sábado, 8 de abril de 2023


Premio Cervantes 2022


Rafael Cadenas 


en la senda encendida de la honestidad


Claudia Furiati Páez

Foto de Ernesto Constante. Intervención: DDLR2023

 

“Camino dejándome”, pacta Rafael Cadenas (Barquisimeto, 1930) en el párrafo de cierre de su prólogo que recopila buena parte de sus entrevistas, donde seguidamente conviene: “Las respuestas van perdiendo cierto tono, un poco como de sabedor, para adquirir otro de tanteo que se aviene más con quien fue un buen lector de Mairena que solía poner en guardia contra sí mismo a sus alumnos. Es el tono que me corresponde hoy cuando trato de vivir sin asideros mentales, sin istmos, sin cargas, abierto, en actitud de inquirir”.

Es el tono de lector vital que cultiva el Premio Cervantes 2022, el mismo que ha mostrado y compartido con quienes siguen su obra lírica y ensayística desde hace más de seis décadas y a los nuevos que se aventuran a conocer más sobre esta ars poética guardiana de la palabra exacta. A éstos especialmente queremos dedicar las siguientes líneas en las que ofrecemos, con ayuda de algunos estudiosos del devenir cadeniano, aproximarlos a su obra lírica y ensayística, la que le ha valido el máximo reconocimiento literario de la lengua castellana y que recibirá el próximo 23 de abril.

En el camino del descubrimiento

Comprender este legado pasa por reconocer la naturaleza de lector y defensor del lenguaje que ha profesado Rafael Cadenas desde sus primeros textos. “…personas distraídas me tienen por escritor -asoma en otro prólogo, segmento donde suele dejar pistas de sí -. “En realidad, nunca me he sentido como tal, profesionalmente, soy más bien lector. Los libros se apoderan de mí con más facilidad que el impulso de escribir…El no escritor cae, recae y vuelve a caer deserción…y espera tal vez demasiado de los libros, espera seguramente lo que no pueden dar: una revelación que lo mude, que lo ponga en el camino de mayor descubrimiento”[1].

            En esa senda del asombro nos hemos acostumbrado a seguirlo “dejándonos” como lectores. Bien lo dice una de sus más asiduas indagadoras, Moraima Guanipa, se enfrenta uno a un texto poético que “reclama”, una ética como lector “un compromiso de interpretación y de fidelidad”[2]. Y parte de la clave en ese acompañamiento al poeta venezolano ha residido en el ejercicio de lo que algunos describen como su acto de despojamiento verbal y existencial, del lenguaje y del yo, que practicó gradualmente desde la publicación de sus primeros poemarios universales como son Una isla (1958) y Cuadernos del destierro (1960), pasado por el icónico Intemperie (1977) hasta llegar hoy a imaginarios contrapunteos con otros universales escritores en sus Contestaciones (2018).

             Una voz que se deja ser

            Un devenir que trazó una parábola entre la voz mítica de sus primeros versos a la voz mística de los que posteriormente emergieron, como señaló tempranamente el filósofo Ludovico Silva: “Después de haber aprendido a hablar el lenguaje de los mitos oceánicos, Cadenas ha aprendido la voz seca y metálica de la pura verdad, al fondo de sí mismo, al fondo de su ser”[3]. He aquí una cualidad de su noción poética, su vínculo con la existencia, al ofrecer un arte que se “aprehende a la vida y convierte en extraordinario lo ordinario”.[4]

             El poeta ha reconocido el influjo del budismo zen en ese “dejar ser” (wu wei) que impregna a sus versos libres, prosas y aforismos generando conmoción en quien los lee:

            “Lo místico es esta libertad vacía que arranca de la supresión de la anestesia del lenguaje, y de la supresión de todo metalenguaje. Súbitamente lo real se hace real. Pero no por el concurso de ninguna ‘inteligencia sentiente’ sino con el concurso de la nada”, conviene Cadenas en sus Apuntes sobre San Juan de la Cruz. Y esa vacuidad se manifiesta en muchas ocasiones acompañada de un inquietante silencio. Es éste otro recurso usado como metáfora en su poesía la palabra se hace impotente; “desposesión” del yo inquiere el catedrático Guillermo Sucre. “abolir el yo y su desmesura imaginante para acogerse a lo justo, a lo verdadero, aunque parezca lo precario.[5]

            Ofrenda al mutismo para dejarse estar o en palabras del citado Sucre recurrir a “la palabra silenciosa”, aquella que “nos devuelve tanto a la inmediatez como al misterio de la realidad”… Así lo plasma en unos versos de Memorial (1970): “Enmudezco / en medio de lo real / y lo real dice con su lenguaje lo que yo guardo…Callo no voy más allá de mis ojos / me consta este alrededor”. Es la renuncia del sujeto a ser el centro de la reflexión, sino parte de este diálogo con el mundo, ese ser en las cosas.

