jueves, 1 de febrero de 2024

 


Del libro: “El Sonido, el Silencio”


David De los Reyes


(Colocamos el prólogo de nuestro último libro para dar a conocer cuál ha sido la intención por la que realizamos los ensayos que lo componen. ¡Esperamos que sea de vuestro interés!)



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A manera de prólogo


       La música ha representado por muchos años una actividad permanente para mi vida. Buena parte de mi quehacer ha sido laborar en torno a ella, bien como instrumentista, bien como profesor de filosofía. A veces con más presencia en mi hacer cotidiano, en otros momentos algo menos por las diversas atenciones, elecciones y preocupaciones que nos imponen las fuerzas sociales en las que vivimos. Pero sea lo que sea, si en mí ha habido una intención constante de comprensión e interpretación, podemos decir que la música ha ejercido un fuerte centro de atracción para el desarrollo de mi pensamiento musical y filosófico, de mi ser y estar en el mundo. Es por lo que hoy reúno aquí una serie de escritos donde desarrollo a diversos autores y temas que me han interesado sobre el arte de los sonidos.

La mayoría son ensayos que datan de cierto tiempo y han sido publicaciones en distintas revistas o presentados en congresos que han tenido como temática al arte contemporáneo. Otros son de creación más reciente. Todos tienen que ver con la reflexión estética, filosófica y sociológica en torno a problemas y perspectivas del arte musical.

En este conjunto de ensayos he querido dar un giro cronológico en la presentación de los temas, pero no quiere decir esto que no puedan leerse independientemente unos de otros. A lo largo de la lectura de estas páginas encontrarán puntos de apoyo y regreso en los que hago cierto énfasis respecto a lo expresado en otras partes del texto.

La forma como abordé y organicé estos escritos en primer lugar gira en torno al pensamiento de distintos filósofos, tanto clásicos como contemporáneos y, en segundo lugar, a diferentes problemas estéticos y sociológicos que he creído pertinentes tratar y dar una interpretación personal sobre ellos.

Comienza este trabajo presentado una reflexión sobre la música en la Grecia clásica a partir de la frase de Schelling ¡todos somos griegos! Los inicios de una teoría musical que se emparentaba con la reflexión filosófica está presente, como todos sabemos, con Pitágoras y la escuela pitagórica, Heráclito y, de manera entrelazada, con el acercamiento de la paideia y la organización política de La República de Platón y en diferentes diálogos de toda su obra filosófica. En ella siempre encontramos que podemos establecer un diálogo, bien sea para asombrarse de sus puntos de vistas o para rechazarlo y criticarlo, pero nunca para pasar indiferente entre la densidad de ese pensamiento filosófico. Por ello pensé que era oportuno iniciar el tratamiento del tema en la alborada de la filosofía occidental del mundo griego.

De ahí pasamos a la filosofía alemana con las reflexiones de Kant, Schopenhauer y Nietzsche. Kant trató el tema de la música en su Crítica del juicio y reflexionó en torno a los alcances de la música en tanto creación retórica o poética de la sensibilidad humana, presentándola como dadora de una intimidad afectiva que también podía ser una ruptura a la misma libertad del individuo, al no poderse separar el oyente de estar presente en determinados espacios donde es ejecutada. Ya se quejaba del efecto perturbador del silencio y la tranquilidad que en determinadas ocasiones la música se hace impertinente su presencia en el entorno social, y nuestra voluntad no puede zafarse de escucharla. Pero, por otra parte, da una particular opinión sobre otros posibles efectos en el ser del individuo. Es por lo que también nos advierte de la relación entre música y salud, adelantándose a presentarla como una práctica terapéutica reconstitutiva del orden emocional interno del individuo. Y terminamos con la relación, siempre recurrente en diversos filósofos, entre matemáticas y música.

Con Schopenhauer desarrollamos en breves páginas ciertos aspectos musicales importantes para su concepción pesimista del mundo. Hacemos énfasis al presentar su concepción de la música como la más metafísica de todas las artes. La música siempre se encuentra más allá de la percepción objetiva del mundo, de lo material y de lo fenoménico, lo cual hace que para este filósofo sea comprendida como la expresión misma de la voluntad del individuo, lo cual viene a completar cierta perspectiva desarrollada en su principal obra, El Mundo como Voluntad y Representación. La música es un arte autónomo y, por tanto, la más poderosa de todas. Tiene sus propios recursos para existir independientemente de cualquier otro externo a ella, al estar fijada en la inmaterialidad de los sonidos.

