jueves, 1 de julio de 2010

Caligula,

rodeado de sirvientes.

J. Leo Mendoza*.

Acrilico 1, 1990. Juan Carlos Ortíz
*(estudiante del seminario “Tres pensadores Heterodoxos” dictado por los profesores Maria Eugenia Cisneros y David De los Reyes, semestre I – 2010, Escuela de Filosofía – UCV. Ensayo seleccionado para este blog)
Étienne de La Boétie, escribió, si nos atenemos al comentario de Michel de Montaigne, su Discurso de la servidumbre voluntaria cuando contaba con dieciocho o dieciséis años. El Discurso…, o también llamado Contra uno, que es un cuestionamiento a todo el poder, es una pieza clave para la concepción del pensamiento político que se empezó a formar en los siglos que duró el Renacimiento y que marcó pauta en las teorías de Estado modernas[1]. Según Auguste Vermorel, activista político, conspirador y periodista francés del siglo XIX y fundador del periódico La Jeune France en 1861, “si se tiene en cuenta la época en que vivió La Boétie, la de la monarquía absoluta, las pasiones que estaban en efervescencia, y la corriente deliberación y libertad que circulaban por todas partes”[2] influyó decisivamente en el pensamiento de La Boétie.
La Boétie enfatiza en las primeras páginas de su Discurso…, que las administraciones públicas de la monarquía no tienen nada de público porque todo es uno[3]. A lo largo del discurso parecen encontrarse varios tipos de cuestionamientos.
Quizás los que tengan más peso sean los siguientes, que bien los señala Elisa Escovar:
El discurso de la servidumbre voluntaria formula dos categorías de preguntas:
· ¿Por qué se produjo la desnaturalización del hombre, por qué se dio la división de la sociedad y por qué sobrevino la desventura?
· ¿Cómo pueden los hombres perseverar en su ser desnaturalizado, cómo puede la desigualdad reproducirse constantemente y cómo puede la desventura perpetuarse hasta el punto de parecer eterno?
A la primera pregunta La Boétie no dio respuesta. En términos modernos es la pregunta sobre el origen del Estado. Para La Boétie no hay respuesta a la pregunta de por qué los hombres renunciaron a la libertad. En cuanto a la segunda pregunta, La Boétie trata de articular esta respuesta en el discurso[4].
Aquí veremos. Que “debe soportarse un tirano que sea como una bestia feroz y cruel que todo lo devaste y lo destruya”[5] es una de las premisas que condena Étienne. También, a su vez, cuestiona que qué clase de vicio puede ser ése de ver a un infinito número de hombres tiranizados, sin que le pertenezca a ellos ni su propia vida[6], pues “lo más común es ver cómo un infinito número de hombres sirven, más que obedecen; son tiranizados, más que gobernados y no pueden disponer de nada ni siquiera de su propia vida”[7].
De hecho, es así: “Que muchos hombres se sometan a uno por temor a ser eliminados por éste es impresionante; pero que permanezcan sumisos hasta el punto de morir bajo sus órdenes, cómo comprenderlo si la obediencia implica tantos riesgos como la rebelión, cómo se mantienen”[8]. Este hombrecillo es capaz de hacer sacrificar la vida de sus súbditos, casi sin ningún remordimiento, por sus propios fines personales, verlos fallecer en rapaces rapiñas –recordemos las historias del Papa más sangriento que haya tenido Roma, Inocencio III, asesino de albigenses y responsable del debilitamiento en la estructura político-medieval de la Iglesia Católica tras sus violentas campañas en nombre de la Cruz (Revisar las decisiones tomadas por este Papa en 1209)- , y esto no ordenado por un Hércules, un Sansón o un Aquiles, sino por “el más cobarde, el más afeminado de la nación, que nunca ha olido la pólvora de las batallas”[9]. Camus, en su Calígula, da una bella descripción sobre este afeminamiento:
HELICON (recitando en tono de charlatán de feria)
(…) Una vez más los dioses han bajado a la tierra. Cayo, César y dios, llamado Calígula, les ha prestado su forma humana. (…)
(…)
CALIGULA (amable)
Hoy soy Venus
CESONIA
La adoración comienza. Prosternaos (todos, salvo ESCIPION, se prosternan) y repetid conmigo la oración sagrada a Calígula-Venus: “Diosa de los dolores y la danza…”
(…)
CALIGULA
(…) habéis visto a Venus, lo que se dice visto, con vuestros propios ojos, y Venus os ha hablado.