En palabras de Sucre: “También la obra de Rafael Cadenas se inicia con el deslumbramiento ante los poderes verbales y de la imaginación. Pero su ruptura con todo eso se va haciendo más radical. ¿El radicalismo de Cadenas? Quizá no haya nada más sencillo y a un tiempo más complejo. Cadenas no es un naíf ni un místico, mucho menos un esteta. Lo que busca es regresar a una relación directa con el mundo y que la palabra sirva a esa relación. Me parece que así lo sugiere en un poema de uno de sus últimos libros: «Voz antigua, / ocultabas la ruta./ Ahora ocupas tu puesto./ Ya no hay conjuro». Ya no la palabra encantatoria, ni siquiera le mot juste, sino la palabra que ocupa su puesto; ya no es el mero despojamiento, sino el despeje que abre la verdadera ‘ruta hacia lo real`”[6].

            Bordeando el lenguaje

Si de algo se confiesa “encadenado” este poeta contemporáneo es a su misión de custodio de la lengua como el vehículo para la configuración del individuo / ciudadano. Por tanto, su consternación al testificar una y otra vez la “desintegración del idioma”, especialmente el español. Le toca en los orígenes como lector: “Me emociona pensar que las palabras que yo pronuncio son las mismas que pronunciaba, por ejemplo, Cervantes, o encontrar en sus obras las palabras de mi infancia, oídas tantas veces en boca de mis abuelos o mis padres, o compañeros de la escuela o de juegos. El lenguaje está cargado hasta los bordes del tiempo. Nos sumerge en el pretérito o nos lo trae a nuestro hoy. Rezuma formas de vida por todos sus poros y él mismo es forma”[7].

            En esta cruzada, además de elocuente su ensayística, poesía y cátedra universitaria, también lo ha sido su oratoria especialmente ante la crisis democrática que viene padeciendo su natal Venezuela desde hace más de dos décadas. “Hay palabras tan principales como aquélla, por ejemplo, libertad, justicia, democracia, civismo, honestidad; las cuales cuando se ausentan de un país tornan muy difícil para sus ciudadanos el hecho de vivir realmente”[8]

            Escuchar sus mensajes y reflexiones de gran “temple moral”, son un aliciente al venezolano desvalorizado en su gentilicio por un régimen que lleva más de dos décadas instalado y coartando libertades y ejerciendo una hegemonía de lenguaje. María Fernanda Palacios, coterránea y reconocida profesora de literatura, destaca esta condición del discurso cadeniano que “hace contraste”. “En donde quiera que hable Cadenas se escucha otro temple, ese que nace cuando ya no se es rehén de la esperanza, cuando se ha visto el vacío y la destrucción que esparce esa palabra, sinónimo también de utopía”[9].

“Barbarie” es otro término al que frecuenta contrastar ante el discurso del poder. Un ejemplo es la respuesta que da a la pregunta sobre el rol ético del poeta y el poema ante esta impuesta condición deshumanizadora: “Se suele pensar que la poesía puede hacer muy poco frente a la barbarie porque sólo le interesa a una ínfima minoría, pero esta es una legión del espíritu y a través de ella actúa la poesía, llegando así a ámbitos más amplios. En todo caso, lo más importante es el desarrollo de la conciencia; en tal sentido, la lectura, pero no sólo de poesía, es decisiva”[10].

Los ecos del camino

Y sí, la lectura ha sido primordial para Cadenas en su formación como “artesano de la palabra”, siguiendo la obra de otros virtuosos de este oficio. Los convoca junto al escritor Antonio López Ortega: “Puedo mencionarte a Whitman, Rilke, Michaux, Cavafy, Pessoa, Williams, pero son muchos más, y en medio de sus voces se trata de encontrar la propia. En prosa, dentro de nuestro idioma, Alfonso Reyes, Antonio Machado, Baldomero Sanín Cano, Pedro Salinas, Jorge Luis Borges, Gabriela Mistral, Octavio Paz, Fernando Savater y, por supuesto, otros, porque la lista es larga... He de decirte que he leído mucho a los españoles, desde los clásicos del siglo XVI hasta los de hoy”[11]. Recuento al que sumamos textos de la filosofía oriental: vedántico, taoísmo, budismo zen y por el lado occidental de pensadores como Jung, Watts, Paniker.

