jueves, 21 de noviembre de 2024

 

Sobre ontología,

técnica, arte y verdad en Heidegger

David De los Reyes

Martin Heidegger en su estudio 

 

Ser y Tiempo es una obra fundamental del siglo XX, que ha dejado una huella imborrable en la historia de la filosofía. Publicada en 1927, cuando Martin Heidegger tenía 38 años, esta obra no solo introduce una nueva forma de pensar, ser y existir, sino que también ha influido profundamente en numerosos pensadores, artistas, movimientos y corrientes filosóficas posteriores. A pesar del paso del tiempo, Ser y Tiempo sigue siendo relevante, continuando su invitación a reflexionar sobre nuestra existencia y a vivir de manera auténtica.

1.            1.- El Dasein y la Ontología Fundamental 

Ser y Tiempo plantea la cuestión del sentido del ser, que él considera olvidada por la filosofía occidental. Parte de la idea de que el ser no es algo evidente, dado o fijo, sino algo que hay que interrogar, desvelar y comprender. Se propone realizar una ontología fundamental, es decir, una ciencia del ser que analice las condiciones y las posibilidades de la comprensión del ser.

Para ello, Heidegger elige como punto de partida al ser humano, al que llama Dasein, que significa estar ahí o existir. El Dasein es el único ser que se pregunta por el sentido de su existencia y de la realidad, el único ser que tiene una relación con el ser, el único ser que puede acceder al ser. Es el ser que comprende el ser. Por eso, Heidegger realiza una analítica existencial, un análisis de la estructura y el modo de ser del Dasein que le permita acceder al sentido del ser.

Describe al Dasein como un ser arrojado al mundo, que se encuentra en una situación de incertidumbre, finitud, libertad y responsabilidad. No es una cosa o un sujeto, sino una relación, una apertura, un proyecto hacia otros seres por su existencialidad, su facticidad y su trascendencia.

La existencialidad es la posibilidad de ser de diferentes maneras, de elegir, de crear y de superarse. La facticidad es la condición de estar arrojado al mundo, de encontrarse en una situación determinada, de tener una historia, un cuerpo y una muerte. La trascendencia es la capacidad de ir más allá de lo dado, de lo inmediato, de lo evidente, de abrirse al ser y al Heidegger afirma que el Dasein se enfrenta a su propia muerte, que le revela su condición de "ser para la muerte", y a su angustia, que le muestra su posibilidad de ser auténtico o inauténtico. El Dasein auténtico es el que asume su existencia como suya, el que se hace responsable de sus elecciones, el que se abre al ser y al sentido. Por otro lado, el Dasein inauténtico es el que se evade de su existencia, el que se deja llevar por las opiniones y las costumbres de los demás, el que se cierra al ser y al sentido.

Ser y Tiempo es una obra que sigue vigente, que sigue interpelando y que sigue invitando a pensar y a vivir. Martin Heidegger llama a un cambio de actitud, a un cambio de paradigma, a un cambio de época que supere la técnica y la ciencia, que recupere el ser y el sentido. Propone un pensamiento poético y meditativo que se base en la experiencia concreta, singular y subjetiva del hombre en su situación particular, en su libertad y en su responsabilidad. Un pensamiento poético y meditativo que se interese por el ser como un misterio, como una donación, como una promesa, que se exprese en el lenguaje, en el arte, en la cultura, en la historia.

Heidegger no ofrece una solución definitiva a la crisis de la técnica y de la modernidad, sino que plantea una pregunta, una llamada, una esperanza: si hay otra forma de pensar, de ser, de existir, que no sea la técnica, que no sea la modernidad, que no sea el olvido del ser. Espera que el ser mismo se manifieste, abriendo nuevas posibilidades para la humanidad. En este sentido, Ser y Tiempo es más que una obra filosófica; es una invitación a redescubrir nuestra relación con el ser y con el mundo, a vivir de manera más auténtica y a encontrar un sentido más profundo en nuestra existencia.

        2.-  Crítica a la Técnica y la Modernidad 

Uno de los aspectos más actuales de la obra de Heidegger es su crítica a la técnica y a la modernidad. Heidegger considera que la técnica es la forma dominante de comprender y relacionarse con el ser y con el mundo en la época moderna. La técnica es entendida como el modo de producir, controlar, manipular, explotar, consumir y destruir todo lo que existe. Representa la expresión de la voluntad de poder, de la voluntad de dominio, de la voluntad de imponer un orden, un sentido y una finalidad a la realidad. En este sentido, la técnica es la negación de la apertura, de la escucha, de la contemplación y de la poesía del ser.

