martes, 9 de diciembre de 2025

 Redes sociales vegetales: gramáticas sensibles del tiempo

David de los Reyes


Redes Sociales Vegetales/DDLR2024


Ponencia presentada para el XIII Simposio Internacional de Estética Gramáticas del Tiempo en la Universidad de los Andes. Venezuela, 9 de diciembre  2025

Resumen:

En este ensayo expongo una reflexión filosófica y estética sobre las diversas formas de temporalidad que configuran la experiencia contemporánea. A partir de una revisión crítica de las gramáticas del tiempo —desde la linealidad moderna hasta la fragmentación digital— se exploran alternativas sensibles para habitar el tiempo desde la lentitud, el pliegue, la carencia, la interrupción y la germinación. El texto recorre autores como Aristóteles, San Agustín, Kant, Heidegger, Deleuze, Žižek, Benjamin, Han y Pinardi, articulando una estética de la resistencia frente al régimen de la aceleración y la obsolescencia.

La propuesta se encarna en el proyecto artístico Redes Sociales Vegetales, donde la imagen intervenida se convierte en una forma de conjugar el tiempo desde una sensibilidad vegetal. Esta práctica estética especulativa plantea una fito-gramática: una sintaxis del tiempo basada en ciclos, brotes, resonancias y lentitud, que desafía la lógica digital y propone una subjetividad bio-vegetal como alternativa al Homo digitalis. El ensayo concluye con una invitación a reimaginar al tiempo como experiencia sensible, política y estética.

Palabras clave:
tiempo, estética, lentitud, pliegue, imagen, subjetividad, vegetal, resistencia, gramática, filosofía contemporánea.

Abstract:
This essay presents a philosophical and aesthetic reflection on the diverse forms of temporality that shape contemporary experience.
Through a critical review of the grammars of time—from modern linearity to digital fragmentation—it explores sensitive alternatives for inhabiting time through slowness, folding, lack, interruption, and germination. The text engages with thinkers such as Aristotle, Saint Augustine, Kant, Heidegger, Deleuze, Žižek, Benjamin, Han, and Pinardi, articulating an aesthetics of resistance against the regime of acceleration and obsolescence.

The proposal takes shape in the artistic project Vegetal Social Networks, where the intervened image becomes a way of conjugating time through vegetal sensitivity. This speculative aesthetic practice proposes a phytogrammar: a syntax of time based on cycles, sprouts, resonances, and slowness, which challenges digital logic and proposes a bio-vegetal subjectivity as an alternative to the Homo digitalis. The essay concludes with an invitation to reimagine time as a sensitive, political, and aesthetic experience.

Keywords:
time, aesthetics, slowness, fold, image, subjectivity, vegetal, resistance, grammar, contemporary philosophy



La idea de una gramática del tiempo nos alumbra un camino interesante para recorrer desde la reflexión filosófica en sus inicios hasta las alturas de los retos filosóficos y estéticos del alucinante y complejo presente. Estos dos conceptos: gramática y tiempo, nos permiten adentrarnos en una etimología que nos afirma varios problemas que quiero tratar.  Comenzamos con el concepto de gramática. Todos hemos pasado por el aprendizaje de la gramática de nuestro idioma, y de otros idiomas también. Nos es un terreno arduo, seco, demasiado firme y que nos promete confrontar nuestras ideas a través de estructurar el lenguaje de forma que nos permita no sólo la comunicación, sino el pensar bien.

Gramática procede del latín grammatica, evolucionando a una gramatiké tecné, arte (o habilidad) de las letras. Pues Gramma refiere al signo de las letras, de la letra escrita, vinculado con graphein, grabar o escribir letras. Esto lleva la posibilidad de leer y escribir de forma estructurada, correctamente, como bien dice todo manual de gramática. Nos permite tener el dominio e interpretación de textos, oficio importantísimo desde que apareció tal tecné. Y esto nos conduce a la necesidad de comprender la gramática como una normativa, de un orden estricto, que puede variar con los usos en la medida que las diferencias son aceptadas de forma sutil, inconsciente o consciente por un grupo humano que practica tales signos de forma oral y escrita.

Respecto al tiempo, acompañante de una norma y orden en su uso desde distintos ángulos, conocemos que deriva del término tempus, que su aserción más común es duración o momento oportuno o significativo. El primero aparece del concepto griego de Kronos, el segundo al de Kairós. Pero podemos añadir también otro concepto para el tiempo indefinido y especulativo, lo eterno que es Aión. Esto facilitó tanto a la edad antigua como hasta el medievo a tener una idea de la temporalidad como estructurante de la existencia del mundo y de los elementos que lo constituyen.