[Camus, Albert. Calígula, Acto Tercero, Escena I. Alianza Editorial, S. A. Madrid – España, 1989, p. 67].
O también, ejemplo más que evidente del afeminamiento de Calígula:
CALIGULA (con voz precisa y dura)
(…) Todavía tengo que pintarme las uñas de los pies. Me corre prisa.
[Camus, Albert, Op., cit. Acto Tercero, Esc. II, p. 72].
Más afeminado que cualquier otro, podría pensarse. Pero La Boétie no exige quitarle nada al tirano, tirano que para Camus, en voz de Calígula, “es un hombre que sacrifica pueblos en nombre de sus ideas o su ambición”[10], como la famosa eliminación física de la bestia de Santo Tomás, sino de no darle nada[11]. La Boétie rompe, escinde, separa, al igual que Maquiavelo, con el discurso político cristiano, pues éste se remite a un saber último, que es la Escritura[12]. “La Boétie y Maquiavelo son las dos figuras de nuestra modernidad política y se iluminan la una a la otra. Por una parte la luz y la razón de Estado por otra el saber que mueve las sublevaciones”[13].
Étienne apela por “eliminar moralmente la servidumbre de los hombres”[14]. Este es el eje de la teoría de La Boétie. Según la tesis de Escovar, existen cuatro momentos para señalar el origen y la razón de la servidumbre voluntaria.
Veamos:
· La primera causa y razón de la servidumbre voluntaria es la costumbre[15]. Ella nos muestra, para explicar este punto, que
La Boétie señala el ejemplo de El Gran Turco, quien se dio cuenta de que los a libros y la sana doctrina proporcionan a los hombres, más que cualquier otra cosa, el sentir de su dignidad como personas y el odio por la tiranía, de modo de que no tenían en su tiene muchos odios a muchos sabios, ni tampoco lo solicitaba[16].
· La segunda causa de la servidumbre es la cobardía y afeminamiento que la tiranía produce en la gente[17].
· La tercera causa de la servidumbre se encuentra muy vinculada a las dos anteriores y es para La Boetie el temor a lo desconocido y misterioso que los tiranos logran inspirar a los hombres[18].
Estos emperadores –si nos remitimos al caso de los hereditarios, que son los que más comúnmente usan esta artimaña- hasta apariencia mística quieren dar: Los reyes de Asiria, y después los reyes de medas, aparecían en público lo menos frecuentemente posible, para que el pueblo supusiera que tenían algo de sobrehumano, y para que soñaran quienes montan su imaginación sobre cosas que no pueden ver con sus propios ojos[19].
· La cuarta causa de la servidumbre es lo que edifica y conserva el poder de los tiranos no son las armas ni los soldados; es la complicidad de un grupo de hombres[20]. Es decir, “la tiranía, sospechando siempre de sus fuerzas armadas, que le podrían fallar en el instante crítico, busca un apoyo más seguro en la corrupción”[21].
El populacho, según nos dice, parece querer siempre elegir ser dominado.
El pueblo es el que a sí mismo avasalla y el que se degüella, el que, pudiendo escoger entre ser sometido o ser libre, rechaza la libertad y acepta el yugo; el que consiente en su mal, o, mejor dicho, lo busca…[22]
El pueblo se acostumbra fácilmente y cae más adelante en la servidumbre hasta tal punto que podría decirse que “no ha perdido su libertad sino que ha ganado su servidumbre”[23]. Llega el instante en que hombres honestos, animados de buenas intenciones, apoyan a la tiranía, aun de buena fe. Su espíritu, frágil para sospechar lo que sucede alrededor de ellos, se asfixia en el temor.
Camus nos da fe de esto:
HELICON
Calma, señores, calma. Guardemos las apariencias. Nosotros somos el Imperio romano. Si nosotros perdemos la cara, el Imperio pierde la cabeza. No es éste el momento, ¡oh no! Y de momento, vayámonos a almorzar, que el Imperio se sentirá mejor.