Heidegger critica a la técnica y a la modernidad por su olvido del ser, por su reducción de todo lo que es a un objeto, a un recurso, a un medio, a un fin. Denuncia que la técnica y la modernidad han provocado una crisis ecológica, social, cultural, espiritual y existencial. Advierte que la técnica y la modernidad amenazan con destruir la naturaleza, la humanidad, la historia y el sentido. Por ello, llama a un cambio de actitud, a un cambio de paradigma, a un cambio de época que supere la técnica y la modernidad, que recupere el ser y el sentido, y que se abra a la pregunta por el ser.

 Para ilustrar su crítica, Heidegger utiliza varios ejemplos y metáforas que muestran el contraste entre el modo de ser de la técnica y el modo de ser del ser. Uno de estos ejemplos es el bosque y la central eléctrica. Heidegger compara el bosque, un lugar donde el ser se manifiesta en su diversidad, belleza y misterio, con la central eléctrica, donde el ser se reduce a un recurso, a una energía, a un producto. El bosque es un lugar donde el hombre puede contemplar, admirar, respetar y cuidar el ser, mientras que la central eléctrica es un lugar donde el hombre explota, consume y destruye el ser.

Otro ejemplo es el puente y la represa. Heidegger compara el puente, una obra que se integra en el paisaje, respeta el curso del río, une las orillas y facilita el paso, con la represa, una obra que altera el paisaje, bloquea el curso del río, separa las orillas e impide el paso. El puente es una obra que se adapta al ser, que lo deja ser, que lo potencia, mientras que la represa es una obra que se impone al ser, que lo niega, que lo limita.

Heidegger, contrasta al arte con la técnica. El arte es visto como una forma de expresar y experimentar el ser, de revelar su verdad, belleza y sentido, mientras que la técnica es una forma de ocultar y manipular el ser, de imponer su falsedad, fealdad y sin sentido. El arte es una forma de abrirse al ser, de escucharlo, de dialogar con él y de crear con él. La técnica, por otro lado, es una forma de cerrarse al ser, de silenciarlo, de dominarlo y de destruirlo.

En su ensayo El origen de la obra de arte,[1] Martin Heidegger utiliza la pintura de unos zapatos de campesino de Vincent van Gogh como un ejemplo para ilustrar su concepción de la obra de arte y su relación con la verdad. El filósofo alemán no se centra en los aspectos técnicos o estéticos de la pintura, sino en cómo la obra revela la esencia del ser de manera única y poderosa.

Para este pensador, la obra de arte tiene la capacidad de desocultar la verdad, de mostrar aspectos del ser que normalmente están ocultos en nuestra experiencia cotidiana. En el caso de la pintura de Van Gogh, los Zapatos de campesino, no son simplemente un objeto representado en el lienzo, sino que, a través de la obra, se revela el mundo del campesino. La pintura transmite la dureza de la vida rural, el trabajo arduo, la conexión con la tierra y la existencia cotidiana del campesino.

Heidegger introduce los conceptos de mundo y tierra para explicar cómo la obra de arte funciona. El mundo se refiere al contexto, las relaciones y el significado que emergen a través de la obra de arte. En el caso de los zapatos de Van Gogh, el mundo del campesino se hace presente: su vida, sus luchas, su conexión con la naturaleza. La tierra, por otro lado, representa el aspecto material y físico de la obra, lo que está presente pero oculto, como la textura del lienzo o los colores utilizados. La obra de arte, según Heidegger, es un lugar de conflicto y reconciliación entre el mundo y la tierra, donde ambos se manifiestan y se ocultan simultáneamente.

Heidegger argumenta que la obra de arte no es simplemente una representación de la realidad, sino que tiene el poder de abrir un espacio donde la verdad del ser se desvela. La pintura de Van Gogh, al desocultar el mundo del campesino, nos ofrece una experiencia del ser que va más allá de lo visual. Nos invita a sentir y comprender la esencia de esa existencia, a conectar con una realidad que trasciende la simple apariencia de los objetos.