Aristóteles se contenta con saber qué es la medida del momento (o movimiento) según un antes y un después (Física, IV, 11). San Agustín, más misterioso, tiene aquella frase de si me lo preguntan no lo sé y lo sé si no me lo preguntan: ¿Qué es el tiempo? Si nadie me lo pregunta, lo sé; si quiero explicarlo, no lo sé. Más cercanos a nosotros Heidegger se enfrascó en la tarea de dar una relación ontológica entre ser y tiempo, advirtiendo que hay que reformular el tiempo en temporalidad: esta es la condición de posibilidad del ser-en-el-mundo, el cual viene a estructurar al ser-ahí: de donde sale una buena cantidad de especulaciones filosóficas al aceptar al pasado como haber sido, el presente en tanto actualidad y el futuro como posibilidad. Aristóteles lo cuantifica: es medida. San Agustín lo mistifica: no hay tiempo sin alma que lo perciba (Confesiones XI), lo sé, pero no lo sé y Heidegger nos lleva a que la temporalidad es lo que estructura nuestro ser ahí, que…al juntarlo con el lenguaje no sólo es un instrumento humano de comunicación, sino que revela (o devela) al ser.

Si introducimos la gramática, en función a cada época y lenguaje, culturalmente encontraremos distinciones de cómo se revela el ser a lo largo de la experiencia humana. De esto se colige que, si la gramática ordena nuestro lenguaje y lo aleja de un uso caótico y sin sentido, al lenguaje lo podemos tomar como un principio que nos lleva a estructurar el devenir de nuestra temporalidad. Como que sin cierta gramática no podríamos narrar o pensar ese venir siendo del ser. Con ello podemos concluir, por el momento, que la gramática pudiera ser tomada como la arquitectura simbólica que nos permite narrar el tiempo del ser de las cosas, siendo el tiempo la dimensión en que toma sentido la gramática como práctica humana.   

Podemos detenernos en que toda experiencia del tempo esta mediada por una forma de lenguaje. Con lo cual vendríamos a negar la posibilidad de un tiempo puro, inmediato, sino que siempre exige simbolizarlo, narrarlo, estructurarlo. Ello nos da la idea que la gramática del tiempo no es una categoría únicamente lingüística, sino un requerimiento para organizar nuestra percepción, la imaginación y la memoria. Al relacionarlo con la estética, en tanto experiencia sensible del mundo (interno y externo), estaría atravesado por esta gramática referida, por la manera en que se conjuga, se pliega, se interrumpe o se acelera el tiempo.

A partir de aquí, de esta hipótesis, no podemos dejar de entrelazarla con los condicionamientos de las transformaciones tecnológicas, de una ratio técnica, que fluye desde la imprenta a lo digital, de la imagen fija a la intervenida, como reflejos de las mutaciones que configuran la sensibilidad y la subjetividad, la realidad y la objetividad construida. En nuestro caso, a través del proyecto de Redes Sociales Vegetales nos propusimos pensar la emergencia de una gramática vegetal del tiempo, como condición de otra experiencia transhumana de la temporalidad.

La aparición de la imprenta trastocó no sólo las formas tradicionales de la comunicación a través de la escritura, los manuscritos, y la pérdida de continuidad de la mentalidad medieval y su sentido transitorio de la temporalidad aquí hacia el reducto de la temporalidad infinita o de la eternidad. La imprenta, como sabemos, no sólo transformó la comunicación, sino que vino a conformar una nueva forma de ser del hombre, el Homo Typographicus. ¿Quién es este ser? ¿Cuál es el estadio por el que pasamos algún día hasta la mutación, el pliegue actual del tiempo? La relación con la página impresa vino a moldear también la mente. Hegel dijo que somos lo que hacemos, hay una relación dialéctica que imprimimos hacia al objeto exterior a nosotros, pero el objeto, a su vez, por nuestra fuerza de atracción que en él ponemos, también nos cambia en tanto ser. La página impresa tuvo una influencia fundamental para el cambio de percepción en los principios de la modernidad. Moldeó con su lógica a nuestra mente, logrando una sintaxis visual del tiempo lineal, secuencial y acumulativa. Por sólo decir unas cuantas afectaciones que se extendieron hasta hace pocas décadas.

