lunes, 12 de enero de 2009


Adiós a la Estética

Theowald D’Arago


Para mi hijita Sofía, quien es mi “sabiduría”,
y para mi hijo Theo quien es ya “conocimiento”…
Hoy también dedico este trabajo, a mi
noble padre ido… sin el cual nada hubiese sido posible…
T. D.

Prefacio

Nos es necesario, plantear, después de estar participando, desde hace ya 12 años en los Simposios, seminarios y coloquios promovidos por la ULA a través, del grupo GIE y ahora denominado CIE; el motivo por el cual, en lugar de presentar trabajos mas coloquiales y accesibles, como pensador (“Filósofo”), o prácticos visibles, como hacedor, (“Artista”, o Poeta, como nos gusta mejor llamar este hacer), presentamos textos, con pretensiones filosóficas; y decimos esto para tratar de hacer entender, que después de venir de las artes plásticas desde 1968, del Arte conceptual desde el 74 y de la Filosofía desde el 75, en los últimos 20 años, a partir del 88, lo que hemos hecho es; salirnos paulatinamente del Arte de concepto, que es lo que la mayoría de los artistas conceptuales hacemos, (para coherentemente después del “Estudio de Mercado”-Marketing-research- Obra emblemática de los 80, presentada en la bienal del 88 en la GAN, donde dejamos constancia con nuestro hacer, de lo harto sabido, que el arte -con minúscula-, se convirtió básicamente en los últimos 200 años, en una empresa de mercado mas); terminamos de materializando nuestro trabajo de tal manera que se convirtió en conceptualista, proponiendo nuestras reflexiones y nuestras ponencias, efímeramente ( sin ser ni siquiera grabadas, fotografiadas o filmadas) -aunque luego los textos sean publicados-, como el propio hacer, el trabajo creativo (artístico) mismo, cosa que también desarrollamos cotidianamente en nuestras clases, igual de efímeras, sin procurarnos crédito alguno, pues finalmente creemos, que todos nos debemos al colectivo de autores, pero, básicamente del anónimo de todos los tiempos; para también ser coherentes con nuestro planteamiento de los últimos 30 años; “potencialmente artistas somos todos;el arte es una cualidad del hombre, la de ser interpretadores-hacedores. Pensar con las técnicas, crear con la mente; esto, ha arrojado como resultado, que en la mayoría de los casos no se entienda éste hacer, y se tilde de “ladrillo"; cosa que me complace, porque la Filosofía como Arte, Póyesis ( la cual ha sido nuestra proposición desde el 88), o, ésta en general - la filosofía-, no puede ser coloquial sino Ontológica, como lo es la Poesía de Hölderlin, por dar quizá el mejor ejemplo, de los últimos 200 años, aunque todos los verdaderos hacedores, artistas, poetas, filósofos, e incluso científicos, o como les llamemos, lo han sido y son: es decir, manifestaciones del ser, a través de las obras, o Fenómenos que realicen, hermeneuticamente.

Lo que pretendemos con el trabajo que hoy les presentamos, “adiós a la estética”, lejos de ser un ocaso de ésta, es; plantearla como renacimiento, ya que lo que queremos es interpretarla separada de su doctrina, en la medida de lo posible, tratando de hacer ver éste inicio en nuestro caso, con Jean Marie Schaeffer, donde ésta (La Estética), parte desde un ángulo no necesariamente metafísico es decir dentro del ámbito que él denomina fuera de “La doctrina filosófica”, que paradójicamente, está dentro de la concepción ontológica del arte mencionada; esta otra reflexión que iniciamos es para nosotros muy reciente y no podemos todavía tener la claridad suficiente deseada, como veremos en el emerger en nuestra investigación.

¿La Estética condición del Hombre?

El conocimiento sensible, es “el a priori” del Conocimiento, sin él no habría conocimiento alguno, ya no solo Filosóficamente, sino en todo sentido, porque como sabemos, la percepción sensible a través de nuestro aparecer, emerger en el mundo, la Physis, es la condición sin e qua non, que nos remite a todas las relaciones, incluyendo, o empezando por la intelectiva, la racionalidad, la cual es simultanea con la sensibilidad; lo intelectivo, connota, la denotación sensible, y ésta repito, no existiría sin el emerger e implantarse, “la no dualidad” del fenómeno, los existentes, nosotros. La percepción sensible es quien da paso a la inteligibilidad, por eso todo acto intelectivo está condicionado por ésta, es simultaneo, también, no dual, como es el todo múltiple. Sin el fenómeno –reiteramos- La Physis, (lo existente); hay nada

