Desde la experiencia de Jean Jacques Rousseau:
Yadira Alexandra Melgar Guillén|*
yadira.melgarguillen@gmail.com
Tramontana, 2010. Juan Carlos Ortíz.
* (Ensayo Arbitrado. Estudiante del seminario “Tres Pensadores Heterodoxos”, dictado por los profesores María Eugenia Cisneros y David De los Reyes, semestre I – 2010, Escuela de Filosofía – UCV).
Sobre Jean Jacques Rousseau
Hombre, Filosofo, Teórico político y social, músico y botánico, desde sus inicios Rousseau fue un revolucionario sin prejuicios que siempre defendió una libertad autentica. En sus escritos marca su ideología contrapuesta con el racionalismo de la ilustración la cual Crítica por dogmatica e incapaz para contribuir al progreso de la humanidad. Rechazando todo lo establecido por el periodo de la ilustración, por considerarla fría, rígida, anteponiendo y defendiendo los sentimientos y la pasión, por lo que Rousseau dice: “Nuestras pasiones son los principales instrumentos de nuestra conservación”[1], los considera como los verdaderos motores del movimiento humano.
Rousseau es considerado como el precursor del romanticismo, siendo esta una etapa donde eran exaltados los sentimientos. En el romanticismo el Hombre era considerado un ser sensible que actuaba de acuerdo a sus emociones, capaz de ejercer acciones desde su autonomía. Un hombre creador de su realidad y ante todo libre de amar, de sentir, conectado con la naturaleza y consciente de sí mismo, de la vida misma.
Rousseau nace en Ginebra el 28 de Junio de 1712. Al mes muere su madre, quedando al cuidado de una tía materna y su padre. Desde pequeño fue un gran lector acabando con las novelas de su casa, siendo la lectura de Plutarco su preferida. En 1722 cuando apenas contaba con de diez años, su padre fue exiliado debido a problemas con un capitán retirado, quedando al cuidado de su tío.
En 1728 Rousseau es enviado como pupilo a la casa del calvinista Lambercier, donde aprendió latín durante dos años. Regresa a Ginebra donde ejerce las labores de relojero, y maestro grabador.
En 1729 decide abandonar Ginebra se dirige a Annecy, quedando bajo la tutela de Madame Warens, quien ejerció una profunda influencia en su vida y obra. Ella le ayudo en su educación musical. La consideraba como una madre y amante.
Rousseau siempre estaba en constante movimiento, viajando entre Friburgo, Neuchatel, Paris, Lyon, Chambery, ciudades en las cuales ejerció varias labores, desde profesor de música, preceptor, escritor hasta periodista.
En 1745 estando en Paris, conoce a Therese Levasseur, quien posteriormente será esposa y madre de sus cinco hijos, a los cuales abandonara en su momento por considerar que no poseía los recursos necesarios para brindarles la debida educación, dejándolos en un orfanato.
En esa misma época contacta con Diderot, con quien mantuvo una intima amistad, llegando a colaborarle y escribir algunos artículos sobre música para la Enciclopedia Francesa. También establece relación con Voltaire (quien se convertirá en su gran opositor y crítico, revelara como Rousseau abandonó a sus hijos), y D´lambert. En 1755 fue publicado su discurso Sobre el origen de la desigualdad entre los hombre, donde expresaba que las ciencias y el arte imperantes habían contribuido a la decadencia cultural y humana en la que -para él- se hallaba el hombre. Defendió el estado natural como superior al estado civilizado establecido, destacando el naturalismo, como dice Su célebre aserto: “Todo es perfecto al salir de las manos del Creador y todo degenera en manos de los hombres”[2]
El nombre de Rousseau empieza a sonar con sus escritos que crean polémica en la sociedad. Su popularidad termina con sus escritos del Emilio (1762) y el Contrato Social (1760), hasta el punto de ser desterrado de Francia. Sus libros son censurados y sufre el rechazo de la sociedad. Esta situación lo obliga a vivir huyendo, atemorizado, en una constante paranoia de ser perseguido, confundiéndose en su imaginación la realidad y la fantasía.
Se refugia en los Motiers-Travers principado de Neuchatel, renunciando a su nacionalidad y adquiriendo la de Neuchatel. Continuara sus escritos denunciando los maltratos sufridos por la ciudad de Ginebra. En 1764 empieza a redactar las “confesiones” siendo una de sus más notables autobiografías, y empieza a dedicarse a su más apreciada labor la Botánica. Huye a Londres a la casa de su amigo Hume quien lo acoge a él y a su esposa, donde permanecerá dos años, puesto que su casa en Motiers había sido apedreada por los pobladores, incitados nada más y nada menos que por el cura de la ciudad. En 1770 se le permitió volver a Francia.