La imprenta trajo la uniformidad, una homogeneidad ideativa aunada a esa secuencialidad de una palabra tras otra y de izquierda a derecha, de arriba abajo, constituyendo una linealidad constante de una lógica que descansa en la causa y el efecto.

El lenguaje fue transformado en archivo, inaugurando la cristalizada temporalidad histórica que estará medida, fechada, narrada. Introduciendo la idea de un tiempo homogéneo para todos (el reloj es un instrumento homogeneizador, de la mecanización del hombre y de sus acciones sobre esa temporalidad). Y además de un tiempo que hay que llenar, de una temporalidad vacía, que los acontecimientos deben colmar, ordenar, fechar, en otras palabras: archivar.

Con esta lógica se dará aparición de una sintaxis que aporta la necesidad de estructurar el tiempo en los distintos conocimientos y saberes, sean filosóficos o científicos, artísticos o políticos.  

Hemos pasado, sin darnos cuenta, del Homo Typographicus al Homo Digitalis, sufriendo una transformación de la apreciación del tiempo de manera radical. Aquí la gramática va ha sufrir una inmensa transformación y alteración. Es una figura emergente de nuestra contemporaneidad, la cual pasó de ser una temporalidad lineal, homogénea, progresiva, hacia una concepción fragmentada algorítmica.  Se habita en un presente expandido, simultaneo, quebrado. Una mutación indetenible y sin precedentes.  Un tiempo propio de la edad de la velocidad de la luz presente en todo lugar global. Un tiempo a 300 mil kilómetros por segundo. Que es el tiempo que recorre la luz (o la electricidad) con la que nos cubrimos en todo momento nuestra corporalidad digital, nuestros sentidos, y nuestro pensamiento. Es decir, vivimos la experiencia de una aceleración del tiempo y de los sucesos que contiene los intervalos por lo que pasa nuestra existencia, obteniendo un permanente cambio de acontecimientos, saberes, usos, lenguaje sin profundidad y sin permitir la contemplación y la lentitud de otros tiempos como experiencia de atender lo que marca nuestro estar sobre el mundo.

¿En qué hemos caído? Para hacerlo fácil al hablar de una gramática del tiempo se ha decantado en el impulsivo zapping, el scroll, y el algoritmo.

Ello nos lleva calificar esta desbordada experiencia del no tener tiempo para detener nuestra experiencia temporal, ya no en aceptar al tiempo como una sustancia que fluye, el río del tiempo, sino como una ordenación simbólica que estructura nuestras carencias, nuestra falta.  Ha dejado de ser un contenedor neutral, ha dejado de ser una sustancia que fluye, que pasa. Es un principio que viene a estructurar la experiencia del sujeto gracias a la gramática del símbolo que dirige a organizar nuestra relación con la falta de algo que en todo momento aparece como constitutivo de nuestro ser.

Este modo de pensar al tiempo nos lleva que tal tiempo no está fuera de nosotros, sino que, casi como la visión de la intuición a priori del kantismo, emerge de esta escisión interna. Pasado, presente y futuro siempre tratarán de lo que nos falta, de lo que carecemos. La plenitud sería la detención de nuestra acción. Lo que nos falta entendido como lo perdido, lo que aún no llega ni llegará, lo que se nos escapa como el agua entre las manos. Observando así que la gramática del tiempo se transforma en una gramática de la carencia, de la falta, de lo perdido, de nuestra permanente inconformidad con nuestro temporalidad.

Otra imagen de la gramática del tiempo es el pliegue, el cual viene a presentar una opción para nuestro presente. El tiempo es atendido como una multiplicidad de pliegues, fenómeno que no irrumpe en quebrar con la linealidad y hablar de una curvatura en el espacio, sino en cómo se despliega nuestro ser en habitar el tiempo. Esto nos da una perspectiva que nos coloca no en una organización del tiempo como sucesión sino un orden que surge por la variación, por la torsión, por la resonancia, del cuerpo y del pensamiento en su habitar que se pliega, se repliega y se despliega. De una lógica que nos lleva a reflexionar sobre una estética no lineal, no progresista, sino de retirada a experimentar una intensidad.

Con la imagen del pliegue podemos perfilar la construcción de una ontología del sentir, donde la temporalidad se asume como ritmo, como duración encarnado en el cuerpo, en el gesto. El tiempo aceptado como un ritmo de expresión que vendría a encarnarse en el gesto, nos dice Sandra Pinardi. Más que representar el gesto al tiempo, lo que se obtiene es convocarlo. Este marco se cierra en un intervalo, un pliegue, una sucesión interrumpida, una suspensión. Es una imagen intervenida como la que he propuesto en mi proyecto personal, que no aspira a ilustrar y esclarecer el tiempo, sino que esta imagen intervenida viene a aparecer la temporalidad como experiencia sensible, como acontecimiento que, en mi caso, llega a ser con un tiempo vegetal especulativo.

