jueves, 1 de agosto de 2013




Mi parte de Colibrí:

El arte como un ámbito referencial

y transformador de la existencia


Lilian González*

 
Joseph Beuys

Resumen

El arte conlleva una suerte de revelación que nos permite redescubrir el mundo pero sobre todo al hombre. Este redescubrimiento y el encantamiento despertados por el arte parte de dos aspectos esenciales: la subjetividad y la expresividad. Este hecho estaría al origen de un cierto poder transformador del arte en tanto que ámbito justamente de revelación y de expresividad, favoreciendo además, el reencuentro consigo mismo, con el otro y con el mundo. El objetivo de este texto constituye entonces la realización de una aproximación a este poder transformador del arte. Ahora bien, el interés de este ejercicio de reflexión reside quizás en el hecho de que partimos de una visión estética, la cual se aleja de lo que podríamos llamar visión clínica, más próxima de la visión psicológica y psicoanalítica.

Palabras claves: arte, transformación, visión estética, subjetividad


Summary
Art leads to a kind of revelation which allows us to rediscover the world but above all to rediscover the individual. This rediscovery and the wonder Art brings about call on two central aspects: Subjectivity and Expressiveness. This could be the cause of a certain Art’s transforming power as a space of revelation and expressiveness that contributes, moreover, to meet oneself, the other and the world. The main purpose of this investigation is to create an approach to this power of transformation of Art. The interest of this study lies on the fact that we start from an aesthetical point of view. The aesthetical approach of therapeutics in Art dismisses a psychological and psychoanalytical angle - that is a clinical view.

Key words: Art, therapeutic, transformation, aesthetical approach, subjectivity

Introducción
Tratar este tema constituye un verdadero reto para nosotros pero en el sentido positivo del término. Esta situación explica la primera parte del título de esta pequeña presentación “Mi parte de Colibrí”. Esta frase se inspira en el título de la obra casi homónima Mi parte de Colibrí. La especie humana frente a su devenir del escritor, filosofo, conferencista, ecologista y experto internacional para la seguridad alimentaria Pierre Rhabi. Experto de agroecológica, Rhabi al igual que Guattari y otros pensadores interesados en el tema de la Ecología y la vida, nos invitan a reflexionar sobre la necesidad de otra forma de vida.

Este título «Mi parte de Colibrí » se inspira en una leyenda amerindia. He aquí la pequeña historia:

« Un día, dice la leyenda, hubo un inmenso incendio en el bosque. Todos los animales aterrorizados y petrificados observaban impotentes, el desastre. Solo el pequeño colibrí se activa, yendo a buscar algunas gotas de agua en su pico para arrojarlo sobre el fuego. Al cabo de un momento, el armadillo, intrigado por sus acciones insignificantes, le dice: “colibrí: ¿Tú no estás loco? ¿Tú crees con esas gotas de agua vas a apagar el incendio? Yo lo sé, responde el colibrí, pero yo estoy haciendo mi parte »[1].  

He aquí la razón de ser de este texto: aportar una « gota de agua » al análisis de un tema tan complejo como el del arte. Ahora bien lo primero que tendríamos que abordar, si cabe tal noción, es el problema de la naturaleza del fenómeno artístico. En este sentido, podemos decir que el arte conlleva antes que nada una suerte de revelación que favorece el redescubrimiento y el reconocimiento del mundo, del hombre y más aun de sí mismo. Este redescubrimiento y el encantamiento activados por el arte se fundamentan en dos elementos esenciales: la subjetividad y la expresividad. Todos estos hechos estarían relacionados de alguna manera con un cierto poder transformador del arte.

Ahora bien lo interesante de este breve texto sobre el problema artístico podría residir en el hecho de que el mismo parte de una visión estética. La visión estética del poder transformador del arte se aleja de la visión psicológica y psicoanalítica o visión clínica, en dos aspectos: el primero es la consideración del arte como un fenómeno per se y no como medio de terapia psicológica o psicoanalítica (caso de una disciplina como el arte terapia); el segundo aspecto reside en la expresividad.

En efecto, si las tendencias psicológica y psicoanalítica están fundadas principalmente en el análisis de la significación de la palabra y donde el arte deviene una especie de código que permite descifrar de alguna manera los contenidos “reprimidos” del inconsciente-tendencia que posee también sus matices-; en la visión estética que guía este trabajo, lo más importante es  la expresividad y la capacidad que posee el arte de “detonar” las pasiones, los afectos favoreciendo así la posibilidad de comunicar los aspectos más profundos del ser humano. He aquí probablemente uno de los aspectos esenciales de esa capacidad transformadora del Arte.

