya de abajo hacia arriba, los individuos y la sociedad siguen manteniendo el poder de criticar, poner en duda, desaprobar, evaluar, opinar, rechazar las prácticas opresivas. Ninguna institución independientemente de la forma que tenga debe limitar la capacidad de los individuos y de la mayoría de examinar y poner en entredicho el cómo se está materializando en la cotidianidad la organización social. Para mí, la tesis de fondo consiste en la siguiente interrogante ¿Cómo erradicar la relación dominante-dominado de cualquier organización social que se muestre como una forma de institución histórica específica? La respuesta de Bakunin es tajante: mediante la expresión de la rebeldía y la desobediencia de los individuos y la sociedad. La no-cooperación con el gobierno arbitrario constituye el poder que le garantiza a la sociedad el cuidado de su libertad ante cualquier modo de extinción. En efecto, Bakunin asevera “…La cuestión […] es saber si el pueblo […] es capaz de construir una organización…”[23], y yo agrego una organización donde se instituya la libertad como no-dominación.
En resumen, Bakunin refiere a la dominación social y a la política. Sostiene que la opresión social es natural porque los individuos y la mayoría son producto de sus valores y principios que se establecen en vínculos concretos con respecto a los individuos. En otras palabras, las creencias, los hábitos, las opiniones, la familia, las referencias que encaminan la vida de los individuos y la sociedad hacia el desarrollo y la certeza se encuentran firmes en la sociedad de la cual forman parte. Esa misma relación tiene la cualidad de dominación, puesto que la sociedad al contener la moral, la religión, la educación, los parámetros referenciales que le dan sentido a la existencia ejerce sobre la individualidad una dominación que se traduce en que yo sea reproductor pasivo de tales valores. La sociedad le enseña a los individuos y a la mayoría una jerarquía: arriba está: padre y madre, dios, docente, jefe, empresario, político, sacerdote. Abajo: están los individuos y los otros. Los ciudadanos de a pie. Se forma una jerarquía implícita y natural que impone la obediencia como la forma social acorde a la tradición. La dominación política refiere al Estado como una institución cuyo fundamento es la fuerza y el poder para imponerse sobre la sociedad.
Bakunin explícitamente dice que los individuos y la mayoría tienen que emanciparse de sí mismos como productos sociales, rebelarse a la tiranía natural social y desobedecer a la opresión institucional.
El problema de fondo quiero expresarlo con estas palabras: “…si incluso dominios tan íntimos e insignificantes de tu existencia están sometidos a mandamientos, piensa, con mayor razón, en la amplitud de las obligaciones que pesarán sobre los momentos más esenciales de tu vida”.[24]
Hay que rebelarse contra esos mandamientos, a eso se refiere Bakunin con su tesis de la libertad como no-dominación. La libertad como condición humana comienza con el individuo cuando es capaz de asumir su autonomía para desde allí resistirse a la dominación natural social y finalmente al poder del Estado, en un trabajo social porque la libertad es un producto político. En otras palabras, la libertad como no-dominación tiene que darse primero en lo individual-privado para pasar a lo público-social-acción.
2. La ambivalencia de los individuos ante la desobediencia civil
Ante la opresión, los individuos responden de diversas formas: sometiéndose por su propia voluntad a quienes ejercen el poder, apáticos, los que no hacen nada, los que sabiendo que su libertad está restringida tienen miedo de luchar en forma individual, los que también saben y sufren la pérdida de libertad y huyen, se van, se escapan de la tiranía, y los luchadores por la libertad que, generalmente son los amenazados por la fuerza para que se dobleguen.