Observando este recorrido de la gramática del tiempo no puedo dejar de lado la opción de una ontología existencial y la de una hermenéutica narrativa.   En ambas posturas podemos hacerlas coincidir en que el tiempo no es una entidad objetiva ni tampoco un flujo permanente, no es el tic-tac del tiempo medido y mecánico para ordenar vidas en torno a la sociedad en que concurrimos. Se trata de tejer más fino, de comprender que nuestro pliegue temporal viene a ser una estructura de sentido que organiza nuestra experiencia humana, en principio, de forma individual y luego en nuestra relación con los otros. Si estructura al sentido, no es una propiedad del mundo (que a la final es una idea en sí del pensamiento, nos lo dijo Kant), sino que el sentido nos proporciona la posibilidad de ser sobre y en el mundo. De construir un mundo a partir de la experiencia del ser. El tiempo es vivido como éxtasis. Las distintas temporalidades, el ayer, el hoy, el mañana, no son momentos sucesivos sino los modos del ser ahí. Temporalidad como el ingrediente imprescindible para desplegar el ser un sentido sobre el mundo. Pasamos de un tiempo sostenido por una sintaxis verbal en aceptarla como una gramática ontológica: como un ser que se ordena y se presenta bajo distintos modos temporales. Esto da como resultado de que no existimos en el tiempo, sino que nuestro ser es tiempo. Nos lleva a tratar la imagen estética como una apertura temporal, como un gesto, un pliegue en el ser en devenir.

De esta manera, nos encontramos con una hermenéutica del tiempo humano a través del relato, de la narración. Esta nos articula un tiempo vivido que se transforma en una experiencia temporal a través de la acción. Se articula el tiempo humano al transformarse en experiencia temporal lo cual exige una gramática (un sentido) de la acción. Esta narración construye una conjugación del tiempo en formas significativas: el antes y el después, la causalidad y su finalidad. Sin dejar de lado un tiempo para la interrupción, el desvió, la deriva, el acontecimiento, la contingencia. Esto me permite que mi proyecto sobre las redes sociales vegetales sea leído como una narración visual, donde se pliega un tiempo imaginario que se bifurca y se reinventa.

Sin quedarnos sólo entre la ontología y la narración como sentidos de la experiencia del tiempo podemos agregar una opción más a toda este relato sobre la gramática del tiempo desde la estética y de su implementación en el arte. Es el de una crítica radical al tiempo llamado histórico que decanta en la linealidad del historicismo. Esa idea en tener la permanente obsesión de considerar al pasado en tanto el despliegue de una cadena causal de acontecimientos cerrados y determinados por esa misma sucesión tomada como inalterable y fija. Ante ello está la idea de un tiempo tomado como un relámpago, como un destello en el horizonte de la vida en tanto imagen del tiempo que, ante la imagen de un pasado diluido y fugaz, de tener la opción de retener esa imagen como un relumbrar, un aclarar momentáneo de un instante de peligro.

El relámpago, el destello, el rayo no como una metáfora ornamental momentánea, sino como una categoría temporal donde el tiempo se interrumpe, se pliega, se convierte en un gesto extendido, que ilumina súbitamente cuando el presente pretende tener la capacidad de redimir al pasado. Pasando a observar la historia no como continuidad sino como una constelación en permanente movimiento y cambio, donde la interrupción otorga un nuevo sentido. Es lo que viví con la experiencia de la solitaria e impulsiva condición que se nos vino encima con la peste roja del 2019. Eso me dio la inspiración, el destello, de un mundo sin vida animal, donde la vegetación vendría a ser la que enarbolase ahora la dirección del planeta a través de las redes sociales vegetales.

Esta gramática del tiempo en tanto irrupción por un alumbramiento del ser en la historia se nos ofrece como ruptura, como discontinuidad, donde podemos entonces hablar de una gramática de la irrupción, que no se construye por la acumulación, la sucesión de hechos aparentemente causales, sino por la intensidad vivida en y por esa irrupción inesperada. En este marco nos encontramos que la imagen no ilustra un pasado, sino que lo hace estallar, convirtiendo todo hecho estético desde el arte en una forma de crítica histórica.

