Mujeres compositoras
en la música electrónica
David De
los Reyes
Introducción
El documental Sisters with
Transistors (2020), dirigido por Lisa Rovner y narrado por Laurie Anderson,
es un homenaje a las mujeres que revolucionaron la música electrónica. Estas
compositoras desafiaron las barreras de género y las normas establecidas en un
campo dominado por hombres, abriendo caminos tanto en el arte como en la
tecnología. Rovner, al crear este documental, buscó rescatar del olvido a estas
pioneras y reescribir la historia que no solo transformaron el sonido, sino que
también se enfrentaron a las estructuras patriarcales que limitaban su
reconocimiento.
A raíz de dicho filme me he
inspirado para desarrollar un escrito en torno a estas compositoras que han
tenido que lidiar en un entorno en que, para la época, no era común la inserción
de las mujeres dentro de él. A través de este interés personal presento a cada
una de estas pioneras de la música electrónica en relación con otros autores y
compositores de la nueva música (Adorno), que ya no es tan nueva, sino que
está ampliamente presente como opción de la creación musical relacionada con
las últimas tecnologías del sonido. Hoy no son pocas las compositoras
reconocidas que se han dedicado a esta opción de hacer música, sino que es una
fuerte tendencia en las escuelas de composición musical tanto dentro como fuera
de los recintos académicos.
El propósito de Sisters with
Transistors supera la simple recuperación histórica. El documental se
convierte en un manifiesto feminista que reivindica el papel de las mujeres
como creadoras, innovadoras y líderes en un ámbito donde su contribución ha
sido sistemáticamente invisibilizada. Este ensayo analiza las contribuciones de
Clara Rockmore, Daphne Oram, Delia Derbyshire, Eliane Radigue, Laurie Spiegel,
Pauline Oliveros y Suzanne Ciani, explorando cómo sus trayectorias dialogan con
las luchas feministas y su impacto en la redefinición de la música y la
tecnología.
A partir de las premisas
presentadas en este particular documental, orientado a la reivindicación de las
mujeres compositoras en la música electrónica, hemos desarrollado una reflexión
argumentada de cada una de ellas, estableciendo conexiones con las propuestas
teóricas de diversos autores que protagonizaron el debate sobre los efectos y
transformaciones de la música en la sociedad de la segunda mitad del siglo XX.
Autores como Pierre Boulez, Olivier Messiaen, Theodor W. Adorno, Pierre
Schaeffer y John Cage han sido considerados para entablar un diálogo con las
posturas estético-musicales que orientaron la obra de estas artistas, quienes
lograron diferenciarse y aportar una perspectiva única en el horizonte del arte
musical de su época.
La lucha por la visibilidad:
Clara Rockmore y el theremín
Clara Rockmore (1911-1998),
nacida en Lituania, además de ser una virtuosa del violín fue también del
theremín, uno de los primeros instrumentos electrónicos, cuya ejecución no
requiere contacto físico con el instrumento, sino el dominio y ejecución se
desarrolla en torno al espacio y el gesto de las manos. Ante los experimentos
sonoros de Luigi Russollo y su Intonarumori,[1]
por ejemplo, la maestría técnica y la expresividad musical de la virtuosa
Rockmore desafiarían la percepción conservadora de que los instrumentos
electrónicos carecían de profundidad artística, una visión que, al igual que
muchas otras formas de prejuicio cultural, puede entenderse desde la crítica de
Theodor Adorno hacia la industria cultural y la estandarización del arte. Este
pensador alemán advierte que, en la modernidad, la música y las artes tendían a
ser reducidas a mercancías desprovistas de contenido crítico o autonomía
estética. Rockmore, sin embargo, utilizó el theremín como un medio para afirmar
su autonomía como artista y trascender estas limitaciones, demostrando que un
instrumento tecnológico podía, en manos de una intérprete virtuosa, recuperar
una dimensión estética profunda, renovadora y auténtica.
En una época en la que las que
muchas mujeres músicos eran relegadas a roles secundarios en la música clásica,
Rockmore se posicionó como una intérprete destacada, implicando a compositores
a crear para este novedoso instrumento y demostrando que la tecnología podía
ser una extensión del arte, algo que revisando las propuestas estéticas de
Adorno y la música, podría haber interpretado como un acto de resistencia
frente a la cosificación de la música. Para Adorno, la música auténtica debía
resistir la mecanización y la superficialidad impuestas por las industrias
culturales. Aunque el theremín era un instrumento tecnológico, Rockmore lo
utilizó para crear interpretaciones cargadas de sensibilidad, que desafiaban la
idea de que los instrumentos electrónicos eran simplemente fríos o mecánicos.
Su interpretación del theremín, con su capacidad para producir sonidos volátiles,
etéreos y expresivos, se convierte en un ejemplo de cómo la tecnología puede
ser integrada en una práctica artística que aspira a lo sublime, sin perder la
capacidad de generar experiencias estéticas significativas.
El theremín, inventado por Léon
Theremin[2],
fue uno de los primeros instrumentos electrónicos que permitió a las mujeres
como Rockmore participar en un ámbito tecnológico-musical tradicionalmente
dominado por hombres. Por ello, su legado puede interpretarse como una postura temprana
de resistencia a las normas de género que limitaban la participación femenina
en la innovación tecnológica y en el campo de la música. Esto nos lleva a
observar lo dicho por Adorno, y entender su actitud como un acto de
emancipación dentro de un sistema cultural que tiende a reproducir las
desigualdades sociales. Es una doble emancipación ante la tradición artística. Primero,
al apropiarse de un instrumento tecnológico y. segundo. elevarlo a un nivel
artístico, Rockmor. Con ello no solo desafiaba las expectativas de género, sino
que también subvertía la lógica instrumental que se asoció con la modernidad
tecnológica. Su música, lejos de ser una mera reproducción técnica, se
convertía en una experiencia estética aunada a una ejecución virtuosa del
instrumento que desbordaba las limitaciones impuestas por la industria y las
normas sociales.
La figura de Clara Rockmore, por
tanto, no solo es relevante por su virtuosismo técnico, sino también por su
capacidad para trascender y transgredir los obstáculos culturales y estéticos
de su tiempo. En un contexto en el que la tecnología era vista con sospecha y
como inusual dentro del ámbito artístico, Rockmore demostró que el theremín
podía ser un vehículo para la expresión subjetiva y la aparición de una
propuesta innovadora y con un grado importante de autenticidad estética. Su
legado, aunque no directamente asociado con el feminismo en términos
explícitos, transitó un camino para que futuras generaciones de mujeres
exploraran la música electrónica, un campo que tiene el potencial de cuestionar,
enfrentar y resistir las estructuras de poder que moldean la cultura
contemporánea. Así, la lucha por defender su visibilidad como artista femenina,
Clara Rockmore no sólo no solo puede asumirse como un triunfo individual, sino
también como un gesto cultural y estético que desafió las lógicas de exclusión
y dominación aún presentes tanto en la música como en la sociedad.