A finales de su vida cuando ya había escrito sus más polémicos libros, y ya había expresado en ellos sus críticas contra la sociedad, decide aislarse y dedicarse a la actividad que le devolverá la tranquilidad y armonía la cual había perdido hace mucho. Esta actividad es la botánica que marca un regreso a los orígenes que el tanto defendió, regreso a la naturalidad. Las experiencias vividas por este notable hombre lo llevaron en su etapa tardía a reflexionar ya no sobre el mundo, sino sobre sí mismo. Escribe así “Meditaciones de un paseante solitario”. Es en esta fase de su vida que nos centraremos para enfocar como influyó en él, el contacto directo con la naturaleza y su reino vegetal. Cabe preguntarnos si ¿surgió un nuevo hombre? o si por el contario ¿Fue un reencuentro consigo mismo? Y ¿Por qué justamente en este escenario se establece en el esta necesidad de dialogo interior, esta necesidad de conocerse a si mismo, ya no como un ser social, un filosofo, un político, un escritor, un músico, si no como un hombre que simplemente es?.
El paseante solitario, reflexión de vida.
La complejidad de su vida y su incesante deseo de mostrar a través de sus escritos la posibilidad de un mundo mejor, de reivindicar al hombre conectado con la naturaleza, para que logre su verdadera libertad, lo lleva a ser despreciado por la sociedad que no comprendió sus ideas. Una sociedad para él aun dormida en el dogmatico uso de la razón, materialista subsumida en un mundo artificial incapaz en ver en lo más simple la verdadera enseñanza que es la vida misma.
Rousseau expreso en todo momento su descontento con lo establecido, no estuvo de acuerdo con el hombre que existía en su época por eso pretendió a través del Emilio (Novela filosófica-educativa) educar al hombre desde niño. Deja a un lado el tecnicismo, rompe los paradigmas existentes con respecto a la educación, pues lo que han hecho es ajustar al hombre a diferentes moldes. El no pretende imponer un molde nuevo, solo desea enseñar la tarea vital que es vivir y de esta manera reconectar al Hombre con su humanismo, para que pueda vivir en armonía con la naturaleza y con los otros ya que antes que ciudadano se debe aprender a ser hombre, a ser humano.
Su deseo de educar a los Hombres no es en vano, pues lo que observa en su vida es a unos hombres envueltos en necesidades materiales, que buscan acrecentar su poder para satisfacer sus deseos de dominio, de allí su famosa frase en el contrato social, “El hombre nace libre, y en todas partes esta encadenado”[3].
El mundo en el que vive Rousseau, condena al hombre no le permite desenvolverse libremente, pues el hombre no ha aprendido a dominarse a sí mismo ni siquiera se conoce, solo conoce sus necesidades, las cuales no se han originado de su ser si no desde afuera.
Desde su mirada el Hombre estaba condenado a la insatisfacción, a la guerra, al conflicto eterno ya que vive en un mundo que no le permite ser libre que no le da las herramientas para crear un mundo nuevo, mejor. La educación existente estaba enfocada en adaptar al hombre a moldes establecido, por lo tanto la critico por su incapacidad para enseñar a los hombres a vivir, a conocerse a si mismos, dándole la posibilidad que sean ellos mismos creadores de su propio molde, que sean ellos desde niños que elijan su desarrollo, para que no se conviertan en seres que complacen las exigencias de otros. Para él era necesario antes de pretender enseñar a otros saber responder desde el corazón la pregunta ¿Quién soy yo?,
Es muy interesante escribir para enseñar a los hombres a ser ante todo humanos, seres sensibles, con un autoconocimiento en pleno desarrollo. Rousseau desde su propia experiencia sintió esta necesidad ya que ni el mismo pudo sobrevivir y adaptarse a el mundo que le toco vivir. El hecho de ser rechazado fue una situación que el mismo busco porque el también rechazaba a los hombres, convirtiéndose en un paseante solitario que se encontró así mismo en el más sublime de los escenarios que es la naturaleza. Pues Rousseau planteaba que la educación de un niño debe empezar en la naturaleza ya que esta le permitirá fluir de acuerdo a lo que es él y no lo que sociedad le impondrá, quitándole su más preciado tesoro su libertad.
El encuentro con la naturaleza como un camino al conocimiento de sí mismo
Es en su obra “Meditaciones de un paseante solitario” podemos vislumbrar su pasión por la naturaleza. La menciona como la clave esencial de la vida, la que nos permitirá encontrarnos y conocernos a nosotros mismos y de esta manera crear un mundo mejor. Es uno de los Filósofos que quizás ha mencionado más a la naturaleza como el escenario ideal para el hombre y su reencuentro con su interior. Anterior a Rousseau esta Epicuro quien proclamaba que todo placer es un bien siempre que lleve de compañera a la naturaleza.