            De igual manera, la decantación de su propia voz poética ha pasado por la escritura de una docena de poemarios, además de los ensayos, cuadernos de apuntes y aforismos a los que tiene gran estima. Confiesa guardar una mayor afinidad con Memorial (1977)Gestiones (1992) y Sobre abierto (2012)Contestaciones (2018) y los son por el hecho de la sencillez y brevedad de sus estrofas. Esta inclinación la atribuye a “cierta urgencia por ir directo al blanco” y a su gusto por leer que no lo deja salir de la “escritura breve”[12].

            Voz que se bifurca y se enmascara para ofrecer multiplicidad de tonos y sensibilidades de los personajes en los que se desdobla el poeta. Lo define Moraima Guanipa como una dialéctica instaurada entre el yo del poeta y el yo del lector, para así hacer posible “un nosotros dialogal”. Ese que se manifiesta en el siguiente aforismo de Memorial:

“La palabra no es el sitio del resplandor, pero insistimos, insistimos, 

nadie sabe por qué”,

Un texto que, según la citada periodista y poeta, “reclama a un lector dispuesto a nadar en la incertidumbre y perplejidad, capaz de seguir las tentativas del poeta por mostrarnos otra vía: la ‘encendida honestidad´”[13].

Y esa senda trazada es además al descampado y sin ropajes líricos y retóricos que le distraigan como lo define en su magnífico Intemperie (1977), y aunque el poeta no lo cuente entre sus predilectos, ha sido un poemario seminal del registro cadeniano, pues en él queda grabado el arte poética que lo signa: “Que cada palabra lleve lo que dice. / Que sea como el temblor que la sostiene. / Que se mantenga como un latido”, para más adelante rematar “Seamos reales/ Quiero exactitudes aterradoras /Tiemblo cuando creo que me falsifico”.

Muy por el contrario a ser deshonesto en su decir, el quehacer poético de Rafael Cadenas es admirado por su naturalidad y autenticidad de lo que llamó “inestilo” (ausencia de estilo), al tan solo procurar la “expresión necesaria” o exacta resumida en : “asentimientos que no se transforman en certezas inexpugnables; asombros que no llegan al éxtasis de las revelaciones; acordes, sí, como en música; pactos necesarios y transitorios con los hechos, y también negaciones, siempre que éstas no sean un pero al mundo”[14].

Como bien ofrece pistas de ese tránsito lector, indica María Fernanda Palacios que ha de hacerse “en presente” y considerando las “contradicciones y grietas” que definen el momento. “Pero el registro en que su palabra resuena cuando se trate de un poema o de un aforismo no es el mismo con que resuena en una entrevista. Algunos lectores se apresuran, no escuchan el temblor que acompaña a la palabra o su silencio…” [15].

            Una discreción que también espera el poeta de quien lee sus “dichos”, tan solo escuchar a “un viviente”, a “alguien que ha vuelto a casa”, a “quien puede reconducir a otro comienzo” (Gestiones, 1992). Así entre ambos, escritor y lector- como nos alienta Moraima Guanipa, continuar transitando un diálogo quedo y honesto:

            “Y nosotros los lectores, también en silencio, seguimos al poeta en su camino, tratamos de acompañarlo en la construcción del sentido, porque sabemos e intuimos que la escritura poética se completa en la lectura. La poesía no es un hecho dado e inmutable al cual el lector asiste pasivamente como testigo o espectador. El lector es coautor, compañero silente del poeta en su discurrir, una tarea nada fácil, que exige nuestro compromiso. Leer a Cadenas es leernos”[16].

            Perfil de un Cervantes

“Más que piloto de su andanza, la de alguien a quien le cuesta decidir y por eso es llevado…” así percibe su propio paso el Premio Cervantes 2022. Sin embargo, constatar las estaciones recorridas a lo largo de sus 93 años de vida, hasta el momento que hoy hace al mundo de la poesía y la lengua castellana festejar su hacer poético, lo confirma conductor de su verso y su cotidiano universo.

Considerado uno de los más trascendentales poetas vivos latinoamericanos, pertenece a la llamada generación de escritores del 58, de su natal Venezuela. Junto a él, Salvador Garmendia, Manuel Caballero, Jesús Sanoja Hernández, Arnaldo Acosta Bello, Eugenio Montejo, Darío Lancini, Adriano González León, Guillermo Sucre y Ludovico Silva compartieron aulas, pensamientos, escritos y en muchos casos militancia en las ideas de izquierda. Configuraron parte de la intelectualidad de la democracia y fueron personajes notorios a partir del 58, cuando cayó el dictador Marcos Pérez Jiménez y pudieron salir de la clandestinidad o retornar del exilio como ocurrió a Cadenas proveniente de Trinidad y Tobago. De allí traería sus “notaciones” para Una isla (1958) y Los cuadernos del destierro (1960).