Daphne Oram: La creadora de mundos sonoros
Daphne Oram (1925-2003),
cofundadora del BBC Radiophonic Workshop, ocupa un lugar relevante en la
historia de la música electrónica, además de su contribución técnica e
innovadora en ella, también reconocerle su capacidad para cuestionar y
transformar las estructuras tradicionales de la creación musical. Su invención
del sistema Oramics, un dispositivo que permitía generar sonidos
electrónicos a partir de gráficos dibujados marcó un hito al apostar un cambio
en la composición musical tradicional y ofrecer un enfoque radicalmente nuevo
para la creación sonora. Este sistema no sólo desafiaba las convenciones de la
música clásica, al permitir que el compositor trabajara directamente con el
material sonoro sin necesidad de intermediarios como intérpretes o partituras
tradicionales, sino que planteó interrogantes fundamentales sobre la relación
entre tecnología, creatividad y autonomía artística, cuestiones que resuenan
profundamente con las reflexiones de Theodor Adorno en Filosofía de la nueva
música.
En su obra, Adorno critica la
música serial y otras formas de vanguardia por su tendencia a convertirse en
sistemas cerrados y autorreferenciales, que reproducen las mismas lógicas de
dominación y alienación que caracterizan a la industria cultural. Sin embargo,
también reconoce el potencial emancipador de la música cuando esta logra
resistir las formas establecidas y abrirse a nuevas posibilidades estéticas. En
este sentido, el trabajo de Oram puede interpretarse como un intento de
trascender las limitaciones impuestas tanto por las convenciones de la música
clásica como por las expectativas de la música electrónica emergente de su
tiempo. Al crear el sistema Oramics, Oram no solo presentó una
herramienta que ampliaba las opciones creativas del compositor, sino que
también proponía un modelo alternativo de relación entre el artista y la
tecnología, enfatizando aspectos como la experimentación, la intuición y la
subjetividad.
El rechazo de Oram a las
jerarquías tradicionales de la música clásica y su búsqueda de formas sonoras
radicalmente nuevas pueden entenderse, desde la perspectiva de Adorno, como un
gesto de resistencia frente a la fetichización de la música, es decir, aquella
que se sume a la tendencia a tratar las obras musicales como objetos
consumibles en lugar de experiencias innovadoras de otras formas de nuestra
percepción auditiva viva y crítica. Sin conformarse con los medios y formas
existentes, Oram optó por diseñar sus propias herramientas artísticas sonoras y
dándose a explorar territorios sonoros desconocidos, todo ello entendido como un
acto que refleja una búsqueda de autonomía estética en el sentido adorniano.
Para Adorno, la verdadera música nueva no es sólo aquella que simplemente
adopta una técnica innovadora, sino la que cuestiona y subvierte las
estructuras ideológicas que subyacen a la producción cultural. En este sentido,
la propuesta artística de Oram en la creación de sonidos a través de gráficos
dibujados —un proceso que combina lo visual y lo sonoro de manera profundamente
personal— puede interpretarse como una forma de resistencia a la reificación de
la música. Fue un intento de devolver al compositor un control directo y
creativo sobre el material sonoro.
Además, la obra de Oram refleja
una postura feminista latente que, aunque no declarada explícitamente, se
manifiesta en su sincero desafío a las normas de género que limitaban la
participación de las mujeres en la música y la tecnología. En un campo cultural
dominado explícitamente por hombres, Oram no solo se abrió camino, sino que en
su desafío personal también redefinió lo que significaba ser una compositora e
inventora en el ámbito de la música electrónica. Desde la perspectiva crítica,
este acto de resistencia no solo tiene implicaciones estéticas, sino también
sociales, ya que cuestiona las estructuras de poder que moldean tanto la música
como la sociedad en general. Al negar las formas establecidas y desarrollar un
enfoque radicalmente original, Oram no solo amplió las posibilidades de la
música electrónica, sino que también anticipó debates contemporáneos sobre la
relación entre tecnología, arte y género.
La obra de Oram, en este
sentido, puede leerse como un ejemplo de lo describe una mirada crítica ante el
hecho creador: asumir la capacidad de
hacer arte para resistir la lógica instrumental y alienante de la modernidad
tecnológica. Al mismo tiempo, su enfoque en la creación de herramientas propias
y su rechazo a las estructuras tradicionales de poder musical resuenan con las
luchas feministas de su época, al reivindicar un espacio para la subjetividad y
la creatividad femenina en un campo históricamente excluyente. Así, el legado
de Daphne Oram no solo radica en sus contribuciones técnicas e innovadoras en
el horizonte del arte sonoro, sino también en su capacidad para abrir nuevas
posibilidades estéticas y sociales, demostrando que la música, incluso en su
forma más experimental y tecnológica, puede ser un medio para la emancipación y
la crítica.
Delia Derbyshire: La arquitecta del sonido
Delia Derbyshire (1937-2001) es
una figura clave en la historia de la música electrónica, especialmente por su
trabajo en el BBC Radiophonic Workshop, donde creó la icónica música del tema
de Doctor Who. Su perspectiva innovadora en la manipulación de cintas y sonidos
electrónicos la presenta como una arquitecta y diseñadora del sonido, una
artista que transfiguró la visión de lo que a menudo se consideraba un campo
técnico en un espacio de expresión creativa. Derbyshire no solo emergió su
importancia por la contribución y, construcción de la cultura popular a través
de la tecnología, sino que también desafió, hasta buena parte del presente, las
limitaciones impuestas a las mujeres en un ámbito tradicionalmente dominado por
hombres. Este desafío, aunque no siempre reconocido en su tiempo, resuena con
las propuestas de Pierre Boulez y otros teóricos de la música electrónica,
quienes abogaron por una ruptura con las formas tradicionales de la composición
musical y la exploración de nuevas posibilidades sonoras.
La música de Derbyshire encarna,
de manera factual, muchas de las ideas estéticas musicales que Boulez promovió
en sus escritos y composiciones. Boulez, como uno de los principales defensores
de la música electrónica y serial, veía en la tecnología una herramienta para
superar las restricciones de la tonalidad y las estructuras tradicionales[3].
Para él, la música debía liberarse de las convenciones heredadas y abrirse a un
lenguaje completamente nuevo, en el que el compositor pudiera trabajar
directamente con el material sonoro. Derbyshire, al manipular cintas y sonidos
grabados, llevó esta idea a la práctica, creando composiciones que no solo
rompían con las formas tradicionales, sino que también exploraban territorios
sonoros que antes eran inabordables. Su trabajo en el tema de Doctor Who, por
ejemplo, no solo es una obra modelo de la música electrónica, sino también un
ejemplo de los usos de las herramientas de tecnología del sonido puede ser
utilizada para crear experiencias estéticas significativamente innovadoras.
Sin embargo, mientras que
figuras como Boulez gozaron de reconocimiento y prestigio en sus carreras,
Derbyshire sufrió el aislamiento de género, tuvo que enfrentar esa discriminación
y fue, durante gran parte de su vida, invisibilizada dentro de la industria
musical. Esta diferencia evidencia las barreras sistémicas que las mujeres han sufrido
históricamente en el campo de la música, incluso cuando sus contribuciones han
sido fundamentales para el desarrollo de nuevas formas artísticas. En este
sentido, la carrera de Derbyshire no solo refleja las tensiones entre
innovación y tradición en la música, sino también los flujos de poder que cincelan
el acceso y el reconocimiento en el ámbito artístico. Mientras Boulez y otros
teóricos de la música electrónica podían teorizar y experimentar desde
posiciones de autoridad, Derbyshire tuvo que enfrentarse constantemente contra
un sistema que invisibilizaba su talento, colocando su trabajo al margen.