Su interpretación de la pintura los Zapatos de Van Gogh nos muestra cómo el arte puede ser un evento de verdad, un medio por el cual el ser se revela de manera auténtica. La obra de arte nos desafía a ver más allá de lo superficial y a experimentar la profundidad del ser que se manifiesta a través de ella. En este sentido, el arte no es solo una creación estética, sino una apertura hacia la verdad, una invitación a explorar y comprender el mundo de nuevas formas.

3.- El Concepto de Verdad en su filosofía 

En la vasta obra de Martin Heidegger, el concepto de verdad ocupa un lugar central y es abordado de manera innovadora y profunda. Heidegger desafía las concepciones tradicionales de la verdad, proponiendo una comprensión que va más allá de la simple correspondencia entre el pensamiento y la realidad. Su enfoque se centra en el desvelamiento del ser y en la apertura hacia lo que es, planteando una perspectiva ontológica que reformula nuestra relación con el mundo.

Heidegger retoma el término griego aletheia para referirse a la verdad, que se traduce como desocultamiento o desvelamiento. A diferencia de la concepción clásica que entiende la verdad como adaequatio, es decir, la adecuación entre el intelecto y la cosa, Heidegger propone que la verdad es un proceso de revelación. En este sentido, la verdad no es una propiedad estática de proposiciones o juicios, sino un evento dinámico en el que el ser se manifiesta.

La verdad, según perspectiva, es el modo en que el ser se muestra a sí mismo en su apertura. Esta apertura implica que el ser humano, como   Dasein, está en una constante interacción con el mundo, descubriendo y revelando aspectos de la realidad que estaban ocultos. La verdad es, por tanto, un acontecimiento en el que el ser se despliega y se hace accesible a través de nuestra existencia.

En Ser y Tiempo, explora cómo el ser humano, en su cotidianidad, se relaciona con el mundo de manera inauténtica, a menudo cubriendo y oscureciendo la verdad del ser. La existencia cotidiana está marcada por el olvido del ser, donde las cosas se toman por sentadas y se ven como meros objetos de uso. En contraste, el Dasein auténtico es aquel que se abre al desocultamiento, permitiendo que el ser se revele en su totalidad.

Este proceso de desocultamiento no es simplemente una actividad intelectual, sino una forma de ser/estar en el mundo que involucra toda nuestra existencia. La verdad, en este sentido, es una experiencia vivida, una manera de estar en el mundo que nos permite ver las cosas en su verdadero ser.

Heidegger, como notamos antes, explora la relación entre la verdad y el arte, argumentando que el arte tiene un papel crucial en el desvelamiento del ser. Sostiene que el arte es una forma privilegiada de revelar la verdad. Las obras de arte, al crear un mundo propio, permiten que aspectos del ser se manifiesten de manera única y poderosa.

El arte nos ofrece una visión del mundo que desafía nuestras percepciones habituales y nos invita a reconsiderar nuestra relación con el ser. El arte, por tanto, es una apertura hacia la verdad, un medio por el cual el ser se hace presente de manera auténtica.

De esta manera, la verdad no es un concepto abstracto o una mera cuestión de lógica, sino un proyecto existencial. Es un llamado a vivir de manera auténtica, a estar abiertos al desvelamiento del ser y a participar activamente en el proceso de revelación. La verdad es un camino, una forma de ser que nos invita a explorar y a descubrir el mundo en toda su riqueza y profundidad.

En última instancia, la concepción de la verdad de Heidegger nos desafía a reconsiderar nuestras nociones preconcebidas y a embarcarnos en un viaje de descubrimiento y apertura. Nos invita a ver la verdad no como un destino final, sino como un proceso continuo de desocultamiento, en el que cada uno de nosotros, como   Dasein, juega un papel crucial en la manifestación del ser.


Este sucinto escrito sobre los temas del maestro de la filosofía contemporánea alemana sólo pretenden dar, muy de pasada, la atención a algunos puntos de su pensamiento que siguen despertando un interés personal con la finalidad de continuar ampliando los pormenores que presentan los diferentes avatares humanos en que se sigue debatiendo nuestra época y la pertinencia de retomar el problema del ser dentro del horizonte filosófico.

Guayaquil, 21 de noviembre 2024

 

 

 



[1] Heidegger, M.: El origen de la obra de arte. PDF: https://www.lauragonzalez.com/TC/Heidegger_El_origen_de_la_obra_de_arte.pdf. Visitado 19 de noviembre 2024

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