Si embargo, si bien no nos cabe duda de nuestra naturaleza biológica, no podemos por ello negar nuestra condición espiritual, que a nuestro juicio, al igual que la cultura son continuidad de nuestra naturaleza, no dual, en medio de la tensión de los opuestos, y no por ello, deja de ser trascendente, lo es desde la inmanencia, La phýsis; todo lo que desde ella emerge, es trascendente, porque la verdadera trascendencia es; repetimos, el emerger, no la finitud, o que nos vamos a morir, sino que nacimos un día, hemos trascendido de “la nada” a existentes, a crear existencia, ya eso lo es todo, es como solemos decir coloquialmente; “para estar anonadados”; lamentablemente la cultura metafísica, no nos deja ver su importancia, y negamos la muerte o la ocultamos, cuando en realidad, como se suele decir, “ Ya cuando nacemos, (emergemos) somos lo suficientemente viejos para morir”, y ésta ( la finitud-la muerte) forma parte del llegar a emerger. Pero, éste no es el objetivo específico, que nos reúne en ésta reflexión, que deseamos presentar les, sino lo indispensable de la sensibilidad, para la experiencia de emerger, de estar acá creando, nuestra temporalidad como personas, y no ponemos sujeto, o individuo, porque; la persona es la que ante todo pone en tela de juicio la dualidad radical del cuerpo y el alma, del espiritualismo tradicional, en realidad el hombre es: todo entero cuerpo y todo entero espíritu”. Y a pesar de la desviación hecha por el cristianismo con el descrédito arrojado sobre el elemento carnal; paradójicamente, su dogma es: " la resurrección de la carne…”


Es desde la integralidad, la holística, de donde emerge la percepción sensible, que tampoco es dual, en relación a lo inteligible (como hemos señalado), sino una, puesto que no podemos percibir si no entendemos lo que sentimos, pues la percepción sería ciega, es decir, no percibiríamos. En este sentido es como abordamos el problema de la Estética, no ya solo desde donde ya Schaeffer identifica y separa, con la doctrina Estética, que básicamente se ha abordado desde el Romanticismo hace ya mas de 200 años, y desde donde se ha pretendidito desde los 80 dar legitimidad al arte y la estética, sino desde su integralidad, holísticamente, como nosotros la planteamos con Schaeffer, de alguna otra manera., porque su hipótesis va mas por una no dualidad de orden biológico, no sabemos en que medida podríamos incluso decir biologisista, pero afirmando, con él, que el arte es un fenómeno básicamente antropológico; y nuestra proposición apunta como siempre, también hacia una no dualidad, ( como estamos planteando) pero que va mas allá de lo biológico, para hablar en un tono que no solo se circunscribe a lo antropológico, lo cultural, y lo natural sino a lo que concierne a la Filosofía, que es lo ontológico, pero, a partir del fenómeno, en nuestro caso ya no solo de lo estético, desde el arte, sino desde la percepción sensible, genéricamente hablando, (conocimiento sensible) que para nosotros es la percepción, con lo intelegible, sin dualidad; es esto lo que siempre hemos planteado, en compañía del viejo Heráclito, Nietzsche, Heidegger, y que ahora, sobre la base del discurso de Schaeffer queremos extraer , haciendo un paralelo con su planteamiento no doctrinal de la estética, ya no solo de la no dualidad de la percepción sino de la Estética, al develarla en relación a la doctrina filosófica, que desde el siglo XX ha imperado, subordinando los hechos estéticos y artísticos, en cuanto a su validez, a la jurisdicción Filosófica.


La pretensión de este tratamiento, no agota por supuesto la reflexión filosófica ni de otra clase, dedicadas al Arte o a la experiencia estética, que han sido recogida bajo la denominación de estética, solo nos sirve de reflexión sobre la base de lo que Schaeffer identifica como:” La doctrina Estética”, ya planteada.


Preguntamos, ¿Cómo se aborda la cuestión del juicio estético? ¿Cuál es el modo en que se trata la cuestión del estatuto ontológico de la obra de arte? ¿Cómo es el modo en que se encara la relación entre la dimensión estética y el arte?