Este despertar de la afectividad, constituye un aspecto vital sobre todo en una época caracterizada por una tendencia a la neutralización de toda sensibilidad genuina. De allí que la visión estética encuentre de alguna manera su justificación, su razón de ser precisamente en el seno de una sociedad y de una humanidad confrontadas probablemente a la más grave crisis ecológica, resultado en gran parte de la acción destructora de eso que Guattari llama, en su obra Las Tres Ecologías: CMI (Capitalismo Mundial Integrado) [2]. El capitalismo entendido como una lógica, un orden que abarca todas las dimensiones de la vida, no solamente lo económico, sino también lo social, lo político e incluso y sobre todo lo mental.

Josepf Beuys

Ahora bien, antes de ahondar un poco más en este poder transformador del arte, es necesario aclarar de cuál idea de arte estamos partiendo. Así y siguiendo al artista y filósofo Joseph Beuys, podríamos decir que nosotros partimos de la idea del arte como un fenómeno que va más allá de la noción de “Bellas Artes”. Así lo expresa Beuys: “Pero eso que yo sentí como una falta, es que todas esas cuestiones fundamentales del arte y de su función, no pueden encontrar respuestas en las Bellas Artes” [3]. Estaríamos pues frente a un “concepto ampliado del arte”, entendiendo por éste un punto de partida de toda construcción, de toda creación. En términos del artista y pensador alemán el arte es el lugar de toda “…producción originaria o como producción fundamental de todo lo demás”[4]. Pero lo que es interesante de Beuys es que esta condición del arte y del hombre como ser creador y artista exige la comprensión de sí y del mundo. A este propósito Beuys afirma: "Si el hombre quiere ser artista –y todo hombre puede ser artista- tiene que tratar de comprender la naturaleza que lo rodea”[5]. Es justamente esta capacidad de comprensión, de consciencia de sí y del mundo lo que hace del arte un ámbito de transformación, no solo a nivel individual, sino también social. Es en este sentido que el arte puede ser concebido como referente esencial de la vida. He aquí el fundamento de un principio como la “estetización” de la existencia propuesto y analizado por Félix Guattari y que se inspira, de cierta manera, de ese principio de la antigüedad que nos invita a hacer de la vida una “obra de arte”. Sócrates ya lo menciona de alguna manera en la obra Fedro o el dialogo de la Belleza de Platón cuando afirma: “¡Oh Pan amigo y demás divinidades de estas ondas¡ dadme la belleza interior del alma, y haced que el exterior en mi este en armonía con esta belleza espiritual”[6]. He aquí pues la belleza –uno de los atributos que más se vincula con el arte- aunque entendamos que la belleza sobre todo a partir de los movimientos artísticos del siglo XIX y de las vanguardistas del siglo XX deja de ser el fundamento esencial del arte para dar paso justamente a la búsqueda de otras verdades.

De cara a este conjunto de aspectos, la estética deja de lado su condición de teoría del arte y de la belleza. La estética y el arte se presentan así como ámbitos de transfiguración, de transformación y de creación de subjetividad, en fin de la acción transformadora. La estética, vista desde esta perspectiva deviene energía, fuerza transformadora del sujeto, de la subjetividad. La estética en esta visión es ante todo fuerza, noción referencial, referente, paradigma de vida y de acción. He aquí el sentido del principio del paradigma estético de Guattari. En este sentido, el problema de la visión estética no es ya la relación entre la estética y el arte, sino entre estos dominios, el individuo y el mundo.

Pero, ¿cuáles son los aspectos y características del arte que hacen de él un ámbito de transformación?  ¿En qué consiste esta potencialidad transformativa del arte desde una visión estética? Aparte de esto, habría que responder una pregunta esencial que marca la razón de ser de este texto: ¿Es acaso el arte en tanto fenómeno de naturaleza esencialmente estética y poseedor de una cierta capacidad transformadora un dominio que favorece la generación de la vida, de lo vital? En efecto uno de los aspectos esenciales dentro de esta temática estaría vinculado a esta relación existente entre el arte y la vida.

