Sobre ontología,
técnica, arte y verdad en Heidegger
David De los Reyes
Ser y Tiempo
es una obra fundamental del siglo XX, que ha dejado una huella imborrable en la
historia de la filosofía. Publicada en 1927, cuando Martin Heidegger tenía 38
años, esta obra no solo introduce una nueva forma de pensar, ser y existir,
sino que también ha influido profundamente en numerosos pensadores, artistas,
movimientos y corrientes filosóficas posteriores. A pesar del paso del tiempo, Ser y Tiempo sigue siendo relevante,
continuando su invitación a reflexionar sobre nuestra existencia y a vivir de
manera auténtica.
1. 1.- El Dasein y la Ontología Fundamental
Ser y Tiempo plantea
la cuestión del sentido del ser, que él considera olvidada por la filosofía
occidental. Parte de la idea de que el ser no es algo evidente, dado o fijo,
sino algo que hay que interrogar, desvelar y comprender. Se propone realizar
una ontología fundamental, es decir, una ciencia del ser que analice las
condiciones y las posibilidades de la comprensión del ser.
Para
ello, Heidegger elige como punto de partida al ser humano, al que llama Dasein, que significa estar ahí o
existir. El Dasein es el único ser
que se pregunta por el sentido de su existencia y de la realidad, el único ser
que tiene una relación con el ser, el único ser que puede acceder al ser. Es el
ser que comprende el ser. Por eso, Heidegger realiza una analítica existencial,
un análisis de la estructura y el modo de ser del Dasein que le permita acceder al sentido del ser.
Describe
al Dasein como un ser arrojado al
mundo, que se encuentra en una situación de incertidumbre, finitud, libertad y
responsabilidad. No es una cosa o un sujeto, sino una relación, una apertura,
un proyecto hacia otros seres por su existencialidad, su facticidad y su
trascendencia.
La
existencialidad es la posibilidad de
ser de diferentes maneras, de elegir, de crear y de superarse. La facticidad es la condición de estar
arrojado al mundo, de encontrarse en una situación determinada, de tener una
historia, un cuerpo y una muerte. La trascendencia
es la capacidad de ir más allá de lo dado, de lo inmediato, de lo evidente, de
abrirse al ser y al Heidegger afirma que el Dasein
se enfrenta a su propia muerte, que le revela su condición de "ser para la
muerte", y a su angustia, que le muestra su posibilidad de ser auténtico o
inauténtico. El Dasein auténtico es
el que asume su existencia como suya, el que se hace responsable de sus
elecciones, el que se abre al ser y al sentido. Por otro lado, el Dasein inauténtico es el que se evade
de su existencia, el que se deja llevar por las opiniones y las costumbres de
los demás, el que se cierra al ser y al sentido.
Ser y Tiempo
es una obra que sigue vigente, que sigue interpelando y que sigue invitando a
pensar y a vivir. Martin Heidegger llama a un cambio de actitud, a un cambio de paradigma, a un cambio de época
que supere la técnica y la ciencia, que recupere el ser y el sentido. Propone
un pensamiento poético y meditativo que se base en la experiencia concreta,
singular y subjetiva del hombre en su situación particular, en su libertad y en
su responsabilidad. Un pensamiento poético y meditativo que se interese por el
ser como un misterio, como una donación, como una promesa, que se exprese en el
lenguaje, en el arte, en la cultura, en la historia.
Heidegger
no ofrece una solución definitiva a la crisis de la técnica y de la modernidad,
sino que plantea una pregunta, una llamada, una esperanza: si hay otra forma de
pensar, de ser, de existir, que no sea la técnica, que no sea la modernidad,
que no sea el olvido del ser. Espera que el ser mismo se manifieste, abriendo
nuevas posibilidades para la humanidad. En este sentido, Ser y Tiempo es más que una obra filosófica; es una invitación a
redescubrir nuestra relación con el ser y con el mundo, a vivir de manera más
auténtica y a encontrar un sentido más profundo en nuestra existencia.
2.- Crítica a la Técnica y la Modernidad
Uno
de los aspectos más actuales de la obra de Heidegger es su crítica a la técnica
y a la modernidad. Heidegger considera que la técnica es la forma dominante de
comprender y relacionarse con el ser y con el mundo en la época moderna. La
técnica es entendida como el modo de producir, controlar, manipular, explotar,
consumir y destruir todo lo que existe. Representa la expresión de la voluntad de poder, de la voluntad de dominio, de la voluntad de imponer un orden, un sentido
y una finalidad a la realidad. En este sentido, la técnica es la negación de la apertura, de la escucha, de la contemplación y de la poesía
del ser.
