miércoles, 1 de mayo de 2019



Tan Francisco tan Massiani

Claudia Furiati Páez | @festilectura





“No me gusta leer los finales, no me gusta el final de nada”, se le escucha y ve flemático decir al escritor Francisco “Pancho” Massiani (Venezuela, 1944-2019), de entrecejo fruncido frente a una cámara íntima que le sigue a lo largo del audiovisual, como un mal pensamiento o como uno de sus “conejos de la madrugada”. Se trata del documental en tributo a su vida y carrera que ha sido liberado  en youtube por su realizador Manuel Guzmán Kizer, tras conocerse la muerte del escritor caraqueño el pasado 01 de abril en su ciudad natal. Con un título muy “massianico” si cabe decir, “Señor de la ternura. Breve y arbitraria historia de mi vida”, es una película de 2015 desenfadada como su protagonista, pues no pretende ser biográfica ni tampoco autobiográfica, sino un referente o quizá deba decir torbellino vivencial del autor de “Piedra de Mar” (1968, Monte Ávila), la novela talismán para distintas generaciones de venezolanos y latinoamericanos, y una de las más reeditada en la historia narrativa del país caribeño.
Y si bien este relato escrito a sus 24 años, suerte de retrato “desleguado” de una fervorosa, brillante pero inmadura generación caraqueña de los sesenta, que tuvo especular resonancia en las posteriores, resulta su texto más reverenciado tanto por la crítica como por sus lectores, el Premio Nacional de Literatura de Venezuela 2012 cuenta con muchos otros especialmente en narrativa corta y poesía. Al género lírico cultivado a lo largo de su vida, tan sólo lo dejaría salir a la luz durante su última década creativa, conjurando en sus versos un estado anímico de pérdida y soledad, que le alejó de su desgastada y adorable máquina de escribir (“tan tan”), tras padecer la muerte de su mujer y gran amor, Belén Huizi y la de sus padres, casi a un mismo tiempo a fines de los 90.
En tal sentido, sobre el Pancho Massiani poeta escribe Rodrigo Blanco Calderón en prólogo de su Antología (2005, Arquitrave Editores), sus versos “nos recuerdan o nos confirman que hemos estado vivos, o que de hecho estamos vivos, o que en algún momento, y esta es la promesa tierna que guardan sus versos, lo estaremos…”. Pero también nos advierte “Son poemas y son botellas cargadas de vino, cartas vidriosas que un náufrago lanza al mar”. Y para muestra…
“Y escribes poesía
ya vieja de tanto cantar con la misma garganta
acostumbrados a ceder en el mismo miedo
caen dos y cuatro y hasta cinco poemas
y el último con un tiro en la sien
ardiendo de sol en el lugar donde sangra”.
El la hora del odio, Antología, 2005