Sin embargo, podemos reconocer
que las ideas de Boulez sobre la música como un proceso continuo de
descubrimiento y experimentación encuentran indirectamente un eco en la obra de
Derbyshire, quien abordó la tecnología no como un fin en sí mismo, sino como un
medio para ampliar las posibilidades expresivas de la música. Su enfoque en la
manipulación de cintas y sonidos grabados, por ejemplo, adelantó muchas de las
técnicas que serían fundamentales para la música electrónica y experimental en
décadas posteriores. Sin embargo, su contribución estaría reducida si se limitara
al ámbito técnico; Derbyshire también exploró las dimensiones emocionales y
estéticas de la música electrónica, afirmando que esta podía ser tanto un
vehículo para la innovación como una forma de arte profundamente humana.
El legado de Derbyshire ha sido
reivindicado por movimientos feministas contemporáneos, que la consideran una
figura emblemática de la resistencia y la creatividad femenina. Esta
reivindicación no solo es un acto de justicia histórica, sino también un reconocimiento
de que su obra desafía las jerarquías tradicionales de género y poder en la
música. Al igual que Boulez y otros teóricos de la música electrónica,
Derbyshire entendió que la tecnología podía ser un medio para transformar el
fenómeno creativo y estético de la música y, por extensión, la cultura. Sin
embargo, mientras que las propuestas de Boulez a menudo se centraban en la
ruptura con las convenciones formales en la composición y en los manejos
tímbricos y rítmicos de los instrumentos tradicionales y las técnicas
electrónicas de sonido, el trabajo de Derbyshire también plantea preguntas de
orden político y moral sobre quién tiene acceso a estas herramientas y cómo las
dinámicas de poder influyen en la creación artística.
En última instancia, la obra de
Delia Derbyshire no solo amplió las posibilidades de la música electrónica,
sino que también desafió las estructuras de exclusión que han moldeado la
historia de la música. Su capacidad para traducir los usos de la tecnología en
arte, a pesar de las barreras sociales y culturales, políticas y morales que
enfrentó, la convierte en una figura central no solo en la música electrónica,
sino también en la lucha por la igualdad en el ámbito artístico. Así,
Derbyshire no solo es una arquitecta del sonido, sino también una constructora de
posibilidades sonoras, cuya obra continúa invitando a nuevas generaciones de
artistas y teóricos a explorar los límites de la música y a cuestionar las
estructuras que los contienen.
Eliane Radigue: Espiritualidad y minimalismo
Eliane Radigue, nacida en 1932,
ha desafiado las convenciones de la música electrónica desde una perspectiva
única que combina minimalismo, espiritualidad y resistencia frente a las
estructuras patriarcales del arte sonoro. Su obra, profundamente meditativa, se
desarrolla principalmente a través del uso del sintetizador modular ARP 2500,
una herramienta que le permitió explorar las sutilezas del sonido y crear
paisajes sonoros que supera lo auditivo para dejar una experiencia
introspectiva y espiritual al escucha. En un contexto internacional dominado
por compositores, definían las corrientes principales de la música
contemporánea, Radigue encontró su propia margen de existencia al interrogar las
nociones tradicionales de poder, control y estructura en la composición
musical.
Una franja de misticismo
oriental cubre un lugar central en la obra de Radigue, pues estuvo profundamente
influenciada por su práctica del budismo tibetano. Sus composiciones rechazan
toda narrativa o desarrollo lineal, invitando al oyente a sumergirse en un
estado de contemplación y escucha profunda. Obras como Trilogie de la Mort
(1998) son ejemplos únicos de esta búsqueda trascendental, donde el sonido se asume
como un vehículo hacia lo inmaterial, hacia regiones donde convergen el ser y
la nada del zen. En este sentido, Radigue comparte ciertos paralelismos con
ciertas ideas del compositor francés Olivier Messiaen, quien también concebía
la música como una forma de conexión espiritual. Pero a diferencia de Messiaen
que recurría a estructuras complejas y referencias religiosas explícitas,
Radigue opta por un enfoque más abstracto y minimalista, confiando en la
capacidad del sonido puro para evocar su propia idea de lo trascendente.
El minimalismo en la obra de
Radigue no un punto fijo de creación, sino una opción para explorar la
percepción del tiempo y del espacio. A través de un piso de modulaciones
sutiles y graduales, su música genera una sensación de quietud fluida que
desafía las expectativas del oyente. Este enfoque minimalista puede
relacionarse con las propuestas de compositores como La Monte Young o Terry
Riley, aunque Radigue aporta una sensibilidad única que nos muestra tanto su
experiencia personal como su compromiso feminista. En lugar de satisfacerse en una
estructura rígida o un control absoluto en el manejo del sonido, sus
composiciones parecen dialogar con el material sonoro, permitiendo que este surja
subrepticiamente y evolucione de manera orgánica. Esta actitud contrasta con
las aproximaciones más autoritarias de algunos de sus contemporáneos, como
Pierre Boulez, cuya obra a menudo se asocia con un rigor estructural y un
control exhaustivo sobre cada elemento de la composición.
El contexto cultural e histórico
en el que Radigue desarrolló su carrera no puede pasarse por alto. La música
electrónica, como muchas otras disciplinas artísticas y científicas, ha estado
históricamente dominada por una visión masculina, lo que ha limitado el acceso
de las mujeres a los recursos, el reconocimiento y las oportunidades. De esta
forma, tal situación le lleva a no conformarse con tales restricciones, Radigue
utilizó su posición para cuestionar las dinámicas de poder inherentes al
proceso creativo y expositivo de su obra. Su enfoque en la introspección y la
escucha profunda puede interpretarse como una forma de resistencia frente a las
estructuras patriarcales que valoran el control y la dominación sobre el
material sonoro. En este sentido, su obra se alinea con las ideas feministas
que enfatizan la importancia de la experiencia subjetiva y la capacidad de
subvertir las jerarquías tradicionales.
El uso del sintetizador ARP 2500
fue crucial para el desarrollo de su lenguaje musical. Este instrumento, con su
capacidad para manipular el sonido con una precisión casi microscópica,
permitió a Radigue crear tejidos sonoros que evolucionan sigilosamente,
generando una sensación de tiempo suspendido. Estos estambres musicales, a
menudo descritas como "paisajes sonoros", no solo son un testimonio
de su maestría técnica, sino también de una pertinente capacidad para
transformar los dispositivos tecnológicos en herramientas de expresión
profundamente humana. En su manejo del sintetizador nos da la impresión de no
ser un instrumento electrónico frío o mecánico, sino un medio para explorar la
conexión y la inmersión entre el sonido, la percepción y la espiritualidad.
Podemos terminar diciendo que la
obra de Eliane Radigue representa una contribución original y profundamente
relevante entre los creadores de la música electrónica y contemporánea. En su
enfoque minimalista y meditativo, como ya hemos referido, Radigue elige el desafió
las convenciones de su tiempo, cuestionando las nociones tradicionales de poder
y control en la composición musical. Su música, traspasa lo auditivo para
convertirse en una experiencia espiritual, invitando al oyente a reflexionar
sobre la percepción del espacio y del tiempo junto la propia subjetividad. En
un escenario donde las mujeres en que han tenido que enfrentar obstáculos significativos
para ser reconocidas en el ámbito de la música experimental, Radigue no solo
abrió nuevos horizontes, sino que también demostró que la introspección, la
sensibilidad y la resistencia pueden ser fuerzas transformadoras en el arte.
