miércoles, 1 de abril de 2009

Los Cínicos: 
El arte de vivir en libertad

María Eugenia Cisneros Araujo


Guan Zeju


…lo noble de la labor artística consiste en representar la vida en estado puro…mi arte, entre todos los artes posibles, es el más arraigado a la vida humana…Para convertir la misma vida en una obra de arte, casi todos tendríamos que transformar radicalmente la naturaleza de nuestros cuerpos…Mi próxima obra consiste en la creación de vida verdadera según mis ideales. Vida hecha carne y no un simulacro…
Junichiro Tanizaki. La Creación
…Claro, tú has vivido así, siempre al azar, sin preocuparte mucho por el futuro. Aun frente a una emergencia, de la cual no tienes en realidad argumentos válidos para calificarla como tal, siempre te llega una solución, quien sabe de dónde, y encuentras salidas sin vivir de verdad momentos de angustia…Para una persona como tú que vive al azar, no puede haber ninguna emergencia…
Junichiro Tanizaki. El Criminal

En el libro ¿Qué es la Filosofía?[1] José Manuel Briceño Guerrero, refiriéndose al hombre, explica que somos poco originales, pues la mayoría de los hombres se adaptan a las condiciones del modelo cultural de la sociedad en la que les toca vivir. Hombres que asumen roles rígidamente y, ni siquiera, se permiten la oportunidad de flexibilizar o reflexionar sobre el papel asumido. Al ser esto así, la mayoría de las veces, los conflictos de estos hombres responden a la falta de adaptación al modelo social o a los propios problemas que la cultura crea, pero pocas veces tales conflictos son producto de una auténtica praxis creadora en lucha frontal con el modelo social. De acuerdo a Guerrero, son pocos los auténticos creadores de formas de vida, pocos que dan rienda suelta a su propia indeterminación y, logran poner en entredicho, el modelo cultural al que están sometidos. En este sentido afirma, “Pero aun al que le ha tocado en heredad una cultura de estabilidad relativa y, por tanto, puede engañarse con respecto a su propia condición, no deja de ocurrirle tarde o temprano, por las frustraciones inevitables de la vida individual, o por una sensibilidad muy aguzada, o por una gran capacidad de asombro, no deja de ocurrirle, alguna vez, que tenga el tremebundo confrontación consigo mismo y vea, cuando menos el destello fugaz de una intuición momentánea, la contingencia de su absurda existencia, acechada continuamente por todo género de peligros, condenada a dejar de ser, finita”[2]

Entonces, el hombre comenzará a plantarse el sentido de la vida a partir de su propia existencia y despierte su actividad creativa para construirse un estilo auténtico de vida. Esto lo llevará voluntariamente al auto exilio del modelo cultural al cual está sujeto, solo así podrá inventar su propia forma de vida existencial y por tanto cultural.


Sobre esta idea, en la obra titulada Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua[3], Pierre Hadot desarrolla la siguiente tesis: La filosofía no consiste en la enseñanza y memorización de teorías abstractas sino en un “arte de vivir”[4], en un modelo de vida que se construya desde la existencia. La auténtica actividad filosófica se sitúa en la dimensión del ser, en el sentido, de hacer nuestro ser en la medida que nos comprometemos desde nuestra existencia en el arte de vivir. De esta manera, se pasa de ser títeres sociales a vivir una vida auténtica desde nuestro propio ser, consciente que estamos en la vida y en ella somos nosotros quienes nos hacemos. Este cambio de visión, solo será posible, siguiendo los postulados creados por Briceño Guerrero. Una vez que decidamos confrontarnos con nuestra interioridad y tomar conciencia de nuestra absurda existencia como títeres del teatro social. Se trata de, en palabras del autor,“vivir consciente y libremente: conscientemente, pues son superados los límites de la individualidad para reconocerse parte de un cosmos animado por la razón; libremente, al renunciar a desear aquello que no depende de nosotros y que se nos escapa, no ocupándonos más que de lo que depende de nosotros –una rectitud de acción en conformidad con la razón”[5]