De manera que en sus textos Massiani sigue y seguirá latiendo, desbocado en la palabra, esa que se le escucha en tono grave y reflexivo testimoniar en la grabación hecha frente su predilecto escenario, el Mar Caribe: “la poesía es un caballo salvaje, que se adelanta, vislumbra el futuro y dibuja la sonrisa de la felicidad”. Y ese fogonazo de sentimiento el que más agradecen sus lectores, descritos por Blanco Calderón como “entrañables y agradecidos sobrevivientes de la experiencia que significa leerlo”.
El amor por los libros es una de las “herencias” que más agradeció el autor venezolano a su padre, el ensayista Felipe Massiani (Director de la Biblioteca Nacional de Venezuela) quien le pautaba lectura diaria de al menos 10 minutos. También sería quien le desafiaría con su primer reto lector: La isla del tesoro de Robert Louis Stevenson (una aventura de mar que sin embargo no le deslumbró). También le debe el estímulo por el arte de la pintura y el dibujo, su otra vertiente creativa y que en su momento, le hizo abandonar la carrera de filosofía por la de arquitectura, ambas iniciadas y descontinuadas en la Universidad Central de Venezuela.  Completan este cuarteto de talentos inspirados por Massiani padre, el cultivo por la música siendo el acordeón el instrumento que le regalara para tal fin, y la pasión por el fútbol que le llevó a figurar como delantero estrella del equipo Ávila Club hasta los 35 años y a bautizar un estadio con su apellido en una ciudad del oriente venezolano.
Justamente a ese recorrido lector desde muy temprana edad, confiesa Pancho decantó en la construcción de Piedra de mar, “influida supongo, por todas esas lecturas que uno hace, un poco Tom Sawyer, de ese viejo formidable Mark Twain, que realmente es extraordinario, pero no solo por Tom Sawyer sino por una cantidad de novelas y cuentos de escritores europeos, sobre todo Pavece y Camus y Sartre y Simone de Beauvoir y toda esa mafia francesa”, “ametralla” con su acostumbrado sarcasmo  al poeta colombiano Harold Alvarado Tenorio (Arquitrave.com) tras obtener el 1er Premio del Concurso Literario Madre Perla de Nueva Esparta (Isla Margarita, Venezuela), cuyo jurado estuvo integrado por eméritos de las letras venezolanas: Salvador Garmendia, Denzil Romero y Manuel Bermúdez.
Muchos de estos clásicos, junto a volúmenes de nouvelle escritores y otras rarezas, se apilaban en lo que fue su “díscola” biblioteca en su lar familiar, en el cual transcurre buena parte del documental de marras que inicia este pequeño texto tributo. Ante ellos confesará en algún momento haber “parido” no una sino dos cuartillas de pícaras o desgarradas ocurrencias, contando con la complicidad de una copa de vino, uno o varios cigarros y las embrujadas teclas de su incondicional “Olympia”.
Así también serían alumbrados muchos otros de sus textos entre los que cabe mencionar Las primeras hojas de la nocheEl Llanero Solitario tiene la cabeza pelada como un cepillo de dientesRelatosLos tres mandamientos de Misterdoc Fonegal y Con agua en la piel publicados por su casa de siempre Monte Ávila Editores.  También destaca el conjunto de cuentos Florencio y los pajaritos de Angelina, su mujer, obra con la cual ganó el V Concurso Anual Transgenérico de la Fundación para la Cultura Urbana en 2005 (Venezuela). Los lectores en Ecuador pueden tener acceso a algunos de éstos en formato electrónico.
Justamente en género de Narrativa Breve Venezolana, bajo colección del mismo nombre la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, publicó tres de estos textos. El fragmento de uno en particular queremos citar para darle el hasta pronto a Pancho Massiani, a quien dejamos rodar cual canto marino en un final abierto como así ha presagiado:
…”tengo que sacudir bien fuerte la maraquita para que lleguen los conejos de la madrugada y me cuenten todo lo que adivinaron del mundo hoy cuando yo dormía después del primer tetero y duerme que duerme y tetero que tetero le dije a conejo loco que viera lo que hacía papá cuando tan tan palabra que palabras y conejo loco fue y cuando volvió me dijo que era muy largo y muy difícil y que tenía que bajar y aprendérselo de memoria porque papá tan tan palabra que palabra y hoy en la madrugada vendría y me contaría todo lo que había hecho papá   con la maquinita…”
Los conejos de la madrugada (dedicado a su hija Alejandra)

Referencias
Alvarado Tenorio, H. s/f. Francisco Massiani Entrevista. Portal Arquitaveantes. Recuperado de http://arquitrave.com/arquitraveantes/entrevistas/arquientrevista_Fmassiani.html
Dávalos, L. y Mendoza, D. 2010. Los Milagros de Pancho Massiani. GP Caracas. Recuperado de https://gpcaracas.wordpress.com/2010/07/29/los-milagros-de-massiani/
Guzmán Kizer, M y Guzmán J.M. (2015). Señor de la ternura – Breve y arbitraria historia de mi vida [Documental]. Factor + RH, CNAC y Calle Film: Caracas. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=2LgceHr14jY
Massiani, F. 2006. Antología. Editorial Alquitrave: Bogotá. Recuperado de http://www.arquitrave.com/arquitraveantes/libreria/librospdf/francisco_massiani.pdf
Massiani, F. 2001. Los conejos de la madrugada. Colección Narrativa Breve Venezolana, Siglo 200. Biblioteca Americana de la Fundación Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Madrid. Recuperado de  http://www.cervantesvirtual.com/obra/los-conejos-de-la-madrugada--0/
Mijares, M. 2018. Francisco Massiani en medio de un partido. Revista Ojo. Caracas. Recuperado de https://www.revistaojo.com/2018/12/11/francisco-massiani-en-medio-de-un-partido/





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