Laurie Spiegel: Tecnología y democratización
La compositora estadounidense Laurie
Spiegel (1945-) es una figura fundamental en la historia de la música
electrónica, no solo por sus composiciones innovadoras, sino también por su
contribución al desarrollo de herramientas tecnológicas que democratizaron el
acceso a la creación musical. Su software Music Mouse – An Intelligent
Instrument (1986) permitió a músicos sin formación técnica explorar la
composición algorítmica, ampliando las posibilidades creativas y cuestionando
las jerarquías tradicionales del conocimiento técnico en la música. Usando la
lógica algorítmica e interactiva desarrollo toda una forma de creatividad
sonora que facilitaba la interpretación a tiempo real, adicionándose la
improvisación gracias a los softwares salidos de su genialidad. Este enfoque, que combina tecnología,
accesibilidad y reflexión crítica, puede ser analizado en diálogo con las ideas
de teóricos como Theodor W. Adorno, Pierre Boulez, Pierre Schaeffer y otras
figuras clave en la música contemporánea. Aunque Spiegel no se alinea
directamente con las tradiciones musicales o filosóficas que estos autores
representan, su obra ofrece una perspectiva complementaria y, en ciertos
aspectos, crítica, al proponer una visión inclusiva y humanista del uso de la
tecnología en la música.
Sus inicios en la música fueron
de forma autodidacta. Luego estudiaría guitarra y composición con el conocido
maestro ingles John Duarte, además de seguir perfeccionando sus conocimientos
de composición con Jacok Druckman, Vincent Perischetty, Hall Overton y Emmanuel
Ghent.
En el pensamiento de Adorno,
especialmente en su Filosofía de la nueva música, la música moderna
debía resistir la estandarización impuesta por la industria cultural, que
conducía a una repetición mecánica y vacía. Para Adorno, la música atonal y
serial representaba una forma de resistencia frente a estas dinámicas, al
desafiar las expectativas del oyente y evitar la fácil digestión por parte del
mercado. Aunque Spiegel no trabaja dentro de los paradigmas atonales o
serialistas, su software y sus composiciones pueden interpretarse como un acto
de resistencia frente a las jerarquías técnicas y sociales que limitaban el
acceso a la creación musical. Al diseñar Music Mouse, Spiegel no buscaba
simplificar la música para ajustarse a las demandas comerciales, sino que
ofreció una herramienta que permitiera a músicos y aficionados interactuar con
estructuras algorítmicas complejas de manera intuitiva. En este sentido, su
trabajo comparte con Adorno una preocupación por evitar la trivialización de la
música, aunque Spiegel adopta una postura más optimista respecto al papel de la
tecnología como medio de empoderamiento. Entusiasmada por la automatización
llevó a cabo un intento feliz de automatizar todo con el fin de ser más libre y
centrarse en aspectos en que la música no puede ser automatizable.
Por otro lado, Pierre Boulez, en
su ensayo Pensar la música hoy, defendió el control absoluto del
compositor sobre todos los aspectos de la obra, utilizando métodos como el
serialismo integral para estructurar el material sonoro de manera rigurosa.
Aunque Spiegel comparte con Boulez un interés por la innovación tecnológica, su
enfoque difiere significativamente en términos de control y accesibilidad.
Mientras que Boulez veía la técnica como un medio para consolidar el poder del
compositor como figura central, Spiegel diseñó Music Mouse para
facilitar la interacción intuitiva con algoritmos musicales, reduciendo la
necesidad de un control exhaustivo por parte del usuario. Esta diferencia
refleja una tensión entre dos concepciones de la tecnología: una que la utiliza
para reforzar las estructuras de poder tradicionales y otra que busca
descentralizar el acceso, promoviendo la participación de una audiencia más
amplia. Spiegel no solo desmitifica el uso de la tecnología, sino que también
subraya su potencial como herramienta de inclusión, un enfoque que contrasta
con la visión elitista de Boulez.
Una de sus obras más
interesantes fue la interpretación del clásico libro Harmonices mundi de
Johannes Kepler, la cual fue seleccionada para el conjunto que conformó los Sonidos
de la Tierra en el disco de oro colocado a bordo de la nave espacial Voyager
(1977). Otra de sus obras es Sedimento, que fue incluida en la
popular película Juegos del Hambre (2012).
El trabajo de Spiegel también
puede relacionarse con las ideas de Pierre Schaeffer, quien en su Tratado de
los objetos musicales desarrolló el concepto de "objeto sonoro" y
la escucha reducida, que buscaba desvincular el sonido de sus asociaciones
contextuales para percibirlo en su pureza material. Aunque Spiegel no adopta
explícitamente el marco teórico de Schaeffer, su obra comparte ciertos
paralelismos con estas ideas. En composiciones como las incluidas en The
Expanding Universe (1980), Spiegel utiliza patrones algorítmicos y texturas
electrónicas para crear paisajes sonoros que invitan a una escucha profunda y
contemplativa. Al igual que Schaeffer, Spiegel explora el potencial del sonido
como fenómeno autónomo, aunque su enfoque está mediado por el uso de
computadoras y algoritmos. Además, el diseño de Music Mouse refleja una
comprensión intuitiva de los principios schaefferianos sobre la manipulación
del sonido, ya que permite a los usuarios interactuar con parámetros musicales
de manera directa e inmediata. Esto sugiere una convergencia entre la filosofía
de Schaeffer y el diseño tecnológico de Spiegel, aunque sus objetivos finales
difieran.
Sin embargo, lo que distingue a
Spiegel de estos autores es su compromiso explícito con la inclusión y la
democratización del acceso a la tecnología musical, una preocupación que
resuena con las ideas feministas y pedagógicas sobre la subversión de las
jerarquías de poder. En su libro Pink Noises: Women on Electronic Music and
Sound, Tara Rodgers analiza cómo las mujeres en la música electrónica han
enfrentado históricamente barreras significativas, desde la exclusión
institucional hasta la invisibilización de sus contribuciones. Spiegel, al
hablar abiertamente sobre las dificultades que enfrentó como mujer en un campo
dominado por hombres, encarna una respuesta práctica a estas dinámicas de
exclusión. Su decisión de crear herramientas accesibles no solo facilitó la
creación musical para músicos de diversos niveles de experiencia, sino que
también desafió las estructuras de poder que perpetuaban la exclusión de las
mujeres en la música y la tecnología. En este sentido, Spiegel amplía el marco
conceptual de la música electrónica, integrando preocupaciones sociales y
políticas que a menudo han sido ignoradas por sus predecesores. No puede
dejarse de lado que también tiene un conjunto de obras para piano, guitarra,
instrumentos diversos y pequeña orquesta, además de su interés plástico por el
dibujo, la fotografía, creación de videos, que junto a sus reflexiones escritas
y sus softwares de computación la convierten en una creadora transdisciplinar.