La ambivalencia se manifiesta ante una situación que exige una toma de decisión. A los individuos les corresponde determinar si quieren la libertad o prefieren la tiranía. Sólo unos pocos luchan por la libertad, otros por miedo se someten al poder, algunos se vuelven cómplices y aduladores, y la mayoría no hace nada. A mi modo de ver, una de las causas de la falta de entereza para rechazar la tiranía se debe a la carencia de conciencia. La mayoría no ha trabajado en función de construir su libertad como condición humana e incluso si la libertad les fuese dada fortuitamente no la dieran por bien recibida. No existe el conócete a ti mismo, la voz del corazón ni de la razón, la luz de la conciencia. La autonomía se construye en la cotidianidad, en la experiencia, en la relación con los otros, en la capacidad de cada quién de asumir la responsabilidad de su existencia, dándose cuenta que no necesita seguir a alguien para encontrarse a sí mismo. Por el contrario, su fuerza interior depende de sí mismo en la medida que se dedique a fortalecer su propia reflexión, su voluntad y su razón. La disyuntiva en cada individuo es un sentimiento que se expresa mediante el lenguaje con la siguiente interrogante: Ante un poder arbitrario e injusto ¿qué hago?, ¿lo enfrento?, ¿soy indiferente?, ¿espero que otros luchen por mí?, ¿me vuelvo cómplice?, ¿espero, pasivamente, qué algo pase por sí solo? La respuesta en este estado generalmente es: no sé qué hacer. La ambivalencia está presente en cualquier persona independientemente del nivel cultural y del papel social que cumpla y, en esta gama está el jardinero, el panadero, el que barre las calles, los que recogen la basura, profesores, empresarios, comerciantes, estudiantes, los choferes de autobuses, los taxistas, plomeros, zapateros, electricistas, obreros, políticos, entre otros. Lo cierto es que mientras cada individuo esté indeciso, entre obedecer o desobedecer al poder ilegal, ilegítimo, arbitrario e injusto, no se hace nada.
En la obra de Friedrich Von Schiller sobre Guillermo Tell[25], se pueden observar las distintas posturas de los personajes ante la arbitrariedad del poder. Los que se subordinan voluntariamente, los indecisos, los que luchan por la libertad. La historia de Guillermo Tell es un canto a la desobediencia civil cuya pasión es la libertad reivindicada por las acciones individuales que propician la práctica política. Los suizos están bajo la dominación austríaca, el Gobierno usurpador se vale de la opresión y la tiranía para mantenerse en el poder.
A medida que se pasan las páginas, uno se percata que la desobediencia civil exige el paso de la libertad como condición humana (individuo-conciencia) a la libertad política (acción-lo público); se trata de una lucha que tienen que emprender los ciudadanos contra el poder injusto, que consiste en una práctica creativa individual y de la mayoría que persigue consolidar la libertad como institución de la sociedad. En este contexto, aparece la ambivalencia de los individuos ante la desobediencia civil: la indecisión entre obedecer o desobedecer al poder arbitrario. Cada quien toma una posición ante la dominación.
La historia muestra desde el principio la inconformidad de ciertos individuos ante el poder opresor. Paso a mencionar algunos de los pasajes que así lo reflejan:
Baumgarten, suizo, hombre del pueblo, ha matado de un hachazo a un oficial austríaco para evitar que abusara de su esposa. Sus palabras son estas:
Todos: ¿Qué habéis hecho?
Baumgarten: Lo que, en mi lugar, cualquiera hombre libre. He usado de un derecho legítimo contra quien atentó a mi honor y al de mi esposa[26]
Luego de matar al oficial, escapa. Llega al lago y comienza un huracán. Le pide al barquero que lo lleve a la otra orilla, pero éste se niega. Sólo Guillermo Tell se atreve a prestarle ayuda. Tell, es el personaje que representa la libertad como condición humana. Es el hombre autónomo, que toma las decisiones por sí mismo, y es un apasionado por la libertad. Cuando Tell se encuentra con Baumgarten y tiene conocimiento que el barquero no quiere prestar ayuda a su compañero, le dice lo siguiente: “…cuando es preciso, oh barquero, hay que aventurarse a todo […] El valiente no piensa en sí, sino en último extremo. Se confía en Dios, y se salva al oprimido”[27]. El barquero piensa en él, en su familia y en los peligros de la tormenta. Estas razones constituyen su motivo para no ayudar a Baumgarten, legítimas por lo demás. Y aquí se presenta el conflicto filosófico individual ante el aplastamiento de la tiranía.
Baumgarten y Tell se montan en la barca bajo la lluvia, los truenos, las altas olas, la fuerza del viento, con sus miedos y certezas de la posibilidad de perecer en el intento. Logran salvarse y llegan a la casa de Stauffacher, protector de los oprimidos.