Nos dice Schaeffer: “La necesidad de consolidar la legitimidad de la estética y del arte, deriva de la función que la filosofía cree que debe otorgar a ese juicio en el marco de su teoría del conocimiento, a fin de que ésta forme una unidad sistemática. La filosofía Hegeliana que se inscribe en la corriente de la teoría especulativa del arte, (la cual está muy bien planteada por Schaeffer en su texto, “El Arte de la edad Moderna” (1992 en Gallimard, 1999 Monte Ávila Venezuela) requiere del mismo favor, no ya de la relación estética, sino de la obra de arte en cuanto objeto estético por excelencia. En Hegel la obra de arte es, en efecto, el lugar de paso del mundo sensible al universo del concepto filosófico. Ella es la que evita que esas dos modalidades ontológicas se disocien en dos esferas incapaces de interactuar, una eventualidad que arruinaría la pretensión –fundamental en la empresa hegeliana-de totalidad dialéctica supuestamente capaz de abolir toda frontera entre el mundo sensible y el mundo espiritual”. Pero su “síntesis” teleológica perpetúa la dualidad, no deseada.


Además, como sabemos, fue Kant quien introdujo el tema de la validez universal del juicio estético, y que a través de su teoría del genio limpió el terreno para el emerger de la religión del arte; en su papel fundador, distinguió claramente entre la dimensión estética y la artística. Y nos señala Schaeffer; “dicho esto, sin lugar a dudas es la presencia conjunta de las tres tesis (las tres interrogantes que hemos abierto) las que delimitan la figura canónica de la doctrina estética, la de la , de la que somos herederos mas o menos recalcitrantes. En ella, la dimensión estética se reduce a la puesta en práctica de una verdad extática (de éxtasis) accesible únicamente al arte. Y esta verdad extática funda a su vez una definición axiológica del campo artístico, cuyos criterios son, los de una ontología dualista (verdad Vs ilusión, ser Vs apariencia, espíritu Vs materia, etc.)” Y nosotros agregamos el de la dualidad que está presente desde los inicios, que da origen a La Filosofía, mundo sensible y mundo inteligible, sin la cual no habría dilema alguno, pues como hemos planteado desde cuando comenzamos a conocer del “fin” de la metafísica, “ no hay dualidad”; "el ente es, lo que se implanta y permanece”, como diría Heidegger en su Introducción a la Metafísica, subrayando que el ser no es sino que acontece, (aunque su acepción del arte, “extrañamente”, también permanece dentro de la doctrina estética); o como ya nos dice Heráclito, con sus fragmentos; es desde la tensión de los opuestos, de donde emerge el uno todo.


Aunque Schaeffer recalca que la doctrina estética, pertenece a un momento histórico y conceptual muy particular, aquel en el cual la filosofía tiene, (y pone entre paréntesis, tuvo) necesidad del comportamiento estético o de la obra de arte para asegurar su propia legitimidad como discurso fundador, insistimos que todo esto aunque parezca paradójico, es consecuencia de lo que define a la filosofía desde sus inicios con Parmnides,” mundo inteligible y mundo sensible”; un pensamiento Epistemológico, que partiendo, como sabemos de la necesidad de conceptualizar para la conducta en la polis, como ciudadanos, con Sócrates, y de su discípulo Platón, con su teoría del conocimiento (las ideas), que nos ha hecho mas que cristianos, platonianos, finalmente, desemboca en la filosofía moderna, con Descartes y Newton, donde como bien sabemos ya la episteme (matriz de conocimiento) no será ¿que es la sustancia?, aristotélicamente hablando, sino su certeza matemática y, ¿como funciona?, _ causa- efecto- lo que da origen a La Técnica, como la concebimos desde entonces, a diferencia de la concepción que de ésta se tenia en la Grecia antigua, la Hélade, donde ésta era un hacer epistémico, porque que conocíamos el oficio.


