Del libro: “El Sonido, el Silencio”
David
De los Reyes
(Colocamos el prólogo de nuestro último libro para dar a conocer
cuál ha sido la intención por la que realizamos los ensayos que lo componen. ¡Esperamos que sea de vuestro interés!)
A
manera de prólogo
La música ha representado por muchos años una actividad permanente para mi vida. Buena parte de mi quehacer ha sido laborar en torno a ella, bien como instrumentista, bien como profesor de filosofía. A veces con más presencia en mi hacer cotidiano, en otros momentos algo menos por las diversas atenciones, elecciones y preocupaciones que nos imponen las fuerzas sociales en las que vivimos. Pero sea lo que sea, si en mí ha habido una intención constante de comprensión e interpretación, podemos decir que la música ha ejercido un fuerte centro de atracción para el desarrollo de mi pensamiento musical y filosófico, de mi ser y estar en el mundo. Es por lo que hoy reúno aquí una serie de escritos donde desarrollo a diversos autores y temas que me han interesado sobre el arte de los sonidos.
La
mayoría son ensayos que datan de cierto tiempo y han sido publicaciones en
distintas revistas o presentados en congresos que han tenido como temática al
arte contemporáneo. Otros son de creación más reciente. Todos tienen que ver
con la reflexión estética, filosófica y sociológica en torno a problemas y
perspectivas del arte musical.
En este
conjunto de ensayos he querido dar un giro cronológico en la presentación de
los temas, pero no quiere decir esto que no puedan leerse independientemente
unos de otros. A lo largo de la lectura de estas páginas encontrarán puntos de
apoyo y regreso en los que hago cierto énfasis respecto a lo expresado en otras
partes del texto.
La
forma como abordé y organicé estos escritos en primer lugar gira en torno al
pensamiento de distintos filósofos, tanto clásicos como contemporáneos y, en
segundo lugar, a diferentes problemas estéticos y sociológicos que he creído
pertinentes tratar y dar una interpretación personal sobre ellos.
Comienza
este trabajo presentado una reflexión sobre la música en la Grecia clásica a
partir de la frase de Schelling ¡todos
somos griegos! Los inicios de una teoría musical que se emparentaba con la
reflexión filosófica está presente, como todos sabemos, con Pitágoras y la
escuela pitagórica, Heráclito y, de manera entrelazada, con el acercamiento de
la paideia y la organización política
de La República de Platón y en
diferentes diálogos de toda su obra filosófica. En ella siempre encontramos que
podemos establecer un diálogo, bien sea para asombrarse de sus puntos de vistas
o para rechazarlo y criticarlo, pero nunca para pasar indiferente entre la
densidad de ese pensamiento filosófico. Por ello pensé que era oportuno iniciar
el tratamiento del tema en la alborada de la filosofía occidental del mundo
griego.
De ahí
pasamos a la filosofía alemana con las reflexiones de Kant, Schopenhauer y
Nietzsche. Kant trató el tema de la música en su Crítica del juicio y reflexionó en torno a los alcances de la
música en tanto creación retórica o poética de la sensibilidad humana,
presentándola como dadora de una intimidad afectiva que también podía ser una
ruptura a la misma libertad del individuo, al no poderse separar el oyente de
estar presente en determinados espacios donde es ejecutada. Ya se quejaba del
efecto perturbador del silencio y la tranquilidad que en determinadas ocasiones
la música se hace impertinente su presencia en el entorno social, y nuestra
voluntad no puede zafarse de escucharla. Pero, por otra parte, da una particular
opinión sobre otros posibles efectos en el ser del individuo. Es por lo que
también nos advierte de la relación entre música y salud, adelantándose a
presentarla como una práctica terapéutica reconstitutiva del orden emocional
interno del individuo. Y terminamos con la relación, siempre recurrente en
diversos filósofos, entre matemáticas y música.
Con
Schopenhauer desarrollamos en breves páginas ciertos aspectos musicales
importantes para su concepción pesimista del mundo. Hacemos énfasis al presentar
su concepción de la música como la más metafísica de todas las artes. La música
siempre se encuentra más allá de la percepción objetiva del mundo, de lo
material y de lo fenoménico, lo cual hace que para este filósofo sea
comprendida como la expresión misma de la voluntad del individuo, lo cual viene
a completar cierta perspectiva desarrollada en su principal obra, El Mundo como Voluntad y Representación.
La música es un arte autónomo y, por tanto, la más poderosa de todas. Tiene sus
propios recursos para existir independientemente de cualquier otro externo a
ella, al estar fijada en la inmaterialidad de los sonidos.
El
trágico y ditirámbico Nietzsche quizás sea el filósofo que hizo de la música
tanto tema como forma de su reflexión filosófica. Como bien afirmó, sin música la vida sería un error, un exilio.