Stauffacher, suizo, una clase más elevada (noble), conversa con su esposa Gertrudis sobre qué hacer contra la dominación. Gertrudis alienta a su esposo a emprender la lucha y la guerra si es necesaria para recobrar la libertad. “Gertrudis: Se sufren con paciencia las plagas que Dios envía; pero ningún noble pecho tolera la injusticia”[28].
También está Melchthal, otro suizo, que al igual que Baumgarten por enfrentarse a la tiranía, escapó y está escondido y se lamenta: “…¿Qué he hecho yo, para esconderme como un asesino? He roto un dedo a un criado insolente, que, por orden del Gobernador, intentaba arrebatarme en mis barbas mi mejor yunta de bueyes”[29]. Ante este acto, el Tirano dejó ciego, desnudo y con un bastón a su padre. Le arrebató sus bienes, dejándolo solo, a la intemperie, pidiendo limosna de puerta en puerta.
De lo anterior, se desprende que, individuos suizos, trabajadores, miembros del pueblo, realizan prácticas de rechazo a la opresión, asumiendo las consecuencias de tal enfrentamiento. Por otro lado, el poder arbitrario se vale de las armas para lograr que el pueblo le obedezca. En Uri, el tirano construye una fortaleza, obligando por la fuerza a los pobladores de allí a construirla. Ante el suplicio que sufre un jornalero por parte de un oficial, dice: “Triste es, sin embargo, que nosotros mismos hayamos de traer las piedras para labrar nuestra propia cárcel”[30].También utiliza la amenaza. Uno de los cómplices del Emperador (Tirano), anuncia:
El Pregonero: ¡Escuchad, en nombre del Emperador! [...] ¿Veis este sombrero, habitantes de Uri? Se colocará en lo alto de un fuste, en medio de Altdorf, en el punto más culminante, porque tal es la voluntad y el propósito del Gobernador. A este sombrero se honrará como a su mismo dueño, doblando ante él la rodilla, y descubriéndose la cabeza […] Así conocerá el Rey a los obedientes. Quien no cumpla esta orden, será castigado en su persona y bienes…[31]
Un sombrero sobre un palo que simboliza el poder arbitrario. Ante ese absurdo, el pueblo debe mostrar obediencia, bajando la cabeza cada vez que pase delante del sombrero si no quiere ser castigado. Es la situación que despierta la ambivalencia en los individuos: ¿qué hacer: arrodillarse o no ante el sombrero? Algunos harán la reverencia, otros no la harán. La solución a la ambivalencia de los individuos es la toma de una decisión que dé coherencia a su conciencia con su comportamiento.
Rudenz decide someterse voluntariamente al poder austríaco. Tal como se puede leer en el diálogo entre El Barón y su sobrino Rudenz:
“El Barón: Todo el país se queja de la dura opresión del Soberano […] El pecho de todos los hombres honrados está lleno de amargura ante el poder tiránico que nos agobia […] pero no llega hasta tí ese dolor general […] andas separado de los tuyos, junto al enemigo de tu patria; te burlas de nuestros males; corres en pos de placeres ligeros, y te esfuerzas en captarte el favor de los príncipes, cuando tu país destila sangre, a los golpes de la férula.
Rudenz: ¿Decís que está oprimida la patria? […] Y ¿por qué, tío? ¿Quién es el autor de esta desdicha? Una sola y fácil palabra nos librarían en un instante de esta plaga, y nos conciliaría las gracias del Emperador. ¡Ay de aquellos, que cierran los ojos al pueblo, y se oponen a su verdadero bien! Por su propio interés lo contrarían, y se niegan los cantones a jurar fidelidad a Austria, como lo han hecho los demás países comarcanos. Mucho les agrada sentarse con los nobles en el banco señorial […] quieren por soberano al Emperador, para no- tener ninguno.