En este mismo orden de ideas, se encuentra Cinismos[6], libro escrito por Michel Onfray. En el Prefacio del referido libro, este filósofo, refiriéndose a sus clases de filosofía antigua en sus días de estudiante, explica que Lucien Jerphagnon, trataba a partir del estudio de Lucrecio, de establecer una proximidad con lo real y enfatizar en el arte de vivir, con estilos de vida y no con tediosas teorías abstractas. Mostraba que la filosofía es una estética de la existencia, que tiene relación con la cotidianidad, a tal punto que se llega a poner en entredicho la propia vida[7].


Estos autores, destacan en primer plano: la existencia, la acción, la creatividad, la vida. Un llamado, a no quedarse atrapado en las prácticas teóricas, abstrusas, herramientas de la cultura para someter la actividad creadora del hombre, su existencia a un modelo social teórico que le provee tranquilidad, quietud, pasividad, garantía de obtener cosas, con la condición de permanecer en tal modelo.

El riesgo de salir, es perder la seguridad que, a fin de cuentas, es una sensación teórica y no real. Sin embargo, sin saber por qué es asumida como real. El común denominador de esta situación es: un trabajo estable donde cobramos el quince y el último. Pensamos, tercamente, que esto nos da seguridad y al perderlo, por cualquier hecho circunstancial, nos aterra. Ello es así porque olvidamos que, en última instancia, solo contamos con nosotros mismos y con lo que somos.

Lo anterior exige, sin más, la creación de un estilo de vida guiada, únicamente, por nuestra acción creativa y no por lo socialmente establecido. La confrontación radica entre lo inauténtico y lo autentico, una toma de decisión existencial de nuestra parte. Tal decisión, pareciera siempre ser dolorosa, llena de riesgos, improvisación, es una frase donde nos lazamos a la vida y donde somos nosotros. Por ello, son muy pocos los que “optan por hacerse dignos”[8] o que ponen en ejercicio su actividad creativa contra lo falso. Como modelo de esos pocos debemos citar a Los Cínicos[9]: Antístenes, Diógenes, Crates, Hiparquía.

Explica Michel Onfray[10] que Platón daba sus clases en la Academia, Aristóteles en el Liceo y Epicuro en el Jardín. Los Cínicos a manera de burla se reunían cerca de los cementerios o en el Cinosargo situado en lo alto de una colina, fuera de la ciudad, cerca del camino que conduce a Maratón. Allí, donde se encontraban los excluidos del mundo (aquellos que no tenían acceso a los cargos cívicos, los que no eran considerados ciudadanos).

Tomaron como símbolo al verdadero perro, “cerbero…habitante de la laguna Estigia, guardián de los infiernos. Cerbero despedazaba a los mortales que tenían la mala idea de ir a ver qué ocurría mas allá de la muerte y era también el compañero domestico de Hércules, quien…era tenido en gran estima por Diógenes y sus compinches…la bestia era tricéfala, lo cual multiplicaba los peligros para los hipotéticos amos. Tenía el cuello erizado de serpientes, cosa que no podía más que disuadir a los amantes de las caricias, y sus dientes eran capaces de provocar mordeduras como las de las víboras”[11].