Heidegger
critica a la técnica y a la modernidad por su olvido del ser, por su reducción
de todo lo que es a un objeto, a un recurso, a un medio, a un fin. Denuncia que
la técnica y la modernidad han provocado una crisis ecológica, social,
cultural, espiritual y existencial. Advierte que la técnica y la modernidad
amenazan con destruir la naturaleza, la
humanidad, la historia y el sentido. Por ello, llama a un cambio de actitud, a un cambio de
paradigma, a un cambio de época que supere la técnica y la modernidad, que recupere el ser y el sentido, y que se
abra a la pregunta por el ser.
Para ilustrar su crítica,
Heidegger utiliza varios ejemplos y metáforas que muestran el contraste entre
el modo de ser de la técnica y el modo de ser del ser. Uno de estos ejemplos es
el bosque y la central eléctrica.
Heidegger compara el bosque, un lugar donde el ser se manifiesta en su
diversidad, belleza y misterio, con la central eléctrica, donde el ser se
reduce a un recurso, a una energía, a un producto. El bosque es un lugar donde
el hombre puede contemplar, admirar, respetar y cuidar el ser, mientras que la
central eléctrica es un lugar donde el hombre explota, consume y destruye el
ser.
Otro
ejemplo es el puente y la represa.
Heidegger compara el puente, una obra que se integra en el paisaje, respeta el
curso del río, une las orillas y facilita el paso, con la represa, una obra que
altera el paisaje, bloquea el curso del río, separa las orillas e impide el
paso. El puente es una obra que se adapta al ser, que lo deja ser, que lo
potencia, mientras que la represa es una obra que se impone al ser, que lo
niega, que lo limita.
Heidegger,
contrasta al arte con la técnica. El arte
es visto como una forma de expresar y
experimentar el ser, de revelar su
verdad, belleza y sentido, mientras que la técnica es una forma de ocultar y manipular el ser, de imponer
su falsedad, fealdad y sin sentido.
El arte es una forma de abrirse al ser,
de escucharlo, de dialogar con él y de crear con él. La técnica, por otro lado,
es una forma de cerrarse al ser, de silenciarlo, de dominarlo y de destruirlo.
En
su ensayo El origen de la obra de arte,[1] Martin Heidegger utiliza
la pintura de unos zapatos de campesino de Vincent van Gogh como un ejemplo
para ilustrar su concepción de la obra de arte y su relación con la verdad. El
filósofo alemán no se centra en los aspectos técnicos o estéticos de la
pintura, sino en cómo la obra revela la esencia del ser de manera única y
poderosa.
Para
este pensador, la obra de arte tiene la capacidad de desocultar la verdad, de mostrar aspectos del ser que normalmente
están ocultos en nuestra experiencia cotidiana. En el caso de la pintura de Van
Gogh, los Zapatos de campesino, no
son simplemente un objeto representado en el lienzo, sino que, a través de la
obra, se revela el mundo del campesino. La pintura transmite la dureza de la
vida rural, el trabajo arduo, la conexión con la tierra y la existencia
cotidiana del campesino.
Heidegger
introduce los conceptos de mundo y tierra para explicar cómo la obra de
arte funciona. El mundo se refiere al
contexto, las relaciones y el significado que emergen a través de la obra de
arte. En el caso de los zapatos de Van Gogh, el mundo del campesino se hace
presente: su vida, sus luchas, su conexión con la naturaleza. La tierra, por otro lado, representa el
aspecto material y físico de la obra, lo que está presente pero oculto, como la
textura del lienzo o los colores utilizados. La obra de arte, según Heidegger, es
un lugar de conflicto y reconciliación entre el mundo y la tierra, donde
ambos se manifiestan y se ocultan simultáneamente.
Heidegger
argumenta que la obra de arte no es simplemente una representación de la
realidad, sino que tiene el poder de abrir un espacio donde la verdad del ser
se desvela. La pintura de Van Gogh, al desocultar
el mundo del campesino, nos ofrece una experiencia del ser que va más allá de
lo visual. Nos invita a sentir y comprender la esencia de esa existencia, a
conectar con una realidad que trasciende la simple apariencia de los objetos.