[Ibíd., Acto Primero, Escena I]
Helicón, con todo y su status en el Imperio, no es Calígula. No es el verdadero regente. Étienne parece no entender el porqué. “¡Pero cómo! Si, puesto que para tener la libertad basta con desearla”[24]. Como nos recuerda Escovar, en La Boétie “se observa un amor ardiente por la libertad y hay un reencuentro con el culto de la fraternidad de la que hacía honor la moral estoica”[25]. Tampoco, La Boétie, desaprovecha oportunidad para señalar al tirano como el verdadero enemigo de la libertad de los hombres, el verdadero peligro. Por su parte, Félicité Robert de Lamennais, filósofo y teólogo francés del siglo XIX, apunta que “para La Boétie la base de toda verdadera sociedad es la igualdad nativa de los hombres”[26].
Por todas partes se despierta la noción de los derechos del hombre y del pensamiento. La pasión por la libertad le debió venir a La Boétie –dice Escovar- de su amor por la antigüedad. El tirano, “que sólo tiene dos ojos, dos manos, un cuerpo y no más de lo que tiene el menor de los habitantes del infinito número de nuestras aldeas”[27]. Pero que es capaz de desear cualquier atrocidad, cualquier locura, cualquier desvarío, y por su condición de tirano, o se le cumple o se le hace creer que se le cumple. Veamos.
HELICON
¿Y qué es lo que querías?
CALIGULA (sigue con naturalidad).
La luna
HELICON
¿Qué?
CALIGULA
Si, quería la luna.
HELICON
¡Ah! (Silencio. HELICON se acerca.) ¿Para qué?
CALIGULA
Bueno… Es una de las cosas que no tengo.
[Ibíd., Acto Primero, Escena IV, p. 16-17.]
O bien:
CALIGULA
Sí. ¡En fin! Pero no estoy loco y aun más: nunca he sido tan razonable. Simplemente, sentí en mí, de pronto, la necesidad de lo imposible. (Pausa.) Las cosas, tal como son, no me parecen satisfactorias. [Ibíd., Acto Primero, Escena IV, p. 17-18].
También:
CALIGULA
(…) Por eso necesito la luna o la felicidad, o la inmortalidad, algo descabellado quizá, pero que no sea de este mundo.
[Ibíd., Acto Primero, Escena IV, p. 18].
El populacho se debilita mientras que el tirano se hace más fuerte. Ya la libertad, “ese deseo de libertad, propio de cuerdos y locos, valientes y cobardes, deshace ansiar todo aquello cuya posesión les hará sentirse felices y satisfechos”[28], no parece ser cosa natural en los hombres. Se les ha perdido la pasión de defender la libertad a toda costa, como los troyanos ante sus invasores griegos.
Existen distintas formas de gobierno para Étienne. Unos, por elección del pueblo. Otros, por fuerza de armas, por conquistas. Algunos, por herencia. Aquí, en el presente ensayo, como se nota, se hace ahínco en los abusos de los gobiernos por herencia. Poniendo bajo lupa, como se ha venido haciendo, la versión de Calígula que nos da Albert Camus.
De éstos nos dice La Boétie:
Engendrados y formados en el seno de la tiranía, maman con la leche el carácter del tirano y miran los súbditos como a siervos hereditarios. De acuerdo a su inclinación natural, ya sean avaros o ya pródigos, usan del reino como de su patrimonio[29].
Tratan al pueblo como un rebaño de ovejas, de esclavos, cree tener pertenencia de aquellos por ley. Los obligan o los engañan. Más común es pensar que es la segunda opción. Quizás La Boétie nos diga que habrá que tenerles pena o lástima a aquellos “hombres que nacen bajo el yugo, educados y criados en la servidumbre, [que] se contentan con vivir como nacieron y lo aceptan como natural”[30]. Al populacho cuando se le tiraniza se vuelve infeliz, pues toda esclavitud amarga a los hombres. Los tiranos buscan, según Étienne, tener como súbditos hombres sin valor.
Para ablandarles el espíritu el tirano establece “burdeles, tabernas y juegos públicos”[31], y obligaba a los ciudadanos la asistencia a dichos lugares. “El despotismo podía tratar de ablandar por los placeres, los juegos, los espectáculos, a los hombres de condición libre para hacerles más dóciles al yugo, como fue, durante una parte de la Edad Media, la política de algunos Estados”[32]. Esos “engolosinamientos” los emplean los tiranos para adormecer a sus súbditos bajo el yugo[33].
Camus da un ejemplo bastante luminoso al respecto:
CESONIA
Es muy sencillo. Calígula crea una nueva condecoración.