Los Cínicos sentían inclinación por las características de estos perros que muerden, son rápidos y tricéfalos, los que no van con correa junto a su amo, pues “el cínico desconoce la correa, la casilla y la pitanza regular adquirida al precio del conformismo”[12]. Frecuentaban la noche, no les hacía falta la luz, pues tenían conocimiento sobre las estrellas, el espacio, la vía láctea. Sabían que la constelación del can, una estrella tan brillante, ardiente y seca como el sol, era propicia para que los enfurecidos perros mordiesen a sus víctimas y, en que el fuego del sol, se aproxima a la tierra. Comían en la plaza pública, sin ritual, ni horarios, ni los hábitos. Vivían en la calle, según el azar y las oportunidades que se derivaran de esta situación (Diógenes vivía dentro de un tonel). Practicaban públicamente el onanismo y las relaciones sexuales. Defecaban y orinaban en la calle, como animales. Vestían un pedazo de tela, al doblarla, se protegían del calor, al extenderla se cubrían del frío. Llevaban un báculo, como “burla al orden social y a sus insignias…El palo es el medio con que hacer respetar la distancia y asegurarse el vacío alrededor de uno mismo, condición de posibilidad de una autentica autonomía”[13]


Peter Sloterdijk[14], al referirse a Los Cínicos, señala que su filosofía constituye una unidad: la teoría y la práctica. Se presentan como individuos carentes de necesidades, es decir, como sujetos que abandonan los modelos creados socialmente a cambio de su libertad. Según este autor, la filosofía cínica encuentra la vinculación entre la felicidad, la carencia de necesidades y la inteligencia. La existencia real de Los Cínicos se la debemos a las anécdotas y no a los escritos, pues no se conservaron ninguno. El arma de Los Cínicos era la carcajada y no la melancolía. Se trata de una filosofía “antiteórico, antidogmático, antiescolástico…que enseñe el atrevimiento de aceptar la existencia lucida y alegre”[15], se trata de un espíritu libre, firme, seguro de sí mismo, que se atreve a emanciparse de lo social-político, para practicar la autarquía: la toma de conciencia, la libertad, la alegría de vivir.

Los Cínicos constituyen un ejemplo, pues, de lo que significa tomar la decisión existencial de crear un estilo de vida. Pero debemos preguntarnos ¿Qué significa crear un estilo de vida? Siguiendo a Los Cínicos, implicaría uno de los pasos más difíciles y dolorosos: renunciar con conciencia a la comodidad y a la seguridad, que, supuestamente, nos brinda el campo social y político a cambio de la libertad y el placer. Ello involucra una revisión, exhaustiva, de lo que hemos sido, así como el replanteamiento, de lo que queremos ser. Esa proposición se origina en la existencia del día a día y no en el aislamiento abstracto ascético. Ese cotidiano que desarrolla nuestra existencia, que la sociedad nos moldea y, que nos lleva indefectiblemente, a nuestra propia confrontación a cada instante[16]; momento que es un estado de conciencia, en soledad, que nos impulsa a la toma de decisiones. Este encuentro, es la puesta en examen de lo inautenticidad o falsedad de nuestra vida y la decisión de querer ser autentico. Es la puesta en paréntesis de nuestra vida, del vacío, que va desde nuestra apariencia, pasando por lo que hacemos diariamente, hasta llegar a nuestro ser. El primer paso de Los Cínicos, era la renuncia a la comodidad social para dedicarse a la vida. Se dejan crecer la barba, van desaliñados, no se bañan. ¿Por qué? Los usos sociales, normas mínimas de cortesía y de convivencia que, por la tradición y costumbre atan a un tipo de socialización establecido. Los Cínicos renuncian a los usos sociales, para poder componer su apariencia física individualmente. Se permiten contradecir los fundamentos sobre los que se apoyan los usos sociales. De esta manera, bañarse, perfumarse y vestirse no responde al deber ser sino al querer. Aun en nuestros días, un individuo que no cumpla los mínimos requerimientos de los usos sociales es rechazado por la colectividad. La apariencia física es un estado visible y, como tal en este estado, se manifiesta explícitamente la transformación iniciada en nuestro interior. La apariencia física de Los Cínicos (la barba, el desaliño) son muestras explicitas del distanciamiento de lo social y el inicio de la construcción de la singularidad. La apariencia física va acompañada de un rechazo de la moda; se visten con una sabana solo para protegerse de la intemperie. La moda nos esclaviza a lo social, además, nos conlleva a perder tiempo[17], los usos sociales establecen la forma de vestir y la aceptación por parte del entorno a cumplir tales requisitos. Los Cínicos rechazan la moda y eligen su propio telar. El más sencillo, pues el hombre naturalmente, fuera de las ilusiones sociales, solo requiere protegerse de las condiciones climáticas.