Con todo lo dicho anteriormente mi propuesta artística digital llamada Redes Sociales Vegetales, irrumpe en una constelación de gramáticas sensibles del tiempo. La intervención fotográfica de especies vegetales latinoamericanas, construyen una imagen desde otras coordenadas imaginarias sin querer documentar una realidad particular, sino mi búsqueda es que a partir de ellas recreo una sensibilidad vegetal lúdica y utópica, es decir, potencial gracias a la muy posible desaparición de la especie humana por su acción destructiva sobre el mundo.

Mis imágenes no buscan representar, sino variar. No quieren ilustrar al tiempo, sino conjugarlo desde otras coordenadas, otras perspectivas imaginarias, conformando otros pliegues de la vida, a través de la lentitud del crecimiento, la mutación de las formas, la espera que brota, la germinación implacable. Como he dicho en otras ocasiones: la imagen vegetal no es un reflejo de lo real, sino una forma de imaginar y pensar otras posibles realidades, otra metafísica, donde la vida permanece gracias a su potencia germinativa.  

Por supuesto que estoy consciente que estas RSV interrumpen la gramática del tiempo digital -vivida como aceleramiento, inmediatez, consumo y obsolescencia, entre otras experiencias de la ansiedad contemporánea- y proponen una temporalidad alternativa, en que la imagen se convierte en un acto de resistencia, de cuidado, de imaginación, de otros mundos posibles después de la desaparición del hombre.

Esto me lleva a pensar en la construcción de una Fito-gramática sensible, en tanto sintaxis vegetal del tiempo. Es la oportunidad de imaginar una práctica estética a partir de ese concepto Fito-gramática. Donde la sintaxis no se organiza por una causalidad cerrada, por una sucesión ni tampoco por una simultaneidad temporal. Se desprende así una praxis estética sentida en tanto ciclos, pliegues, brotes y resonancias. De una gramática que no tiene apuro, que se demora, toma su tiempo en un destiempo, donde silenciosamente se enraíza, afecta y se deja afectar por el entorno en su acción vital.

Esta concepción de una fitogramática constituye un conjunto posible de gramáticas del tiempo que hemos aludido en esta narración. Las gramáticas del pliegue, del sentir, del gesto, de la carencia (falta: manque), de la alteridad, de la lentitud, del tiempo cohabitando con lo no humano.

Para terminar, puedo decir que la intención de las Redes Sociales Vegetales no sólo reconfigura la imagen del tiempo, sino que aspira a reconfigurar también al sujeto. Podemos pensar un tiempo en que la especie humana puede llegar a ser desplazada o desaparecida, y entonces emergerán las formas bio-vegetales que habitan al planeta con otra sensibilidad de la que no queremos conocer ni prestarles atención. La propuesta no es distópica, sino especulativa: es una fito-utopia donde el lenguaje, el tiempo y la imagen se conjugan desde la vida vegetal.

En este horizonte no se da cabida a la estética como representación o mímesis, sino como germinación. La imagen no es espejo, sino semilla. La gramática del tiempo no es lineal, ni mecánica, ni digital, sino sensible, vegetal, utópica en tanto vida potencialmente posible para la continuidad del ser en el planeta. Y el ser que emerge desde esta opción artística especulativa no es la del Homo sapiens o del Homo digitalis, del cibernantropo o de lo posthumano gracias a la IA, sino un sujeto bio-vegetal poroso, rizomático, germinal, efectivo, enraizado.

Se ha hablado mucho del olvido del ser en la filosofía a lo largo de su distintas expresiones en el tiempo, pero creo que no menos importante es tomar en cuenta el olvido del ser de las otras especies que cohabitan en el planeta y que tienen la necesidad de manifestarse y vivir a pesar de la sed aniquiladora y crematística que posee buena parte de muchas de las mentes de nuestra atormentada y enferma especie.   

Esta ponencia ha sido un intento de trazar un mapa conceptual de estas transformaciones proponiendo una lectura filosófica y estética desde diversas aristas posibles de las gramáticas del tiempo. En principio como práctica de la temporalidad del ser, pero no menos de la política de la imagen y como forma de vida individual. En tiempos de vivir dentro de la guillotina de la aceleración sobre nosotros en todo momento, además del colapso, las catástrofes, de la hiperrealidad o del simulacro, las gramáticas sensibles del tiempo invitan a interrumpir la linealidad y a reimaginar el sentido del ser desde la lentitud, del pliegue, del gesto, de la carencia y del relámpago que ilumina nuevas sendas del hacer del arte.

 

 

Bibliografía

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