Hablar del arte y su relación con la vida es hablar del arte como ámbito que dialoga con la vida, que se comunica con ella. Muy lejos de la idea, casi creencia del arte como evasión de la realidad, en la visión estética el arte es concebida como experiencia que está, que existe en profunda relación con el mundo, con el ser humano y con la realidad. En este sentido, el arte constituye experiencia de verdad. Una verdad que según el filósofo Gadamer es una verdad que transforma. Esta condición de verdad del arte conlleva también un problema de conocimiento. No olvidemos que el arte además de su condición de ámbito de verdad y de conocimiento constituye también un espacio de la afectividad y de lo sensible. Gracias a estas cualidades, el fenómeno artístico favorece ese reencuentro con la vida y el mundo pero de una manera “otra”. Así lo afirma Grodin en su estudio sobre Gadamer: “Es que el arte nos permite reencontrar el mundo que uno habita desde siempre, pero como si fuese la primera vez”[7]. Al igual que la filosofía, el arte nos despierta y ese despertar constituye justamente el aspecto que hace del arte un “evento de verdad” y de conocimiento. Un evento que nos asombra.

Pero, ¿cuál es la naturaleza de ese conocimiento, de esa verdad? A este propósito, el mismo Gadamer expresa: “Toda representación de este género es un proceso ontológico y aporta su contribución a la dignidad ontológica de aquello que es representado. Por la representación, el adquiere, por así decirlo, un aumento del ser. El grado propio de la imagen esta ontológicamente definida en cuanto emanación del modelo” [8]. Esta frase podría explicar la naturaleza de esta verdad del arte. Una verdad que parte de la representación pero que va más allá para devenir un ser que favorece de un lado, el reconocimiento y el redescubrimiento del mundo y por otro lado, el “crecimiento del ser”.

Esta capacidad generadora y transformadora del arte demuestra una vez más el rol que este fenómeno juega en el contexto de la existencia. A este propósito, Nietzsche en su célebre obra El Nacimiento de la Tragedia define el arte como principio y fundamento de la existencia. Así se expresa el filósofo alemán: « -no es sino en cuanto fenómeno estético que la existencia y el mundo se justifican»[9]. Según Nietzsche la estrecha relación entre estética y existencia es tan fuerte que el sentido de la existencia reside justamente en su condición de fenómeno estético. La estética y el arte son así para el filósofo alemán dimensiones justificativas de la existencia misma. De allí la afirmación de Nietzsche, con relación a la música: «Sin la música la vida sería un error »[10].


Joseph Beuys

II.

Ahora bien y más allá de todas las diferencias entre la visión estética y la visión clínica, existe un aspecto esencial en toda este tema y es el problema de la integración entre la estética, la filosofía y el arte. En este sentido, cabe destacar que no es sino hasta fines del siglo XIX que gracias a ciertos pensadores como Baudelaire o Nietzsche que el problema de la separación entre lo filosófico y lo estético encuentra una posible respuesta con la superación de dicha separación. Veamos esta frase proveniente justamente del Libro del Filósofo de Nietzsche: “En el mundo esplendido del arte -cómo han filosofado? Mientras que se espera la realización de la vida, el filosofar cesa? No, es entonces solamente que comienza el verdadero filosofar. Su juicio sobre la existencia dice aún más porque él tiene delante de sí una realización relativa, todos los velos del arte y todas las ilusiones”[11]. De esta forma, según Nietzsche, el arte señala curiosamente el punto de partida de la acción filosófica.

Esta articulación entre el arte y la filosofía es explicada con más detalle por el filósofo alemán en el siguiente texto: “El filósofo en cuanto que (freno de la rueda del tiempo). Es en las épocas de gran peligro que aparecen los filósofos –en el momento en el cual la rueda gira más y más rápido- ellos y el arte toman el lugar del mito que desaparece. Pero ellos se enlazan mucho antes porque la atención de los contemporáneos voltea hacia ellos muy lentamente”[12]. La vinculación entre el arte y la filosofía esta signada, según el filósofo por la necesidad y la urgencia de una humanidad que afronta el riesgo de perder sus referentes esenciales, “míticos”. Una humanidad que está en riesgo de desaparecer como consecuencia de una fuerza centrífuga. Una humanidad que se precipita al abismo.