QUEREAS
No veo la relación.
CESONIA
Sin embargo, existe. Esta distinción constituirá la Orden del Héroe Cívico. Recompensará a aquellos ciudadanos que más hayan frecuentado el prostíbulo de Calígula.
QUEREAS
Es luminoso.
CESONIA
Ya lo creo. Olvidaba decir que la recompensa se otorgará todos los meses, después de examinar los bonos de entrada; el ciudadano que no haya obtenido una condecoración al cabo de doce meses será desterrado o ejecutado.
[Ibíd., Acto Segundo, Escena X, p. 50].
Étienne de La Boétie acusa al emperador Nerón de haber sido un malvado monstruo, una peste del mundo. Imbécil pueblo romano que llegó a guardar luto tras la muerte de Nerón, como nos cuenta Tácito. De igual forma podemos concebir a Cayo como otro monstruo, atención:
CALIGULA
Escúchame bien, imbécil. Si el Tesoro tiene importancia, entonces la vida humana no la tiene. Eso está claro. Todos los que piensan como tu deben admitir este razonamiento y considerar que su vida no vale nada, ya que para ellos el dinero lo es todo. Entretanto, yo he decidido ser lógico, y, como tengo el poder, veréis lo que va a costaros la lógica. Exterminaré a los contradictores y a las contradicciones. Si es necesario, empezaré por ti.
[Ibíd., Acto Primero, Escena VIII, p. 25].
Prestemos atención, también, al siguiente ejemplo:
CALIGULA (Sin dejar de golpear)
Haced entrar a los culpables. Necesito culpables. Y todos lo son. (Sigue golpeando.) Quiero que entren los condenados a muerte. ¡Publico, quiero tener mi público! ¡Jueces, testigos, acusados, todos condenados de antemano! ¡Ah, Cesonia, les mostraré lo que nunca han visto, el único hombre libre de este imperio! [Ibíd., Acto Primero, Escena XI, p. 31].
El propio Camus se basta para describir este tipo de tiranos. En contraste con la admiración que La Boétie siente por Venecia, muestra no solo su rechazo a la monarquía, sino su respeto por la forma republicana de gobierno[34]. Pero quizás el pueblo sea corresponsable de ser tiranizado, aunque esta causa no sea per se, debido a que a veces “el problema reside sin duda cuando ocurre que el clero se alía al despotismo contra el pueblo”[35]. Que, acompañado al déspota místico, el que se oculta bajo finas túnicas y ocultan el rostro, no pisan el suelo y fornican con quien se les antoje, sin importarle si es doncella, hermana[36], viuda o en nupcias[37], niños u hombres que no se les antoja la homosexualidad. Así, “el pueblo siempre ha fabricado mentiras para luego adherirles una fe estúpida”[38]. También los tiranos buscan darle al pueblo la idea de que la devoción a la tiranía es algo natural, inclusive bueno y respetable, pues al tirano le favorece que el populacho sea ignorante.
Veamos el ejemplo que da Camus:
ESCIPION
Pero ese juego no tiene límites. Es la diversión de un loco.
CALIGULA
No, Escipión, es la virtud de un emperador (Se echa hacia atrás con un gesto de fatiga.) Acabo de comprender por fin la utilidad del poder. Da oportunidades a lo imposible. Hoy, y en los tiempos venideros, la libertad no tendrá fronteras.
[Ibíd., Acto Primero, Escena IX, p. 26].
Quizás Étienne tenga razón al señalar que el tirano no puede amar ni ser amado. Su posición lo obliga a desconfiar, a litigar hasta con su sombra. El propio Quereas se refiere a Cayo como el emperador que usa el poder sin límites, a pesar de que no haya sido el primer emperador que haya tenido ese poder sin límites. Que “transforma su filosofía en cadáveres, y para desgracia nuestra, es una filosofía sin objeciones”[39]. Que “obliga a pensar. Obliga a todo el mundo a pensar”[40], o a filosofar. El amor a la justicia, el amor a los hombres; y su rabia por el despotismo, que no es más que ese amor mismo por el hombre[41] fundamenta su Discurso…,. Los intérpretes, en la mayoría de los casos, colocan a Étienne en contraste, como la antítesis del pensador florentino, Maquiavelo, pero si se observa con mayor detalle, se podrán conseguir algunos pequeños focos de coincidencia: “Maquiavelo había tenido la audacia de afirmar que las conspiraciones a favor de la libertad están siempre avocadas al éxito”[42], por ejemplo. Pues “la amistad es cosa sagrada y santa y sólo se da entre gente de bien”[43]. Además, “lo que hace a un amigo confiar en el otro es el conocimiento de su integridad”[44].