Y gracias a ella y su posibilidad de interpretación metafísica y dionisiaca de
ese arte, el exilio personal asumido a lo largo de su vida (fuera de los
centros de la cultura europea del momento), hizo menos tormentoso su existencia
y su paso por su época. No podemos dejar de referirnos a sus ensayos El Nacimiento de la Tragedia y El Caso Wagner, polémica filosófica,
estética, musical, cultural y hasta política presente en buena parte de su
obra, bien de forma directa o indirectamente como referencia a la concepción
del arte del futuro del genio de Bayreuth. No por ello dejamos de presentar la
visión personal que tuvo este filósofo con la música como ejecutante y
compositor. Además, sus juicios críticos en torno a lo clásico y romántico
musical, como de los compositores importantes de Europa, no pueden ser pasados
por debajo de la mesa al tocar el tema de la música y su concepción estética en
este maestro creador de la escuela filosófica de la sospecha a través de su
concepción genealógica y desconstructivista del saber.
Los
otros autores con los que he querido completar este círculo sobre estética
musical y filosofía son el rumano Cioran, el francés Lévy-Strauss, el italiano
Dorfles y el francés-estadounidense Steiner. El caso de John Cage pudiera ser
tomado más como un poeta de los alcances del sonido para el arte musical
contemporáneo y es por ello que lo vemos como un actor principal de la música
contemporánea más que un filósofo, aunque sus propuestas, como veremos, no son
menos filosóficas que otras de las planteadas aquí, pero desde la perspectiva
de la filosofía orientalista.
Cioran
es un pensador de necesidades vitales y la música se le presenta como una de
ellas para su absurdo y suicida vivir. Escéptico, sin apegos y consiente que
todo tiende a su propio fin, encuentra en la música, y no en la filosofía, el
bálsamo para su vida. Gracias a la música, según su comprensión dramática y
nihilista de nuestra civilización, encuentra que sin ella sólo se hubiera
podido prever y producir un solo estilo vulgar de civilización. Traemos sus
pertinentes observaciones sobre la música de Bach, del cual afirma que si hay
alguien a quien le debe todo Dios, es a ese compositor; gracias a él la
creación pareciera no ser algo efímero.
El
trotamundos de Lévy-Strauss nos introduce en los alcances de la música y el
mito. Desarrolla en su obra Mitologías
la teoría del doble continuo, que
divide en un continuo interno y otro externo. El interno está referido a reflexionar en torno a la constitución
fisiológica y orgánica del hombre y la relación con la construcción cultural de
la música. El continuo externo está
encaminado a comprobar los aspectos limitados de los sonidos físicamente
realizados y que forman la paleta sonora de los gustos auditivos de cada época
y sociedad.
Hay
pensadores que reúnen condiciones excepcionales para dar una reflexión única y
original de la totalidad del arte contemporáneo presentado a lo largo del siglo
XX. Con ello quiero referirme al prolífico y longevo esteta, semiólogo,
pensador, músico, médico y pintor italiano Gillo Dorfles. Su inmensa obra
teórica en torno al arte la hemos encerrado, por su extensión, en los límites
de ciertos temas en torno a la música y su mirada al desarrollo del arte de la
composición y de las interpretaciones semióticas y fenomenológica del sonido,
además de la importancia de lo que llamo por el intervalo perdido, la dimensión de lo diastémico como un elemento estético constitutivo de este arte.
Consiente de la sobrexposición de las contaminaciones
imaginíficas (visuales y auditivas) a
la que estamos inmersos de manera continua en nuestra civilización, despliega
una reflexión única en torno al sometimiento y domesticación de negar el horror vacui en todo momento. Con ello
retomamos esta preocupación estética presente para la significación del arte y
su pertinencia para el hombre occidental.
George
Steiner se ha dedicado extensamente al fenómeno del lenguaje y la incapacidad
de la literatura para humanizar a los hombres, de él retomamos su pertinente
pregunta sobre si son posibles otras humanidades que no sean la de las letras.
Su pregunta la dirige a la música debido a la impertinente presencia de la
reproducción musical en todos los actos y espacios de la vida contemporánea y
su evolución y reproducción técnica. Nos habla de ese otro humanismo que presenta el entorno acústico musical, creando
toda una meta cultura más allá de las significaciones del lenguaje natural y
científico. Nos presentan una particular visión de lo que llama como cultura global de la diáspora.