Viven en la calle. ¿Por qué? La casa representa hogar, tranquilidad, seguridad, comida y status. La calle es la antítesis. Los Cínicos rechazan la casa, pues la seguridad y el confort, los convertían en dóciles y mansos. Es en la calle, donde se encuentran las respuestas inmediatas de sobrevivencia y soluciones a las situaciones imprevistas. Al recuperar sus respuestas inmediatas, también se rescata la creatividad, pues es un imperativo inventar una forma cultural de existencia en armonía con su ser presente, para realizarse en el azar y en la indeterminación, sereno, tranquilo porque comprende que en esto consiste la libertad. La asunción de la creatividad en este plano no es de angustia, ni de tristeza, es de gozo, de placer, de juego, de alegría; estos últimos aspectos son los que nutren la creatividad y proporcionan contenido a la existencia.

La renuncia a lo social equivale a la pobreza, la decisión de ser significa perder la seguridad, el confort social, e inventarte un estilo de vida donde nos permitirnos conocer otra seguridad y tranquilidad, la del sentido de ser. Un modo de obrar que proviene de ti mismo, de tener conciencia de tu valer, de la constitución de tu propio yo. Un modo de obrar cuya fuente es la existencia, que impone el corazón, la pasión, la acción, el instinto sobre lo teórico, el conocimiento, lo abstracto. La sublimación y la realización humana que es lo único verdadero, por encima del modelo social.

Hércules y Cerbero, son emblemas de Los Cínicos, quienes se llamaban asimismo perros. Ser tu mismo, ser cínico, ser perro, renunciar a ser esclavo, te fortalece. Simbólicamente eres un monstruo de tres cabezas acompañado de serpientes, capaz de superar las pruebas que Euristeo le impuso a Hércules. Tú mismo eres la fuerza (rebeldía, autenticidad, singularidad, individualidad, autarquía, autonomía). Muerdes y cada mordisco es una herida mortal, porque tu estilo de vida hace que los demás examinen su propia vida.
Los Cínicos asumen su cuerpo fortaleciéndose física y mentalmente. El hombre es un ser corporal, con una biología imponente. Como tal siente frío, calor, hambre, sed y placer sexual.

Social y convencionalmente la sexualidad es una situación íntima y privada, pero para los Cínicos es lo contrario. Practicaban el onanismo y las relaciones sexuales en las plazas públicas y delante de los paseantes. Aceptan el deseo sexual como un cuerpo que llama al placer y a la satisfacción del mismo. Si no hay compañera para satisfacer la sexualidad, entonces practicaban el onanismo. Lo importante era satisfacer el deseo porque como cuerpos sexuales sentimos esta necesidad y esto es propio de nuestra naturaleza.

Con Los Cínicos aprendemos que desde el cuerpo, el placer, la acción, el hacer, la existencia podemos hacer filosofía, una que nos obliga a poner en tela de juicio nuestra propia vida permanentemente y nos exige la continua praxis creativa existencial. No se vuelve a la vida desde el pensamiento, sino desde la praxis existencial. Cuando los Cínicos practicaban las situaciones sexuales públicamente, mordían el centro del hombre. Iban directo al espacio personal e intimo del hombre para recordarle que es un cuerpo que siente placer, un cuerpo de necesidades que muchas veces no satisface y reprime, porque su modelo de vida ha sido establecido culturalmente.