O bien:
La amistad no nace de los amigos, es cierto, pero tampoco se produce en esta atracción que acerca un individuo a otro. Así como la amistad puede terminar cuando una de las dos partes corta la relación, la complicidad también tiene sus fallas, ya que el pacto de los dominantes se mantiene gracias a su voluntad de mantenerlo. La prueba de la contradicción acompaña, pues, la cuestión de la servidumbre voluntaria hasta el final del discurso[45].
Así, La Boétie se compadece de aquellos que ocupan su vida en complacer a un hombre del cual desconfían más que de cualquier otro en el mundo[46].
Notas:

[1] Entre ellas, el anarquismo. Recordemos que “anarquismo no quiere decir negación de todo poder y autoridad: quiere decir únicamente negación del poder permanente y de la autoridad instituida, en otras palabras, negación del estado”, [Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 149].
[2] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 16.
[3] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria. Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 4.
[4] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 55.
[5] Escovar de Naranjo, Elisa, Op., cit. p. 21
[6] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria. Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 6.
[7] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 19.
[8] Escovar de Naranjo, Elisa. Op., cit. p. 47.
[9] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria. Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 6.
[10] Camus, Albert. Calígula, Acto Tercero, Escena II. Alianza Editorial, S. A. Madrid – España, 1989, p. 69
[11] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria. Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 9.
[12] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 63.
[13] Escovar de Naranjo, Elisa. Op., cit. p. 20.
[14] Ibíd., p. 20.
[15] Ibid., p. 23.
[16] Ibid., p. 23.
[17] Ibid., p. 23.
[18] Ibid., 24.
[19] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 45.
[20] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 24.
[21] Escovar de Naranjo, Elisa. Op., cit. p. 34.
[22] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 9.
[23] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 31.
[24] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 10.
[25] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 17.
[26] Escovar de Naranjo, Elisa. Op., cit. p. 32.
[27] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 14
[28] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 21
[29] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 22.
[30] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 22.
[31] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 39.
[32] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 34.
[33] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 40.
[34] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 18
[35] Escovar de Naranjo, Elisa. Op., cit. p. 34
[36] Calígula mantuvo una relación amorosa con su hermana, Drusila. Lo vemos en boca del PRIMER PATRICIO.
PRIMER PATRICIO
(…) Amaba a Drusila, de acuerdo. Pero al fin y al cabo, era su hermana. Acostarse con ella ya era mucho.
O:
PRIMER PATRICIO
En todo caso, la razón de Estado no puede admitir un incesto que tome visos de tragedia. Pase el incesto, pero que sea discreto. [Calígula, Primer Acto, Esc. I].
[37] PRIMER PATRICIO
(…) Octavio; mató a tu mujer y ahora la hace trabajar en su prostíbulo (…) [Calígula, Segundo Acto, Esc. I].
O también:
CALIGULA
(…) Pero antes demos satisfacción a los deseos imperiosos que nos impone la naturaleza. (Se levanta y se lleva a la mujer de MUCIO a una habitación vecina.) [Calígula, Segundo Acto, Esc. III].
[38] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 46.
[39] Camus, Albert. Calígula, Acto Segundo, Escena II. Alianza Editorial, S. A. Madrid – España, 1989, p. 37.
[40] Camus, Albert. Op., cit. Acto cuarto, Escena IV. p. 90.
[41] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 31.
[42] Escovar de Naranjo, Elisa. Op., cit. p. 68.
[43] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 60.
[44] de La Boétie, Étienne. Op., cit. p. 60.
[45] Escovar de Naranjo, Elisa. Servidumbre o libertad, Editorial Grijalbo S. A. de Venezuela, Caracas, Venezuela – 1993, p. 72.
[46] de La Boétie, Étienne. Discurso de la servidumbre voluntaria.Editorial Aldos S. A., Mexico, DF – Mexico. Prólogo traducción y notas: Jose de la Colina, primera edic. 2001, p. 62.

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