Lo importante de estos escritos no es simplemente sus bellas ideas, sino que surge de la propia experiencia personal de Rousseau, quien vivió una existencia bastante ajetreada llena de vicisitudes y contradicciones. Estas situaciones le permitieron a Rousseau ser consciente de sí, convirtiéndolo en un ser apasionado defensor ante todo de sus ideas, quien a pesar de las consecuencias siempre expreso su sentir, y ante todo siempre mostro su compromiso con el mundo pretendiendo cambiarlo, regenerando al hombre y por supuesto a el mismo. Son estos maravillosos relatos los que nos muestran un ser que no solo fue tinta y papel si no un ser humano despierto en palabra, pensamiento y acción.
Muchas veces las experiencias nos condicionan a actuar de alguna manera o a sentir de alguna manera, en el caso de Rousseau fue así. El desprecio y destierro que sufrió lo llevo a huir y sentir de alguna manera desprecio por el hombre de su época, además de testar temeroso de todos, puesto que era perseguido constantemente. Se volvió un hombre perturbado por tanta difamación, sintiendo sus esfuerzos como inútiles, termina aislándose dedicándose a sí mismo, como afirmo: “Consagro mis últimos días a estudiarme a mí mismo y a preparar con antelación las cuentas que no tardare en rendir de mi. Entreguémonos por entero a la dulzura de conversar con mi alma puesto que es lo único que los hombres no pueden arrebatarme”[4] . Su ideal llegar a sí mismo, a través de sus paseos contemplativos que le permitirán reflexionar y olvidar su pasado sumergiéndose en el aquí y ahora, el momento presente, siendo lo único verdadero que podemos vivir.
Su tarea es tratar de encontrar un nuevo conocimiento de sí mismo, para lograr la paz y tranquilidad de su alma. Escribe de él y para él y no para los demás, describiéndose así mismo en sus largos paseos solitarios, tiempo que le ayuda a meditar y sumergirse en un mundo desconocido o del cual no había escrito ni pensado antes, su mundo interior.
A través de sus meditaciones se descubre tal cual es. Mediante la introspección, logró el olvido de su pasado doloroso, y encontró un ser capaz de reconocer la felicidad no como algo externo sino por el contrario como algo intrínseco en nosotros, por lo tanto el ser feliz no depende de nadie sino del que sabe ser feliz por qué lo reconoce como algo que es parte de él. Esto lo descubrió nuestro amigo Rousseau en sus paseos por la naturaleza, e incluso agradece a sus perseguidores ya que indica que sin ellos nunca hubiese podido llegar a tan mágico conocimiento que llevaba en el mismo.
Su vida y sus experiencias lo llevaron a la difícil labor de reflexionar sobre la forma que había vivido “Las penas más vivas pierden su fuerza para quien ve grande y segura la compensación; y la certidumbre de esta compensación era el fruto principal que había sacado de ms meditaciones precedentes”[5]. Estas palabras son sin duda de un ser que ha sabido ver la luz en cada situación por mas difícil que esta haya sido. Reconoce que en toda su trayectoria ha sido capaz de ver las enseñanzas en las situaciones de crisis.
El estudio de sí mismo lo lleva a dedicarse al estudio y practica de los valores morales tales como: la paciencia, la dulzura, la resignación, la integridad, la justicia imparcial, considerándolos como bienes que deben ser parte de uno. Bienes que son realmente valiosos porqué nos harán crecer y ser más virtuosos. Rousseau indica que por lo menos hay que tratar de ser cada día mas virtuoso, siendo esta la tarea más bella y necesaria para todo ser humano.
Se reconoce como un ser que ante todo siempre defendía su verdad incluso contra el mundo -a riesgo de su propia vida y seguridad, como lo hemos mencionado anteriormente- ya que la verdad esta relacionada con la virtud lo que implica sentimiento de rectitud como el mismo menciona, de hecho indica que si alguna ves a mentido a sido por debilidad.