En resumen, a Los Cínicos no les interesaba la abstracción pura, la inteligibilidad humana a partir de teorías o de la puesta en práctica de la razón, les preocupaba mover, inquietar, despertar a las personas. Esta labor la practican desde el hacer, desde la praxis cotidiana. A pesar de distanciarse, oponerse a lo establecido, desde esta distancia, con esa oposición socializan a su manera con lo instituido para desmontarlo. Diferenciarse de las enseñanzas tradicionales clásicas griegas (Platón, Aristóteles), formar un grupo en los que se aceptan a los excluidos y a los que no eran considerados ciudadanos. Vivir en la calle, siendo hombres se comportan a semejanza del perro. Abandonan sus casas, sus ropas, sus hábitos, las normas de cortesía, la socialización condicionada por los rituales establecidos. Se vuelven a sí mismos, en rescate del instinto primario, en la búsqueda de la naturaleza humana originaria, aquella libre de las instituciones sociales establecidas para reencontrar al verdadero hombre en su condición natural. Aquel que es una unidad entre su naturaleza, su estilo de vida, su relación con el otro. Para ello, se lanzan a la calle a la vista de los demás, muestran la importancia del azar en la cotidianidad, como una llamado a la indeterminación, ese espacio que permite la creación del hombre, emitir respuestas nacidas de su naturaleza, una alimentación sencilla producto también del azar: frutas, vegetales, aquello que gentilmente la naturaleza ofrezca no se sabe cuándo. Las necesidades biológicas las hacen en la calle, la sexualidad la hacen pública (sea onanismo, sea la practica carnal). Como se puede observar, atacan a las situaciones humanamente humanas y sociales. Aquellas que generalmente invitan a compartir, al placer, al amor, pero que pierden su propia naturaleza o se desvirtúan al dejarse imponer las mascaras institucionales. El hombre busca refugio para cuidarse de la intemperie, vestido para protegerse del clima, alimento, en principio por una necesidad biológica, luego por placer hedonista, amor (como afecto, como placer carnal). 

Estos aspectos que tocan tan de cerca la humanidad, encierran el peligro de la satisfacción, de la docilidad, de caer en el engaño de la estabilidad para no perder la sensación de la presencia de tales aspectos en todo momento. Los Cínicos, buscan volvernos a la realidad para rescatar estas manifestaciones humanas como propias de seres existenciales de un mundo que nos toca vivir. Ubicarlas en el lugar que le corresponde, lo humano. Arrancarlas de aquello que nos distancia de nuestro ser, lo ajeno, lo que no es propio de nuestra esencia porque es impuesto. Por esta razón, comen en las plazas, no obedecen los rituales propios de las comidas, no comen en los lugares destinados para tal ocasión, no utilizan los baños, no ejercitan el amor en privado. Enfrentan a la humanidad con su propia censura con la esperanza que en ese instante en que ocurra el encuentro de sí misma surja el rescate de un estilo de vida basado en la independencia y la autonomía.

La independencia y la autonomía consisten en vivir según nuestra propia naturaleza y no de acuerdo a lo establecido socialmente, a lo que están sujetos la mayoría de los hombres.
Esta filosofía no quedo aquí, sino que en Roma también existió un Cínico. En el ensayo de David De Los Reyes[18] sobre Demetrio el Cínico y los Secretos de la Conciencia, explica que Demetrio es un cínico romano que consideraba que hay pocas nociones que son decisivas, estas nociones son las que son útiles para la vida, las que afectan directamente la existencia humana. De acuerdo a este cínico, lo difícil es descubrir las cosas cuyo descubrimiento tiene que ver con uno mismo. El hombre debe fortalecerse contra los azares, superar el miedo, para encontrar sus propias riquezas. Señala, De Los Reyes, que Demetrio “habla de la necesidad de volcarnos a modelar nuestro ser…Se trata de no temer a nada exterior, a los hombres, a los fenómenos de la naturaleza, a los dioses, y hay que despreciar los adornos, las frivolidades –que es tormento y adorno de la vida…Lo que hay que conocer son las relaciones…de nosotros mismos con todo lo que lo rodea”[19].