Es en este contexto que Nietzsche proclama la noción del filósofo-artista como concretización de una alianza fundamental que se erige además como esencia misma del hombre. De allí que el filósofo alemán afirme que todos los hombres son artistas, filósofos e incluso científicos. Una idea que será seguida y profundizada por otros pensadores y filósofos como Beuys justamente. Veamos esta frase de Beuys: “Si el hombre quiere devenir un artista -y todo hombre puede ser artista- es necesario que comprenda la naturaleza de aquello que le rodea”[13]. Es Joseph Beuys quien va a hablar de la noción de “escultura social”. Veamos este otro fragmento del mismo texto: “No se trata de perseguir la vieja creación, se trata de construir un mundo nuevo. Ese mundo nuevo está fundado precisamente en la “Plástica del Calor”, “la Escultura Social”, “La Plástica Social”” [14].

La construcción de un mundo nuevo y de una nueva forma de vida es el tema desarrollado también por Deleuze y Guattari. Según estos dos filósofos, la relación entre la filosofía y el arte debe ser entendida en el marco de lo que ellos llaman una “geofilosofía”. Esta visión filosófica como lo indica su nombre, reivindica lo territorial como principio esencial de la búsqueda filosófica. El territorio no es un elemento más. Él es conjunto de elementos, hogar de ruptura, de creación pero sobre todo es movimiento. En efecto, según Deleuze y Guattari, lo territorial conforma un conjunto de movimientos en los cuales podemos distinguir dos tipos esenciales: los movimientos de deterritorialisación y los movimientos de reterritorialisación. Todo esto de acuerdo al principio de la inmanencia. He aquí un elemento esencial: la inmanencia.

Frente a este conjunto de ideas, Deleuze y Guattari consideran que la misión respectiva del arte y de la filosofía se reúne en una sola. Así lo afirman los pensadores: “El arte y la filosofía se reúnen en este punto, la constitución de una tierra y de un pueblo que faltan, como correlato de la creación”[15]. La creación de un nuevo territorio, de una nueva tierra, de un nuevo hogar, de un nuevo pueblo constituye para estos dos filósofos,  la misión principal de la filosofía y del arte. Evidentemente, ellos son conscientes de la dificultad de tal misión. De allí que afirmen:

“El artista o el filósofo son incapaces de crear un pueblo, ellos solo pueden llamarlo, con todas sus fuerzas. Un pueblo no puede crearse sino en medio de sufrimientos abominables, y no puede ocuparse más del arte o de la filosofía. Pero los libros de filosofía y las obras de arte contienen también una suma inimaginable de sufrimiento que hace presentir el advenimiento de un pueblo. Ellos tienen en común el resistir, resistir a la muerte, a la servidumbre, a lo intolerable, a la vergüenza, al presente” [16].


Josepf Beuys
III.

Para Deleuze y Guattari, las obras del artista y del filósofo, constituyen entonces, el núcleo de su misión creativa, liberadora y transformadora. La misión de la que ellos hablan consiste así en la capacidad de convocar, de llamar la venida de la creación de esos nuevos « territorios existenciales ». En este llamado a la creación de territorios existenciales, encontramos justamente, el fundamento de esta visión estética que es en esencia una visión ecológica. De allí, que hablemos de una visión ecoestética. Pero qué quiere decir ecoestética?

Para tratar de responder a esta pregunta, es necesario analizar el término per se. El término ecoestética es el resultado de la fusión de dos términos de una gran complejidad: ecología y estética. ¿Cuáles son las consecuencias de esta integración? ¿En qué reside esta integración? Antes que nada, es necesario señalar que por este término, hacemos referencia a una manera de ver y de concebir, no solamente, la dimensión transformadora, sino también el fenómeno estético y artístico como tales. Esta visión del arte conjuga así, la noción de ecología de Guattari, concebida como una ecosofía o movimiento múltiple (mental, social y ambiental) encaminado a la producción de subjetividad, con la idea de una estética, ya referida, como dimensión de creación, de transformación.

La eco-estética, constituye entonces una visión del arte y de la estética, fundada sobre el principio ecológico y que aspira a la transformación profunda del ser del mundo y del ser en el mundo. Esta visión del poder transformador del arte, además de sus fundamentos “geofilosóficos”, estaría relacionada también a la naturaleza compleja del individuo. La estética, de acuerdo a esta visión ecoestética, parte además de una concepción holística del hombre en la cual reconocemos lo corporal, lo mental y la espiritualidad de éste. 