El Barón: […] Anda, pues, vende tu libertad; toma en feudo tus tierras, conviértete en servidor de príncipes, cuando te es lícito ser dueño de ti mismo, y potentado en tu propia herencia y en tu territorio libre […]
Rudenz: Vanamente resistiremos al Rey, porque el mundo es suyo […] Suyos son los mercados públicos, los tribunales, las carreteras que recorren los comerciantes […] De sus posesiones, como de una red, nos vemos por doquier rodeados y presos en ella […] Lo mejor y los más prudente, en estos tiempos de desorden, es adherirse a algún potentado poderoso […] si tenemos un temible soberano hereditario, y nos granjeamos su favor, sembramos para coger después copioso fruto.
El Barón: […] si hemos de derramar nuestra sangre, que sea por nosotros […] menos nos costará la libertad que la esclavitud[32]
Rudenz luego decidirá apoyar a su pueblo, a su patria que es Suiza y enfrentará a la tiranía en rescate de la libertad.
Finalmente, está Guillermo Tell, el hombre que ama la libertad y asume cualquier riesgo por ella. Tell pasa con su hijo ante el sombrero que fue colocado en Altdorf, sin prestar atención al sombrero y sin hacer la reverencia. Con esta acción desobedece la orden dada por el gobernador: arrodillarse ante el sombrero. Su acto hace que los oficiales quieran llevar a la cárcel a Tell por desobedecer la orden del Gobernador. El traslado es interceptado por las personas del pueblo de Altdorf, para evitar que encarcelaran a Tell.
Asimismo, el pueblo de Altdorf para evitar bajar la cabeza, ante el sombrero, decidió no pasar por el sitio donde se encontraba, para realizar sus diligencias y continuar su vida tomaban los caminos más largos, atajos, aunque tardaran más de lo habitual. Ante la desobediencia de Tell, el Gobernador le dice:
Gessler (Pausa): ¿Así desprecias tú a tú Emperador, oh Tell, y a mí, que lo represento, y rehúsas reverenciar ese sombrero que hice poner en ese palo para probar vuestra obediencia? Dejaste entrever así tú dañada intención […] Bien, Tell; puesto que aciertas a una manzana en el árbol, a los cien pasos, darás en mi presencia una prueba de tu destreza […] Toma la ballesta. La tienes en la mano […] y dispone a acertar una manzana en la cabeza de tu hijo. Pero te aconsejo que apuntes bien y que la toques el primer disparo, porque si la yerras, te va en ello la cabeza. (Todos se horrorizan)
Tell: Señor […] ¿Qué monstruosidad exigís de mí? […] que yo, en la cabeza de mi hijo…no, no, buen señor, imposible que habléis formalmente […] ¡Líbreme de ello Dios misericordioso! […] ¡No podéis mandarlo en vuestro juicio a padre alguno!
Gessler: Tirarás a una manzana, puesta en la cabeza de tu hijo […] ¡lo deseo y lo ordeno!
Tell: ¿Qué yo apunte con mi ballesta a la cabeza de mi querido hijo? […]¡Prefiero morir!
Gessler: ¡O tiras, o mueres con tu hijo![33]
Tell luego de superar sus miedos y la angustia ante la situación apremiante en la que se encuentra, decide lanzar la flecha, acierta a la manzana sin herir a su hijo. Queda libre. Pero Tell, había ocultado una flecha en su pecho y el Gobernador curioso de ello, le pregunta por qué ha escondido esa flecha. Tell le responde:
Tell: Bien, señor; puesto que me aseguráis la vida, os diré toda la verdad […] Con esta segunda flecha hubiera atravesado […] a vos, si hiriese antes a mi hijo querido, y la vuestra […] de seguro no hubiese errado el blanco.