John
Cage no fue sólo un músico de rupturas sino un artista total a quien le
preocupó de forma permanente los motivos experimentales, originales y
estructurales del arte musical vanguardista del siglo XX. Cage es para la
música lo que Duchamp fue para la plástica en el siglo pasado. Para unos un
farsante de la composición musical, para otros una figura única, renovadora y
catártica del arte musical formal etnocéntrico. Abrió puertas estéticas por las
que nadie se había atrevido a entrar de forma tan radical y contestataria en el
arte de los sonidos. Cuestionó la música en sus propios fundamentos. Es por eso
que lo presentamos aquí en torno a una reflexión particular sobre su obra, su
significado, la presencia del uso del azar y de la filosofía zen en su manera
original de comprender las posibilidades del sonido y el silencio para
constituir eventos artísticos que decantarán en sus happenings y los usos del libro
de los cambios, el I Ching, como
elementos estructurantes de su obra musical.
A parte
de estos importantes autores he querido dar aportes personales respecto a otros
temas de orden histórico y sociológico, pero no menos estéticos y filosóficos
que los otros. Me refiero a los ensayos que he titulado Sobre el concepto de Música Degenerada, Música Tomada y Ciudad y
Música.
El
primero lo comencé a desarrollar hace ya unos años en mi estancia de estudios
postdoctorales en Suiza, cuando se destapó a la opinión pública global todo lo
referente al llamado Arte Degenerado
por el régimen nazi. Toda una visión y enseñanza de lo que puede llegar a ser
la censura fanática, intolerante y descalificación racial en el arte por un
régimen criminal en todas sus posibilidades imaginables de exterminio, tanto en
lo físico como en lo espiritual humano. En él hablamos de los compositores que
por una u otra razón su vida se vio afectada por estas consideraciones
oficialistas nazis que sólo promovieron y aceptaban un arte heroico y racial alemán. Presento la situación existencial y artística
que sufrieron compositores y músicos por ser de origen judío. En este ensayo
retomé lo que había desarrollado entonces fuera de nuestro país, nutriéndolo
con otras lecturas, audición de obras grabadas y perspectivas críticas que me
han llevado a incluirlo en estos ensayos sobre estética musical, aunque su
interés pueda ser más histórico musical y humano que filosófico.
El
trabajo Música Tomada. Tendencias del
siglo XX. Un balance personal, fue un trabajo solicitado por el Centro de
Investigaciones Estéticas de la Universidad de los Andes para el simposio
internacional de estética celebrado en el año 1999 en la ciudad de Mérida.
Fueron unos apuntes tomados con la brevedad del tiempo que se me dio para poder
realizarlo, pero intenté en él tocar los diversos temas que, según mi opinión
personal, el siglo XX musical nos arroja un balance exultante y positivo en
general. Si bien hablamos sobre temas del orden de la sociología y filosofía
del arte musical, sus tendencias y la presencia de los nuevos alcances
tecnológicos, también nos detenemos a reflexionar sobre lo que significó la
música contemporánea en los compositores venezolanos en la segunda mitad de ese
siglo.
Finalmente,
termino este ensamble de ensayos con mi percepción Ciudad y Música¸ para una antropología de los sonidos urbanos. Escrito
en que me atrevo a reflexionar sobre la importante relación entre los
compositores y la vida urbana, además de la atmósfera sónica móvil que nos
presenta los usos de la tecnología electrónica digital, transportable actual en
los cuerpos humanos y en todos los espacios de nuestro habitar.
Con
ello cerramos este ciclo de reflexiones filosóficas en torno a la estética
musical sin que sea el final de un camino andado; apenas es un mirar del
recorrido hecho hasta el momento. Creemos pertinente que en los próximos años
volver a esas andanzas. Volver a temas que ahora he dejado de lado por falta de
tiempo y por otros compromisos de investigación en curso. Temas filosóficos
como son las propuestas de Aristóteles, de San Agustín, de Descartes, de
Rousseau, respecto a la música. Otros que me parecen relevantes, y que no están
aquí, son una serie de pensadores contemporáneos a quién les tengo una deuda
pendiente en mi hacer de investigador sobre la estética, como lo es una aproximación
a la obra estética y musical del filósofo y músico Adorno, el cual, -y estoy
consciente de ello-, es uno de los más polémicos y profundos pensadores
contemporáneos en torno a la música. En deuda también quedo con el filósofo
español-venezolano Juan David García Bacca y su obra Filosofía de la música. Al igual le debo un ensayo al austriaco
Kart Popper sobre la pertinencia de la música en su desarrollo como filósofo.
También debo presentar mis lecturas entorno al significado de la obra teórico
musical de Igor Stravinski y Pierre Boulez. Por eso, siento que aún me quedaron
cosas por recorrer en torno a la estética de la música contemporánea. Pero en
vez de sentir desaliento por ello, lo asumimos como un reto en nuestro trabajo
como investigador y amante del arte musical.
David
De los Reyes
Guayaquil,
septiembre 2023
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