jueves, 13 de marzo de 2025

                  ALETEA Y TRANSFORMA 

LA AUSENCIA EN TRASCENDENCIA

Theo D’Elia

“Todo final es un luminoso principio”

Elisabeth Kübler-Ross


Hace pocos días una de mis grandes amigas trascendió a su nuevo hogar, dejando en mí un profundo dolor por su partida. Dolor que comparto con ustedes desde la hermandad que siempre estuvo presente entre nosotras, sin importar lo distante de nuestra ubicación en tiempo o espacio. Siempre nos unió el amor incondicional, el respeto y la compasión.

 

En este momento la palabra “duelo”, me conecta con el inmenso pesar que siento por la pérdida de mi amiga, y soy consciente de lo importante de vivirlo profundamente y a plena conciencia. Reconociendo en mí las diferentes manifestaciones, expresiones y etapas transitadas por el llamado “camino de las lágrimas”, como expresión de mi dolor. Voy siendo consciente de que, en su etapa final, este peregrinar me llevará aceptar que ella ya no estará físicamente en mi vida, pero ocupará un lugar muy importante en mi corazón. Tal y como me ha ocurrido con otras pérdidas de seres más cercanos o quizás lejanos, a quienes he tenido la dicha de acompañar hasta el final.

 

El sendero de las lágrimas me brinda la certeza de estar percibiendo la mejor medicina para mi cuerpo y alma. Definitivamente recorrerlo implica aceptar nuestra nueva realidad, quedarnos con lo mejor de la experiencia, dejar atrás lo que ya no nos nutre y reaprender nuevas formas de vida. Son vivencias muy personales y necesarias para nuestro crecimiento, que cada uno afronta a su manera, de la forma y en el tiempo que puede. Y no solo me refiero a la desaparición física de alguien, sino a las muchas situaciones y circunstancias que constantemente están presentes y que en algún momento pueden desaparecer.

 

Aprender a morir encierra en sí mismo el aprender a vivir, ese recorrido cuenta con diferentes etapas y un mundo interior que le acompaña, diferente para cada individuo.

 

Como ha señalado Elisabeth Kübler -Ross, (1926 - 2024) nacida en Zúrich. Psiquiatra y escritora, considerada de las mayores expertas mundiales en procesos de muerte, personas moribundas y cuidados paliativos. Convirtiendo el símbolo de la mariposa en su emblema de trabajo, representado el renacer hacia un estado de vida superior.

 

Kübler -Ross, menciona cinco etapas en el proceso del duelo: negación, ira, culpa, negociación, tristeza. Sin necesidad de ser recorridas en su totalidad, en un tiempo y orden determinado. Con la posibilidad de fluctuar entre ellas, en varias oportunidades del proceso, como reacciones a sentimientos que pueden durar minutos u horas. De ninguna manera estas etapas son lineales ni están siempre presentes en nuestro proceso. Haciendo un breve resumen de ellas podemos señalar:

1.     Negación, rechazando o ignorando lo que sucede, como la anestesia que en momentos necesitamos para bloquear el dolor.

2.     Ira, como enfado consigo mismo y/o con un ser querido. Asociada a la frustración e impotencia de modificar la situación.  Como una forma de energía que nos permite revelarnos ante la pérdida.

3.     Culpa como juicios sobre lo que hicimos o dejamos de hacer, que siempre nos lleva a un pasado, nos puede ayudar en la medida que nos permita reflexionar sobre lo que ha ocurrido, tomar conciencia y procesar, según las circunstancias de la muerte, la relación con la persona que se ha ido y el propio proceso de duelo que llevamos.

4.     Negociación que hacemos con nosotros mismos y con la pérdida.

5.     Tristeza que sentimos por la ausencia de nuestro ser querido. Su intensidad emocional tiende a disminuir y se hace más manejable en medida que nos habituamos a contactar con la memoria con nuestra pérdid se hace más manejable. Más allá de dejar de sentir tristeza es hacerla llevadera y soportable. 

 

A estas etapas podemos añadir tres etapas adicionales mencionadas por otros estudiosos del tema, como son la: reconstrucción, aceptación e integración.

6.     Reconstrucción: En la medida que vamos asimilando la pérdida, se inicia un proceso de reconstrucción interno que nos lleva a redefinirnos, como lo que somos, siendo conscientes de los cambios que han ocurrido en nuestra vida, el lugar que ocupamos como parte de una familia, grupos que nos rodean, actividades y nuestra visión del mundo, es lo que podríamos llamar la última fase del duelo, nuestra reconstrucción en la tarea de recomponer lo que se ha roto, reconstruir nuestra vida y salir del dolor, dejando paso al Amor.

7.     La aceptación nos permitirá reconocer y aceptar los cambios que han acontecido en nuestra vida.

8.     Integración como última etapa de nuestro duelo. Implica tomar las acciones que nos permitan retomar el contacto con nuestra nueva vida. Luego de esta experiencia nunca volveremos a hacer los mismos. En esta fase integramos la pérdida en nuestro interior. Aprendemos a recordar a nuestro ser querido sin sufrimiento y reconocernos en nuestro nuevo yo.

 

La elaboración del duelo viviéndolo paso a paso y a conciencia plena, con seguridad nos permitirá colocar a ese Ser en un lugar muy especial del corazón, quedándonos con lo gratificante de lo vivido en conjunto. Y aquí podemos evocar ese aleteo de la mariposa, emulado por nuestros párpados y pestañas, para dar rienda suelta a nuestras lágrimas, integrando con cada parpadeo, esa ausencia en nosotros, admitiendo lo gratificante de lo vivido en conjunto.

 

“… somos quienes somos gracias a todo lo perdido y a como nos hemos conducido frente a esas pérdidas” Jorge Bucay

 

Y en estos momentos siento que el darme el permiso de compartir mi actual pena en este espacio, asomada en estas líneas, ha aliviado mi dolor. Como dice el refrán: “Una pena compartida es media pena”. Gracias por este aleteo compartido para transformar esta ausencia en trascendencia.

 

🌟Amiga tu luz nunca se apagará, siempre estará en un lugar muy especial de mi corazón🌟

✴️Kübler-Ross, E., & Kessler, D. (2006). Sobre el duelo y el dolor. Ediciones Luciérnaga.

📸Colaborador, vía Pixabay

 

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