Este filósofo cínico, también destaca el sí mismo para no dejarse atrapar por los modelos culturales. Un sí mismo que se construye cuando nos dedicamos a los conocimientos que son útiles para la transformación de la existencia humana.

Esta transformación que va de la existencia al pensamiento, exige una atención permanente del hombre en su hacer cotidiano y el esfuerzo de poner en ejercicio su praxis creativa, para impedir quedar atrapado en lo social instituido.

Ser Cínico, es distanciarse de lo social, de lo comúnmente aceptado desde y dentro de lo social. El Cínico enseña que se puede vivir de otra manera, que se puede ser autentico dentro de lo falso. Ello necesariamente implica una soledad, una soledad existencial para el que transita el tortuoso camino del querer ser, pues el Cínico no niega la vida social, sino la vive a su manera, porque lo cotidiano es digno de su atención continuamente, y en su estilo de vida hace un llamado a la conciencia moral de los hombres. “…Con razón se ha dicho que una época se caracteriza no solo por la existencia de grandes hombres, sino por la manera en que se les honra y se les reconoce…La cuestión es si tiene suficiente excedente intelectual libre no solo para marcarse objetivos personales de carácter individual, sino para llegar con él a una intuición pura…El intelecto no debe aspirar a recrearse furtivamente, sino a liberarse por completo y celebrar sus saturnales. El intelecto liberado intuye las cosas: de este modo, lo cotidiano se le aparece por vez primera como digno de atención, como un problema. Esta es la verdadera característica del impulso filosófico: la admiración por lo que está delante de todos…”[20].

Actualmente, nuestro drama es que estamos presos dentro de un modelo social, llenos de miedo, de temor a la vida, no nos interesa lo cotidiano como existencia sino en cuanto nos proporciona seguridad. No pensamos en lo autentico sino que agudizamos nuestra individualidad de acuerdo al esquema social. El drama es que nos negamos a ser Cínicos, nos negamos a confrontar el modelo social y asumir decisiones existenciales. Por ello, Castoriadis se pregunta “¿qué sociedad es ésta en la cual la principal ocupación de la gente -al menos de aquellos que pueden- es la de enriquecerse, y la de otros sobrevivir y embrutecerse?”[21]

Notas:


[1] Briceño Guerrero, José Manuel. ¿Qué es la Filosofía? La Castalia, Segunda Edición, Venezuela, 2007.

[2] Ibíd., p. 12.
[3] Hadot, Pierre. Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Biblioteca de Ensayo Siruela, Ediciones Siruela S.A., España, 2006.
[4] Ibíd., p. 25.
[5] Ibíd., p. 30 y 31.
[6] Onfray, Michel. Cinismos. Retrato de los Filósofos llamados Perros. Paidos, Primera Reimpresión, Argentina, 2004.
[7] “…Su filosofía no se nutria de conceptos abstrusos, de nociones bárbaras, ni de las galimatías propios de la corporación: su tarea consistía en mostrar maneras de vivir, modos de obrar y técnicas de existencia. La conversión pagana que proponía apuntaba al orden de la vida cotidiana. Conocer a los filósofos que nos enseñaba equivalía a poner en tela de juicio la propia vida”. Ibíd., p. 13.
[8] Hadot, Pierre. Ob cit, p. 23.
[9] “Antistenes era ateniense, discípulo del orador Gorgias y después de Sócrates. De Sócrates aprendió a ser paciente, sereno de ánimo y fue el fundador de la secta Cínica. Un joven que quería entrar en su escuela le pregunto que necesitaba y Antistenes le respondió: una carpeta, una pluma, una tablita nueva y de mente. Solía decir, que era mejor caer en poder de cuervos que en el de aduladores, porque los cuervos devoran a los muertos y los aduladores a los vivos, lo mejor para los hombres es morir felices; a un amigo que había perdido unos comentarios le dijo “Convenía los hubieses escrito en el alma y no en el papel”, los que quieren ser inmortales deben ser justos, de la filosofía he sacado poder comunicarme conmigo mismo, la disciplina más necesaria consiste en desaprender el mal.