En nuestra contemporaneidad, y en particular en el tema que nos reúne en éste simposio sobre estética, la técnica, es aún mas pertinente, la puesta en escena del pensamiento “naturalista” de Schaeffer ; esto no descalifica a la doctrina estética en cuanto que discurso social, pero cambia la luz en la cual, se le puede juzgar, nos dice el mismo autor, pues ; “el hecho de suscribirla o no, no resulta de una finalidad cognitiva sino de una motivación existencial compleja en la que se reúnen las nostalgias de un paraíso perdido y la esperanza de un renacimiento por venir”. En este sentido la doctrina estética, asevera Schaeffer;” lejos de fundar la relación estética, es en si misma la traducción de un ideal estético histórico muy preciso (el del romanticismo, en el sentido amplio del término)”, el cual nosotros hemos señalado cuando al referirnos a nuestra contemporaneidad, la tildamos, a pesar que algunos difieran; “ del Romanticismo a lo romántico”; porque de una u otra manera (queramos o no) habitamos, moramos en ella nostálgica o irónicamente en la contemporaneidad. Y la advertencia que Benjamin nos hace (ya hace mas de ochenta años) acerca de la pérdida del “aura” de la obra de arte en la época de la reproductividad técnica, está hecha totalmente desde la doctrina estética, es decir metafísicamente, es mas, sus influencias, independientemente de su filiación con el historicismo marxista (quien también es platoniano), están basadas disonantemente en Platón y Kant, que es desde donde realiza su tesis, y mantiene sus legítimos acercamientos místicos, (como muchos hemos hecho); y si hoy Benjamin tuviera idea, de la desintegración de dicha “aura” con la cibernética, no es precisamente de acuerdo, que estaría; porque la resublimación represiva del arte para la doctrina estética ha terminado revirtiéndose, ahora “todos pertenecemos al aura”. La doctrina estética y su religión laica está más fuerte que nunca, a pesar de toda la tecnología emergente, pues lo que estaría agotado- como hemos planteado desde los 70, no son las formas de formar, sino la doctrina, (la idea occidental de ésta); y Schaeffer en este texto “Adiós a la estética”, trata de mostrarnos, precisamente; que el renacimiento que se pretendió de ella, en los años 80, y que algunos filósofos se apresuraron a afirmar, es solo una ilusión.


Además en nuestro objetivo específico en éste trabajo, creemos que donde precisamente, podemos hablar de lo sublime es; desde la perspectiva naturalista planteada por nuestro autor, y no desde la perspectiva de la doctrina estética y su dualidad metafísica, pues se trata de la experimentación de un momento de inmanencia absoluta que se basta así misma, pues toda epifanía se constituye siempre en y mediante un objeto y un individuo, lo que nos remite no a alguna sublimidad metafísica, “sino a la dimensión estética, que es una propiedad relacional y no una propiedad del fenómeno”. Como hace la tradición dual.


El término estética en general, señala Schaeffer, despierta en cada uno de nosotros prototipos mentales muy concretos. Estos prototipos varían mucho según-en el desorden de – nuestra historia personal, nuestro nivel de escolarización, la cultura a la que pertenecemos, el momento del día, nuestra edad, nuestras demás ocupaciones o preocupaciones, nuestro medio social, nuestro estado de salud física o mental, etc. Y -agrega-, que, sin embargo, esa diversidad no es sino superficial. Encubre una estructura intencional que es la misma en todas las situaciones. Pues todos los comportamientos son actividades de discriminación cognitiva, de discernimiento; lo cual corrobora nuestra apreciación, nuestra proposición, “seguramente elemental” cuando planteamos la inseparabilidad de lo sensible e inteligible. Pero dice Schaeffer que;” si bien es cierto que una actividad humana sea una actividad cognitiva es causa necesaria para que pueda haber comportamiento estético, no es causa suficiente”.


La condición específica que debe cumplir la actividad de discernimiento para ser de naturaleza estética, es la del placer que es capaz de provocar. Schaeffer dice que esa es precisamente la condición suplementaria:” para que una actividad cognitiva, se convierta en un comportamiento estético, es necesario que venga acompañada por una satisfacción fruto de la actividad cognitiva en si misma.”Aunque, agrega, pero por supuesto, la valoración puede ser también negativa, es decir de in-satisfacción, de disgusto. Nosotros agregamos que no solo la actividad estética, sino toda actividad poética, creadora, productora, hacedora del hombre, pues no solo el arte es juego sin telos, azaroso y necesario, independiente mente de estar dirigido a un fin sino todo emerger del hombre y del universo.


“Ya Kant (paradójica mente, ya que como bien sabemos saca la metafísica por la puerta, pero la mete por la ventana) había señalado, que la particularidad de la atención estética no reside en el hecho de que sea resultado de una facultad especial, sino sencillamente en una especificidad funcional en el uso de la atención cognitiva, una especificidad que describió” como libre juego de las facultades”.


Ésta introducción al tema sobre una estética no doctrinal, no es posible agotarla, ni en esta ponencia, ni en lo sucesivo, porque deja abierta otra perspectiva, que no depende de que quisiéramos que tuviera continuidad, o no; pues está en el tapete, y el sentido inmanente que ésta otra vertiente viene dando, se ve expresado, no ya solo en el arte, sino en la técnica y en las múltiples disciplinas que tocan todos los ámbitos; sin por ello necesariamente ser positivistas.



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