El impacto de Laurie Spiegel sobrepasa
el ámbito de la esfera música. Su obra y su filosofía han demostrado que la
tecnología puede ser utilizada como una herramienta de empoderamiento, en lugar
de un medio de alienación o aislamiento. Mientras que Adorno, Boulez y
Schaeffer abordaron la música desde perspectivas filosóficas y técnicas,
Spiegel añade una dimensión ética y política, al utilizar la tecnología para
cuestionar las jerarquías tradicionales y promover una mayor participación en
la creación musical. Su trabajo no solo enriqueció el campo de la música
electrónica, sino que también dejó un legado que continúa inspirando a futuras
generaciones de músicos, tecnólogas y pensadores.
Pauline Oliveros: Escucha profunda y resistencia
“…la música debe ser para
todo el mundo en cualquier lugar”
P.O.
La compositora y acordeonista
estadounidense Pauline Oliveros (1932-2016) es una figura relevante en la
música contemporánea y electrónica, cuya obra marcó un punto de inflexión en la
forma de entender el sonido, la percepción y la relación entre el individuo y
su entorno. Su concepto de "escucha profunda" (Deep Listening)[4]
no solo redefinió las prácticas musicales, sino que también ofreció una
perspectiva filosófica y política que cuestionaba las estructuras jerárquicas
de la música occidental y proponía una conexión más consciente y empática con
el mundo. Oliveros, quien a los dieciséis años había decidido ser compositora,
describió la escucha profunda como "la escucha a toda la gama de sonidos
posibles, sin juzgar, y con la intención de conectar profundamente con el
momento presente". Esta práctica, que va más allá de la música, se
convirtió en un acto de resistencia frente a los valores patriarcales que
privilegian la acción, la producción y el control, proponiendo en su lugar la
introspección, la receptividad y la conexión. Ha tenido la formación e
influencia de los compositores Robert Erickson, Terry Riley, Stuart Dempster y
Lorem Rush.
La obra de Oliveros puede
analizarse en diálogo con las tesis de autores como Theodor W. Adorno, Pierre
Boulez y Pierre Schaeffer, cuyas reflexiones sobre la música y la tecnología
han sido fundamentales en la música contemporánea. Aunque Oliveros no se alinea
directamente con las ideas de estos teóricos, su trabajo entra en conversación
con ellas, ya sea complementándolas o desafiándolas desde una perspectiva
feminista y ecológica.
Oliveros, integrante del grupo
experimental San Francisco Tape Music, su obra no se fija sólo en las
estructuras formales de la música, sino en la experiencia del oyente y en la
relación entre el sonido y el entorno. La escucha profunda, como práctica, por
ejemplo, supera las preocupaciones de Adorno sobre la mercantilización de la
música, proponiendo en cambio una forma de participación y consciente que
desafía las dinámicas de alienación desde el acto mismo de escuchar. Mientras
que autores como el filósofo de la escuela de Frankfort Theodor Adorno
enfatizaba la importancia de la música como un medio de resistencia
intelectual, Oliveros amplía esta idea al incorporar la dimensión sensorial y
comunitaria, haciendo de la escucha un acto político y transformador.
Por otro lado, Pierre Boulez, en
su ensayo Puntos de referencia, defendió la innovación técnica y el
control absoluto del compositor sobre la obra musical. Aunque Oliveros también
exploró las posibilidades de la tecnología, su enfoque difiere radicalmente del
de Boulez. A menudo improvisaba con el Sistema Extendido de Instrumentos, que
era un sistema de procesamiento digital de audio que ella misma diseñó, para
sus interpretaciones y grabaciones. Así, en lugar de utilizar la tecnología
para reforzar el dominio del compositor, Oliveros la empleó como una
herramienta para facilitar la improvisación, la colaboración y la
experimentación colectiva. Obras como Bye Bye Butterfly (1965), en las
que Oliveros utiliza sintetizadores y procesadores de sonido para reinterpretar
fragmentos de la ópera Madame Butterfly de Puccini, ejemplifican su
enfoque crítico y experimental. En esta pieza, Oliveros transforma una
narrativa tradicionalmente asociada con la opresión femenina en una obra
cargada de simbolismo y crítica cultural, desafiando tanto las convenciones de
la música clásica como las estructuras de poder que subyacen en ella. Este uso
subversivo de la tecnología contrasta con la visión de Boulez, que veía en la
técnica un medio para alcanzar un control riguroso y estructural.
El trabajo de Oliveros también
puede relacionarse con las ideas de Pierre Schaeffer, quien en su Tratado de
los objetos musicales propuso el concepto de "escucha reducida",
un enfoque que busca desvincular el sonido de sus asociaciones contextuales
para percibirlo en su pureza material. Aunque Oliveros comparte con Schaeffer
el interés por la escucha como práctica central, su enfoque es más inclusivo y
experiencial. Mientras que la escucha reducida de Schaeffer se centra en el
análisis del sonido como objeto, la escucha profunda de Oliveros enfatiza la
conexión emocional, espiritual y comunitaria que surge de la interacción con el
sonido. En este sentido, Oliveros amplía el marco teórico de Schaeffer,
integrando elementos de meditación, empatía y conciencia ambiental que
trascienden la dimensión puramente acústica. Es lo que encontramos cuando
describe la necesidad de una nueva teoría musical en su texto Introducciones
a sus meditaciones sónicas (Sonic meditación), donde plantea
la formación de una consciencia sónica. Ello se basa en concentrar la
atención en el sonido ambiental y musical, manteniendo un estado de escucha
atenta, constituyendo una síntesis de la psicología de la consciencia, el
entrenamiento de las artes marciales (ella era cinta negra en karate) y el
pensamiento feminista. Esto genera, según sus planteamientos, formas de
procesar información, de una atención focal, representada por el punto y
círculo, constituyendo sus particulares mándalas empleados en sus
composiciones. Con ello erigía intrincadas masas sonoras tejidas en torno a un
centro tonal fuerte, a partir de ello se obtiene timbres, flexibilidad,
ataques, duración e intensidad y, en ciertos momentos, tono, expandiéndose en
espacios y tiempos no convencionales para su interpretación.
Además de su contribución a la
música y la tecnología, Oliveros fue una defensora activa de la igualdad de
género y la inclusión en la música. Fundó el programa de música electrónica en
la Universidad de California, San Diego, y trabajó para crear espacios en los
que las mujeres pudieran explorar la tecnología y la composición sin las
barreras impuestas por un campo históricamente dominado por hombres. Su obra y
su activismo resonaron profundamente con los movimientos feministas y
ambientalistas, que encontraron en la escucha profunda una herramienta para la
introspección, la empatía y la conexión con el mundo natural. En su libro Deep
Listening: A Composer's Sound Practice, Oliveros explora cómo esta práctica
puede transformar no solo la relación del individuo con el sonido, sino también
con la comunidad y el medio ambiente, ofreciendo una visión holística que
desafía las dicotomías tradicionales entre naturaleza y tecnología, individuo y
colectivo.
En este sentido, la obra de
Oliveros trasciende las preocupaciones estéticas y técnicas que dominaron gran
parte del pensamiento musical del siglo XX. Mientras que figuras como Adorno,
Boulez y Schaeffer se centraron en cuestiones de forma, técnica y percepción,
Oliveros amplió el alcance de la música para incluir dimensiones éticas,
políticas y espirituales. Su enfoque inclusivo y su compromiso con la igualdad
de género y la sostenibilidad ambiental la convierten en una figura única en la
historia de la música, cuyo legado sigue inspirando a músicos, pensadores y
activistas de todo el mundo.