Gessler: ¡Bien, Tell! Te he prometido la vida, y no faltaré a mi palabra de caballero […] Sin embargo, conociendo ya tus intenciones perversas, te llevaré y guardaré en donde no veas más el sol ni la luna, y así no temeré tus flechas […] que aprenda el prudente a callar y obedecer[34]
Tell escapa, mata al Gobernador, el resto de los suizos logra unirse para enfrentar al Gobierno injusto. De los actos individuales singulares se pasó a lo público. La libertad como condición humana se transformó en política. Los efectos de cada acto individual se extendieron a lo social. Lo que en un principio fue el poder limitando a la libertad se invirtió. Ahora la libertad controló el poder desmedido. Al pasar de la participación individual a la colectiva para defender la libertad, se logró poner fin a la tiranía. Cuando cada individuo resuelve la ambivalencia y se pasa de lo privado a lo público se emprende el camino de la desobediencia para enfrentar al poder injusto. Carolina Guerrero tiene razón cuando afirma que:
…el poder de la sociedad configurado a través de la participación de los ciudadanos en la cosa pública se traduce, en primera instancia, en el modo de regulación activa sobre el poder artificial del Estado y la representación. Si el poder civil se enfrenta al poder estatal, lo hace primeramente en búsqueda de reafirmar los derechos y garantías de ciudadanos e individuos, amenazados por la eventual voracidad estatal…[35]
Desobedecer implica una decisión individual de cada persona[36] al igual que obedecer. Cada quien en consulta con su fuero interno, en un acto de introspección tiene que preguntarse ¿qué quiere hacer ante un poder injusto, ilegítimo e ilegal?, ¿obedecerlo o desobedecerlo? Primero hay que plantearse que el poder es arbitrario, luego considerar si se está dispuesto a asumir las consecuencias de permanecer en un estado de ambivalencia o tomar una decisión. El padecer los efectos de la injusticia, su disyuntiva se convertirá en su principal verdugo.
Tolstoi, en su obra El reino de Dios está dentro de vosotros, señala vívidamente la ambivalencia ante la libertad:
Todo hombre se encuentra, durante su vida, en relación a la verdad, en la situación de un viajero que camina en la oscuridad con la claridad de una linterna cuya luz se proyecta delante de él; no ve lo que la linterna aún no ilumina; no ve siquiera el camino recorrido y que ya recayó en la oscuridad; pero en cualquier lugar que se encuentre, ve lo que está iluminando la linterna, y siempre es libre para escoger un lado u otro de la carretera.
Siempre existen verdades invisibles que todavía no han sido reveladas, ya vividas, olvidadas y asimiladas por el hombre, y ciertas verdades que surgen delante de él, a la luz de su inteligencia, y que él no puede no reconocer. Y aquello que llamamos libertad se manifiesta por el reconocimiento o por el no-reconocimiento de estas verdades[37]
Y en la siguiente afirmación de Octavio Paz:
La libertad no es una filosofía y ni siquiera es una idea: es un movimiento de la conciencia que nos lleva, en ciertos momentos, a pronunciar dos monosílabos: Sí o No. En su brevedad instantánea, como a la luz del relámpago, se dibuja el signo contradictorio de la naturaleza humana[38]
* Ponencia presentada en el marco de las Reflexiones Republicanas realizadas por la Escuela de Filosofía de la Universidad Central de Venezuela. Librería Lugar Común-Altamira. 19 de Agosto de 2017. Ver en: https://youtu.be/WZieJ8Z-7nw. Las ideas aquí expresadas son producto de mi trabajo de ascenso para optar al escalafón de Profesor Agregado presentado en el año 2015. Publicada en la Revista Apuntes Filosóficos Vol. 27, N° 52, 2018, pp. 35-54.
* Lic. en Filosofía (Universidad Central de Venezuela-UCV). Lic. en Estudios Internacionales (UCV). Abogado (UCV). M.Sc. en Filosofía, mención Filosofía y Ciencias Humanas (UCV). Profesora-Investigadora adscrita al Instituto de Filosofía. Jefe del Departamento de Teoría e Historia de la Filosofía. Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela.
[1]“…preguntamos cómo se producen las actividades sociales y nos convencemos de que son el resultado colectivo de los deseos individuales, que procura cada cual satisfacer siguiendo el camino que le parece más fácil, según su hábito y pensamiento preexistentes…”. Spencer, H., El individuo contra el Estado. Barcelona, Ediciones Orbis, 1984, p. 92.
[2]Michel, F., “El arte de deambular en libertad”, en Pacifismo, resistencia y desobediencia civil. ¿Hasta dónde obedecer la ley? Legalidad versus legitimidad. Santiago-Chile, Selección de artículos de Le Monde diplomatique, Editorial Aún creemos en los sueños, 2006, p. 53.