El trágico y ditirámbico Nietzsche quizás sea el filósofo que hizo de la música tanto tema como forma de su reflexión filosófica. Como bien afirmó, sin música la vida sería un error, un exilio. Y gracias a ella y su posibilidad de interpretación metafísica y dionisiaca de ese arte, el exilio personal asumido a lo largo de su vida (fuera de los centros de la cultura europea del momento), hizo menos tormentoso su existencia y su paso por su época. No podemos dejar de referirnos a sus ensayos El Nacimiento de la Tragedia y El Caso Wagner, polémica filosófica, estética, musical, cultural y hasta política presente en buena parte de su obra, bien de forma directa o indirectamente como referencia a la concepción del arte del futuro del genio de Bayreuth. No por ello dejamos de presentar la visión personal que tuvo este filósofo con la música como ejecutante y compositor. Además, sus juicios críticos en torno a lo clásico y romántico musical, como de los compositores importantes de Europa, no pueden ser pasados por debajo de la mesa al tocar el tema de la música y su concepción estética en este maestro creador de la escuela filosófica de la sospecha a través de su concepción genealógica y desconstructivista del saber.

Los otros autores con los que he querido completar este círculo sobre estética musical y filosofía son el rumano Cioran, el francés Lévy-Strauss, el italiano Dorfles y el francés-estadounidense Steiner. El caso de John Cage pudiera ser tomado más como un poeta de los alcances del sonido para el arte musical contemporáneo y es por ello que lo vemos como un actor principal de la música contemporánea más que un filósofo, aunque sus propuestas, como veremos, no son menos filosóficas que otras de las planteadas aquí, pero desde la perspectiva de la filosofía orientalista.

Cioran es un pensador de necesidades vitales y la música se le presenta como una de ellas para su absurdo y suicida vivir. Escéptico, sin apegos y consiente que todo tiende a su propio fin, encuentra en la música, y no en la filosofía, el bálsamo para su vida. Gracias a la música, según su comprensión dramática y nihilista de nuestra civilización, encuentra que sin ella sólo se hubiera podido prever y producir un solo estilo vulgar de civilización. Traemos sus pertinentes observaciones sobre la música de Bach, del cual afirma que si hay alguien a quien le debe todo Dios, es a ese compositor; gracias a él la creación pareciera no ser algo efímero.

El trotamundos de Lévy-Strauss nos introduce en los alcances de la música y el mito. Desarrolla en su obra Mitologías la teoría del doble continuo, que divide en un continuo interno y otro externo. El interno está referido a reflexionar en torno a la constitución fisiológica y orgánica del hombre y la relación con la construcción cultural de la música. El continuo externo está encaminado a comprobar los aspectos limitados de los sonidos físicamente realizados y que forman la paleta sonora de los gustos auditivos de cada época y sociedad.

Hay pensadores que reúnen condiciones excepcionales para dar una reflexión única y original de la totalidad del arte contemporáneo presentado a lo largo del siglo XX. Con ello quiero referirme al prolífico y longevo esteta, semiólogo, pensador, músico, médico y pintor italiano Gillo Dorfles. Su inmensa obra teórica en torno al arte la hemos encerrado, por su extensión, en los límites de ciertos temas en torno a la música y su mirada al desarrollo del arte de la composición y de las interpretaciones semióticas y fenomenológica del sonido, además de la importancia de lo que llamo por el intervalo perdido, la dimensión de lo diastémico como un elemento estético constitutivo de este arte. Consiente de la sobrexposición de las contaminaciones imaginíficas (visuales y auditivas) a la que estamos inmersos de manera continua en nuestra civilización, despliega una reflexión única en torno al sometimiento y domesticación de negar el horror vacui en todo momento. Con ello retomamos esta preocupación estética presente para la significación del arte y su pertinencia para el hombre occidental.

George Steiner se ha dedicado extensamente al fenómeno del lenguaje y la incapacidad de la literatura para humanizar a los hombres, de él retomamos su pertinente pregunta sobre si son posibles otras humanidades que no sean la de las letras. Su pregunta la dirige a la música debido a la impertinente presencia de la reproducción musical en todos los actos y espacios de la vida contemporánea y su evolución y reproducción técnica. Nos habla de ese otro humanismo que presenta el entorno acústico musical, creando toda una meta cultura más allá de las significaciones del lenguaje natural y científico. Nos presentan una particular visión de lo que llama como cultura global de la diáspora.