Sus opiniones o dogmas son:

“Que la virtud se puede adquirir con el estudio. Que lo mismo es ser virtuoso que noble. Que la virtud basta para la felicidad, no necesitando de nada más que de la fortaleza de Sócrates. Que la virtud es acerca de las operaciones, y no necesita de muchas palabras, ni de las disciplinas. Que el sabio se basta el mismo a sí mismo. Que todas las cosas propias son también ajenas. Que el sabio no ha de vivir según las leyes puestas sino según la virtud. Que se ha de casar por motivo de procrear hijos, y con mujeres fecundísimas. Que ha de amar; pues solo el sabio sabe la que debe ser amada. El bueno es digno de ser amado y el virtuoso bueno para ser amigo. La virtud es un arma que no puede quitarse. Más útil es pelear con pocos buenos contra muchos malos, que con muchos malos contra pocos buenos. Conviene precaverse de los enemigos, pues son los primeros en notar nuestros pecados. La virtud del hombre y la de la mujer es la misma. Lo bueno es lo hermoso; lo malo, torpe. Ten por extraño todo lo malo. El muro más fuerte es la prudencia, pues ni puede ser demolido ni entregado. Los muros deben construirse en nuestro inexpugnable raciocinio y consejo”.

Discutía en el Cinosargo, un gimnasio cercano a la ciudad, de donde se cree surgió el nombre de la secta Cínica. Solía llamarse a si mismo perro, fue el primero en usar báculo, una bolsa de cuero y cubrir su persona con una sabana.

“Antistenes fue quien condujo a Diógenes a su tranquilidad de ánimo, a Crates a su continencia, y a Zenón a su paciencia”

“Murió de enfermedad, a tiempo que entrando Diógenes le dijo: ¿Necesitas de un amigo? Había entrado ya antes con un puñal, y diciendo Antistenes: ¿Quién me librara de estos males? Respondió Diógenes mostrando el puñal: Este. A lo cual replico Antistenes: De los males digo, no de la vida. Parece, pues, que el deseo de vivir le hacía sufrir la enfermedad con mayor blandura”

Diógenes llega a Atenas donde sigue a Antistenes debido a su constancia pues Antistenes lo rechazó varias veces. “Antistenes…habiendo una vez alzado el báculo, puso en la cabeza debajo diciendo: descárgalo, pues no hallaras leño tan duro que de ti me aparte, con tal que ensenes algo” Tuvo una vida parca, de alimentos con base en frutas y vegetales. Se dice que observando a un ratón que iba de un lado a otro sin temer a la obscuridad ni anhelar cosas para vivir, hallo remedio a su indigencia. También uso báculo, una bolsa de cuero y una sabana para vestirse. De habitación uso una cuba de madera, se llamaba perro a sí mismo. Caminaba a pie, descalzo sobre la nieve.

“Silogizaba de esta forma: De los dioses son todas las cosas; los sabios son amigos de los dioses, y las cosas de los amigos son comunes; luego todas las cosas son de los sabios” Decía que no “tenia ciudad ni casa, estaba privado de la patria, era pobre, errante y pasaba una vida efímera. Oponía a la “ley la naturaleza, y la razón a las pasiones” “Estando tomando el sol en el Cranion, se le acerco Alejandro y le dijo: Pídeme lo que quieras; a lo que respondió el: Pues no me hagas sombra. “Habiendo Platón definido al hombre, animal de dos pies sin plumas y agradadose de esta definición, tomo Diógenes un gallo, quitole las plumas, y lo echo en la escuela de Platón, diciendo: Este es el hombre de Platón. Y así se añadió a la definición, con unas anchas” “Estando en una cena, hubo algunos que le echaron los huesos como a perro, y el, acercándose a los tales, se les meo encima, como hacen los perros”.