[3]“Schell […] sostiene que la posibilidad de las acciones no-violentas está enraizada en el sistema democrático moderno, en tanto que niega condiciones de coacción mediante la fuerza…”. Valencia, N. M., Psicología política, resistencia…, op. cit., p. 86.
[4]“…La desobediencia civil, después de todo, no busca la destrucción del sistema político, sino su encausamiento dentro de los cánones de la justicia…”. Latouche, M., “Los dilemas de Antígona. Reflexiones en torno al problema de la desobediencia civil”, en Episteme NS. Revista Instituto de Filosofía. Caracas, UCV-FHE, vol. 31, nº 2, 2011, p. 34.
[5]“…La libertad […] es natural; y por ello, a mi juicio, no sólo hemos nacido con ella, sino además con la pasión de defenderla”. Étienne De la Boétie. Discurso de la servidumbre también llamado contra uno. México, Editorial Aldus, S.A., 1a ed., 2001, p. 19.
[6]Cappelletti, A. J., “Etienne De la Boétie y la libertad política”, en La idea de la libertad en el renacimiento. Caracas, Alfadil Ediciones, S.A., 1986, p. 66.
[7]Véase, Michel, F., “El arte de deambular…”, op. cit., p. 54.
[8]“…la caminata incita a la modestia, a la curiosidad, al silencio y a la meditación, a la vez que nos mueve a la introspección, a la intimidad, a callarnos para escuchar mejor”. Ídem.
[9]“…todos los fenómenos sociales tienen su origen en los fenómenos de la vida individual, cuya raíz se encuentra a su vez en los fenómenos vitales en general”. Spencer, H., El individuo contra…, op. cit., p. 109.
[10]Briceño Guerrero, J., ¿Qué es la filosofía?. Mérida, Ediciones La Castalia, 2a ed., 2007, p. 12.
[11]Platón. "Defensa de Sócrates", en Obras completas. Madrid, Aguilar, 2a ed., 1969, pp. 201-218.
[12]Ibíd., pp. 208, 210, 211 y 212. 26e/28c. 29e/31b. 31b/32c.
[13]"Un día de julio de 1846 [...] en Concord (Massachussets, Estados Unidos), donde había nacido en 1817, Henry David Thoreau se cruza con Samuel Staples, inspector municipal, quien le reclama el pago de sus impuestos y está dispuesto incluso a adelantarle el dinero necesario para saldar su deuda. David Thoreau, que vive aproximadamente dos años en una cabaña en el corazón del bosque de Walden y se dirige a la ciudad a retirar sus zapatos que había mandado a arreglar, está un poco desconcertado. Responde que se niega, por una cuestión de principios, a pagarle al Estado más aun cuando está en desacuerdo con su política y en absoluto desea contribuir a financiar la guerra contra México. Entonces, es detenido y debe pasar la noche en prisión, a pesar que una "misteriosa" mujer (probablemente María Thoreau, su tía) pagó el impuesto [...] David Thoreau se siente obligado a narrar su experiencia y fundamentar su actitud. Escribe "La relación del individuo con el Estado", texto que presenta durante una conferencia ofrecida en Concord, en enero de 1848. Elizabeth Peabody -cuñada del novelista Hawthorne- lo publica en su revista Aesthetic Papers en mayo de 1849 bajo el título de "Resistencia al Gobierno Civil", título que en las Obras Completas de Thoreau publicadas después de su muerte en 1862, se convertirá en Desobediencia civil. Este texto polémico [...] cayó rápidamente en el olvido y el mismo Thoreau dejó de referirse a él.
Fue León Tolstoi quien [...] lo leyó e invitó a los estadounidenses, en una carta publicada por la North American Review, a comienzos del siglo XX, a retomar esta actitud valiente y ejemplar de un individuo que se atreve a enfrentar al Estado cuando éste equivoca su camino. Poco tiempo antes, un estudiante indio de la Universidad de Oxford, Mohandas K. Gandhi se entusiasma y, ejerciendo como abogado en Sudáfrica, lo publica en su revista, Indian Opinion, el 26 de octubre de 1907. Más tarde, y hasta su asesinato en 1948, no dejará de preconizar la desobediencia civil, que asocia a la práctica de la no violencia.