Su
interpretación de la pintura los Zapatos de Van Gogh nos muestra cómo el arte
puede ser un evento de verdad, un medio por el cual el ser se revela de manera
auténtica. La obra de arte nos desafía a ver más allá de lo superficial y a
experimentar la profundidad del ser que se manifiesta a través de ella. En este
sentido, el arte no es solo una creación estética, sino una apertura hacia la
verdad, una invitación a explorar y comprender el mundo de nuevas formas.
3.- El Concepto de Verdad
en su filosofía
En
la vasta obra de Martin Heidegger, el concepto de verdad ocupa un lugar central
y es abordado de manera innovadora y profunda. Heidegger desafía las
concepciones tradicionales de la verdad, proponiendo una comprensión que va más
allá de la simple correspondencia entre el pensamiento y la realidad. Su
enfoque se centra en el desvelamiento del ser y en la apertura hacia lo que es,
planteando una perspectiva ontológica que reformula nuestra relación con el
mundo.
Heidegger
retoma el término griego aletheia
para referirse a la verdad, que se traduce como desocultamiento o desvelamiento.
A diferencia de la concepción clásica que entiende la verdad como adaequatio, es decir, la adecuación
entre el intelecto y la cosa, Heidegger propone que la verdad es un proceso de revelación. En este sentido, la verdad
no es una propiedad estática de proposiciones o juicios, sino un evento
dinámico en el que el ser se manifiesta.
La
verdad, según perspectiva, es el modo en que el ser se muestra a sí mismo en su
apertura. Esta apertura implica que el ser humano, como Dasein, está en una
constante interacción con el mundo, descubriendo y revelando aspectos de la
realidad que estaban ocultos. La verdad es, por tanto, un acontecimiento en el
que el ser se despliega y se hace accesible a través de nuestra existencia.
En
Ser y Tiempo, explora cómo el ser
humano, en su cotidianidad, se relaciona con el mundo de manera inauténtica, a
menudo cubriendo y oscureciendo la verdad del ser. La existencia cotidiana está
marcada por el olvido del ser, donde
las cosas se toman por sentadas y se ven como meros objetos de uso. En
contraste, el Dasein auténtico es
aquel que se abre al desocultamiento, permitiendo que el ser se revele en su
totalidad.
Este
proceso de desocultamiento no es
simplemente una actividad intelectual, sino una forma de ser/estar en el mundo
que involucra toda nuestra existencia. La verdad, en este sentido, es una experiencia vivida, una manera de estar
en el mundo que nos permite ver las cosas en su verdadero ser.
Heidegger,
como notamos antes, explora la relación entre la verdad y el arte, argumentando
que el arte tiene un papel crucial en el desvelamiento del ser. Sostiene que el
arte es una forma privilegiada de revelar la verdad. Las obras de arte, al
crear un mundo propio, permiten que aspectos del ser se manifiesten de manera
única y poderosa.
El
arte nos ofrece una visión del mundo que desafía nuestras percepciones
habituales y nos invita a reconsiderar nuestra relación con el ser. El arte,
por tanto, es una apertura hacia la verdad, un medio por el cual el ser se hace
presente de manera auténtica.
De
esta manera, la verdad no es un concepto abstracto o una mera cuestión de
lógica, sino un proyecto existencial. Es un llamado a vivir de manera
auténtica, a estar abiertos al desvelamiento del ser y a participar activamente
en el proceso de revelación. La verdad es un camino, una forma de ser que nos
invita a explorar y a descubrir el mundo en toda su riqueza y profundidad.
En
última instancia, la concepción de la verdad de Heidegger nos desafía a
reconsiderar nuestras nociones preconcebidas y a embarcarnos en un viaje de
descubrimiento y apertura. Nos invita a ver la verdad no como un destino final,
sino como un proceso continuo de desocultamiento, en el que cada uno de
nosotros, como Dasein, juega un papel crucial en la
manifestación del ser.
Este sucinto
escrito sobre los temas del maestro de la filosofía contemporánea alemana sólo
pretenden dar, muy de pasada, la atención a algunos puntos de su pensamiento que
siguen despertando un interés personal con la finalidad de continuar ampliando
los pormenores que presentan los diferentes avatares humanos en que se sigue
debatiendo nuestra época y la pertinencia de retomar el problema del ser dentro
del horizonte filosófico.
Guayaquil, 21 de
noviembre 2024
[1] Heidegger, M.: El origen de la obra de arte. PDF: https://www.lauragonzalez.com/TC/Heidegger_El_origen_de_la_obra_de_arte.pdf.
Visitado 19 de noviembre 2024
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