“Decía que la ejercitación es de dos maneras: una del alma y otra del cuerpo. Que en esta ejercitación del cuerpo se conciben frecuentes imaginaciones que dan fácil soltura para acciones valerosas, por lo cual es imperfecta la una sin la otra, no obstante que el buen habito y la fortaleza se agregan al alma o al cuerpo, a quienes pertenecen. Daba sus pruebas de que del ejercicio a la fortaleza se pasa fácilmente, pues veía que en las artes mecánicas y otras adquieren los artesanos no poca destreza con el ejercicio continuado. Que los flautistas…y los atletas se diferencian entre si, al paso que se ejercitaron con más o menos aplicación a su trabajo. Y que si estos hubiesen trasladado al alma el ejercicio, no hubieran trabajado inútil e imperfectamente. Así, concluía que nada absolutamente se perfecciona en la vida humana sin el ejercicio, y que este puede conseguirlo todo. Por lo cual, debiendo nosotros vivir felices abandonando los trabajos inútiles y siguiendo los naturales, somos infelices por demencia propia…

“Sin ciudad de nada sirve lo ciudadano y urbano; la ciudad son los mismos ciudadanos: sin leyes de nada sirve la ciudad y los ciudadanos; luego las leyes son cosa indispensable en la ciudad” “Menosprecio… la geometría, la astrología y semejantes como inútiles y no necesarias”.

Se dice que murió a los noventa años de edad de un cólico al comer crudo un pie de buey. Otros que fue al detener la respiración, otros que fue al comer crudo un pulpo”. Laercio Diógenes. Vidas, Opiniones y Sentencias de los Filósofos más Ilustres. Argentina, Colección Clásicos Inolvidables, Librería El Ateneo Editorial, Segunda Edición, Agosto 1959. Traducción directa del griego al castellano por José Ortiz y Sanz.

[10] Onfray, Michel. Ob cit.
[11] Ibid. p. 37.
[12] Ibid. p. 38.
[13] Ibid. p. 52.
[14] Sloterdijk, Meter. Critica de la Razón Cínica I. Taurus Humanidades, España, 1989.
[15] Ibíd., p. 216.
[16] “…Una intuición no se demuestra, sino que se experimenta. Y se experimenta multiplicando o incluso modificando las condiciones de su uso…” Bachelard, Gastón. La Intuición del Instante. Fondo de Cultura Económica, Primera Reimpresión, México, 2000.
[17] En una entrevista que diera Albert Einstein al preguntársele sobre las causas por las cuales siempre se vestía con la misma ropa el genio, respondió, al sorprendido periodista al ver su closet: “así no tengo que perder tiempo en seleccionar la ropa, me viene bien la primera que tomo. Me afeito sin muchos miramientos, con jabón de fregar. En casa suelo ir descalzo. Tan sólo cada dos o tres meses dejo que Elsa me descargue un poco la pelambrera. Pocas veces encuentro necesaria la ropa interior. También dejé de lado los pijamas, y más tarde los calcetines. ¿Para qué sirven? No producen más que agujeros. Elsa llegó a perder la paciencia un día en que me pilló cortando las mangas de una camisa nueva. Mi explicación fue que los puños requieren botones o gemelos y es necesario lavarlos con frecuencia, total, una pérdida de tiempo. Yo pienso que toda posesión es una piedra atada al tobillo.”

[18] De Los Reyes, David. http://www.filosofiadel/dolor.blogspot.com
[19] Ibíd.
[20] Nietzsche, Friedrich. Los Filósofos Preplatonicos. Editorial Trotta. España, 2003, p. 19 y 21.
[21] Castoriadis Cornelius. Democracia y relativismo. Debate con el MAUSS, España, Editorial Trotta S.A., 2007, p. 30.



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