Suzanne Ciani: Innovación y comercialización del arte electrónico
La pianista y compositora
estadounidense Suzanne Ciani (1946-), conocida como la diva del sintetizador,
es una figura única en la música electrónica cuya obra se sitúa en la
intersección entre arte, tecnología, publicidad y mercado. Su dominio del
sintetizador Buchla[5]
y su capacidad para combinar sensibilidad artística con innovación técnica
redefinieron las posibilidades de la música electrónica, tanto en el ámbito
experimental como en el comercial publicitario. A través de su trabajo, Ciani
no solo amplió los límites de lo que se consideraba música, sino que se sumó al
desafió contra las barreras de género en un campo históricamente dominado por
hombres. El conjunto de creaciones, que incluye composiciones como Seven
Waves (1982) y su contribución al diseño de sonido en anuncios (Coca-Cola,
American Express, General Electric) y videojuegos (Atari, Xenon), es un
testimonio de su versatilidad y de su capacidad para integrar lo artístico y lo
comercial sin comprometer su visión creativa.
El trabajo de Ciani puede
analizarse en relación con las propuestas musicales y teóricas de figuras como
Theodor W. Adorno, Pierre Boulez, Pierre Schaeffer, John Cage y Marshall
McLuhan, cuyas ideas ofrecen un marco enriquecedor para comprender la profundidad
y las implicaciones de su obra. Aunque Ciani no se alinea directamente con sus
planteamientos, su trabajo puede dialogar ellos, ya sea complementándolos,
reinterpretándolos o desafiándolos desde una perspectiva que integra la
tecnología, el feminismo y la accesibilidad.
Si encontramos a muchos teóricos
y compositores de la música que defienden ciertas posturas de la música búsqueda
de una auténtica composición que debe resistir a la estandarización y la
mercantilización impuestas por la industria cultural, su caso puede pensarse
desde otras perspectivas. Sabemos que Ciani incursionó en el ámbito del negocio
comercial de la música, pero su enfoque no puede reducirse a una simple
adaptación complaciente a las demandas del mercado como un banal producto de
consumo. En piezas como las de Seven Waves, Ciani emplea el sintetizador
Buchla para crear paisajes sonoros que evocan la naturaleza y la introspección,
desafiando las convenciones de la música popular y explorando texturas y
patrones que invitan a una escucha activa y contemplativa. Aunque un pensador
como Adorno podría haber cuestionado el valor artístico de su trabajo
comercial, la obra de Ciani demuestra que es posible moverse entre el arte y el
mercado de la música sin perder la integridad creativa, planteando una alternativa
a la dicotomía adorneana entre música autónoma y música de consumo.
Por otro lado, Pierre Boulez,
con su énfasis en el control técnico y la innovación estructural, podría
encontrar afinidades con el enfoque de Ciani hacia la tecnología. El
sintetizador Buchla, con su complejidad técnica y su capacidad para generar
sonidos únicos, requería un nivel de dominio comparable al que Boulez exigía en
sus composiciones seriales. Sin embargo, mientras Boulez defendía un control
riguroso por parte del compositor imponiéndolo a la interpretación de su obra,
Ciani adoptó un enfoque más intuitivo y orgánico, utilizando el Buchla como una
extensión de su sensibilidad artística. En este sentido, su trabajo no asume el
cerrado rigor estructural de Boulez y se acerca más a una exploración
individual abierta y fluida de las posibilidades sonoras, transgrediendo la
noción de control absoluto y abriendo espacio para la improvisación y la
espontaneidad.
El vínculo con Pierre Schaeffer
es también evidente, especialmente en el interés compartido por la manipulación
del sonido como materia prima. Schaeffer, con su concepto de "objeto
sonoro" y su enfoque en la escucha reducida, buscaba desvincular el sonido
de sus asociaciones contextuales para percibirlo en su pureza material. Ciani,
aunque no trabaja explícitamente dentro del marco teórico de Schaeffer,
comparte su fascinación por el sonido como fenómeno autónomo. En su trabajo con
el Buchla, Ciani transforma los sonidos electrónicos en paisajes sonoros que
evocan emociones y experiencias sensoriales, trascendiendo las categorías
tradicionales de la música. Sin embargo, a diferencia de Schaeffer, Ciani no
busca una abstracción total del sonido, sino que lo utiliza para conectar con
el oyente a un nivel emocional y narrativo, como se aprecia en la evocación del
agua en Seven Waves.
Comparar la postura de Ciani con
la del compositor John Cage nos lleva a un terreno de discusión particularmente
interesante, dado que ambos compartían un interés por expandir los límites de
lo que se considera música. Cage, con su visión particular en hacer énfasis en
el azar y la apertura a los sonidos del entorno, desafió las nociones
tradicionales de composición y autoría. Aunque Ciani no utiliza el azar de la
misma manera que Cage, su enfoque hacia el Buchla refleja una disposición
similar a improvisar y a explorar lo inusual e inesperado y a permitir que la
tecnología y el sonido tengan una acción propia dentro del proceso creativo.
Además, el trabajo de Ciani en su peculiar y original capacidad para el diseño
de sonidos para anuncios publicitarios y videojuegos puede relacionarse como
una extensión de la idea de Cage que afirma que cualquier sonido puede ser
música, al integrar sonidos electrónicos en contextos cotidianos y publicitarios
sin perder su dimensión artística.
Finalmente, el pensamiento del
canadiense Marshall McLuhan, con su análisis de los medios como extensiones del
ser humano, ofrece una perspectiva valiosa para entender el trabajo de Ciani.
McLuhan argumentó que los medios tecnológicos transforman nuestra percepción y
nuestra relación con el mundo, y el sintetizador Buchla, en manos de Ciani, se
convierte en una extensión de su creatividad y sensibilidad de su mente musical.
Al utilizar este instrumento para crear paisajes sonoros que combinan lo humano
y lo tecnológico, Ciani ejemplifica la idea de McLuhan de que los medios no son
meras herramientas, sino agentes activos que moldean, alargan y afectan nuestra
experiencia de la percepción auditiva y táctil corporal. Además, su capacidad
para moverse entre el ámbito experimental y el comercial refleja la visión de
McLuhan sobre la convergencia inseparable y actual entre arte y tecnología en
la era de los medios electrónicos y las capacidades de la constelación digital
de los mundos virtuales sonoros e imaginarios.
En el legado de Suzanne Ciani
podemos notar que las categorías tradicionales de la música y el diseño de
sonido pueden ir dadas de la mano. Su capacidad para integrar arte y
tecnología, sensibilidad artística e innovación técnica, y su compromiso con la
igualdad de oportunidades en el mercado de la música, la convierten en una
figura significativa para la evolución de la música electrónica. Al reflexionar
entre todas las aristas por donde transita esta creadora se pone en evidencia
de la riqueza y la complejidad de su contribución, que sigue inspirando a
nuevas generaciones de artistas y pensadores.
Apreciaciones finales de estas
pioneras de la música electrónica
Sisters with Transistors no es
solo un homenaje a las pioneras de la música electrónica, sino también un acto
de justicia histórica y un manifiesto feminista. Las compositoras destacadas en
el documental no solo transformaron el sonido, sino que también desafiaron las
normas de género y las estructuras patriarcales que limitaban su acceso al
reconocimiento y a los recursos. Sus vidas y obras nos recuerdan que la
innovación no es neutral, sino que está profundamente influenciada por las
dinámicas de poder y género.