Thoreau se vio impresionado por Bronson Alcott, ciudadano de Concord retratado por su hija LouisaMay en los rasgos del doctor March en Mujercitas, quien declaraba firmemente su decisión de no pagar impuestos mientras su gobierno no pusiera fin a la indigna política esclavista. Se cuenta que el squire Samuel Hoar pagó la cuenta, pero lo importante no era eso sino que se reconocía definitivamente la idea de que un solo ciudadano pudiera sublevarse contra su gobierno, íntimamente convencido, con el fin de estar de acuerdo con los principios constitutivos de su Estado". Ver, Paquot, T. "Desobediencia civil: ¿derecho o deber?”, en: Pacifismo, resistencia y desobediencia civil. ¿Hasta dónde obedecer la ley? Legalidad versus legitimidad. Chile, Selección de artículos de Le Monde diplomatique, Editorial Aún creemos en los sueños, 2006, pp. 13-15.
[14]Thoreau, D.H., Walden o la vida en los bosques. Caracas, Eduven, Colección Sapientiae, 1a ed., 2012, pp. 87 y 88.
[15]Ibid., p. 87.
[16]Franklin Brito muere la noche del 30 de agosto de 2010 sin obtener respuesta del Gobierno venezolano ante sus peticiones.
[17]Foto de Meridith Kohutpara el New York Times. Recuperado de: http://www.nytimes.com/2010/04/04/world/americas/04venez.html?scp=1&sq=franklin%20brito&st=cse. Consultado: 3 de abril de 2010.
[18]Según Carlos Sandoval, compilador de la antología de donde extrajimos el cuento citado, el mismo fue publicado, originalmente, el 15 de noviembre de 1877, en la publicación periódica Tribuna Liberal, de Caracas. Acosta, Cecilio. “Los espectros que son, y un espectro que ya va a ser”, en Días de espantos (cuentos fantásticos venezolanos del siglo XX). Carlos Sandoval-compilador, Caracas, Comisión de Estudios de Postgrado, Facultad de Humanidades y Educación-UCV, 1a ed., 2000, pp. 153-159.
[19]Cf.Bakunin, M., La libertad. México, Editorial Grijalbo, S.A., 1a ed., 1972.
[20]Ibíd., p. 23.
[21]“…El hombre solo se emancipa de la presión tiránica que ejerce sobre cada cual la naturaleza exterior mediante el trabajo colectivo; pues el trabajo individual, impotente y estéril, nunca lograría vencer a la naturaleza”. Ibíd., p. 31.
[22]Ibíd., p. 58.
[23]Ibíd., p. 85.
[24]Nothomb, A., Estupor y temblores. Barcelona, Editorial Anagrama, 10a ed., 2012, p. 74.
[25]Cf. Schiller, F. V., Guillermo Tell. 1999. Recuperado de:
http://llevatetodo.com/book/Schiller.Friedrich.von-Guillermo.Tell.pdf. Consultado: 02-01-2015.
[26]Ibíd., p. 15.
[27]Ibíd., p. 18.
[28]Ibíd., p. 27.
[29]Ibíd., p. 36.
[30]Ibíd., p. 30.
[31]Ibíd., p. 32.
[32]Ibíd., pp. 51- 55.
[33]Ibíd., pp. 103-105.
[34]Ibíd., pp. 113 y 114.
[35]Guerrero, C., “De la sociedad…”, op. cit., p.12.
[36]“…Mas el hombre civilizado se obstina en reconocer al ídolo, obra de sus propias manos, poderes que el mismo ídolo manifiesta de un modo u otro no poseer…”. Spencer, H., El individuo contra…, op. cit., 1984, p. 87.
[37]Tolstoi, L., El reino de Dios está dentro de vosotros. 2009, p. 163. Recuperado de: https://hesiquia.files.wordpress.com/2010/09/el_reino_de_dios_esta_en_vosot.pdf. Consultado: 03-01-2015.
[38]Paz, O., Poesía, Mito, Revolución. México, Editorial Vuelta, 1989, p. 50. Esta cita me la facilitó la Profa. Gladys Villarroel. (Mediante correo electrónico: 06-03-2015).
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