John Cage no fue sólo un músico de rupturas sino un artista total a quien le preocupó de forma permanente los motivos experimentales, originales y estructurales del arte musical vanguardista del siglo XX. Cage es para la música lo que Duchamp fue para la plástica en el siglo pasado. Para unos un farsante de la composición musical, para otros una figura única, renovadora y catártica del arte musical formal etnocéntrico. Abrió puertas estéticas por las que nadie se había atrevido a entrar de forma tan radical y contestataria en el arte de los sonidos. Cuestionó la música en sus propios fundamentos. Es por eso que lo presentamos aquí en torno a una reflexión particular sobre su obra, su significado, la presencia del uso del azar y de la filosofía zen en su manera original de comprender las posibilidades del sonido y el silencio para constituir eventos artísticos que decantarán en sus happenings y los usos del libro de los cambios, el I Ching, como elementos estructurantes de su obra musical.

A parte de estos importantes autores he querido dar aportes personales respecto a otros temas de orden histórico y sociológico, pero no menos estéticos y filosóficos que los otros. Me refiero a los ensayos que he titulado Sobre el concepto de Música Degenerada, Música Tomada y Ciudad y Música.

El primero lo comencé a desarrollar hace ya unos años en mi estancia de estudios postdoctorales en Suiza, cuando se destapó a la opinión pública global todo lo referente al llamado Arte Degenerado por el régimen nazi. Toda una visión y enseñanza de lo que puede llegar a ser la censura fanática, intolerante y descalificación racial en el arte por un régimen criminal en todas sus posibilidades imaginables de exterminio, tanto en lo físico como en lo espiritual humano. En él hablamos de los compositores que por una u otra razón su vida se vio afectada por estas consideraciones oficialistas nazis que sólo promovieron y aceptaban un arte heroico y racial alemán. Presento la situación existencial y artística que sufrieron compositores y músicos por ser de origen judío. En este ensayo retomé lo que había desarrollado entonces fuera de nuestro país, nutriéndolo con otras lecturas, audición de obras grabadas y perspectivas críticas que me han llevado a incluirlo en estos ensayos sobre estética musical, aunque su interés pueda ser más histórico musical y humano que filosófico.

El trabajo Música Tomada. Tendencias del siglo XX. Un balance personal, fue un trabajo solicitado por el Centro de Investigaciones Estéticas de la Universidad de los Andes para el simposio internacional de estética celebrado en el año 1999 en la ciudad de Mérida. Fueron unos apuntes tomados con la brevedad del tiempo que se me dio para poder realizarlo, pero intenté en él tocar los diversos temas que, según mi opinión personal, el siglo XX musical nos arroja un balance exultante y positivo en general. Si bien hablamos sobre temas del orden de la sociología y filosofía del arte musical, sus tendencias y la presencia de los nuevos alcances tecnológicos, también nos detenemos a reflexionar sobre lo que significó la música contemporánea en los compositores venezolanos en la segunda mitad de ese siglo.

Finalmente, termino este ensamble de ensayos con mi percepción Ciudad y Música¸ para una antropología de los sonidos urbanos. Escrito en que me atrevo a reflexionar sobre la importante relación entre los compositores y la vida urbana, además de la atmósfera sónica móvil que nos presenta los usos de la tecnología electrónica digital, transportable actual en los cuerpos humanos y en todos los espacios de nuestro habitar.

Con ello cerramos este ciclo de reflexiones filosóficas en torno a la estética musical sin que sea el final de un camino andado; apenas es un mirar del recorrido hecho hasta el momento. Creemos pertinente que en los próximos años volver a esas andanzas. Volver a temas que ahora he dejado de lado por falta de tiempo y por otros compromisos de investigación en curso. Temas filosóficos como son las propuestas de Aristóteles, de San Agustín, de Descartes, de Rousseau, respecto a la música. Otros que me parecen relevantes, y que no están aquí, son una serie de pensadores contemporáneos a quién les tengo una deuda pendiente en mi hacer de investigador sobre la estética, como lo es una aproximación a la obra estética y musical del filósofo y músico Adorno, el cual, -y estoy consciente de ello-, es uno de los más polémicos y profundos pensadores contemporáneos en torno a la música. En deuda también quedo con el filósofo español-venezolano Juan David García Bacca y su obra Filosofía de la música. Al igual le debo un ensayo al austriaco Kart Popper sobre la pertinencia de la música en su desarrollo como filósofo. También debo presentar mis lecturas entorno al significado de la obra teórico musical de Igor Stravinski y Pierre Boulez. Por eso, siento que aún me quedaron cosas por recorrer en torno a la estética de la música contemporánea. Pero en vez de sentir desaliento por ello, lo asumimos como un reto en nuestro trabajo como investigador y amante del arte musical.

David De los Reyes

Guayaquil, septiembre 2023

 

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