Clara Rockmore, Daphne Oram,
Delia Derbyshire, Pauline Oliveros, Suzanne Ciani y sus contemporáneas no solo
abrieron caminos en la música y la tecnología, sino que también cuestionaron
las jerarquías tradicionales del arte y la ciencia informática. Su legado nos
invita a reflexionar sobre la importancia de visibilizar las contribuciones de
las mujeres en todos los campos y a reconocer que la creatividad y la
innovación son más ricas cuando incluyen una diversidad de voces y
perspectivas.
A través de su trabajo,
desafiaron las narrativas dominantes que excluían a las mujeres y demostraron
que la tecnología no es un ámbito exclusivo de los hombres. Además, sus obras
nos invitan a repensar nuestra relación con el sonido, la tecnología y el entorno,
promoviendo una visión más inclusiva y equitativa de la música y la
creatividad.
Las conclusiones derivadas de
este análisis sobre la obra y la postura de estas pioneras de la música
electrónica, basado en el documental Sisters with Transistors y otros textos,
junto a las trayectorias de figuras como Clara Rockmore, Daphne Oram, Delia
Derbyshire, Eliane Radigue, Laurie Spiegel, Pauline Oliveros y Suzanne Ciani,
revelan un panorama profundamente transformador que supera lo musical para
convertirse en un acto de resistencia cultural, social y política. Estas
mujeres no solo revolucionaron el ámbito de la música electrónica a través de
sus innovaciones técnicas y artísticas, sino que también desafiaron las
estructuras patriarcales y las normas de género que históricamente han limitado
la participación femenina en la tecnología y el arte.
En primer lugar, estas
compositoras demostraron que la tecnología puede ser una extensión de la
sensibilidad artística y un medio para la emancipación creativa. Desde Clara
Rockmore, quien elevó el theremín a un nivel de virtuosismo técnico y
expresividad artística, hasta Laurie Spiegel, cuya creación del software Music
Mouse democratizó el acceso a la composición algorítmica, estas mujeres
utilizaron las herramientas tecnológicas no solo para innovar, sino también
para subvertir las jerarquías tradicionales en la música. Su trabajo refleja
una visión inclusiva y humanista de la tecnología, que contrasta con los
enfoques más elitistas y absorbentes de figuras de la composición contemporánea.
En lugar de reforzar las estructuras de poder, estas compositoras utilizaron la
tecnología para abrir espacios de experimentación y participación, cuestionando
las dinámicas de exclusión que han caracterizado históricamente al ámbito
musical.
En segundo lugar, la obra de
estas pioneras se inscribe en un diálogo crítico con las ideas de teóricos como
Theodor W. Adorno, Pierre Schaeffer y John Cage. Mientras que Adorno veía en la
música atonal y serial una forma de resistencia frente a la estandarización de
la industria cultural, compositoras como Pauline Oliveros y Suzanne Ciani
ampliaron esta noción al explorar la dimensión comunitaria, emocional y
espiritual del sonido. Oliveros, con su concepto de "escucha
profunda", transformó la experiencia musical en un acto de conexión ética
y política, mientras que Ciani utilizó el sintetizador Buchla para crear
paisajes sonoros que combinan lo experimental y lo accesible, desafiando la
dicotomía entre música autónoma y música de consumo. Por otro lado, las
propuestas de Schaeffer sobre la "escucha reducida" y la manipulación
del "objeto sonoro" encuentran ecos en la obra de compositoras como
Daphne Oram y Delia Derbyshire, quienes exploraron las posibilidades del sonido
como fenómeno autónomo, aunque desde enfoques más intuitivos y narrativos.
Otro aspecto central es el
vínculo entre la música electrónica y el feminismo. Estas compositoras no solo
enfrentaron barreras significativas en un campo dominado por hombres, sino que
también utilizaron su arte para desafiar las normas de género y reivindicar el
papel de las mujeres como creadoras e innovadoras. El trabajo de Eliane
Radigue, por ejemplo, combina minimalismo, espiritualidad y resistencia frente
a las estructuras patriarcales, mientras que Laurie Spiegel abordó
explícitamente la exclusión de las mujeres en la música y la tecnología,
creando herramientas que facilitaran su participación. Este compromiso con la
igualdad de género no solo transformó la práctica musical, sino que también
contribuyó a un cambio cultural más amplio, desafiando las jerarquías de poder
que moldean tanto la música como la sociedad.
Finalmente, el legado de estas
mujeres trasciende las categorías tradicionales de la música para convertirse
en un manifiesto de resistencia y transformación. Su capacidad para integrar
arte, tecnología y compromiso social las posiciona como figuras clave no solo
en la historia de la música electrónica, sino también en las luchas por la
igualdad y la justicia en el ámbito artístico. Al relacionar sus obras con las
ideas de Adorno, Boulez, Schaeffer, Cage y McLuhan, se pone de manifiesto la
riqueza y la complejidad de sus contribuciones, que siguen siendo una fuente de
inspiración para nuevas generaciones de artistas, tecnólogas y pensadores. En
un mundo cada vez más mediado por la tecnología, su trabajo nos invita a
repensar nuestra relación con el sonido, la creatividad y el entorno, y a
imaginar nuevas formas de conexión, inclusión y resistencia a través del arte.
Bibliografía
Adorno, Theodor W. Filosofía de
la nueva música. Traducción de Jorge Navarro Pérez. Madrid: Akal, 2004.
Boulez, Pierre. Puntos de
referencia. Barcelona: Ed. Gedisa, 2008.
Briscoe, Desmond, y Roy
Curtis-Bramwell. The BBC Radiophonic
Workshop: The First 25 Years. Londres: BBC Books, 1983.
Cage,
John. Silence: Lectures and Writings. Middletown: Wesleyan University Press,
1961.
Chadabe,
Joel. Electric Sound: The Past and Promise of Electronic Music. Upper Saddle
River: Prentice Hall, 1997.
Ciani,
Suzanne. Seven Waves. Liner notes del álbum. New York: Finnadar
Records, 1982.
Eckhardt, Julia. Eliane Radigue:
Intermediary Spaces/Espaces Intermédiaires. Berlín: Errant Bodies Press, 2019.
Glinsky,
Albert. Theremin: Ether Music and Espionage. Urbana: University of
Illinois Press, 2000.
Griffiths, Paul. La música
moderna: Una historia concisa desde Debussy hasta Boulez. Traducción de Luis
Gago. Madrid: Alianza Editorial, 2012.
Holmes, Thom. Electronic and
Experimental Music: Technology, Music, and Culture. Nueva York: Routledge,
2012.
Holmes, Thom. Música electrónica
y experimental: Tecnología, música y cultura. Traducción de José Manuel
Berenguer. Barcelona: Ediciones Robinbook, 2004.
Manning, Peter. Música
electrónica: Historia y estética. Traducción de Jordi Roquer. Barcelona: Idea
Books, 2001.
McLuhan, Marshall. Comprender
los medios de comunicación: Las extensiones del hombre. Barcelona: Ediciones Siglo XXI, 1996.