De cara a todos estos contenidos, es el momento de referir esta explicación de Deleuze y Guattari concerniente a la misión del arte: “El objetivo del arte, con los medios de la materia, es de arrancar el percepto a las percepciones de objetos y a los estados de un sujeto que percibe, de arrancar el afecto a las afecciones como el pasaje de un estado al otro »[17]. La finalidad del arte, si cabe la utilización de este término, consiste en la transmutación de las percepciones, de los sentimientos, de las experiencias en “perceptos” y en “afectos”. Es por ello que los pensadores insisten en la diferencia entre la sensación y el material. Este último no es más que una « condición de hecho » que asume una transcendencia gracias justamente a los perceptos y los afectos. Es gracias al arte, a esa potencialidad transformadora que el material deviene expresivo, eterno. Y es que eso que preserva es la sensación transmutada, incluso si ella es perecedera. El arte reivindica la carne pero también el espíritu.

Un maravilloso ejemplo de toda esta potencialidad del arte lo constituye sin duda el Sistema de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela creado hace más de tres décadas por el maestro Abreu. La grandeza de este proyecto va más allá de la democratización de la enseñanza musical y la superación de un estado de injusticia social; ya que tal gesto conlleva no solamente el derecho de aprender la música, sino también el derecho de devenir, de cambiar. Es por ello que el Maestro Abreu –fundador- afirma que la participación de los jóvenes en esta “experiencia” constituye para ellos la posibilidad de cambiar sus vidas ya que esto les permite no solamente mejorar y dar un sentido a su existencia cotidiana pero también les permite poner en práctica nuevos proyectos de vida. La participación de los niños y jóvenes en el “Sistema” implica la posibilidad para ellos de integrarse a la sociedad pero sobre todo de integrase con ellos mismos. En este sentido, podríamos hablar del “Sistema” como una especie de “matriz generadora”, una máquina del deseo (“machine désirante”) en términos de Guattari, productora y constructora de ciudadanos, de nuevas subjetividades, de nuevas posibilidades de vida, de otras visiones y de otras posibilidades de nación y de mundo.

Esta concepción del arte y de la estética como dimensiones justificativas de la existencia nos habla pues de la necesidad de repensar y de hacer de las distintas dimensiones de la vida algo estético y ético. He aquí pues una última sugerencia o invitación: Tratemos de hacer de nuestras vidas una obra de arte. Hagamos de ella, creamos con ella algo no solo hermoso, sino ético, bueno y verdadero.

*Licenciada en Artes egresada de la UCV, Doctora en Filosofía Universidad Paris VIII

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Bibliografía

BEUYS Joseph, HARLAN Volker, Qu'est-ce que l'art ?, Paris, Éditions L'Arche, 1992 (1986).

GADAMER Hans-Georg, Vérité et méthode, les grandes lignes d'une herméneutique philosophique, Paris, Éditions du Seuil/ Intégrale, 1996 (1976), 531 p.

GRONDIN Jean. Introduction à Hans-Georg Gadamer, Paris, Les Éditions du CERF, 1999, 238 p.

GUATTARI Félix, Les Trois Écologies, Paris, Éditions Galilée, 1989, 73 p.

NIETZSCHE Friedrich,  Crépuscule des idoles, « Maximes et Traits », Paris, Éditions Gallimard Le livre du Philosophe. Études théoriques, Paris, Éditions Aubier-Flammarion, 1969, 252 p. Œuvres I, « La Naissance de la tragédie », Paris, Éditions Gallimard, 2000, 1158 p.

PLATON, Diálogos, « Fedro », México, Editorial Conceptos, 1980.

RHABI Pierre, La part du colibri. L’espèce humaine face à son devenir, Paris, Éditions L’Aube, 2009.

[1] « Un jour, dit la légende, il y eut un immense incendie de forêt. Tous les animaux terrifiés et atterrés observaient, impuissants, le désastre. Seul le petit colibri s’active, allant chercher quelques gouttes d’eau dans son bec pour le jeter sur le feu. Au bout d’un moment, le tatou, agacé par ses agissements dérisoires, lui dit : « colibri ! Tu n’es pas fou ? Tu crois que c’est avec ces gouttes d’eau que tu vas éteindre le feu ? Je le sais, répond le colibri, mais je fais ma part ». Pierre Rhabi, La part du colibri. L’espèce humaine face à son devenir, Paris, Éditions L’Aube, 2009, p. 10