A partir de entonces siguió apostando a las formas versiculares reunidas en Falsas maniobras (1966); Memorial (1977), Intemperie (1977), Anotaciones (1983), Amante (1983), Dichos (1992), Gestiones (1992), Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística (1995), Sobre abierto, (2012), En torno a Basho y otros asuntos (2016) y Contestaciones (2018). Intercalados vieron luz ensayos, entre los que destacamos En torno al lenguaje (1985) y Anotaciones de San Juan de la Cruz y la mística (1995).

Una prolija trayectoria que además ha combinado a cabalidad con su carrera de académico en la Escuela de Letras de la UCV y de investigador de la lengua. Por ello recibió la beca Guggenheim en 1986, además de dos doctorados Honoris Causa otorgados por la Universidad Central de Venezuela y por la Universidad Simón Bolívar de su país.

Su obra ha sido merecedora relevantes galardones entre los que se cuentan el Premio Nacional de Ensayo en 1984, el Premio Nacional de Literatura en 1985, el Premio San Juan de la Cruz en 1991, el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances en 2009; así como los tres más importantes de Iberoamérica, el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federico García Lorca en 2016, el Premio Reina Sofia de Poesía Iberoamericana (2018) y el Premio Miguel de Cervantes (2022).


Foto: El Impulso Intervención: DDLR2023





 

BIBLIOGRAFÍA

Cadenas, Rafael.  Entrevistas, San Felipe: Grupo La Oruga Luminosa, Fondo Editorial para la Región Centro Occidental, 2000.

-        Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística, Caracas: Fondo Editorial Orlando Araujo, 1995.

-        En torno al lenguaje, Caracas: Ed. Dirección de Cultura UCV, 1985.

Guanipa, Moraima. Hechura de silencio. Una aproximación al ars poética de Rafael Cadenas, Caracas: Fondo FHE-UCV, 2002.

López Ortega, Antonio, Guanipa, Moraima, Rivera, Nelson, Ramírez, Ricardo. 4 voces sobre Cadenas (Caracas: AB Ediciones, Colección Ediciones Especiales, 2018).

López Ortega, Antonio. “La realidad es el misterio absoluto”. Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780, Junio 2015.

Palacios, María Fernanda. “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”. Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780, Junio 2015.

Posada, Claudia. “Contra la barbarie de la propia inspiración”. Revista La palabra y el hombre, N° 127, Jun-Sep. 2003.

Silva, Ludovico. “Parábola del desterrado”. En La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas, Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999.

Sucre, Guillermo. “La metáfora del silencio”. En La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas de varios autores, Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999. 



 



[1] Rafael Cadenas, Apuntes sobre San Juan de la Cruz y la mística (Caracas: Fondo Editorial Orlando Araujo 1995), 9.

[2] Moraima Guanipa. Hechura de silencio. Una aproximación al ars poética de Rafael Cadenas (Caracas: Fondo FHE-UCV, 2002), 17.

[3] Ludovico Silva, “Parábola del desterrado” en La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas (Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999), 19.

[4] Guanipa. Hechura de silencio…43

[5] Guillermo Sucre, “La metáfora del silencio” en La poesía, la vida. En torno a Rafael Cadenas de varios autores (Caracas: Fondo Editorial FHE – UCV, 1999), 316

[6] Guillermo Sucre, “La metáfora del silencio” en La poesía… 315

[7] Rafael Cadenas, En torno al lenguaje (Caracas: Ed. Dirección de Cultura UCV, 1985). 24-25.

[8] Rafael Cadenas. “Discurso Premio Reina Sofía Poesía Iberoamericana” en 4 voces sobre Cadenas (Caracas: AB Ediciones, Colección Ediciones Especiales, 2018).

[9] María Fernanda Palacios, “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”, Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780 (Junio 2015), 31

[10] Claudia Posada, “Contra la barbarie de la propia inspiración”, La palabra y el hombre, N° 127, (Jun-Sep, 2003), 111.

[11] Antonio López Ortega “La realidad es el misterio absoluto”, Cuadernos Hispanoamericanos, N° 780 (Junio 2015), 7.

[12] Posada, Claudia, “Contra la barbarie de la propia inspiración”, 111.

[13] Guanipa, Moraima. Hechura de silencio…102

[14] Palacios, María Fernanda, “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”…32

[15] Palacios, María Fernanda, “Otro temple: sobre Rafael Cadenas”…35

[16] Moraima Guanipa, “Rafael Cadenas: lenguaje y misterio” en 4 voces sobre Cadenas (Caracas: AB Ediciones, Colección Ediciones Especiales, 2018), 7.

 

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