Messiaen, Olivier. Técnica de mi
lenguaje musical. Traducción de Francisco Ramos de Castro. Madrid: Idea Música,
1996.
Nattiez, Jean-Jacques. Pierre
Boulez: Una introducción a su música. Traducción de Antonio Fernández-Cid.
Madrid: Idea Música, 1997.
Oliveros, Pauline. Deep
Listening: una práctica para la composición sonora. Argentina: Dobra Robota
Ed., 2021.
Piekut, Benjamin. Experimentalism
Otherwise: The New York Avant-Garde and Its Limits. Berkeley: University of
California Press, 2011.
Rodgers,
Tara. Pink Noises: Women on Electronic Music and Sound. Durham: Duke University
Press, 2010.
Schaeffer, Pierre. Tratado de
los objetos musicales: Ensayo interdisciplinario. Traducción de Agustín López
Sala. Madrid: Alianza Editorial, 2018.
Discografía y conferencias sobre
las compositoras del filme
Clara Rockmore
Mix de Clara Rockmore: https://www.youtube.com/watch?v=ghWdgcYIcSk&list=RDEMH_WjTCfZ2l8VrQS7qK5m6w&start_radio=1
Daphne
Oram
Mix
de Daphne Oram:
https://www.youtube.com/watch?v=szMsZfxiGTk&list=PL-RzUsgEgwvex0Vi9rWXvBZroONxj3gEV
Delia
Derbyshire
Mix: Delia Derbyshire:
https://www.youtube.com/watch?v=jpdiMcEeTJA&list=RDEMf_lsMGI89lPy_objff1uUA&start_radio=1
Eliane Radigue
Álbum Eliane Radigue: Islas
Resonantes:
https://www.youtube.com/watch?v=1RrsiGmLp_E
Concierto Occam Ocean de Eliane
Ragigue interpretada por el grupo ONCEIM@MoersFestival, 2021:
https://www.youtube.com/watch?v=22x-iq0Y-ls
Discografía de Eliane Radigue:
https://www.youtube.com/watch?v=nzcQ0BqmvrQ&list=PLzmYecEnfrsiAE8XSK33skvi4DWqW0zKK
Laurie Spiegel
Música Indiscreta/ Laurie
Spiegel:
https://www.youtube.com/watch?v=AtLKO-_-3h4
Álbum
de Laurie Spiegel: Unseen Worlds
https://www.youtube.com/watch?v=9t0yyAWkkwE&list=RD9t0yyAWkkwE&start_radio=1
Álbum:
Laurie Spiegel: Music or Dance I & II:
https://www.youtube.com/watch?v=fKX21xp6hhA
Pauline Oliveros
Una conferencia Sonora, 2021:
https://www.youtube.com/watch?v=cT_qG7jdR9M
TED: The difference between
hearing and listening (La diferencia entre oír y escuchar).
https://www.youtube.com/watch?v=_QHfOuRrJB8
Pauline Olivertos, Stuart
Dempster, Panaiotis: Deep Listening, 1989. Álbum completo:
https://www.youtube.com/watch?v=U__lpPDTUS4
Pauline Oliveros: A Love Song,
2013:
https://www.youtube.com/watch?v=fZLJ7PKmpE0
Suzanne Ciani
Álbum: Seven Waves. Buchla
Concerts 1975
https://suzanneciani.bandcamp.com/album/seven-waves
[1] El Intonarumori fue un instrumento
creado por Luigi Russolo, uno de los principales exponentes del futurismo
italiano. Este dispositivo, desarrollado a principios del siglo XX, consistía
en una serie de cajas acústicas con mecanismos internos que generaban
diferentes tipos de ruidos, como zumbidos, rugidos, silbidos y chirridos. Fue
la respuesta con la que contribuyo Russolo en torno a lo propuesto en su
manifiesto futurista "El arte de los ruidos", donde se declara la
importancia de incorporar los sonidos de la vida moderna y las máquinas a la
música, cuestionando abiertamente las tradiciones musicales de la época.
[2] Léon Theremin, cuyo
nombre real era Lev Serguéievich Termen, nació el 27 de agosto de 1896 en San
Petersburgo, Rusia, y falleció el 3 de noviembre de 1993 en Moscú, Rusia. Fue
un físico, inventor y músico reconocido principalmente por la creación del
theremín, uno de los primeros instrumentos musicales electrónicos y el único
que se toca sin contacto físico. Inventado en 1920, el theremín produce un
sonido etéreo y característico, y su interpretación se basa en el movimiento de
las manos del intérprete cerca de dos antenas: una controla la altura del tono
(frecuencia) y la otra, el volumen. El theremín tuvo un impacto significativo
en la música experimental y en la música de cine, especialmente en bandas
sonoras de películas de ciencia ficción y terror. Además de su contribución
musical, Léon Theremin también trabajó en otros inventos tecnológicos,
incluidos dispositivos de espionaje, ya que colaboró con el gobierno soviético
durante su carrera. Tomado en Wikipedia, visitado: 19 de febrero de 2025,
https://es.wikipedia.org/wiki/L%C3%A9on_Theremin).
[3] Pierre Boulez sería en la década de los
años 50 del siglo XX uno de los defensores de la música electrónica, comenzando
a experimentar con los sonidos de la música concreta grados para obtener nuevas
texturas y timbres. Uno de los pioneros que apoyaba la integración de la
tecnología sonora con la música formal. En los años de 1970 se concentró en
fundar el Instituto de integración y Coordinación Acústico/musical (IRCAM) en
Paris. Centro de la vanguardia en investigación para la música electrónica y
contemporánea. Estrenando una gran cantidad de obras de música electrónica de
compositores y tecnólogos que ayudaron avanzar la creación musical
contemporánea. Ver: Alejandro Viscarret: Pierre
Boulez del serialismo integral al IRCAM. En: https://www.academia.edu/36977013/Pierre_Boulez_del_serialismo_integral_al_IRCAM_y_m%C3%A1s_all%C3%A1_un_pilar_de_la_nueva_m%C3%BAsica_de_la_segunda_mitad_del_siglo_XX?auto=download. Visitadoel18 de febrero 2025.
[4] El término Escucha Profunda de Oliveros
surgió luego de bajar a 4.20 mts. del suelo para realizar una grabación, en
1988. Y de esta forma pasó a ser
utilizada esa expresión para su estética que estaba conformada por los
principios de la improvisación, la música electrónica, el ritual, la enseñanza
y la meditación. Ello vino a convertirse también en un programa formativo de la
audición por la Fundación Pauline Oliveros, fundada en (1985). Ver: «Center for Deep Listening at Rensselaer
Opening Celebration March 11 at EMPAC - School of Humanities, Arts and Social
Sciences - Rensselaer Polytechnic Institute (RPI)». Archivado desde el original el 27 de noviembre de 2016.
Consultado el 30 de noviembre de 2016.
[5] Un sintetizador que debe su nombre por
el constructor y creador de música electrónica con estos instrumentos, Don
Buchla, de quien fue trabajadora para él soldando partes de los sintetizadores,
dio pie para que se dedicada por diez años estudiar las posibilidades de ese
instrumento. Al cual introdujo sus propias piezas adquiriendo el nombre de
Buchla. Un instrumento que vendría a tener la capacidad de generar sonidos que
ningún otro instrumento musical puede realizar.
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