[2]  Félix Guattari, Les Trois Écologies, Paris, Éditions Galilée, 1989, 73 p, p. 40 

[3]  « Mais ce que j’ai ressenti comme une manque, c’est que toutes ces questions fondamentales, c’est-à-dire la véritable recherche des fondements de l’art et de sa fonction, ne pouvaient trouver de réponses aux Beaux-Arts ». Joseph Beuys,  Qu’est-ce que l’art ? p. 18 

[4]  «…production originaire  ou comme production fondamentale de tout le reste». Id., p. 20 

[5] « Si l'homme veut devenir un artiste -et tout homme peut devenir un artiste- il faut essayer de comprendre la nature de ce qui l'entoure ». Ibid., p. 198 

[6] Platón,  Diálogos, « Fedro », México, Editorial Conceptos, 1980, p. 393

[7] « C'est que l'art nous permet de retrouver le monde que l'on habite toujours déjà, mais comme si c'était pour la première fois ». Jean Grondin, Introduction à Hans-Georg Gadamer, p.71    

[8] « Toute représentation de ce genre est un processus ontologique et apporte sa contribution à la dignité ontologique de ce qui est représenté. Par la représentation, il acquiert, pour ainsi dire, un surcroît d'être. La teneur propre de l'image est ontologiquement définie comme émanation du modèle »  Hans-Georg Gadamer, Vérité et Méthode, op.cit., p. 158   

[9]  Friedrich Nietzsche,  Œuvres I, « La Naissance de la tragédie », Paris, Éditions Gallimard, 2000, 1158 p., p. 37

[10]  Friedrich Nietzsche, Crépuscule des idoles, « Maximes et Traits », Paris, Éditions Gallimard, 151 p., § 33 p.16
[11] « Dans le monde splendide de l'art -comment ont-ils philosophé ? Lorsqu'on atteint un accomplissement de la vie, le philosopher cesse-il ? Non, c'est alors seulement que commence le véritable philosopher. Son jugement sur l'existence en dit plus parce qu'il a devant lui l'accomplissement relatif, tous les voiles de l'art et toutes les illusions » Frédéric Nietzsche, Le livre du Philosophe. Études théoriques, Paris, Éditions Aubier-Flammarion, 1969, 252 p., p. 39

[12]    « Le philosophe en tant que [frein de la roue du temps]. C'est aux époques de grand péril qu'apparaissent les philosophes -au moment où la roue tourne de plus en plus vite- eux et l'art prennent la place du mythe disparaissant. Mais ils s'élancent longtemps à l'avance car l'attention des contemporains ne se tourne que lentement vers eux » Id., p. 43 

[13]    « Si l’homme veut devenir un artiste – et tout homme peut devenir un artiste- il lui faut essayer de comprendre la nature de ce qui l’entoure » Joseph Beuys, Qu’est-ce que l’art ?, p. 198 

[14]    « Il ne s’agit pas de poursuivre la vieille création, mais il s’agit de construire un monde nouveau. Ce monde nouveau est « la Plastique de Chaleur », « la Sculpture Sociale, « la Plastique Sociale » Joseph Beuys, Qu’est-ce que l’art ? p.224 

[15]    « L'art et la philosophie se rejoignent sur ce point, la constitution d'une terre et d'un peuple qui manquent, comme corrélat de la création ».  Gilles Deleuze, Félix Guattari, Qu'est-ce que la philosophie?, p.110  

[16]     « L'artiste ou le philosophe sont bien incapables de créer un peuple, ils ne peuvent que l'appeler, de toutes leurs forces. Un peuple ne peut se créer que dans des souffrances abominables, et ne peut pas plus s'occuper d'art ou de philosophie. Mais les livres de philosophie et les œuvres d'art contiennent aussi leur somme inimaginable de souffrance qui fait pressentir l'avènement d'un peuple. Ils ont en commun de résister, résister à la mort, à la servitude, à l'intolérable, à la honte, au présent ».Gilles Deleuze, Félix Guattari, Qu'est-ce que la philosophie?, p111.  

[17] « Le but de l'art, avec les moyens du matériau, c'est d'arracher le percept aux perceptions d'objets et aux états d'un sujet percevant, d'arracher l'affect aux affections comme passage d'un état à un autre »  Gilles Deleuze, Félix Guattari, Qu'est-ce que la philosophie?, p.167   

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