La isla de Saint-Pierre, ubicada en Neuchatel, será el escenario que inspirara a nuestro autor a declarar en sus meditaciones que durante los dos meses que estuvo allí fueron los mas felices de su vida , pues fue una época donde ejerció la ocupación mas deliciosa y necesaria según sus palabras, esta tarea es la ociosidad. Esta tarea no la entiende como holgazanería, sino todo lo contario, es hacer muchas actividades pero sin un fin especifico, incluso empezar a hacerlas sin tener la obligación de terminarlas, una acción completamente libre. Es en esta etapa que se dedica a la Botánica su gran pasión, se dedico de lleno a esta tarea al estudio exhaustivo de las plantas de la zona. Sus largos paseos le permitieron contemplar la majestuosidad de la naturaleza, reflexionando sobre el movimiento que en ella se expresaba (dese el movimiento de las aguas hasta el mismo aire), llegando a comparar sus movimientos con la vida misma, sintiendo en su corazón la mayor de las felicidades. El placer que sentía en la armonía de este espacio era para el un apreciado tesoro “Una felicidad suficiente perfecta y plena, que no deja en el alma ningún vacío que ella sienta la necesidad de llenar. Tal es el Estado en que me encontré a menudo en la isla Saint-Pierre, en mis ensueños solitarios, ya sea acostado en mi barca que dejaba a la deriva a capricho de la corriente, ya sea sentado en las orillas del lago” [6] Esta sensación de plena felicidad lo llevo a conocerse mas y determinar que la felicidad no esta en algo exterior a él si no que está en él mismo, como un gozo que fluye desde su propia existencia. Para llegar a este reconocimiento, indica que es necesario el silencio, la quietud de nuestra alma lo cual pudo lograr en la naturaleza pues esta siempre le sonríe, por lo que recomienda “Amar el placer para abandonarse a sensaciones tan dulces, y si este efecto no se produce en todos aquellos que ésta deslumbra, en unos se debe a una falta de sensibilidad natural, y en la mayoría a que su espíritu demasiado ocupado en otras ideas no se entrega más que furtivamente a los objetos que excitan sus sentidos”[7] . Es fundamental esta acotación de Rousseau, ya que muestra que no es determinante en todos los hombres que al estar en contacto con la naturaleza se sensibilice y pueda establecer un dialogo interno, para crear cambios en su vida, pues vivimos en una diversidad de hombres donde muchos que están digamos desnaturalizados, incapaces de sensibilizarse ante el reino vegetal incluso aborrece la forma como muchos buscan en las plantas drogas y remedios. El hombre ha estado desconectado por mucho tiempo de la naturaleza, en vez de contemplarla y admirarla, la destruye, no hay consciencia ecológica del ser humano hacia el reino vegetal, son pocos los que han llegado a la consciencia de saber apreciar la divinidad de este reino.
La mirada de Rousseau hacia la madre naturaleza es de admiración ya que recibe de ella placer con el simple hecho de recorrerla, lo cobija bajo sus hermosos paisajes, aromatizando su existencia con sus variados olores, deleitándolo sus ojos con la diversidad de sus plantas, arboles y flores, logrando sumergirse en la naturaleza entera.
La contemplación de la naturaleza desde la mirada de Rousseau es como una acción terapeuta que no persigue un fin utilitario, más bien busca la conexión del hombre con otros seres vivos diferentes a él, pero que siempre han estado allí y siempre han estado a su servicio. Lograr la conexión con la naturaleza implica crear consciencia de sus tesoros y aprender a convivir con ella. Aprendiendo a convivir en este espacio cuidando tanto plantas como animales y todos ser que allí se encuentra, desarrollamos en nosotros lo que es el amor por todo ser vivo y por ende lo llevaremos al mundo de los hombres, solo necesitamos desconectarnos del mundo material y dejarnos abrazar por su divinidad.
Rousseau quizás no cambio al hombre pero se dio cuenta que si pudo lograr la tarea más difícil ya que es inmenso el esplendor de la persona que llega a conocer todo lo que ocurre dentro de sí. Rousseau finalmente nos invita desde su experiencia a interesarnos en el conocimiento de nosotros mismos el cual debe ser nuestra principal meta que podremos lograr a través de la reflexión, en el escenario más sublime, la naturaleza, la cual le permitió a Rousseau despertar y lograr decir “Soy Feliz”, en la simplicidad de la vida.
[1] J.J.ROUSSEAU. Emilio o de la Educación. Libro primero
[2] J.J.ROUSSEAU. Emilio o de la Educación. Libro primero. Pág. 1
[3] J.J.ROUSSEAU. Contrato social. Mestas Ediciones. Madrid.
[4] J.J.ROUSSEAU. Meditaciones de un paseante solitario. Editorial Labor. Barcelona. Pág. 23
[6] J.J.ROUSSEAU. Meditaciones de un paseante solitario. Editorial Labor. Barcelona. Pág. 84
[7] Ibídem. Pág. 108
1 comentario:
QUERIA FELICITAR AL REALIZADOR DE ESTE ARTICULO, NO SOY MUY ASIDUO A LOS TEMAS FILOSOFICOS PERO AQUI HE RELAJADO UN POCO MI DIA LEYENDO ESTAS LIRICAS FRASES GRACIAS POR EL ARTICULO..
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